Читать книгу El Poder de la Alegría - Raimon Samsó - Страница 9
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Los pequeños cambios son poderosos
Algunos problemas no requieren hacer nada, sino deshacer; o incluso, dejar de hacer. Nada que aprender, sino desaprender; lo cual ya constituye toda una enseñanza en sí misma. Nada de lo que aprendas incrementará tu significado en el Universo, pues tu valor pertenece al ser y su graduación no sube ni baja ya que es infinita desde el principio y no depende del nivel de conocimiento.
El proceso de corrección interior requiere la transformación previa a la de los sucesos externos cuyo papel es recordar la necesidad de corrección interna. Si no cambias tú, tarde o temprano volverás a las mismas lecciones bajo apariencias distintas, ¡ya que aún necesitarás esa situación!
Si Dios lo creó todo, y lo hizo bien, los problemas deben consistir en una «creación» humana; o mejor aún, en una «destrucción» humana. Nuestra particular visión del mundo ha hecho creíble el sufrimiento cuando en el suyo ni siquiera existe como posibilidad.
Él no puede reconocer el sueño que nosotros soñamos porque si lo hiciera le daría credibilidad a lo que no la tiene y entraría a formar parte del sueño. ¿Entiendes su dificultad? Aun deseándolo, ¿cómo podría transformar aquello que no existe?
El tamaño de tu problema depende de tu fe en la ilusión que lo sustenta
Los éxitos y los fracasos son apenas simples etiquetas que aplicamos a resultados y circunstancias insignificantes dentro de una aventura espiritual de mayor alcance. Prueba esto: declara que tanto lo que te gusta como lo que te disgusta es una auténtica ilusión. Todo lo «bueno» y lo «malo» que parece ocurrirte es una interpretación, un acto desesperado del ego para reivindicar sus exigencias.
El ego que inventaste necesita precisamente identificarse con cualquier cosa porque esa identificación es lo que le da vida. Has de saber que no hay ilusiones buenas o malas, todas son lo mismo pues su único fin es mantener el temor. No son una realidad en sí mismas pero sí la representación de tu eterna pugna con el mundo que crees ver.
Tu inagotable necesidad de atacar necesita ilusiones en las que recrear la ira, por eso crees en la defensa de tus ilusiones; sin embargo, la verdad no puede ser atacada ni precisa defensa
Bien, te preguntarás entonces, ¿a qué darle credibilidad? Sabrás que algo es real, cierto al cien por cien, porque ante su visión te sentirás en completa paz. Tendrás la sensación de recordar y no la descubrir. Más adelante en el tiempo, siéntete libre de pasar de esa verdad a otra, pues tu función es mantener la paz interior y no tus opiniones
Todo lo que exijas desde la necesidad ansiosa no puede ocurrir, porque si así fuera, confirmaría la ilusión de que tu necesidad es real. O que el temor puede ayudarte a satisfacerla. Prueba a no tomarte tan en serio lo que parece sucederte.
No te declares una persona especial en medio de una situación especial. No proclames tu necesidad; y sólo así, ganarás la independencia interior y la paz, sea cual sea la situación. Una vez desactivada una programación mental, desactivarás las diferentes voces con las que se expresa el ego cuando toma el mando. Y al desaparecer la causa ya no se repetirá el efecto.
Si no encuentras el modo de resolver tu problema, concédete la oportunidad de observarlo, esta vez desde la visión del amor. Baja tu problema al corazón. Aclara tus creencias irracionales. Pregúntate qué pensaría Dios en esas mismas circunstancias. Concédete un instante de apertura y pregúntale cómo puedes «no ver» lo que tanto te aflige. Las preguntas son muy poderosas cuando son honestas y no contienen ninguna expectativa sobre la forma que la respuesta debe adoptar.
Lleva a cabo pequeños cambios sostenidos en el tiempo y obtendrás resultados extraordinarios. Los pequeños cambios son poderosos. Bendice tu necesidad de transformación y el crecimiento que se estableció como tu propósito. Puesto que una de las herramientas de trabajo es el tiempo, la persistencia convertirá en posible lo que hasta un instante antes parecía «imposible».
Pero el milagro no está en que sea una cosa u otra, posible o imposible, sino en el cambio de mentalidad que no hace distinción
El amor busca expresarse en toda circunstancia, aunque invitarle y darle paso es una elección voluntaria. El amor desplaza al temor allí donde le invitas y corrige la absurda idea de que has sido abandonado a tu suerte. Toda elección que no te ofrezca paz interior de inmediato es un mandato del ego, una nueva petición de conflicto. El sentimiento de abandono y desconexión con la inteligencia universal sólo puede obviarse cuando te adhieres a lo correcto.
Tu corazón sabe qué es lo correcto.
Mientras te mantengas alterado, alejado de tu centro, el apoyo del cosmos se retirará respetando tu elección de vivir en la baja vibración de la agitación mental. Pedirle que se sume a ese torbellino de negatividad está más allá de lo posible
Tus estados de ánimo se originan en los pensamientos que albergas en tu mente –donde, recuerda, sólo puedes pensar tú–. Todo pensamiento tiene un efecto que nunca es neutro; de tal modo que este instante es la consecuencia de lo que pensaste el anterior. Presumir que la vibración que impregna el diálogo interior no va a trasladarse al mundo que nos envuelve es una gran ilusión, tal vez la mayor.
Cambia el vocabulario que utilizas a diario, «háblate» de modo creativo, y cambiará en consecuencia la vibración de tus pensamientos y todo lo que éstos atraen. Eleva la calidad de las palabras que utilizas cuando te «hablas» en tu mente y ascenderás a una realidad acorde
Un día renunciarás a cambiar a los demás y te centrarás en cambiarte a ti mismo. Esa será tu única prioridad y entonces descubrirás, en lo que será el final de la separación, que la conciencia del observador termina por modificar lo observado de modo que tus vivencias son una conversación entre tú y la realidad.
Cuando las cosas no salen de acuerdo a las expectativas podemos tacharlas de injustas. Sin embargo, no nos damos cuenta que todo «nos lo hacemos a nosotros mismos». Las circunstancias pueden cambiar de favorables a desfavorables pero, en última instancia, eso no va a afectar al alma que lo aprecia como una oportunidad de crecimiento.
Los sentimientos que albergamos en el corazón dependen más de la claridad interior que de lo que hagan o dejen de hacer los otros; incluso de que nos salgamos con la nuestra o no. Hay quien se obsesiona en tratar de interferir en la vida de los demás por temor a perder el control sobre la suya propia.
Cuando estás triste te olvidas que no lo estabas poco antes de poner en tu cabeza las ideas que te hacen sentir así. Tal vez la felicidad no consista en preguntarnos si lo somos o no lo somos. Una actitud de despreocupación, conduce a la verdadera felicidad al desapegarnos de la necesidad ansiosa de experimentarla.
«No preciso de grandes cambios sino pequeños cambios pero mantenidos en el tiempo. La disciplina y el compromiso conducen a transformaciones definitivas.»
Libérate de la necesidad de ser feliz y lo serás. Ni siquiera te preguntes si lo eres o no. La paz interior es un estado que no precisa justificaciones, y por ello una mente en paz nunca se formularía esa pregunta ya que, en sí misma, la paz es despreocupación y aceptación de lo que es.