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Presentación

Mi interés por investigar el objeto voz se despierta a partir del encuentro con una frase de Lacan del Seminario 21 en el marco de los seminarios de maestría. Dicha frase es la siguiente: “No hay que confundir la fonética con el fonema”. Ésta tuvo un efecto clave conduciéndome a un recorrido con el cual me propuse cernir una lógica que implicó algunos trayectos.

En primer lugar, fueron sin duda los testimonios del pase los que me permitieron confirmar las distintas incidencias del objeto voz. Bajo la forma de una interpretación, el analista hace uso de su voz imprimiendo comicidad, ironía o bien indiferencia. De ese modo fue posible vislumbrar algo del orden de la relación con el objeto, a partir de esa modulación de la voz que llega a producir un resonar en el cuerpo.

Así, vía la repetición fantasmática, fue válido corroborar la localización de los efectos del objeto voz, comprobando los diversos modos en que en la cura se produce una transformación, relativa a la operación de separación. Evidentemente, los efectos del análisis inciden en la relación del sujeto al objeto voz. Por ello, aislar el sesgo áfono de dicho objeto, ese “indecible”, suele acompañarse de un alivio respecto de los efectos de la voz del superyó.

En mi recorrido, el hallazgo del rasgo áfono del objeto voz se articuló al shofar, instrumento ritual judío que Lacan introduce en su Seminario 10 y que en el “Seminario Inexistente” aparece ligado al pasaje desde el Nombre del Padre a su pluralización. Su sonar me acompaña desde la infancia dada mi educación judía. Del mismo modo, me resultaron familiares las referencias bíblicas que Lacan toma para ilustrar aquella dimensión de goce que evoca el bramido del shofar en su función de fonemización.

Fue sorprendente, dada mi formación como médica psiquiatra, advenir a la operación de ruptura que implica la propuesta de Lacan sobre la alucinación como un hecho de lenguaje. Esta operación ha cuestionado las teorías psiquiátricas imperantes que atribuyen las voces audibles de la alucinación, a un error en la percepción o bien a una percepción sin objeto.

Es por ello que me resultó interesante convalidar la vigencia del valor de la palabra hablada en un análisis, en presencia de un analista y en transferencia, justamente en una era en la que imperan las imágenes, era de lo virtual.

Para concluir, me orienta la concepción del final del análisis de la “Proposición...” de Lacan de 1967, según la cual “el partenaire se desvanece por no ser ya más que saber vano...”. Así se alude al vaciamiento de la consistencia del Otro a la que apunta la experiencia analítica. En el caso de mi tema de interés, subrayo el valor de investigar los modos en que se evidencian los efectos de vaciamiento de la consistencia fantasmática ligada al objeto voz.

De tal modo, me produjo resonancias la fórmula propuesta por Leonardo Gorostiza acerca de la solidez de un vacío, definición paradójica que, en el caso del objeto voz, podría comprenderse en tanto ese vacío que primeramente alojaba goce, una vez localizado y separado al cabo de un análisis, adquiere la solidez de una construcción a la cual es posible arribar, cuya potencia validan los testimonios del pase.

La música de lalengua

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