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ColaborAcción: el Proceso de Cambio Colaborativo

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ColaborAcción es actuar de manera colaborativa para cambiar las cosas. El principio básico de ColaborAcción es que se necesitan muchas manos para crear la clase de cambio sistémico que promueva la sustentabilidad. Una sola organización, y, mucho menos, un solo individuo, no pueden ejecutar este tipo de cambio. Por el contrario, la historia nos muestra ejemplos de cambio colaborativo de gran escala, en los que muchas organizaciones e individuos diferentes, con distintos roles, unen fuerzas, a veces inconscientemente, en un proceso que no solo altera el statu quo, sino que también establece los baluartes necesarios para asegurar que el flujo de cambio no se revierta. En un momento dado, existen en la sociedad grupos de personas e instituciones que defienden el statu quo, que promueven ideas alternativas o que impulsan activamente el cambio. Esta ColaborAcción se desarrolla como un proceso de cambio colaborativo que aprovecha el potencial latente para la acción alineada en una sociedad y crea las condiciones que favorezcan un cambio sistémico en un contexto social complejo. Esta es la narrativa colaborativa del cambio social, una perspectiva que rápidamente se aplica a cualquier número de ejemplos, tanto actuales como pasados. Si se observan los movimientos sociales influyentes y los ejemplos exitosos del cambio social de gran escala, es probable que se identifiquen cinco componentes esenciales que interactúan y se refuerzan entre sí.

Primero, un proceso de cambio colaborativo se vinculará a diferentes grupos, instituciones, líderes y comunidades que llevarán a cabo actividades individuales y, a veces, actuarán unidos para producir o para acelerar el cambio. Avina se refiere a todos estos protagonistas como el capital social asociado con un proceso de cambio colaborativo. Es el capital social que provoca el cambio. Cualquier institución o líder que persiga el cambio debe trabajar dentro de este contexto y su éxito en promover el cambio dependerá de un número de características de este capital social tales como su diversidad, su influencia y la calidad de las relaciones entre los que lo constituyen.

Para ilustrar este punto, podemos pensar en el Movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos. Lo mencionamos porque es un ejemplo ampliamente difundido y citado de cambio social. A menudo, la historia se cuenta desde la perspectiva de líderes heroicos, como el reverendo Martin Luther King Jr. o la activista por los derechos humanos Rosa Parks, pues, con certeza, ellos y otros como ellos tuvieron un papel importante en la historia. Sin embargo, la aglomeración de organizaciones, redes e individuos —lo que llamamos capital social— cuyo accionar conjunto cambió el sistema del apartheid legal en los Estados Unidos durante los años cincuenta y sesenta fue amplio y diverso. Los líderes como King y Parks brotaron de una tradición organizativa y de un vasto sistema de raíces cultivado durante décadas por las iglesias afroamericanas, incluido el Consejo de Liderazgo Cristiano del Sur. El capital social que propulsó el cambio sistémico incluyó decenas de miles de personas que marchaban, movilizadas principalmente por las iglesias, pero también por los sindicatos, los grupos de derechos humanos, los líderes de pensamiento y los artistas. Los medios desempeñaron un papel importante, como también ciertos funcionarios gubernamentales. De hecho, algunos dirían que uno de los roles más cruciales para cimentar el cambio sistémico real en el país fue el de Lyndon Baines Johnson, un sureño blanco con muchos defectos que accedió a la presidencia de los Estados Unidos en circunstancias controvertidas. Sin su apoyo, la agenda de los derechos civiles que puso fin a la segregación y discriminación legales no se habría transformado en ley del país por muchos años más. El capítulo tres analiza en profundidad el capital social como el primero de los componentes esenciales de un proceso de cambio colaborativo.


Marcha en Washington por trabajo y libertad.

Martin Luther King Jr. y Joachim Prinz

En segundo lugar, un proceso de cambio colaborativo tiene una visión unificadora que hace converger el diverso capital social asociado con él. Se trata de una visión de cambio o de valor supremo que supera las diferencias y crea un terreno común, incluso entre los antagonistas. Continuando con el ejemplo del Movimiento por los derechos civiles, el discurso de Martin Luther King, “Tengo un sueño” (I have a dream), ofreció una imagen simple de armonía racial como una “cima de la montaña” accesible que el país podría alcanzar un día. Tal vez, más influyente puede haber sido la frase “Todos los hombres son creados iguales” de la declaración fundacional de la nación, un ideal presumiblemente compartido por todos, pero que el país, desafortunadamente, había descuidado. Se transformó en un punto de reunión adecuado. Al revivir uno de los primeros principios del país, los representantes de un diverso grupo de organizaciones pudieron movilizar a sus ciudadanos. El capítulo cuatro ofrecerá otros ejemplos de visiones unificadoras y ahondará en mayor detalle sobre este componente esencial de un proceso de cambio colaborativo.

En tercer lugar, un proceso de cambio colaborativo es un proceso compuesto de muchas agendas de acción compartida diferentes. Es imposible reducir el proceso a una sola acción, proyecto o iniciativa. Por el contrario, habrá un conjunto complejo y no lineal de actividades: algunas, coordinadas; otras, no; muchas, fuera del control de cualquier red o eje central. Trabajar con un enfoque de proceso complejo en lugar de con uno lineal es un sello distintivo de un proceso de cambio colaborativo. Las agendas de acción compartidas que, en conjunto, constituyen un proceso de cambio colaborativo incluyen proyectos discretos, acciones individuales, actividades cooperativas, iniciativas alineadas y coaliciones organizadas, un surtido variopinto de acontecimientos y esfuerzos difícil de trazar e imposible de predecir. Aquellos que promueven el cambio pueden hallar que ciertas acciones que son clave para el proceso de cambio están fuera de su influencia directa. Sin embargo, estas diferentes agendas de acción compartida a través de un capital social diverso son las que impulsan el cambio sistémico de gran escala.

Volviendo a nuestro ejemplo, las marchas y boicots, las sentadas y otras formas organizadas de desobediencia civil del Movimiento por los derechos civiles fueron esenciales para movilizar, ganar visibilidad y conseguir apoyo para la causa. Sin embargo, otras acciones, incluidas las posturas adoptadas por los medios; las iniciativas legales y políticas en el ámbito nacional, estatal y local; las acciones espontáneas de celebridades y artistas; y los esfuerzos escasamente publicitados en pos de la decencia humana básica dentro de las instituciones sociales en todos los niveles también merecen crédito por haber hecho posible el progreso. La naturaleza, la estructura y la interacción de las agendas de acción compartidas será el tema del capítulo cinco.

La innovación también es un componente esencial de un proceso de cambio colaborativo. La innovación en este contexto no se refiere necesariamente a la tecnología o, incluso, a algo totalmente nuevo. Simplemente, significa que un elemento que no estaba presente con anterioridad cambia las reglas de juego de alguna manera y permite que el cambio sistémico ocurra. En el caso del Movimiento por los derechos civiles, una innovación obvia fue la adopción de principios no violentos de desobediencia civil para confrontar un sistema perverso erigido sobre los pilares de la violencia, el miedo y el odio. No era una idea nueva —Gandhi había adoptado estrategias similares en la India—, pero fue una innovación para el movimiento americano. Asimismo, fue una estrategia muy difícil de implementar, aunque finalmente demostró ser un arma adecuada. Al exponer la brutalidad y la decrepitud moral de los defensores del statu quo, los practicantes de la no violencia ganaron la batalla moral y el apoyo de las personas éticas a lo largo y ancho del país y del mundo. Otra innovación, esta vez tecnológica, ayudó mucho: la televisión. La violencia blanca contra las minorías raciales había estado sucediendo durante generaciones, pero el Movimiento por los derechos civiles fue televisado, proyectando en vivo vergonzosas escenas de agresión y de odio dentro de millones de hogares en toda la nación y provocando escándalo, vergüenza y, por último, solidaridad. Es difícil imaginar el Movimiento por los derechos civiles logrando sus objetivos sin esas dos innovaciones clave como parte del proceso de cambio. En el capítulo seis, mostraremos con más detalle qué tipo de innovación propulsa un proceso de cambio colaborativo y cómo se lo promueve.

Por último, el objetivo del proceso de cambio colaborativo es el cambio sistémico que mueve la aguja hacia la sustentabilidad — y lograrlo es un ejemplo de lo que nosotros llamamos incidencia. Los participantes en un proceso de cambio colaborativo exitoso tienen como objetivo la búsqueda de resultados concretos que marquen una diferencia, monitorean el progreso hacia esos resultados y cambian de tácticas cuando es necesario. Aumentar la incidencia potencial de un proceso de cambio colaborativo comienza con la certeza de que hay una oportunidad real para un cambio relevante de escala. Por ejemplo, si la colaboración no es un obstáculo clave para el cambio social, la promoción de un proceso de cambio colaborativo quizá no sea el enfoque más efectivo. Muchas veces, la incidencia de gran escala requiere involucrarse en un cambio de política, en un cambio institucional, o influir sobre los tomadores de decisiones en las empresas o en los gobiernos. En el ejemplo del Movimiento por los derechos civiles, las agendas de acción individual apuntaron contra las leyes de segregación, que eran ilegales, pero que se imponían. Estos fueron objetivos claros para la incidencia. El progreso se midió por las victorias sobre las políticas racistas y de exclusión en todo el sur de los Estados Unidos. Las acciones colectivas ejercieron influencia sobre los tomadores de decisiones dentro de la estructura del poder blanco en el ámbito nacional, estatal y local. Por último, el cambio sistémico fue codificado en la ley federal a través de los Actos sobre los Derechos Civiles y de Voto. El capítulo siete ofrecerá algunas maneras diferentes de analizar estos temas y compartirá algunas experiencias sobre la forma de promover la incidencia como componente esencial del proceso de cambio colaborativo.


Para llegar a ColaborAcción se ha rastreado una línea desde la filantropía hasta el cambio social, la sustentabilidad y el cambio sistémico. Hemos introducido brevemente los componentes esenciales del proceso de cambio colaborativo y los identificamos en el contexto del Movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos. Asimismo, se podrían encontrar estos mismos componentes de ColaborAcción en una serie de otras narrativas de cambio. El próximo capítulo aborda tres ejemplos ilustrativos de la experiencia reciente de Avina para demostrar desde la acción concreta como estos componentes se articulan y potencian. Ojalá estas experiencias vividas y los lineamientos prácticos que sugieren sean de utilidad para las organizaciones filantrópicas y de la sociedad civil comprometidas con el cambio social como parte de su misión, a medida que ellas buscan nuevas maneras de marcar una diferencia en las causas que han adoptado.

ColaborAcción

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