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Raúl Zibechi. Descolonizar
Prólogo
Agradecimientos
Introducción
Colonialismo y movimientos antisistémicos
Autonomía y dignidad
Poder propio - poder no estatal
Familia y reproducción
Vanguardia o comunidad
Identidad
Producir conocimientos en comunidad
Cambiar el mundo o crear un mundo nuevo
La revolución descolonizadora del zapatismo
Una nueva etapa
La comunidad por dentro
La escuelita: razones y tiempos
La salud, el poder de las mujeres
Educación comunitaria
Las bases materiales de la autonomía
Un mundo nuevo
La campaña del Concejo Indígena de Gobierno Algunas reflexiones
Cecosesola. El mundo nuevo desde lo comunitario
Aprender de los errores
La magia de las ferias
Espacios de encuentro
Mercados otros
Una organización en movimiento
Mujeres educando la fuerza boba
Contabilidad sin contadores
Dispersando el poder en la salud
El cambio por dentro
El pensamiento crítico en el laberinto del progresismo 19
El Buen Vivir como el otro mundo posible 20
Buen Vivir - Vivir Bien
Límites actuales de la propuesta india
El Estado nación como constricción
Descolonizar el pensamiento crítico y las prácticas emancipatorias
Autocrítica de los fundadores
Dos culturas políticas en pugna
La autonomía y las relaciones con el Estado
La escuelita zapatista: una nueva cultura política
La ética al timón de mando
Familia y comunidad
Trabajos colectivos
Estado y poder o dignidad y descolonización
Ni vanguardia ni hegemonía; espacios de encuentro y diversidad
Un movimiento de lo femenino
Teoría revolucionaria o nueva cultura política
Bibliografía
Отрывок из книги
DESCOLONIZAR
el pensamiento crítico y las prácticas emancipatorias
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Los integrantes de los movimientos de la zona del ser se cuentan por personas. Los de la zona del no-ser, por familias. Basta llegar a un campamento sin tierra, a una comunidad indígena o a una organización territorial de las periferias urbanas para que se hable sobre la cantidad de familias que participan. Los miembros nunca se cuentan individualmente. ¿Por qué esta diferencia? Los pobres del mundo viven insertos en lo que Fernand Braudel llamaba la vida material o «el océano de la vida cotidiana», el reino del autoconsumo, «lo habitual, lo rutinario», la esfera básica de la vida humana, que en su opinión es el «gran ausente de la historia» (Braudel, 1985: 22). Esta vida material es el reino del valor de uso, que queda por fuera del mercado:
Aquel que solo acude al pueblo para vender pequeñas mercancías, unos huevos o una gallina, con el fin de obtener las monedas necesarias para pagar sus impuestos o comprar una reja para el arado, roza tan solo el límite del mercado. Permanece inmerso en la enorme masa del autoconsumo. (Braudel, 1085: 28)
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