Читать книгу Cómo redactar un paper - Silvia Ramírez Gelbes - Страница 8

Introducción

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Me parece apropiado iniciar una reflexión sobre la escritura académica con una representación de la lectura. Imaginemos que quien lee tiene siempre los ojos disociados. El ojo derecho es el ojo lector, un dispositivo automático que va pasando por encima de cada letra y no se detiene ante nada. El ojo izquierdo, en cambio, es el ojo interpretador, un dispositivo que va enlazando lo que el ojo lector lee con la enciclopedia personal, los textos que ya se leyeron, el contexto, en fin, con todos los contenidos disponibles en la “memoria de trabajo”. Cuando el lector se topa con algo infrecuente —un error de ortografía, un párrafo desordenado, un segmento que no se relaciona con el resto— sigue pasando por encima de cada letra porque trabaja de modo automático; el interpretador, por el contrario, queda detenido en ese lugar, como desorientado. Al poco tiempo, claro está, el ojo interpretador se recompone y se junta con su compañero, pero el lector ya está dos o tres líneas más abajo. Ese fragmento que quedó sin interpretar es normalmente llenado con los “conocimientos previos” del sistema, que suelen resultar eficientes para la tarea. En cuanto no sean eficientes, la interpretación resultará perjudicada.

A partir de esta especie de metáfora de procedimiento, puede empezar a plantearse el problema de la escritura académica. Y es importante tener en claro, antes que nada, que un sujeto que pretende escribir discurso académico no debe de ninguna manera computarse virgen de escritura. Sin embargo, la escritura académica tiene particularidades que no son compartidas por otros tipos de discursos, y es ese el motivo por el cual un libro que trate de escritura académica no parece una cuestión trivial.

Ahora bien, dentro de la escritura académica, Cómo redactar un paper se ocupa específicamente del artículo de investigación, género que –como se sabe– se viene constituyendo en el medio privilegiado para la transmisión de la ciencia, aunque es necesario advertir, desde el principio, que escribir un artículo de investigación no es solo transmitir ciencia. Como correctamente reconoce Pablo Kreimer en el prólogo de Demoliendo papers, un artículo académico-científico constituye, entre otras cosas, un aparato retórico. Según sostendremos a lo largo de este texto, un artículo de investigación es, por una parte, un aparato erudito que pretende ofrecer un aporte a la disciplina científica en la que se inserta y, por la otra, un aparato retórico que busca persuadir al lector de la legitimidad de ese aporte. Y ese aparato retórico se edifica sobre la base de ciertas estrategias discursivas, algunas de las cuales –al menos– están contempladas en este texto.

Con todo, creo importante destacar que lo que interesa aquí no es la transmisión de cualquier ciencia: es la transmisión de la ciencia en español.1 Y por ello Cómo redactar un paper se funda en la investigación sobre el discurso académico en español.

Este libro es, en buena medida, producto de investigaciones realizadas dentro de distintos proyectos UBACyT y PICT dirigidos por María Marta García Negroni y de los seminarios que se dictaron en el marco de su cátedra de Corrección de Estilo en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Pero empezó a gestarse en las clases del taller de Técnicas de Redacción que durante más de quince años dicté en el Centro Cultural Rojas de la UBA, y se alimentó —vorazmente— de mis clases a distancia en el Taller de escritura científica del CAICyT y de las presenciales de la Maestría en Defensa Nacional además del seminario “El discurso académico” de la Universidad de San Andrés. De hecho, el análisis y la corrección de los textos producidos por los cursantes me orientaron a seleccionar los temas que se desarrollan en Cómo redactar un paper.

En definitiva, aquí podrán encontrarse algunas claves relativas a la escritura académico-científica, con un tratamiento intencionadamente pedagógico, de acuerdo con la siguiente estructura:

 en el capítulo 1, “El texto escrito”, se hace una observación relativa a la construcción del texto en sí: se consideran el proceso de escritura, la cohesión textual en general y el empleo de los marcadores discursivos relevantes para el discurso académico-científico;

 en el capítulo 2, “El género”, hay una preocupación específica por el formato de los textos: se habla de los géneros y las secuencias en primer lugar –con una atención destacada en la narración, la descripción, la explicación y la argumentación– para luego ocuparse de géneros académicos como los resúmenes y las ponencias y, en particular, del artículo de investigación —que es el tema de este libro— y su estructuración en secciones;

 en el capítulo 3, “La subjetividad”, se materializa el interés por la retórica del texto académico-científico: tras analizar marcas discursivas que contribuyen a configurar el ethos, como los subjetivemas y los recursos, la agentivación, la desagentivación y la modalidad, se examina el metatexto, se reflexiona sobre la falla ética del plagio, se especula sobre las condiciones de la polémica en este tipo de discurso y se termina con una observación sobre el empleo de los marcadores de abducción.

 En el capítulo 4, “Los problemas concretos”, a partir de una imagen de la “construcción” del texto (con el área de “ensamblaje” y el área de “montaje”), se ofrece un repertorio de soluciones a dificultades que puede hallar el escribiente de discurso académico-científico: algunas cuestiones salientes de la puntuación —como la ocurrencia de proposiciones explicativas frente a las especificativas—, el modo apropiado de citar, el empleo del gerundio, el uso de la terminología específica, el orden de las estructuras en la oración, la paráfrasis o reescritura de un segmento —orientada a buscar la mejor manera de exponer una idea—, la organización de los párrafos, las características del título, la normativa de las notas y las referencias bibliográficas, el sentido de la inclusión de gráficos e imágenes y, finalmente, una reflexión sobre el dialecto estándar y sobre el registro adecuado.

Como se verá, los temas son tratados teóricamente e ilustrados con cantidad de ejemplos tomados —en su gran mayoría— de los textos producidos por los cursantes del Taller de escritura científica y modificados.

Finalmente, en cada uno de los capítulos, se ofrece una serie de ejercicios que aparecen resueltos en las claves. En muchos casos, esas claves son solamente orientativas, ya sea porque se trata de ejercicios de producción, ya sea porque no hay una única resolución correcta.

Es importante, para concluir, que el escribiente tenga en claro que nada en la escritura académica surge por generación espontánea: debe asumirse el ejercicio del ensayo y el error para llegar a un resultado satisfactorio. La adquisición de la “alfabetización académica”2 insume —qué duda cabe— tiempo y energía intelectual. Pero promete “realizaciones”.

Vale la pena el esfuerzo.

NOTAS

1. Conviene aclarar que este libro se inscribe en una larga lista de textos que se ocupan del discurso académico en español. Además de García Negroni (2011), al que aludiré frecuentemente, no pueden olvidarse Montolío (2000), Nogueira (2003 y 2010), Vázquez (2001), Carlino (2005), Cubo de Severino (2005), Marín y Hall (2007) o Parodi (2008), entre muchos otros.

2. Como la llama Carlino, entre otros autores.

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