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ASPECTOS HISTÓRICOS

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Desde tiempos antiguos, los pueblos de todas las culturas han tratado de explicar las causas de la enfermedad y la muerte, para lo cual han combinado conceptos religiosos, mágicos, demoníacos, astrológicos y, en los últimos siglos, explicaciones científicas. Igualmente, en la curación de esos males han participado brujos, sacerdotes, barberos, chamanes y médicos, según la época, el tipo de enfermedad y la etapa en que han desarrollado sus conocimientos. Según las culturas, se han utilizado todo tipo de curaciones como rezos, sortilegios, recetas con plantas y extrañas combinaciones esotéricas. En los últimos siglos, se emplearon químicos, productos derivados de plantas y, con la ciencia y la tecnología, compuestos sintéticos.

Los conceptos sobre el origen de las enfermedades, entre las que se incluyen las producidas por parásitos, se transmitieron por la tradición oral como aparece en la Biblia y luego con el invento de la escritura en registros escritos. Posiblemente, a finales del siglo IV antes de Cristo, se dejaron registros sobre la práctica médica de esos tiempos. Actualmente, se dispone de muchos escritos médicos sobre las enfermedades comunes de los pueblos antiguos, pero los principales son los “papiros” de la época faraónica. Como no se distinguían científicamente los agentes causales de las enfermedades, sus descripciones se referían a los aspectos clínicos generales como se encuentra en el papiro de Ebers (1550 a.C.), en donde se recopila gran información de las llamadas enfermedades internas y se mezclaba la magia y la ciencia. En él se hace referencia a la hematuria, manifestación clínica importante en la esquistosomiasis por Schistosoma haematobium. Huevos de este parásito fueron encontrados calcificados en momias embalsamadas (1200 a.C.).1 El llamado papiro de Berlín (1500 a.C.) trata sobre enfermedades de los niños; y en el papiro Chester Beatty (1300 a.C.) se hace referencia a las enfermedades digestivas.

Los términos “gusano” y “verme” aparecen en los escritos egipcios y explican conceptos sobre las dolencias del cuerpo y del espíritu, las que relacionaban con el demonio. Se mencionan, específicamente, en el papiro Anastasio, y se hace referencia al “quinto gusano que pica el diente” como el responsable de las caries dentales causantes del dolor. En el siglo I d.C., un médico del emperador Claudio, recomendaba ahumar el gusano hasta matarlo con el narcótico llamado “beleño”. La falsa teoría sobre las caries persistió durante muchos siglos en varias culturas, hasta que Pierre Fauchard (1733), en su libro sobre odontología, rechazó a los gusanos como causa del “dolor de muela” así como la teoría de los gusanos dentales.2 El médico francés Nicholas Andry, apodado el “doctor gusano”, propuso, en 1701, la existencia de otros gusanos como causa de enfermedad, y fue el primero en afirmar que el parásito Taenia del hombre estaba compuesto por cabeza, cuerpo y cola; y describió correctamente el escólex de Taenia saginata. Publicó el tratado titulado “Sobre la generación de gusanos dentro del cuerpo humano”, en el que explicaba la enfermedad vermicular como la causa de varias enfermedades como la peste, la sífilis y la viruela, y proponía curaciones antihelmínticas.3

En los primeros siglos se tenía gran fe en el poder mágico de las palabras y se utilizaron conjuros para las curaciones. Estas creencias llegaron hasta la Edad Media y, en esa época, se conoció el “conjuro de Tegernsee para los gusanos” que, en una traducción del lenguaje de ese tiempo dice: “gusano arrástrate hacia fuera, acompañado por nueve gusanitos”. Varias ideas erróneas se afirmaron como científicas.

Referencias precisas sobre parásitos intestinales y sus complicaciones aparecen en la Biblia. La ley mosaica se refiere a los cerdos: importantes reservorios de parásitos como triquinosis, cisticercosis y otras infecciones bacterianas que producían problemas de salud en los israelitas y en otros pueblos que comían carne cruda de estos animales.4 En el libro Levítico, capítulo 11: 1-8, dice textualmente (ley acerca de los animales puros e impuros): “habló Yavé a Moisés y a Aarón, diciendo: Decid a los hijos de Israel: “he aquí los animales que comeréis de entre las bestias de la tierra. Todo cuadrúpedo que tiene hendida la pezuña en dos partes y rumia, podéis comerle: mas todo aquel que aunque rumia y tiene pezuña, no la tiene partida, no lo comáis, antes le tendréis por inmundo”. Más adelante continúa: “y el cerdo, que teniendo hendida la uña, no rumia, de la carne de éstos no comáis, ni toquéis sus cuerpos muertos, porque son inmundos para vosotros”.5 Los israelitas que guardaban la ley, prevenían la infección por Trichinella (triquina) y otras enfermedades infecciosas y parasitarias.6 En el siglo VII, la ley islámica hizo la misma prohibición con los cerdos.

En los capítulos correspondientes a las parasitosis se ampliarán los aspectos históricos sobre la presencia de los parásitos en tiempos antiguos y el momento en el cual se describieron científicamente.

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