Historia de un alma
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Santa Teresa De Lisieux. Historia de un alma
Introducción
La vida
Teresa despierta a la vida (1873-1877)
En Lisieux (1877-1881)
En el colegio (1881-1886)
Estudiando en su casa (1886-1887)
La adolescencia (Navidad de 1886-abril de 1888)
La gran peregrinación (4 de noviembre-2 de diciembre de 1887)
Ingresa en el Carmelo (9 de abril de 1888)
La toma de hábito (10 de enero de 1889)
La profesión religiosa (8 de septiembre de 1890)
Los años oscuros (1890-1893)
Priorato de la M. Inés. de Jesús (1893-1896)
Año 1895: el Manuscrito «A»
Año 1896
Redacción del Manuscrito «B»
Año 1897
Manuscrito «C»
La muerte de amor
Su muerte
Su fama después de la muerte
Siglas
Capítulo 1. Alençon (1873-1877)
Capítulo 2. En los Buissonnets (1877-1881)
Capítulo 3. Años dolorosos (1881-1883)
Capítulo 4. Primera Comunión en el internado (1883-1886)
Capítulo 5. Después de la gracia de Navidad (1886-1887)
Capítulo 6. El viaje a Roma (1887)
Capítulo 7. Primeros años en el Carmelo (1888-1890)
Capítulo 8. Desde la profesión. hasta la ofrenda al amor (1890-1895)
Capítulo 9. Mi vocación es el amor (1896)
Capítulo 10. La prueba de la fe (1896-1897)
Capítulo 11. Lo que me has dado (1896-1897)
APÉNDICES. 1. Billete que sor Teresa del Niño Jesús llevaba sobre su corazón en el día de su profesión
2. Acto de Ofrenda. al Amor Misericordioso
Índice
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de un alma
Introducción de
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Hay también otro factor estrechamente vinculado con el precedente. Me refiero a las enseñanzas de la santa acerca de las condiciones personales e íntimas que debe reunir quien aspira a escalar la cumbre de la santidad. No se requieren cualidades especiales ni en el terreno natural ni en el sobrenatural. Así lo expresa en multitud de ocasiones, principalmente cuando explica cómo se logra escalar las cotas más altas del camino, que ella cree haber alcanzado. Por ejemplo, para ofrecerse como víctima de holocausto al Amor misericordioso de Dios. Lo único que se exige es reconocerse pequeño y débil. Jesús se abajará, le cogerá en sus brazos y lo elevará. Son precisamente los «pequeños» quienes se encuentran en las mejores condiciones para dejar a Dios realizar en ellos su obra de misericordia y amor. Para llegar a estas convicciones, Teresa ha tenido que descubrir, primero, a un Dios misericordioso, compasivo, humilde, que se abaja hasta mendigar nuestro pobre amor. Tenemos que vernos con ese Dios. De ahí se deduce cómo hemos de proceder y qué actitud hemos de tomar frente a Él y su proyecto. Son muchos los que han ingresado en ese gran número de almas pequeñas, que, junto con su guía y maestra, esperan comprender los secretos de Dios y escalar las cimas más altas de la montaña del Amor. Será esta la «legión de pequeñas víctimas de tu Amor», que la santa pedía a Jesús que escogiera (MsB 5vº).
Todo esto vivido con extrema sencillez, serenidad, paz y alegría inalterables. Nos gusta figurarnos a Teresita con la sonrisa en los labios. Es cierto que en muchos momentos de su vida no le resultaba fácil dibujar semejante gesto, pero aún entonces sentía, en el fondo de su alma, una alegría que ella califica de no gustada. Es una paz, que brota de la convicción de estar comportándose como Jesús quiere (cf C 63).
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