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10 de Junio

Sábado por la mañana

Me extendí al sol y clavé mis patas peludas en la arena suave y dorada.

Mamá había decidido pasar las vacaciones en una pequeña isla en medio de la India y el sudeste asiático.

¡Estaba llena de regocijo!

Siempre hacía tanto frío y estaba tan triste en casa, pero aquí estábamos en una cabaña de playa en la soleada isla de Sri Lanka, en un pueblo costero llamado Galle.

Tuvimos un largo vuelo desde Londres, y llegamos anoche, cansados, con los nervios de punta por el largo viaje en avión.

Nosotros, los gatitos, generalmente odiamos viajar. Pero ahora, como éramos trotamundos, ya nos habíamos acostumbrado.

Estábamos muy contentos de estar en esta bonita isla, lejos del tiempo deprimente en casa. Nuestra cabaña estaba en nuestra propia playa privada.

¡Yippee!

- Mi peluda familia y yo nos comportábamos como botones florales bajo el cálido sol.

- Comimos más de lo necesario, peleamos un poco más de lo normal, ronroneamos más de lo normal y bebimos agua sin parar.

- Era la primera vez que veíamos una playa tan maravillosa. Nos despertábamos cada mañana con suaves arenas doradas y un océano azul brillante con olas blancas y espumosas.

- Después del desayuno, bajamos por el sendero del jardín hacia la suave arena de nuestro oasis privado. El largo viaje en avión fue olvidado mientras disfrutábamos de la encantadora y acogedora cabaña y de la gloriosa playa.

- Mamá tomó el sol en la arena junto a nosotros, mientras mi hermano Fromage lamía su cucurucho de helado con una expresión de felicidad en la cara, y una dormida Charlotte -nuestra amiguita hámster- se acurrucaba en su cuello.

- Cara, mi linda hermana siamesa (que es bastante elegante por naturaleza) se sentó bajo el paraguas grande para proteger su piel de las quemaduras. Suspiré contento mientras observaba la playa interminable.

- Mamá había planeado pasar los primeros días en nuestra cabaña de playa, y luego llevarnos en un viaje en tren hasta las plantaciones de té. Después de eso, exploraríamos las ruinas eternas.

- Nos aseguró que el viaje en tren sería divertido. Dijo que Sri Lanka se preciaba más.

- Más de dos mil años de cultura y tenía por lo menos ocho sitios de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, todos congregados en esta pequeña isla.

- Mamá nos dijo que esta pequeña isla también tenía hermosos templos y cuevas con dibujos de siglos de antigüedad que estaba deseando ver con nosotros.

- Estaba emocionada de saludar a los elefantes que supuestamente llamaban a esta preciosa isla su hogar.

- Nunca antes había conocido a un elefante. Pero nuestro amigo Terrance sí. Nos dijo que eran enormes y muy diferentes a nosotros, pero que eran mamíferos muy inteligentes.

- Mamá dijo que una mamá elefante y su bebé elefante vivían en la finca al lado de nuestra casa. Habíamos mirado juntos una foto de una mamá elefante con sus dos hijos, así que estaba impaciente por conocer a estos grandes animales.

Domingo por la tarde

- Para el almuerzo, el cocinero de la cabaña nos preparó un delicioso pescado entero.

- Mamá había ido a revisar su correo electrónico.

- Como el sol brillaba cálidamente, nos habíamos trasladado al patio sombreado.

- Las flores de dulce aroma brillaban bajo el sol ardiente. Olfateé con deleite.

- Fromage estaba de espaldas. Se puso las gafas de sol en la nariz y maulló: “Esta es la vida, Inca. ¡Ojalá pudiera quedarme aquí para siempre!”

- “Sí”, estuve de acuerdo.

- “Son unas vacaciones estupendas, sobre todo porque hace frío en casa”.

- “Sí”, contesté de nuevo, “pero extraño a nuestros amigos: Terrance, Monk y Polo, el resto de Inca & Company. Me pregunto qué estarán tramando.”

- Lástima que no estuvieran con nosotros. Les habrían encantado las playas doradas y la arena suave.

- Como estábamos de vacaciones y hacía tanto calor, mamá nos dejó comer conos de helado.

¡Yummy!


Cara vio a Fromage con un ojo exasperado mientras lamía el cono con hambre.

- “Se te va a caer el helado, Fromage”, dijo.

- “No, no lo haré”, replicó Fromage.

Pero, fiel a su naturaleza, Fromage dejó caer su cucurucho de helado sobre la arena y luego continuó lamiendo el helado, la arena y todo.

- “¿Ves?” exclamó Cara.

El Misterio De La Serendipia

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