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Introducción

Juan C. Aceros y Claudia Quijano Mejía

Cuando se habla de memoria, el sentido común impone una asociación entre el acto de recordar y el acto de revivir. Sin embargo, este imaginario social no le hace justicia a la memoria, por al menos dos razones. En primer lugar, por su tono nostálgico, que parece asumir que «todo pasado fue mejor». En segundo lugar, por su individualismo. La comprensión cotidiana que tenemos de la memoria pone el énfasis en la persona que rememora su pasado y así lo vive de nuevo. Así pues, el sentido común nos presenta la memoria como algo que tiene que ver con lo que el individuo fue y probablemente ya no será más. Pero recordar es mucho más que eso. La memoria es un logro social (Halbwachs, 2004): recordamos a la luz de lo que hemos vivido, pero también a la luz de lo que hemos experimentado con otros, de lo que otros nos han hecho y de lo que nos han contado. En este proceso de recordar con otros y gracias a otros se construye toda una narrativa del pasado que nunca es la reproducción de lo ya ocurrido. Por el contrario, ocurre siempre una construcción social de la memoria. Dicha construcción implica tanto recuerdos como olvidos selectivos (Jelin, 2002a). Así pues, la memoria no es un regreso al pasado, sino la actualización del recuerdo social en el presente, acto que tiene implicaciones para el mantenimiento de las formas de vida actuales y su proyección hacia el futuro. A medida que esta historia colectiva se recuerda y se narra, la comunidad que lo hace se mantiene viva como comunidad. En algunos casos es así como resiste a la muerte, al exterminio; es así como genera mejor calidad de vida para todos.

Esa memoria compartida y performativa es la historia de una comunidad del recuerdo, lo que ahora se denomina ‘memoria histórica’: una historia compartida y construida que no simplemente reproduce la vida tal como fue, sino que produce la vida comunitaria a través del recuerdo. La memoria histórica puede tener muchas funciones. En años recientes, se ha convertido en una herramienta para abordar y elaborar los sucesos ocurridos y vividos por cuenta del conflicto armado, además de recuperar la verdad y romper con el olvido y el silencio respecto a los hechos acontecidos (Vélez, 2012). El interés por conocer el pasado de países que han tenido conflictos sociopolíticos es además una apuesta por la paz y la consolidación de la democracia a través de iniciativas oficiales y no oficiales de reconstrucción de memoria. Para el caso colombiano, con la promulgación de la Ley 1448 de 2011 se reconocen por primera vez los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación integral, luego de seis décadas de conflicto armado interno. Dicha ley contempla los ejercicios de reconstrucción de memoria histórica como medidas de reparación simbólica que contribuyen al esclarecimiento de los hechos y la dignificación de las víctimas (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2014).

De una u otra forma, la memoria histórica consiste en la narrativa del pasado que construyen campesinos, afrodescendientes, indígenas y población civil afectada. Al poner el énfasis en la voz de estos actores, se intenta revertir la persistente asimetría en los relatos que constituyen la historia oficial, y que construyen en su mayoría los sectores dominantes de la sociedad; de ahí que su función suela ser la de legitimar su hegemonía. Así pues, la memoria histórica reivindica la capacidad de otros sectores sociales, generalmente subalternos, que buscan construir lecturas de la historia que sean acordes a su propia vida, ya que la construcción del pasado es fuente de cohesión, identidad social y proyección histórica (Torres, 2014).

Este libro presenta los resultados del proyecto de investigación «Reconstrucción de la memoria histórica de la Asociación Campesina del valle del río Cimitarra, con enfoque de género», que contó con financiación por parte de Colciencias, a través de la convocatoria 745 titulada «Convocatoria para Proyectos de Ciencia, Tecnología e Innovación y su Contribución a los Retos de País, 2016». El proyecto se ubica en el eje de construcción de paz, en la línea temática de verdad y reparación, y su objetivo es el de reconstruir la memoria histórica de la Asociación Campesina del valle del río Cimitarra (ACVC) con enfoque de género, promoviendo el acceso de la organización social a la reparación simbólica y reconociendo sus expectativas y potencialidades en la construcción de paz en un escenario de posacuerdo en Colombia. Para lograr este propósito, se empleó una aproximación inspirada en las herramientas desarrolladas por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), que se caracterizan por su alto nivel participativo y por un énfasis en la dignificación de las víctimas como individuos, comunidades y organizaciones en proceso de convertirse en sujeto de reparación colectiva.

La ACVC es una organización social no gubernamental fundada en 1996. Está integrada mayoritariamente por campesinos que han colonizado el valle del río Cimitarra, una región ubicada en el sur de la región del Magdalena Medio colombiano. Muchos de ellos han llegado a esta región debido a que han sido desplazados de otras zonas del país por cuenta del conflicto armado. Lo anterior los ha llevado a orientar la acción de la ACVC hacia la construcción del arraigo, la defensa del territorio y la permanencia en él. Tal cosa supone, de una u otra forma, resistir a nuevos desplazamientos y a otras formas de violencia. Dicha resistencia colectiva y organizada se articula con 181 juntas de acción comunal que componen sus tres seccionales: nordeste antioqueño, medio cimitarra y sur de Bolívar. En años recientes, consciente como es de ser un actor histórico, la ACVC ha empezado a promover acciones tendientes a la reparación simbólica de los daños colectivos que ha experimentado durante el conflicto. Además, persigue decididamente la construcción de paz en Colombia.

La reconstrucción de la memoria histórica de esta organización campesina ha requerido un proceso riguroso, llevado a cabo a lo largo de alrededor de 24 meses, entre los años 2017 y 2019. El primer paso consistió en una revisión de la bibliografía colombiana acerca de los procesos de memoria histórica en el país, con especial interés en los trabajos realizados por el CNMH. A su vez, se indagó acerca del conflicto armado colombiano, buscando establecer categorías deductivas con las que se desarrollaría el proceso reconstrucción de memoria. La revisión bibliográfica y la reflexión en el interior del equipo llevó a proponer cinco grandes categorías: 1) Antecedentes o contexto sociohistórico del surgimiento y desarrollo de la ACVC (1970-1996); 2) Repertorios de violencia, daños y reparación experimentados entre 1996 y 2018; 3) Acciones de resistencia realizados por la organización (1996-2018); 4) Enfoque de género y formas de entender el rol de la mujer en la organización campesina, y 5) Expectativas y potencialidades frente a la implementación del Acuerdo Final de Paz en el escenario del actual posacuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP).

Una vez superada la etapa de documentación, el segundo paso de la investigación consistió en encuentros con líderes y lideresas de la ACVC orientados a socializar el proyecto, así como a establecer los objetivos y alcances del proceso de construcción de memoria histórica. De estas reuniones resultaron cronogramas y acuerdos sobre los espacios de trabajo de campo con la población campesina. El grupo de investigación efectuó sesiones de trabajo colectivo, de la mano de documentos guía como la caja de herramientas del Centro Nacional de Memoria Histórica (2015) y el documento «Recordar y narrar el conflicto» (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2013). Como resultado, se establecieron herramientas y técnicas de recolección de información que incluyeron entrevistas individuales y colectivas, talleres de memoria con hombres y mujeres víctimas de violencia, y observación participante en eventos desarrollados por la ACVC durante la ejecución del proyecto.

El trabajo de campo fue el tercer paso de la reconstrucción de la memoria histórica de la ACVC. Supuso para los investigadores el desplazamiento a diferentes lugares en los que hace presencia la organización, para contactar directamente con sus miembros. El ejercicio de trabajo de campo contó con la constante aprobación y consulta de líderes y lideresas de la ACVC, quienes sugirieron las fechas, lugares y logística de los talleres colectivos de memoria histórica. Su apoyo fue también fundamental en la ubicación e identificación de los participantes. Se determinaron como criterios de selección de la población que las personas vinculadas al proceso de reconstrucción de memoria fueran participantes en la dinámica organizativa de la Asociación en cada una de sus seccionales (Sur de Bolívar, Medio Cimitarra y Nordeste Antioqueño). En total se efectuaron 6 talleres de memoria histórica colectiva: uno en cada seccional de trabajo de la ACVC (en la vereda Alto San Juan, de la seccional sur de Bolívar; en la vereda Cuatro Bocas, de la seccional medio Cimitarra, y en el casco urbano del municipio de Remedios, de la seccional nordeste), un taller con los fundadores de la asociación en Barrancabermeja, y dos talleres con lideresas de la ACVC en Cantagallo y San Lorenzo. En cada uno de los talleres participaron en promedio 15 personas provenientes de las distintas veredas y caseríos que conforman las seccionales, en su mayoría líderes y lideresas adscritos a las juntas de acción comunal. En los encuentros con los campesinos y campesinas de la ACVC se procuró el uso de herramientas que facilitaran la construcción de un sentido propio y auténtico del pasado. En este sentido, fueron útiles técnicas como las líneas de tiempo, la cartografía social, el análisis prospectivo y el dibujo, entre otros. Los investigadores también asistieron a diferentes espacios de formación, discusión y trabajo organizativo de la ACVC como observadores, buscando de esta manera conocer las dinámicas internas de la asociación. En estos espacios se pudo realizar un total de 36 entrevistas individuales a 23 líderes y 13 lideresas de la ACVC, así como dos entrevistas colectivas.

Con los insumos antes mencionados se dio inicio al cuarto paso del proceso: el análisis de los datos. Para tal fin se transcribieron todas las grabaciones realizadas, y se procedió a su codificación acorde con los ejes de análisis. El tratamiento de la información se realizó con el programa Atlas Ti ® versión 6.2. Dada la naturaleza del proyecto, los audios y sus transcripciones se anonimizaron y protegieron siguiendo cuidadosas medidas de seguridad. Este proceso llevó a la creación de cuatro documentos preliminares, uno por cada una de las categorías deductivas. Estos han servido de base para la construcción de los capítulos que componen este libro. A ellos se ha añadido un texto específicamente dedicado a la forma en que el género se ha convertido en un asunto central en el proyecto y la actuación de la ACVC. Estos documentos han sido, en diferentes niveles de desarrollo, socializados, retroalimentados y validados por actores participantes de la ACVC. De esta manera, se ha querido que el relato resultante de todo el proceso se corresponda efectivamente con las memorias de los campesinos y campesinas sobre lo vivido y sentido en los más de veinte años que lleva esta asociación resistiendo al conflicto armado colombiano en el territorio.

Producto de la reconstrucción de la memoria histórica de la Asociación Campesina del valle del río Cimitarra, este libro se estructura en cinco capítulos1. En el primero, Daniel Alfonso León y Helwar Figueroa presentan el contexto sociohistórico y geográfico en el que surge la ACVC. Los autores reconstruyen los antecedentes del proceso social que posibilitó el surgimiento de la asociación. En ese recorrido describen las diversas experiencias organizativas creadas por los campesinos, así como las experiencias de participación política en la región. La colonización campesina, las juntas de acción comunal, los comités, las cooperativas y el río son elementos que se entretejen para explicar la construcción de la identidad colectiva, del nosotros, de la asociación.

En el segundo capítulo, Johana Linares y Juan C. Aceros presentan el repertorio de violencias y daños experimentado por los miembros de la ACVC. El capítulo pone especial énfasis en lo que los pobladores del valle del río Cimitarra han experimentado como un proceso de consolidación de la actividad paramilitar en la región, así como en las alianzas que los participantes en el estudio perciben entre los grupos paramilitares y las Fuerzas Militares. Los autores también presentan lo que, desde las distintas seccionales de la ACVC, se propone como acciones deseables de reparación colectiva.

El tercer capítulo está dedicado a las acciones de resistencia que la ACVC ha desplegado a lo largo de su existencia. Sebastián Correa presenta un inventario de las apuestas de la ACVC en torno a la exigencia de los derechos humanos, la creación de una economía de la resistencia, la implementación de un proyecto de comunicación alternativa, la realización del trabajo político-organizativo en la región y la defensa del territorio y el medioambiente. El capítulo muestra la versatilidad y adaptabilidad de la ACVC, que, en su esfuerzo por permanecer en un contexto afectado por la violencia, ha desarrollado iniciativas que protegen al territorio y al campesinado en muy diversas dimensiones.

El cuarto capítulo está dedicado a entender el proceso histórico mediante el cual la ACVC viene incorporando discusiones en torno al género, y, en específico, cómo esta organización asume el feminismo campesino y popular como apuesta para lograr la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Las autoras, Claudia Quijano y Raquel Méndez, evidencian las principales dificultades, contradicciones y dilemas que enfrentan los hombres y las mujeres que han decidido poner en debate las cuestiones de género en la región y en el interior de la asociación. Asimismo, a través de relatos de vida y líneas de tiempo rescatan el papel de las mujeres lideresas en la construcción y consolidación del proyecto organizativo de la ACVC.

El libro finaliza con el quinto capítulo, en el que Daniel Alfonso y Claudia Quijano realizan un balance de las potencialidades y expectativas de la ACVC como organización campesina frente a la implementación del Acuerdo de Paz entre las FARC-EP y el Gobierno nacional. En esa dirección, el capítulo recuerda que los ejercicios de reconstrucción de la memoria adquieren sentido si orientan el futuro.

Como ya hemos mencionado, este libro ha sido posible gracias a la financiación de Colciencias, a través de la «Convocatoria para proyectos de Ciencia, Tecnología e Innovación y su Contribución a los Retos de País, 2016». El desarrollo del proyecto empezó pocos meses después de la firma en Bogotá del Acuerdo para la Terminación Definitiva del Conflicto. A pesar del revés que sufrió el plebiscito con el que se esperaba refrendar los acuerdos, persistía un clima de optimismo o, por lo menos, una expectativa razonable de cambio sociopolítico de la que era un indicador la misma convocatoria del entonces Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación. Sin embargo, en el momento de la publicación de este libro, diversas fuentes apuntan al asesinato de entre 400 y 700 líderes sociales y defensores de derechos humanos, al crecimiento en número en activos de las disidencias de las FARC-EP y la aparición de numerosos grupos emergentes tremendamente violentos, y a más de cien masacres con cerca de 400 víctimas en un contexto de llamativa impunidad. Así, pues, la situación es distinta de aquella en la que se escribió este libro y su contenido debe leerse desde esta perspectiva. A los lectores dejamos la tarea de valorar si las esperanzas que organizaciones como la ACVC habían puesto en el posconflicto pueden considerarse aún realizables, así como de determinar qué tan imperfecta es la paz hacia la que hemos avanzado, si es que en algo hemos avanzado2.

Los autores quieren expresar su agradecimiento a los líderes y lideresas de la ACVC, por su constante acompañamiento, apertura y colaboración a la hora de reconstruir la memoria histórica de la organización. En la misma vía, le debemos gratitud a cada una de las personas que participó en los talleres y que autorizó que se la entrevistase para este trabajo. Esperamos que los resultados de la investigación hagan honor a todas las experiencias y narrativas que los miembros de la ACVC han compartido con nosotros a lo largo de estos años.

Este libro es resultado de un trabajo colectivo al que han contribuido muchas personas. Claudia Quijano, Juan C. Aceros, Héctor Mauricio Rojas, Raquel Méndez, Helwar Figueroa, Freddy Jesús Herrera, Álvaro Acevedo y Johana Linares, profesores de la Universidad Industrial de Santander, participaron en la redacción de la propuesta de investigación. Además, contribuyeron con distintas actividades durante el desarrollo de la reconstrucción de la memoria histórica: realizaron trabajo de campo, dirigieron trabajos de grado asociados al proyecto, apoyaron la revisión bibliográfica, la realización de actividades de campo, el análisis de los datos y la redacción de los productos de nuevo conocimiento (incluido este libro). Josefina Vásquez, Daniel León, Johana Linares y Ángela Rodríguez contribuyeron significativamente a la revisión bibliográfica que sustenta este libro. Gerard Verschoor y Elisabet Rasch brindaron asesoría desde la Wageningen University.

Las estudiantes Francy Victoria Vélez Hernández y Zaida Ligia Acosta Villabona se integraron al equipo de investigación y realizaron sus respectivos trabajos de maestría con nosotros. Sebastián Correa, Jennifer Andrea Velasco Cómbita, Paula Jemima Carreño Gómez, Andrés Ríos, Ismael Pinzón, Nancy Roxana Tamayo Tette, María Camila García, Yudy Paola Posada Arciniegas, Brigitte Carolina Santos Roja, César Augusto Vargas, Ana Torres, Karoll Yesenia Velandia Rendón, Kelly Cristancho Maldonado, Jennie Andrea Carolina Ortiz Camacho y Angie Lorena Valencia Reátiga adelantaron su trabajo de grado en la modalidad de pasantía de investigación en este proyecto. Las estudiantes María María Delgado y Laura Daniela Ramírez trabajaron de manera comprometida en la transcripción de los datos recogidos; Wendy Tatiana Duque, Liseth Campos, Janna Vesga, Érika Yesina Ortiz, Silvia Yineth Anaya y María Natalia Vargas apoyaron la realización del evento científico de cierre del proyecto, en el que se presentaron avances del libro. Johana Convers, como auxiliar administrativa del proyecto, estuvo siempre atenta al desarrollo del proceso y brindó su ayuda incansable para al equipo de investigación. Natalia Vargas apoyó al equipo en campo y realizó talleres sobre gestión de memoria histórica y construcción de paz en los que participaron más de cincuenta líderes veredales de la ACVC. Andrés Pedraza transformó parte del material recolectado en documentos divulgativos —digitales e impresos— y fue el realizador audiovisual que creó el documental Mujeres del valle del río Cimitarra: Memorias de lucha y resistencia, derivado también de nuestra investigación. Wendy Tatiana Duque, con la ayuda de Sebastián Correa y Ángela Rodríguez, facilitaron la recopilación de los textos que componen este libro y realizaron revisiones preliminares. Con todas estas personas tenemos una deuda de gratitud que esperamos saldar —al menos parcialmente— con la presentación pública de este producto resultado de los esfuerzos de este equipo de trabajo.

1 Otros resultados pueden consultarse en: https://www.memoriaACVC.com/copia-de-documental

2 Fuentes adicionales para la reflexión sobre este período histórico son dos trabajos que ha publicado recientemente la ACVC: el informe final del proyecto de memoria campesina y protección de derechos para la paz en el valle del río Cimitarra (Asociación Campesina del valle del río Cimitarra y Red Agroecológica Nacional, 2018a) y el protocolo para la protección individual y colectiva de los habitantes de la Zona de Reserva Campesina del Valle del Río Cimitarra (Asociación Campesina del valle del río Cimitarra y Red Agroecológica Nacional, 2018b). Es de destacar que estos documentos son resultado de un proyecto que se llevó en paralelo a nuestra investigación (véase Asociación Campesina del valle del río Cimitarra y Red Agroecológica Nacional, 1 de agosto de 2018); de ahí que las problemáticas denunciadas en estos textos tengan algunos aspectos en común con la presente investigación. No obstante, por la conformación interdisciplinaria del grupo que lideró esta investigación, es evidente que los resultados acá presentados tienen un mayor alcance interpretativo. También debe mencionarse que el informe publicado por la ACVC fue acompañado de otros productos de divulgación e incidencia política, con la intención de convertirse en documentos de denuncia para ser presentados ante los organismos estatales encargados de investigar los hechos de que fueron víctimas los miembros de la ACVC (en este momento en cabeza de la Justicia Especial para la Paz y la Comisión de la Verdad); además, estas investigaciones lideradas por sus propios miembros buscan que la ACVC sea reconocida como una organización víctima del conflicto y, por tal motivo, se repare a sus miembros de manera colectiva. Un objetivo vigente para los miembros de la ACVC, quienes, a pesar de las dificultades por las que atraviesan los líderes sociales del país, continúan resistiendo.

Conflicto armado y organización campesina

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