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ISBN: 978-84-18344-89-3
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DEDICATORIA
A mi Padre Celestial, por Su palabra de Verdad que ha penetrado hasta mis huesos y ha transformado mi alma, cuerpo y espíritu.
A mi amado esposo por confiar en mí, por este peregrinar tomados de la mano y unidos en un pacto indestructible y de cordón de tres dobleces «uno puede ser vencido, pero dos pueden resistir». Gracias amor, por levantarme y apoyarme en mis sueños y anhelos.
A mis amados hijos, Luis Eduardo y Carlota, ustedes son los testigos que validan los aprendizajes descritos en estas líneas, mi gran tesoro y mi mayor inspiración. Gracias por ser parte de esta historia sobre la cual estamos construyendo legado.
A mi amado padre, quien sembró en mí semillas de amor, de piedad y de humildad.
A mi amada madre, por edificar en mi carácter la disciplina, la constancia, la determinación y la obediencia. Un amor que nunca muere.
A hombres y mujeres que como yo hemos sido transformados por el amor que es sobre todo nombre.
Este libro está dedicado a ti.
A ti amado o amada, a quien agradezco de antemano el hecho de fundirte conmigo a través de estas palabras que anhelo traigan a tu alma el espíritu de la reconciliación, de la verdad y del amor, que al fin y al cabo es la fuerza que nos une a todos los que habitamos este pequeño planeta.
Si hoy tienes este libro en tus manos, no es producto de una casualidad, estaba destinado para ti desde el momento que inicié esta hermosa aventura como escritora.
Gracias por permitirme compartirlo contigo y ser un puente para juntos poner los cimientos inquebrantables para construir tu felicidad.
Un libro dedicado a todo aquel que quiera disponer su corazón a ser transformado.
Desde mi corazón…
La autora
Prefacio
Felicidad en Construcción es más que las páginas de un libro llenas de percepciones, de opiniones, de lenguaje elaborado y de emociones. Es una recopilación de palabras con espíritu, que busca inspirar a todas aquellas personas que quieren desaprender para aprender a vivir su vida en una mejora continua.
En este volumen, rescato, preservo y relato el aprendizaje, no la enseñanza, de cómo podemos transformar la historia de nuestra vida en una buena historia, que es al fin y al cabo el aspecto que más nos preocupa a los seres humanos: poder contar a otros una buena historia de lo que ha sido nuestra vida.
Es una lectura que te invitará a escarbar, remover y limpiar todo aquello que descubras llevas en tu equipaje y que te está costando mucho cargar para llegar a cumplir el propósito de vivir feliz.
Somos parte de un mundo que se agota buscando la felicidad, la paz, la prosperidad, la estabilidad, el éxito, el reconocimiento y el amor verdadero, este último por cierto, pareciera para muchos no existir, pero nos hemos olvidado de lo más inherente al ser humano: la fe.
«La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve», y en esta frase, que nada tiene que ver con la religión sino con la convicción de seres finitos y no inmortales, se encierra un mundo de oportunidades, bienestar, satisfacción y el mayor de los regalos: la Esperanza.
Un libro dirigido a todas aquellas personas que deseen vivir en mejora continua, que quieran perder para poder cambiar, que quieran desacostumbrarse a ser quienes son para seguir creciendo y que quieran voltear su mirada a la maravillosa e inigualable oportunidad que nos brinda ser parte de la creación de Dios.
La repetida frase «la vida no es fácil», es una perspectiva que tiene su foco en la pérdida y no en la ganancia. He aprendido que en la vida tendremos aflicción, pero eso no significa que en este peregrinar estemos destinados a vivir en infelicidad, escasez, tristeza, amargura y menos aún en el fracaso. Todo dependerá del camino que decidamos recorrer en este breve espacio de tiempo llamado vida.
Felicidad en Construcción es un regalo de amor, una mirada diferente de un mundo maravilloso, creado para ser transitado con consciencia, con propósito, con gratitud y donde cada respiro es un verdadero milagro.
La verdadera sabiduría viene de lo alto, y buscarla repercutirá en nuestros actos, nuestra conducta, nuestros pensamientos, la forma en que nos comunicamos con nuestro entorno, lo que nos ayudará a crear una buena historia que siembre y siegue frutos de justicia y paz para nuestra vida.
Dicen que un hábito se anida en nosotros, cuando con disciplina, lo repetimos veintiún días continuos. He visto cómo la disciplina puede lograr cambios radicales y profundos en nuestra manera de vivir, siempre que tengamos la disposición «disciplinadamente» de hacerlo.
Ninguna persona realmente exitosa puede lograr tener una vida saludable sin ser disciplinado. La disciplina es una señal de amor. Nos ayuda a prevenir problemas serios en el futuro. Es un puente entre lo que somos y lo que queremos ser, y parte de esto lo comparto en estas líneas.
Entonces, para poder crear esos puentes de mejora en nuestras vidas que nos permitan ser más felices cada día, debemos aprender a ser más disciplinados e instruidos.
Ahora bien, todo en la vida parte de una decisión y crecer, cambiar, evolucionar o transformarnos es una determinación que tomamos o no según nuestro sistema de creencias o de los principios o valores que rigen nuestra vida.
Tomar una decisión es un acuerdo o determinación que adoptamos en una situación de duda; es una elección, una medida, una sentencia, cuyo único fin consiste en elegir entre dos posibilidades; y es en este punto donde podríamos preguntarnos qué camino queremos recorrer: el de la felicidad o el de la infelicidad, introdúcete en las páginas de este libro y descúbrelo tú mismo.
Existe en las organizaciones algo llamado clima laboral, que no es más que la suma de las percepciones, es el aroma en general que se respira en la organización y/o empresa; en nuestra vida personal, también tenemos un clima, una densidad, ese aroma o perfume que nos acompaña adonde vamos y que forma parte de nuestra identidad, y eres tú o soy yo quienes decidimos cuál aroma es el que nos favorece, nos gusta y con el cual queremos ser identificados.
El clima también forma parte de lo que se denomina cultura corporativa, que conceptualmente es el conjunto de experiencias, hábitos, costumbres, creencias, valores que caracterizan a un grupo humano dentro de una organización. Dentro de nuestro sistema familiar también existe el sentido de pertenencia, de orden y de equilibrio que desde nuestra infancia nos hace diferenciarnos de otros y nos ayuda a sentirnos parte de algo.
Muchas veces, este sistema de cultura familiar nos potencia o nos limita para el resto del desarrollo de nuestra propia vida, y es cuando nuestra historia puede estar marcada por los tan conocidos «es que así era su papá», «lo heredaste de tu madre», «en la familia siempre lo hemos hecho así»; frases que de alguna forma nos anclan sin ni siquiera darnos cuenta y que forman parte de nuestro ADN familiar.
En Felicidad en Construcción, intento que el lector sacuda sus pensamientos y sustituya la forma como hasta ahora ha enfrentado las diferentes situaciones que se le han presentado y al mismo tiempo recordarles los sueños que tienen, a tomar conciencia de que somos únicos y refrescar la maravillosa verdad de que nada podemos perder, porque fuimos creados para ganar.
Si bien es cierto que debemos amarnos y aceptarnos como somos, también es cierto que nacimos para vivir en mejora, para evolucionar, para crecer y perfeccionarnos, entendiendo nuestras propias limitaciones. Este libro también es una invitación, a que aprendamos a reconocer lo que sabemos no nos gusta de nosotros, a darnos cuenta de forma consciente que vivimos debatiéndonos entre lo bueno y lo malo, y que una vez que nos hacemos responsables de esa parte sombría que todos tenemos, intentemos transformarla para nuestro beneficio y el de nuestro entorno.
¿Es imposible cambiar?, ¿somos como somos y no podemos cambiar? Según la psicología moderna, es más fácil incorporar un nuevo hábito que cambiar una creencia ya que nuestras creencias son hechos, son realidades en nuestro mundo que definen cómo pensamos, cómo hablamos, cómo actuamos y hasta cómo sentimos.
En este libro te comparto un testimonio de verdadera transformación, de cambio y de revelación sobre lo que todo el mundo habla, la felicidad, pero que la realidad es que no todos son felices, y aunque sé que no es muy popular decirlo, pero es lo que realmente pienso, y es que Dios es la fuente de la felicidad verdadera.
Felicidad en Construcción es una puerta a vivir una vida desaprendiendo para volver a aprender, en la cual construir un legado le dará un nuevo significado a tu existencia.
¡Así que te invito a creer por convicción, crear por disciplina y crecer por decisión!
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¡Cuidar nuestro interior es lo más importante, somos reflectores de lo que tenemos!
Capítulo 1
Cuando creer es más poderoso que ver
VER PARA CREER
La mayor parte de mi vida la pasé verificando todo cuanto me proponía antes de hacerlo, analizando, racionalizando y accionando según lo que a mi entender era lo más seguro, más acertado, lo que podía medir, controlar y mejor aún comprobar.
Era de las personas que prefería lo seguro por lo probable, porque a mi entender, eso podía evitar que me equivocara o fracasara. Me gustaba relacionarme con personas «confiables» de quienes ya había visto un poco de su vida, lo que me permitía hacerme una idea de «quiénes eran».
Vivimos en un mundo donde es más importante VER que CREER, donde la imagen cuenta más que lo que existe en el fondo, y cuya apreciación de la mayoría, es la que termina dictándonos las pautas de lo acertado o no de nuestra percepción.
Estamos inmersos en un sistema que nos hace creer que lo que nos venden es cierto, nos hace necesitar aquello que no sabíamos que necesitábamos y nos hace aspirar a ser quienes no llegaremos a ser porque cada ser humano es único e irrepetible y con un propósito individual.
Con la llegada del mundo digital y de las «imprescindibles» redes sociales, llegó también el afán por transmitir a nuestro entorno cada nanosegundo de nuestra existencia. Registramos en ellas nuestros pensamientos, necesidades y anhelos y creemos firmemente que somos lo que allí proyectamos, pero muchas veces se llega a un punto de no retorno, en el cual hemos dicho y publicado tanto, que hemos creado una historia de nuestra vida irreal, que al cerrar la pantallita, también cerramos la conexión con la vida que hemos creado.
Los miedos, las dudas, la incertidumbre, los temores, se encuentran en nuestra mente. El reto es reconocerlos y aprender a sustituirlos. La fe juega un papel fundamental en este proceso, pues es generadora y gestora de esperanza y nuevas oportunidades.
UN VIAJE DE FE
El verdadero viaje comienza cuando ponemos nuestra fe en Dios. Creer significa que ya no seguimos nuestro camino, nuestro plan es realmente el plan B, ya el Creador tenía un plan A para cada uno de nosotros, y nos está formando.
Cuando hacemos sitio en nuestra agenda para tener citas con Dios, estamos accionando la fe y de esta forma se inicia un recorrido que no necesita el VER, para después CREER, sino que va inundando nuestro mundo interior de certezas para luego disfrutar del mundo exterior. La vida es como un espejo, que refleja lo que sucede en el mundo espiritual en el mundo terrenal.
Una vez escuché en un estudio sobre técnicas para la toma de decisiones, negociación y liderazgo, al instructor decir que «quien realmente entra en los demás es el que es, no el que aparenta ser» y eso me hizo reflexionar sobre dos aspectos de mi vida, quién soy y en quién creo, qué es aquello que dejo entrar a mi interior y que de una u otra forma puede ejercer influencia en mi estilo de vida.
Y pensé: ¿qué les ofrezco a quienes me rodean?, ¿hay beneficios en mi diario vivir que puedo compartir con ellos? ¿Puede alguien confiar en quien soy?, y esto me llevó a una reflexión mayor, ¿cómo sería el mundo si realmente confiáramos en el creador de todo lo visible y lo invisible? ¿Sería hoy el mundo tal y como lo conocemos? ¿Nuestro peregrinar en las adversidades de la vida serviría para ayudar a otros?
Les doy un ejemplo, así como las empresas o marcas que influyen son aquellas que atraen al cliente por lo que son, lo que ofrecen y lo que benefician, y confiamos en su oferta al punto de adquirir sus productos o servicios, y hasta muchas veces nos convertimos en embajadores de su marca, imagina por un instante, cómo sería si decides creer en las bondades de Dios y dotaras tu mente de Fe inquebrantable.
La verdadera fe te saca del foso de la desesperación. Te levanta, te da la convicción de que algo mejor está por venir.
Y te preguntarás, pero, ¿qué es la fe? Es un sentimiento de total creencia en relación con algo o alguien y proviene del latín fides, que significa «lealtad», «fidelidad», significa tener confianza plena. En lo personal, he aprendido que transitar la vida con fe es fundamental para vivirla con esperanza y con entusiasmo, es la tabla de surf que nos mantiene a flote cuando la marea de nuestra vida es incontrolable por nosotros, es llevar al límite nuestro pensamiento racional hasta la convicción de llamar las cosas que no son, como si ya lo fueran, es una fuerza sobrenatural que nace desde nuestro interior y nos hace levantarnos, después de cada caída.
Tener fe es estar seguros de lo que esperamos, aun cuando no lo vemos, es creer que nada es imposible para ti o para mí, es un regalo de parte de Dios que nos fortalece, aunque tengamos que ser pacientes antes de ver lo que esperamos, la fe nos impulsa a no rendirnos nunca y a esforzarnos hasta alcanzar las metas que nos hemos propuesto.
La vida se gesta físicamente cuando el espermatozoide fecunda al óvulo, pero cognitivamente tiene su génesis en los pensamientos, lo que nace de adentro hacia afuera. Revisar quién nos lidera en eso que llamamos «consciencia» es fundamental para determinar la forma como afrontaremos las ventajas e inconvenientes que la vida misma nos presenta.
Cada proceso en nuestra vida podemos mirarlo de manera positiva o negativa, una vez que tomamos consciencia de la mirada que le estamos dando y la forma como reaccionamos ante ese proceso, entonces vemos lo que verdaderamente hay en nuestro interior; es como una taza, cuando se derrama, sabemos cuál era su contenido. Si revisamos nuestro interior, estaremos frente a la oportunidad de pulir nuestra vida hacia una existencia más elevada.
La vida está llena de pruebas, y las pruebas nos enseñan a tener paciencia, esperanza y fe. Nos sirve para afianzar nuestro carácter emocional y espiritual. Cuando un problema, situación, enfermedad, quebranto, se presenta en nuestra vida, parece tardar la solución o lo que deseamos que llegue, y solo la fe nos ayuda a esperar que ese momento llegue.
Nadie es tan fuerte como para no necesitar de Dios, nadie transita este plano sin caerse, ni puede recoger rosas sin pincharse con las espinas; no podemos lograr el éxito verdadero sin entender de dónde proviene la verdadera fuerza del mundo, que el Creador ha permitido en nosotros. Agradecer por aquello que aún no hemos visto, se llama Fe, así otros la llamen locura.
Cuando alguien me pregunta cuál es la fuerza para lograr mis sueños, para emprender o para arriesgar, siempre le respondo: la Fe.
He entendido que somos tan frágiles, tan vulnerables, que tener Fe es la posibilidad de andar dejando a un lado los temores y nuestras propias limitaciones y darle paso a las oportunidades, a los sueños, a la esperanza viva.
EL MOTOR DE LA VIDA: LA MOTIVACIÓN
Hasta que no entramos en nuestro interior, no descubriremos cómo podemos construir la felicidad; la psicología define la motivación como la fuerza que viene de adentro. Todos somos movidos por algo que se ha denominado «motivación».
Debemos tener presente que no siempre tendremos la respuesta esperada o la situación deseada, es en ese momento cuando sentimos que luchamos contra corriente o lo que es peor que el mundo nos adversa; nos cansamos de intentar, de continuar y muchas veces perdemos la motivación, y es cuando se presenta en nosotros la frustración. Si nos mantenemos conectados con nuestro interior, a la fe, podemos desprendernos de esos sentimientos o emociones que nos invaden y que no nos dejan avanzar.
En las diferentes etapas o aspectos de nuestras vidas somos motivados por las necesidades, los instintos, incentivos, entusiasmo, las expectativas que tenemos acerca de algo o alguien, las emociones. Somos seres movidos por emociones, por nuestra alma y actuamos en correspondencia.
La conocida pirámide de Maslow explica muy bien el foco de la motivación humana, cuyo estudio plantea desde lo más básico, como las necesidades fisiológicas, hasta lo más complejo, como la autorrealización personal.
Ahora bien, existe una motivación que está detrás de nuestra conducta y forma de ser y es la que viene desde lo más profundo de nuestra alma, esa esencia de nuestra parte interior, que no es material, pero que incluye nuestros pensamientos y actitudes ante la historia que está por contarse en nuestra vida.
Descubrir cuáles son nuestras motivaciones primarias, entender cuál es la intencionalidad de nuestro corazón, qué nos hace movernos y actuar de una forma u otra, nos ayudará a avanzar en el proceso del autoconocimiento, y al mismo tiempo a perfeccionar el don o dones que nos fueron otorgados a fin de llevar a cabo nuestro propósito.
Una persona que aprende a desarrollar su conducta partiendo de su misión, el amor y la esperanza, es alguien que ha permitido que su alma crezca a la par de su espíritu, y el motor que enciende su vida es alcanzar la madurez espiritual; lo que permitirá de manera inequívoca, la mejora de su vida y subir los escalones que le permitan construir la verdadera felicidad. La felicidad no es una hipótesis, no se encuentra en tener todo cuanto se desee ni como se desee. La felicidad parte del esfuerzo y se construye de aceptación y gratitud.
Cuando somos intervenidos por la sabiduría que viene de lo alto, invertimos el orden de la motivación planteado por dicha teoría piramidal, y aprendemos a desarrollar una conducta motivacional que tiene que ver más con la expansión de nuestro sistema espiritual, como fundamento, mediante la gratitud, la paz y la fe, que con la alegría o contentamiento que estamos acostumbrados a buscar, a través de la satisfacción de nuestros deseos y necesidades humanas basado en los logros o metas realizadas.
Proponte a esforzarte para alcanzar tus metas, pero cuida el foco de tus motivaciones, este puede pasar a ser el cebo para pescar grandes peces y llenar tu barca o la red desmembrada que los deja escapar.
Si hay algo poderoso, es cuando logramos darnos cuenta de que nuestro bienestar reside dentro de nosotros. Si transformamos nuestros pensamientos, y perspectivas, cambiará nuestra realidad. ¡Cuidar nuestro interior es lo más importante, somos reflectores de lo que tenemos!
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Es tu verdad vs.
mi verdad
Capítulo 2
MI VERDAD VS. TU VERDAD
¿Existe la verdad absoluta?
Los individuos, las familias, las sociedades, las naciones están relacionadas por creencias, culturas, costumbres. Cada quién vive su vida a su modo, según sus propias verdades. Durante mi vida he aprendido que regirnos por nuestras percepciones y formas de ver el mundo, nos trae muchos desaciertos.
Somos seres imperfectos, es decir, que aún no hemos sido perfeccionados. Pensamos y accionamos según nuestro marco de referencia, ya sea familiar o experiencial. En esto de la diversidad y la modernidad del mundo, hemos perdido el norte de lo que es correcto.
Nos encontramos viviendo en un mundo donde lo correcto, es lo inapropiado y lo incorrecto es la norma. Tengo dos hijos, un joven de dieciséis años y una niña de ocho años. Como ven son diferentes etapas pero un mismo fin.
Tener un adolescente nos desafía ante la intersección en el camino, «de lo que consideramos correcto», dentro de una sociedad moderna, liberal, vanguardista, y de primer mundo.
Entonces me pregunto, pero ¿qué es lo que hoy llamamos correcto, si lo que para mí puede ser correcto, para el otro no lo es? ¿Lo que puede verse como incorrecto, ya hoy se ha hecho parte de la forma de vivir de las sociedades modernas?
Hoy día podemos cambiar de tono tantas veces nos parezca, de opinión como cambiar de calzado, somos libres de hacerlo, porque «la vida es una sola y hay que disfrutarla», porque los estándares de convivencia varían según el tipo de sociedad o comunidad al cual pertenezcas. Porque las personas dicen que el «mundo ha cambiado y por ende quienes vivimos en él». Nos encontramos en un punto donde la tabla de valores o de principios se reescribe todos los días y tachamos, borramos y volvemos a escribir, según la circunstancia o el aspecto que queramos o necesitemos manejar.
El mundo se ha llenado de subjetividades, de preliminares, de relatividades, donde la aceptación por el otro, a mi modo de ver, se ha sobrevalorado. Que nada tiene que ver el amarnos los unos a los otros sin hacer acepción de personas, con el descontrol, el desorden, la anarquía que se hacen visibles a nuestro alrededor.
Un mundo donde los padres tienen miedo a sus hijos, porque prefieren simpatizar en lugar de corregir, donde hemos perdido la bitácora para guiarlos, porque estamos muy preocupados por surfear la ola de la modernidad y la aceptación. Una sociedad en la cual el respeto ha sufrido una degradación tanto conceptual como accionaria.
Estamos en un mundo donde la verdad de cada uno es válida, pues forma parte de la realidad individual. Sin brújula, nos adentramos al mar de la vida, y nos dejamos guiar por aquello llamado intuición, cuya valoración ha sobrepasado cualquier norma.
Alguna vez te has preguntado, ¿hacia dónde va el mundo? ¿Cómo fundamentas bases sólidas en tu familia, en tu vida, cuando la verdad sigue mostrándonos un abanico de opciones? Donde tu verdad puede ser tan cierta como la mía ¿En base a qué podemos orientar el barco, si hoy día la orientación depende más de las emociones que de la sensatez?
Son interrogantes que me han obligado a detenerme y a reflexionar y no dejarlas pasar, ni mucho menos omitirlas, aun cuando es más fácil caminar por donde todos caminan a enfrentarnos a la dura experiencia de mostrarnos diferentes.
La verdad siempre se impone ante las duras capas de la terquedad, lo normal como humanos es que la repudiemos, porque ocupa un todo, y nosotros intentamos detenerla, no queremos que llegue. La verdad puede ser muy dura, casi nunca estamos preparados para asumirla o enfrentarla. Por eso en ocasiones falseamos la verdad, acomodándola según nuestra propia conveniencia.
Cuando conocí a quien hoy es mi esposo, un día me dijo una frase que hasta ahora no he olvidado, «soy especialista en acomodar la verdad», para aquel entonces, en plena etapa de la ofuscación del enamoramiento, nunca pude ver cuán profunda o importante podría ser la «verdad» de aquella aparentemente insignificante frase.
Acomodar la verdad es la manera más sutil de manejarnos en la vida sin parámetros de moral, donde no existe una forma de diferenciar el bien del mal, porque es una verdad relativa, fundamentada en nuestro intelecto, en nuestras emociones, en nuestras necesidades, sin bases probatorias y que damos como cierta a partir de nuestro entendimiento.
Vivir en mi propias verdades me llevó a recorrer caminos de muchos dolores, de grandes equivocaciones, de decisiones irreversibles que me encaminaron a transitar por grandes desiertos, y experimentar dolor desde mis huesos, esas verdades que seguían mi corazón, marcaron una etapa de mi vida que me llenaron de vergüenza y de lágrimas. Vivir como si no existiera el mañana y creyendo que somos los dueños de la verdad, es vivir como en un campo minado del cual es muy difícil salir ileso.
Entonces, ¿cómo saber qué es verdad cuando todo aparentemente puede ser verdad?, es aquí, mis amados lectores, donde este libro pretende ser un referente basado en los principios inamovibles de la verdad verdadera, aunque las corrientes humanistas manifiesten que cada quién haga lo que considere correcto según su opinión, los relativistas afirmen que no hay nada correcto ni incorrecto, las diversas filosofías aseguren que ninguna opinión aventaja a otra, y que en este acecho en contra de la verdad absoluta cada vez más se haga más visible que todos sabemos que existe, aunque muchos no estén convencidos, hasta que sus derechos sean alienados o vulnerados por las verdades relativas o parciales de otros.
Es muy probable que tú también disertes o lo confrontes, pero lejos de crear controversia, quiero que sepas que la verdad absoluta es el escudo protector, el arma infalible y la herramienta de esperanza para transitar por los caminos de la vida, por ello, mi única aspiración es que aceptes como un regalo de amor mi verdad vs. tu verdad, y la abraces con tal fuerza, que tu pensamiento sea regenerado, renovado y transformado por los fundamentos contenidos en la verdad absoluta. Sí, existe la verdad absoluta y está fuera de nosotros, no en nosotros, y esa verdad es Dios, es la verdad universal; mientras que nuestra verdad es insoluta, es la verdad del hombre, aquella que aún no ha sido pagada, ese saldo que permanece deudor en la cuenta de resultados (pérdidas y ganancias) de nuestra vida.
Nosotros no podemos definir la verdad, porque la verdad es algo que no puede estar sujeto a cambios y nosotros cambiamos cada día. Es inmutable. Ahora bien, la verdad conlleva a la idea de fidelidad, firmeza, consistencia, inmutabilidad y certeza. Vivimos en un mundo temporal, todo tiene un principio y un fin, y nosotros no somos más que peregrinos.
Ver y actuar según el punto de vista relativo, según nuestra realidad, que no es más que nuestra percepción de algo, hace que se extravíe la autoridad para determinar cuándo algo es bueno o malo, cuándo una acción puede ser positiva o negativa, porque todo depende del cristal con el que se mire. Es una perspectiva guiada por la «ética situacional», y donde la forma de vivir depende «de lo que se sienta bien en el momento» o «de lo que dicte el corazón»; guiarnos por esta verdad, muchas veces nos lleva a la devastación, como ya les conté me ocurrió a mí, porque somos como las olas del mar, verdades que vienen y van.
¿Imagínate el caos si no existiera lo absoluto?
Piensa por un momento en lo que desde chicos hemos aprendido sobre las matemáticas. Son exactas y absolutas. Imagina que ahora 1 + 1 no es 2 sino 3. Piensa si la ley de la gravedad no fuera absoluta entonces hoy caminas con los pies en la tierra, conduces por carreteras y mañana estamos trasladándonos de un lado a otro por las paredes. Todo sería un verdadero caos.
Nos guste o no, queramos o no, existe una absoluta necesidad que el mundo tiene de la verdad. Si no hay tal cosa como la verdad absoluta, entonces no habría nada correcto ni incorrecto acerca de nada, por lo cual todos pudiéramos establecer nuestras propias reglas para vivir y aquello que para mí puede ser apropiado, para ti no lo es, por lo cual todo dependerá de la relatividad y la propia circunstancia. Mentir para unos sería correcto, para otros no. Robar para unos sería correcto, para otros no. La honestidad dependería de lo que para mi signifique y no para ti. Sin verdad absoluta, no habría ningún criterio jamás por el cual debamos rendir cuentas, por lo tanto no estaríamos seguros de nada.
La verdad absoluta es un sistema de protección para vivir una vida sana, en bienestar, que contribuya al beneficio de otros, al orden necesario para la convivencia y nos acerque a la plenitud de nuestro ser.
La frase «lo que es verdad para ti, no significa que sea verdad para mí» hoy día se ha convertido en el estandarte de una crisis universal que no nos permite dilucidar el camino real que debemos seguir para crear en nuestra vida ese bienestar que perseguimos y que en muchos casos, cuesta tanto encontrar.
Decir que no existe la verdad absoluta, es no solo ilógico, sino irracional y donde todo «lo relativo» es lo que ha dominado las mentes y los corazones de un mundo tan posmodernista, como enfermo de muerte. Un mundo donde la verdad absoluta es la culpable de la intolerancia en una sociedad donde la gente no quiere dar cuenta de nada ni a nadie de su conducta, de su comportamiento y eso no lo hace responsable de ninguno de sus errores, por cuanto los errores tampoco existen en realidad debido a su gran relatividad dentro del contexto social.
Entre cafés y tertulias, más de una ocasión me he visto muy confrontada con el tan defendido como controversial término «tolerancia», que hoy día es la bandera de un sinfín de propuestas mundiales que tienen su foco en la aceptación sí o sí de criterios o formas de convivencia.
Conceptualmente la tolerancia es la virtud moral y cívica que consiste en permitir la realización de acciones, preferencias y creencias que aunque no sean consideradas como lícitas, es decir, apegadas a la ley, a la moral y a las buenas costumbres, no pueden ser impedidas por la autoridad con poder de impedir.
Esta definición de tolerancia asalta mis pensamientos y me lleva a reflexionar, ¿entonces vivimos en un mundo donde la autoridad no puede ejercerse totalmente sino parcialmente? Si algo no es lícito entonces es ilícito, por lo cual me pregunto, ¿estamos inmersos en un sistema en el cual el comportamiento ilícito, que no es más que cualquier conducta, debe ser soportado y sostenido para poder relacionarnos entre nosotros?
La tolerancia históricamente ha sido malinterpretada, y esto ha generado que hoy en día no podamos discernir entre lo que nos es lícito y lo que nos conviene.
Ahora bien, te preguntarás ¿cuál es el propósito de tratar este punto, en qué nos beneficia o nos perjudica en nuestro quehacer diario?
Mis amigos, solo cuando nosotros decidimos buscar la verdad absoluta, esta aparece en nuestra consciencia, de allí que pensamos que el mundo debe ser de una forma y no de otra. Lo contrario sería andar por la vida a tientas sin conocer realmente si lo que estamos haciendo está bien o mal, porque es algo relativo. Daría lo mismo ser cruel o no, engañar o no, mentir o no, robar o no, matar o no. Porque ¿quién tiene la verdad absoluta para determinar si todas estas acciones o comportamientos son buenos o no?
Este discernimiento, absoluto y verdadero solo lo da el reconocer la existencia de un Ser superior a nosotros, que se encuentra por encima de toda expresión de vida y que nos enseña a vivir la vida con un sentido de trascendencia.
Te invito a aprender a buscar con mirada profunda la verdad absoluta, esa que trae implícita el orden de las cosas, el foco de la justicia, la verdadera libertad, que conlleva el hacer lo que se debe y no lo que te apetece.
La misma historia nos cuenta que notables hombres como Paul Sartre, ateo y padre del existencialismo, Einstein, entre muchos otros, reconocieron que existe una verdad absoluta, la existencia de Dios. Creerlo o no, es una decisión personal que ninguno de nosotros está obligado a tomar. Es tu verdad vs. mi verdad.
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¡Sana, anima, alienta con tus palabras, sé gentil y un verdadero milagro sucederá en tu vida!
Capítulo 3
DOMAR LA LENGUA
Nuestra lengua es como una fiera salvaje. No es solo lo que decimos, sino el cómo lo decimos, cuándo lo decimos e incluso el por qué lo decimos lo que determina el impacto en los otros y también en nosotros.
Preguntarnos para qué lo decimos, con seguridad puede ayudarnos a mejorar nuestra manera de relacionarnos con el mundo.
Es nuestro verbo uno de los aspectos más relevantes para construir el camino hacia el éxito o al fracaso. La lengua tiene el poder de la vida y la muerte, debemos aprender a usarla, a domarla para que su enfurecimiento natural no arrastre todo lo que está a su paso.
Tomarnos una breve pausa antes de responder, nos ayuda a reformular lo que queremos comunicar e incluso la intencionalidad de ese mensaje.
¿A quién no le ha ocurrido, que dentro de un profundo enfado expresa cosas que luego se lamenta de haber dicho?
Ejercitarnos en decidir callar y más bien aprender a escuchar, en el momento de calor, evitar comentarios hirientes e irrespetuosos, es una de las mejores disciplinas para el fortalecimiento diario de nuestras relaciones humanas.
No olvidemos que es en el momento de furor cuando saldrá lo que realmente contiene nuestro interior.
Hacer cambios en nuestra forma de pensar, de hablar, de accionar, es una decisión que nos conduce al camino de la paz y nos coloca en una posición de victoria.
Ser perfectos no es la meta, pero no deberíamos estar donde estábamos hace cinco o diez años, intentando resolver diferencias con un verbo altisonante, desdeñoso y sarcástico. Para conocer lo que existe en el interior de alguien basta con escuchar lo que dice.
Poner atención a lo que decimos debe ser un área de atención y mejora en nuestras vidas. Las palabras tienen tanto poder que pueden desgarrar a otro. Pueden llegar a ser una espada que lacere hasta lo más profundo del ser haciendo sentir al otro inferior, inseguro o causando profundas heridas en su alma.
Conozco de personas que llevan una carga muy pesada de palabras sarcásticas, irrespetuosas e irresponsables que han dejado heridas en su historia personal, quedándose grabadas en su memoria como una marca indeleble.
También sé de personas que su única vía para «intentar resolver» sus diferencias con el otro, es partiendo de palabras humillantes, severas, inicuas, llenas del veneno más mortal sobre la faz de la Tierra desde hace más de dos mil años: el Odio.
Preguntarnos si estamos edificando a alguien con nuestras palabras, es una buena reflexión que no deberíamos desechar de cara a revisar nuestra forma de comunicarnos con el firme propósito de redefinir nuestro mundo interior.