Читать книгу Resumen del libro "El arte de inventarse profesiones" - Sergio Bulat - Страница 4

Primera parte. Las profesiones en la actualidad

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El mercado laboral actual. Tanto en los países desarrollados del primer mundo como en los países en vías de desarrollo, los problemas laborales son, en esencia, similares. Consisten en todo un abanico que comprende la inestabilidad laboral, el desempleo, el subempleo, el empleo temporal, el empleo precario, las malas condiciones de trabajo, el estrés o la incompatibilidad entre empleo y familia. Lo mismo en economías pujantes, en vías de desarrollo o simplemente en decadencia, la solución para evitar caer en uno de estos agujeros no es nueva y no es otra que diferenciarse: siempre hubo y habrá un espacio para aquellos que consiguen destacarse del resto y ofrecer novedades.

Uno de los casos más paradigmáticos al respecto es el de Sigmund Freud. Debido en parte a la rigidez propia de su época y en parte a su contexto sociofamiliar, se vio obligado a estudiar medicina sin que la idea le agradase en exceso, puesto que no soportaba la sangre ni se sentía inclinado hacia esta profesión. Tuvo entonces que buscar una salida y la encontró en la elaboración de toda una disciplina que marcó por entero el siglo XX: el psicoanálisis. Esta nueva profesión “inventada” por Freud, con la impresionante base teórica que la sustenta, no sólo lo convirtió en una de las grandes figuras del siglo XX, sino que además creó y ha seguido creando miles de puestos de trabajo a lo largo de varias generaciones.

En el campo artístico, la invención de profesiones ha sido la tónica dominante a lo largo de la historia. Para la mayoría de los artistas, buscar la originalidad y diferenciarse del resto a través de algo nuevo y distinto es la base de su profesión, por lo que han de estar en permanente innovación. Así nacieron, solo por mencionar unos cuantos ejemplos, corrientes artísticas como el dadaísmo, el cubismo o el surrealismo.

Justin Gignac, un joven de 25 años graduado en artes visuales y que vive en Nueva York, ha inventado su propia profesión: recolectar la basura que encuentra en las calles, seleccionarla, limpiarla y colocarla dentro de unas cajas transparentes con el sello NYC-garbage (“basura de la ciudad de Nueva York”), con la firma del autor y la fecha en que fue recogida. De esa forma, cualquiera puede llevarse consigo un trozo del paisaje urbano neoyorquino. Como edición especial, Gignac acaba de sacar una serie limitada del día del inicio de la temporada deportiva en el estadio de los Giants.

Un caso como este ilustra como ningún otro que no es necesario ser un genio como Freud ni un artista excelso para explorar la propia creatividad y encontrar un lugar único en el mercado. Son millones los que en todo el mundo están diseñando sus propias profesiones y viviendo satisfactoriamente de ellas.

La necesidad de encontrar un camino propio. A diferencia de épocas pasadas, en las cuales el lugar de nacimiento marcaba poderosamente las condiciones de vida de una persona, hoy en día disponemos de un abanico inmenso y creciente de posibilidades. No obstante, tal y como nos muestra la historia, los casos de gente que ha conseguido salir de las peores circunstancias y triunfar siempre han existido; todos tenemos oportunidades entre las que elegir dentro del contexto que nos toca vivir y la actitud que adoptemos ante ellas dictaminará el grado de satisfacción que obtengamos.

La historia de Charles Goodyear, paradigma de individuo que encontró su propio camino como emprendedor y que, al hacerlo, no sólo creó toda una nueva industria, sino también varios oficios y especializaciones, es una prueba fehaciente de ello. A mediados del siglo XIX, Goodyear estaba convencido de que tenía que existir una manera para conseguir estabilizar el caucho y, además, era consciente de que lograrlo constituía una necesidad imperiosa para que su país y su industria siguieran progresando.

Tras cinco años de experimentos intentando encontrar un método para hacer más estable y duradero el caucho (durante los cuales vivió casi en la indigencia y fue encarcelado más de una vez por no poder pagar sus deudas), finalmente lo consiguió mezclándolo con sulfuro y sometiéndolo a altas temperaturas, descubriendo así la manera de endurecer el caucho y hacerlo resistente al frío. A este proceso lo denominó “vulcanización”, palabra derivada de Vulcano, el dios romano del fuego.

Gracias a este descubrimiento, Goodyear consiguió dar pie a la creación no sólo de una empresa que aún es líder hoy en día, sino también generar toda una industria tras de sí y ayudar enormemente al progreso industrial de su país y del mundo.

Es evidente que no todos podemos emular este ejemplo y montar una industria desde la nada, pero su mera existencia nos hace detenernos a reflexionar sobre cómo muchas veces las ideas más creativas se originan en entornos de gran precariedad, donde el mismo hecho de sobrevivir es ya una proeza cotidiana.

El objetivo que debe perseguir toda persona decidida a inventar su propia profesión, especialización, actividad u oficio es convertirse en “el mejor del mundo” en aquello que haga. Sólo los mejores son capaces de obtener mayores beneficios por su trabajo, ya que son los únicos que se diferencian del resto.

Adoptar esta postura supone avivar el eterno debate entre si conviene ser una persona generalista, que sabe un poco de todo, o es preferible ser un especialista, alguien que lo sabe todo de muy contadas materias. No obstante, el siglo XXI parece que va a ser el siglo en el que esa polaridad tenderá a desvanecerse y no habrá lugar para elegir. La profesión que uno invente deberá ser específica, pero para lograrlo no habrá que acumular más saber sobre un menor número de áreas de conocimiento, sino combinar especialización con generalización, de manera que podamos trasladar ideas de un terreno a otro para crear sinergias únicas en las que la suma de las partes multiplique los resultados y nos proporcione fuertes ventajas competitivas.

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