Читать книгу La alcaldización de la política - Rolando Eugenio Alvarez Vallejos - Страница 4

Presentación

Оглавление

Verónica Valdivia Ortiz de Zárate

Las historias acerca de la dictadura militar chilena, personalizada en la figura del general de Ejército Augusto Pinochet, han remarcado el factor de violencia y terror que lo caracterizó o, en su defecto, las transformaciones económicas y sociales realizadas. En ese sentido, ha tendido a predominar una visión dicotómica del período al que adscriben sus detractores o simpatizantes, lo cual ha dificultado una comprensión que dé cuenta de la complejidad de esa experiencia y de su impacto en el mediano plazo. Si bien es cierto el terror fue consustancial a la naturaleza del régimen militar, no lo es menos que para sus días finales, sectores del mundo popular se declaraban pinochetistas, votando por el Sí en el Plebiscito sucesorio de 1988, a la vez que los partidos herederos de la dictadura mantuvieron el porcentaje de sufragios obtenido por el general Pinochet, lo cual les permitió contrabalancear el poderío político de la Concertación durante los años noventa. Más aún, desde finales de esa década, y a pesar de sus derrotas sucesivas en las elecciones presidenciales de 1999 y 2006, la UDI logró convertirse en el principal partido político, en términos electorales, pudiendo la derecha desafiar a los candidatos concertacionistas, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, respectivamente. En resumidas cuentas, el régimen militar se resistía a morir del todo, a pesar de la ruptura pública de la derecha con el general Pinochet después de su regreso a Chile tras su apresamiento en Londres por acusaciones de crímenes de lesa humanidad, y especialmente con motivo del caso Riggs. Esta adhesión a ese régimen, como es sabido, cruza transversalmente la sociedad y no se circunscribe en exclusiva a los sectores altos.

Esta conocida situación, sin embargo, ha ignorado las tentativas explícitas y deliberadas del régimen por acercarse al mundo popular, el que se autodefinió como de “profundo sentido social”. Quienes hacen hincapié en la represión masiva que recayó sobre los pobladores, tienden a interpretar la relación del mundo popular con la dictadura solo como de hondo antagonismo, rechazo y resistencia. Quienes enfatizan las transformaciones económico-sociales ponen mayor atención en lo estructural y en los lazos con la alta burguesía, desatendiendo los vínculos con los pobres. Este trabajo pretende abrir la mirada hacia las aspiraciones hegemónicas de los militares y de los civiles colaboracionistas respecto del mundo popular. Aunque, aparentemente, el golpe produjo un quiebre irreversible entre el nuevo régimen y los pobladores, estos constituían el factor crucial de su éxito, toda vez que la derrota del marxismo y de los principios de la democracia debía producirse no solo con la represión, sino con la instalación de un nuevo sistema de creencias y valores. Las hipótesis que explican la crisis de la izquierda en función de la represión, suponen que la tarea de esta fue extirpar los anteriores principios a partir del terror que se cernió sobre la sociedad y ante cualquier síntoma de ruptura con las prohibiciones y normas instaladas. Siendo ello cierto, también lo es que ese vacío producido por la represión fue ocupado por un nuevo universo de ideas, normas y creencias impuesto por la dictadura, proceso dentro del cual el mundo popular cumplía el papel protagónico. No era posible refundación alguna si no se arrancaba de raíz la anterior cosmovisión y se imponía otra entre aquellos que por entonces constituían la mayoría del país. Desde ese punto de vista, la célebre frase del general Gustavo Leigh la noche del 11 de septiembre de 1973 de extirpar el cáncer marxista hasta las últimas consecuencias no refería únicamente a la exterminación fáctica de la militancia marxista chilena y la eliminación política de los anteriores partidos, sino de la resocialización del pueblo de Chile bajo nuevos parámetros. Como se explica en este libro, la represión, siendo fundamental para el éxito del régimen militar, era insuficiente, pues los elementos consensuales resultaban imprescindibles. Al contrario de quienes sostienen la exclusividad de la represión como método, este trabajo apunta a la importancia del consenso que la dictadura buscaba crear en torno a un nuevo Chile.1

Esta lógica de consenso tenía su punto de arranque en la naturaleza de la guerra emprendida el 11 de septiembre y que hemos denominado “la guerra social de Pinochet”,2 entendiendo por ello una guerra que excedía la represión y apuntaba a combates en los frentes económicos y, fundamentalmente, sociales, pues era allí donde el marxismo y la democracia debían ser derrotados. Por ello, al mismo tiempo que se reprimía ejemplarmente y se instalaba un mundo de sombras, muerte, tortura, delaciones y miedos, el régimen se esforzaba por convencer a los pobres de que la lucha contra la crisis económica y por la modernización era en su nombre y por su futuro bienestar. Fue por ello que en algún momento el general Pinochet quiso convertirse en el “general de los pobres”.

El trabajo que aquí se presenta se inserta dentro de lo que fue esa “guerra social”, en el marco del proceso de municipalización a comienzos de los años ochenta. Como se explica más adelante, desde un comienzo el régimen se propuso re-socializar al mundo popular a través de organismos de carácter oficialistas, cuyos personeros descendieron sobre las calles polvorientas de campamentos y poblaciones para enseñar los nuevos principios a mujeres y jóvenes pobladores. Tales afanes no alcanzaron total claridad en la década del setenta, hasta que el proyecto refundacional estuvo terminado a fines de ella. En ese momento, para 1979, el municipio pasó a ser el centro materializador del neoliberalismo y del plan social dictatorial, con el alcalde como figura protagónica, perdiendo los otros organismos la primacía que habían tenido hasta ese momento. Tal es la razón por la cual este libro se focaliza en el municipio, en tanto desde 1981 todos los esfuerzos del régimen estuvieron puestos en el traslado del foco de atención social al mundo de las localidades y las comunas, definidas como el nuevo espacio de la democracia de participación social a crear. La idea de “alcaldización de la política”, que lleva por título este texto, por lo tanto, dice relación con los intentos del régimen militar de reformular la política, sacándola de sus escenarios históricos –el Parlamento, los partidos, las orgánicas sociales sindicales y gremiales– y trasladándola a los espacios micro, donde transcurría la vida cotidiana de las personas, alejadas de los grandes debates. Esta “alcaldización de la política” era parte central del proceso de resocialización emprendido, pues era allí donde el pueblo de Chile aprendería a vivir las nuevas nociones y se entrenaría en los vericuetos del Estado Subsidario y de la democracia de participación social.

Considerando que este texto analiza solo una parte de los diversos intentos deliberados de la dictadura por atraerse al mundo popular, él solo aborda parte de lo que fue ese proceso, el cual, como se entiende, fue bastante más amplio. En ese sentido, este texto solo ilustra la transformación del municipio en los años ochenta y la lógica que estaba detrás de esa política, definida como estrella por el propio régimen. Consistente con eso, no se abordan temas cruciales, como la municipalización de la educación y de la salud, pues ellos nunca fueron vistos ni usados por la dictadura como instrumentos de cooptación de los pobres. Al contrario de lo sucedido en otras dictaduras del Cono Sur americano que entregaron la resocialización de la población a los centros educativos y a la Iglesia Católica, en el caso de Chile ella fue asumida directamente por el régimen a través de su aparato administrativo, el Ministerio Secretaría General de Gobierno. La educación y la salud, como se sabe, fueron parte de la neoliberalización de lo social, de las modernizaciones y, por ende, de las políticas macro y de aquellas que rompieron con la idea del Estado de Compromiso o Estado Benefactor del siglo XX. En ese plano, la resocialización debería ocurrir, en gran medida, por la experiencia.

Al contrario, el municipio concentraba una importante gama de aquellas tareas que se consideraban la “red social” del régimen –los subsidios– y que deberían conseguirse a través del órgano comunal. Desde ese punto de vista, este libro aborda algunos de aquellos ámbitos en los cuales el municipio adquirió el protagonismo en la seducción del mundo popular, que respondía al diseño proyectual del régimen y que se extendió al período postdictatorial. El municipio fue definido como el centro político a partir del cual implementar el Estado Subsidario, a la vez que de la organización de los apoyos políticos y de la nueva forma que asumiría la participación ciudadana y la democracia. Lo importante de la “alcaldización de la política” es que, considerando la centralidad que tenía en la resocialización buscada, la reforma municipal debía trascender a la dictadura y convertirse en el nuevo estilo de hacer política. Como es sabido, la reforma a la ley de municipios de 1992 solo afectó a la elección del alcalde, pero no a las funciones municipales ni a las lógicas clientelísticas generadas a partir de 1981.

Entendiendo que tal es la lógica de este libro, el capítulo I, a cargo de quien escribe esta Presentación, aborda el proceso de municipalización en el marco del pensamiento militar y de la regionalización. El capítulo explora la importancia que los militares atribuían a la descentralización, su impacto en la comuna y la redefinición de la política, a la vez que analiza las estrategias de resocialización emprendidas desde la Secretaría General de Gobierno y cómo todo ello confluyó en la reforma municipal. El capítulo II, de mi autoría y del historiador Rolando Álvarez, estudia las políticas de empleo más emblemáticas del régimen –el PEM y el POJH–, fiel reflejo de la desocupación estructural que generaron las transformaciones neoliberales y la pobreza consiguiente, como la radicación de esa política a nivel comunal. El capítulo III, elaborado por la joven historiadora Karen Donoso, evalúa la política deportiva diseñada por la DIGEDER y que trabajaba en las poblaciones en un nivel casi celular, utilizando tanto sus propias orgánicas en las poblaciones como las de los municipios. El capítulo discute el carácter social y cultural de las políticas deportivas y de recreación a cargo del organismo deportivo, siempre en manos de oficiales de las fuerzas armadas. El capítulo IV, a cargo de Rolando Álvarez, aborda la política habitacional diseñada durante la dictadura, destinada a erradicar la extrema pobreza, considerada el meollo de la subversión. Álvarez rescata los debates dentro de las fuerzas armadas respecto de la política habitacional, el papel de los municipios y la interferencia del personalismo de Pinochet. El libro concluye con un Epílogo, bajo la autoría de quien escribe esta Presentación, en el que se evalúa el impacto de estos intentos deliberados de cooptación popular a través de un análisis de los resultados electorales del régimen militar en el Plebiscito de 1988 y las elecciones presidencial y parlamentaria de 1989. La autora escruta los cambios en el electorado, especialmente el corrimiento a la derecha, a pesar de la derrota, y el declive de la izquierda marxista, como el efecto del personalismo y el clientelismo desarrollado por la dictadura, expresado en el fenómeno del pinochetismo y la elección de excolaboradores y funcionarios del oficialismo en la parlamentaria. Finalmente, se incluye un Anexo con los testimonios de tres personas que se vincularon a la “red social” y asistencial de la dictadura, ilustrando el impacto de las políticas neoliberales, la cuestión del desempleo, la asistencialidad y la resocialización política, que es el tema que aborda el presente texto.

Como es claro, este libro no agota las potencialidades analíticas de la reforma municipal, ni esa es su intención, sino más bien una invitación a reflexionar sobre ella y analizar su impacto sobre el Chile de hoy.

Como en otras ocasiones, quisiéramos agradecer a algunas personas e instituciones que hicieron posible este libro. En primer lugar, un sentido agradecimiento a quienes nos ofrecieron voluntariamente su testimonio, confiando en nuestro juicio: las señoras Gladys Soto y Carmen Patricia Díaz, y Cristián Gajardo; como también para quienes colaboraron en la recolección de información, los profesores Francesca Grez, Felipe Seguel y Fernando Pairican. Asimismo, queremos agradecer a Elizabeth Lira, quien leyó parte del manuscrito de este libro, y a la historiadora María Montt, por su ayuda en el acceso a documentación del período. Como siempre, un reconocimiento al personal de la Biblioteca Nacional, que facilitó el acceso a las fuentes escritas; a los funcionarios de la Biblioteca del municipio de San Bernardo, que colaboraron directamente con Karen Donoso, y al Señor Gabriel Ahumada, de la Biblioteca del Congreso. Asimismo, agradecemos a la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica, CONICYT, la cual a través de su programa Fondecyt financió la investigación que está detrás de estos estudios. El Proyecto Fondecyt Nº 1080162, cuya investigadora responsable es quien escribe estas líneas, proveyó el marco conceptual e histórico para los análisis aquí presentados.

Quisiera hacer un agradecimiento personal para el director de la Escuela de Historia de la Universidad Diego Portales, el historiador Claudio Barrientos, por el apoyo brindado para el desarrollo de mis actividades académicas y por su respaldo en los momentos difíciles en que transcurrió el desarrollo de este trabajo.

Verónica Valdivia Ortiz de Zárate

Invierno de 2011

1 Actualmente, los estudios acerca de las dictaduras han abandonado la tesis de que ellas se sostienen solo por la represión y la paralización que el terror produce en la sociedad, avanzando hacia el problema del consenso social detrás de ellas, es decir, que las dictaduras tienden a buscar legitimación social, detrás de la cual se exprese el apoyo con que cuentan entre la población. Ello no aminora, por cierto, la importancia del factor represivo, pero introduce las estrategias dictatoriales de cooptación social y de resocialización. Los casos de la Italia mussoliniana y de la Alemania de Hitler han sido los más estudiados. En el caso de las dictaduras del Cono Sur de América Latina esos estudios recién comienzan. A modo de ejemplo, Robert Gellatelly, No solo Hitler, Barcelona, Crítica, 2002; Peter Fritzsche, Vida y muerte en el Tercer Reich, Barcelona, Crítica, 2009; Gabriela Águila, Dictadura, represión y sociedad en Rosario, 1976-1983. Un estudio sobre la represión, los comportamientos y actitudes sociales en dictadura, Buenos Aires, Prometeo, 2008; Mariana Caviglia, Dictadura, vida cotidiana y clases medias, Buenos Aires, Prometeo, 2006; Aldo Marchesi, “ ‘Una parte del pueblo feliz, contento, alegre’. Los caminos culturales del consenso autoritario durante la dictadura”, en Carlos Demasi et al., La dictadura cívico-militar. Uruguay, 1973-1985, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 2009.

2 Tal es el título del Proyecto Fondecyt No.1080162 del que es parte este trabajo, cuya investigadora responsable es quien escribe.

La alcaldización de la política

Подняться наверх