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CAPÍTULO TRES

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La alarma de Keira la despertó a una hora estúpidamente temprana a la mañana siguiente, sonando como una alarma sísmica. Se dio la vuelta y la apagó, dándose cuenta de que el otro lado de la cama estaba vacío. Zach no había dormido ahí anoche.

Se levantó, restregándose el sueño de los ojos, y se asomó a la sala. Sin rastro de Zach. Entonces, tal como ella predijo, él no había regresado anoche. Debió quedarse en casa de Ruth.

Alejando su decepción y tristeza, Keira se dio un baño rápido, luchando con fuerza para evitar que el agua caliente la arrullara y se vistió con ropa cómoda para el largo viaje.

Tomó su bolso, y se aseguró de tener los boletos y el itinerario que Heather le había dado. Satisfecha de que sus papeles y su pasaporte estaban en su poder, salió de la casa y se subió a un taxi que ya la esperaba.

Mientras se apresuraba por las calles de la ciudad de Nueva York, Keira se tomó un momento para ordenar sus frenéticos pensamientos. Esto estaba sucediendo realmente. Estaba a punto de ir al extranjero a trabajar, algo que siempre había soñado hacer. Deseaba que Zachary hubiera elegido compartir este momento con ella, en lugar de mantener su distancia.

El aeropuerto de Newark estaba tan ocupado como si fuera la hora pico del metro. Comenzar a las 5 a.m. era lo normal para muchos profesionales ocupados, y Keira sintió una repentina oleada de orgullo al considerarse una entre ellos. Registró su equipaje para el vuelo, sintiéndose como una superestrella en el aeropuerto de Los Ángeles, con la cabeza en alto. Luego encontró una cafetería para tomar su dosis matutina y matar el tiempo antes de que su vuelo estuviera listo para embarcar.

Mientras estaba sentada en la ocupada cafetería, revisó su teléfono una y otra vez. A pesar de que sabía que Zachary todavía estaba durmiendo, quería desesperadamente algún tipo de comunicación con él. Sabía que había hecho lo correcto al aceptar esta misión y esperaba que Zach lo viera así eventualmente. O quizás su relación estaba realmente condenada como Bryn parecía pensar que estaba. Tal vez sus prioridades diferentes eran un obstáculo que ya no podían pasar.

Le envió un mensaje alegre a Zachary, dejando de lado cualquier mención de su pelea, esperando que, si él despertaba con un dulce mensaje, se sintiera más cálido con ella.

Su teléfono sonó y ella saltó de emoción, pensando que Zach había contestado. Pero era Heather comprobando que todo había ido según lo planeado y que estaba a tiempo para su vuelo. Decepcionada, Keira le contestó, diciéndole a Heather que todo estaba bien.

En ese momento, escuchó la llamada de embarque para su vuelo. Rápidamente tomando su último sorbo de café, Keira se dirigió a la puerta de control, prometiendo llamar a Zachary tan pronto como aterrizara. Había una diferencia de cinco horas entre Nueva York e Irlanda que debía tener en cuenta durante su estancia.

A bordo del avión, Keira se instaló en su asiento, comprobando por última vez si había algún mensaje de Zach. Pero no había nada, solo recibió de la azafata una mirada de desaprobación al verla usar su teléfono después de que pidieran que apagaran todos los aparatos electrónicos. Suspirando, Keira apagó su teléfono y lo guardó en su bolsillo.

En ese momento, un grupo de hombres en una despedida de soltero abarrotaron el vuelo, gritando al entrar. Keira dejó salir un quejido. Iba a ser un vuelo largo. Siete horas, de hecho, hasta Shannon en el condado de Clare. Estaría oscuro cuando aterrizara, pero su cuerpo pensaría que era mediodía. Esperaba poder descansar un poco durante el vuelo, pero ese grupo de hombres ruidosos iba a ser un pequeño inconveniente.

El avión comenzó a desplazarse hacia la pista. En un intento de bloquear la escandalosa despedida de soltero, Keira se puso los audífonos y cerró los ojos. Pero no estaba lo suficientemente lejos como para bloquear su escándalo.

El avión despegó y Keira se resignó al plan B: la cafeína. Llamó a la azafata y pidió un café, sabiendo que sería el primero de muchos. Se lo bebió, enfadada, con el sonido de fondo de la despedida de soltero.

Mientras navegaba por los cielos, Keira se tomó un tiempo para revisar el itinerario y los recordatorios de Heather.

«No hay taxis, así que un coche rentado te estará esperando en el estacionamiento. Espero que sepas manejar con una palanca de cambios. Y recuerda conducir POR LA IZQUIERDA».

La idea de tener que conducir sin haber dormido le preocupaba a Keira. Hacía mucho que no conducía, ya que solía tomar el metro para todas partes. Usar un auto que no era automático representaba un desafío extra. Y añadir el manejar por la izquierda iba a ser aún más difícil. Si quería tener una posibilidad de no chocar, iba a tener que beber un montón más de café.

«Te quedarás en un tradicional pub irlandés y en un B&B, así que no esperes el tratamiento como en un Hilton. Todo será muy sencillo».

Eso no le molestaba a Keira. Había sido una escritora hambrienta desde que se graduó de la universidad; ¡los hoteles estuvieron fuera de su alcance durante años! Podía vivir en los barrios bajos durante un mes sin problemas. Mientras no se esperara que orinara detrás de un cobertizo, estaba segura de que sería capaz de sobrevivir incluso en el más básico de los alojamientos.

«Tendrás la tarde para aclimatarte antes de que empiece el trabajo. Organizamos un guía para que te muestre los alrededores. Conocerás al casamentero y al organizador del festival a la mañana siguiente. El festival comienza en la noche».

Keira comenzó a sentirse aún más emocionada mientras leía toda la información. El vuelo parecía pasar más rápido de lo que esperaba, lo que debió ser gracias a la adrenalina que bombeaba por su cuerpo. Eso y las copiosas cantidades de cafeína.

Keira aterrizó en Shannon de buen humor, bajando del avión y entrando en el frío y fresco aire de septiembre. Esperaba ver colinas verdes y campos poblados de vacas y ovejas, pero en cambio el aeropuerto de Shannon no tenía mucho que ofrecer. El área estaba algo industrializada, con grandes edificios grises que carecían de cualquier tipo de brillo arquitectónico.

El lugar de renta de autos era igual de sombrío. En lugar de un cálido saludo irlandés, se encontró con un joven de rostro pálido que simplemente tomó su recibo de reserva en silencio y le entregó las llaves, sin pronunciar una sola sílaba.

Keira tomó las llaves y encontró el auto en el estacionamiento. Era increíblemente pequeño. Se metió por la derecha, recordando el aviso de Heather de conducir por la izquierda. Le llevó un tiempo familiarizarse con el concepto de palanca de cambios y pedal de embrague, y luego puso la reversa, usando el GPS para salir de Shannon. Tardaría aproximadamente una hora en llegar a su destino, Lisdoonvarna.

Apenas dejó la carretera principal, se encontró con que estaba conduciendo por pequeñas carreteras sinuosas, sin banquetas, sin señales de tráfico y sin alumbrado público. Keira agarró el volante con ansiedad y puso toda su energía y concentración para conducir por las carreteras que parecían cada vez más estrechas.

Después de unos quince minutos, empezó a relajarse un poco. El tráfico era muy ligero, lo que le ayudó a calmar sus nervios porque no le aterrorizaba chocar con nadie. El ambiente también era muy relajante, sin nada en kilómetros a la redonda salvo laderas y campos salpicados de ovejas. El césped era el más verde que Keira había visto en su vida. Bajó la ventana para poder oler el aire puro, pero en su lugar obtuvo un gran olor a estiércol. Subió la ventana rápidamente.

Apenas había señales de tráfico que la guiaran, así que estaba agradecida por el GPS. Pero tampoco había luces en el camino, lo que dificultaba la conducción, especialmente con tantas curvas cerradas y sin visión. Además, las marcas en la carretera estaban casi borradas. Keira también encontró desorientadora manejar por la izquierda. ¡Y manejar se complicaba aún más por la gran cantidad de tractores que tenía que rebasar!

En ese momento la carretera se hizo tan estrecha que solo había espacio para un solo coche a la vez. Keira casi se estrella de frente contra el tráfico que venía en dirección contraria y giró de golpe, con el coche golpeando el costado de la carretera y rozando el cerco. Keira levantó una mano para disculparse con el conductor del otro auto, pero ellos sonrieron amablemente como si no fuera ninguna molestia, y retrocedieron un poco para dejarle espacio para pasar. De vuelta en la ciudad de Nueva York, un incidente así hubiera resultado en que Keira fuera maldecida a gritos. Ella ya se estaba acostumbrando a esa infame hospitalidad irlandesa.

Su corazón aún latía con fuerza por el shock del accidente, pero se las arregló para pasar lentamente por delante del coche.

Siguió adelante con cautela, sintiéndose más aterrorizada por el camino que antes. Esperaba que el rasguño contra el cerco no fuera visible en la pintura, no estaba segura de cómo se sentiría la compañía si volvía con una enorme factura por daños de la empresa que le alquiló el coche.

Cualquier rastro de emoción que había sentido antes de empezar el traicionero viaje empezó a desvanecerse. Funcionar a base de adrenalina y café es lo que había mantenido a Keira hasta ahora. Ahora, en lugar de estar asombrada por la belleza de la naturaleza, veía sus alrededores dispersos y algo sombríos. Las únicas criaturas vivas a la vista eran ovejas. Había viejas granjas de piedra esparcidas y abandonadas, desmoronándose. En las laderas de las colinas, Keira también vio un castillo abandonado anidado entre un puñado de árboles y se preguntó cómo un edificio tan histórico había sido dejado en ruinas.

Empezó a tomar notas mentalmente para su artículo, recordando el ángulo cínico que Elliot quería que tomara. En lugar de ver la belleza de la vista costera, se centró en las nubes grises. En lugar de ver la vasta vista sobre el océano como algo milagroso, decidió echar su mirada a la desolación de las lejanas montañas escarpadas. Aunque por un lado era asombrosamente hermosa, Keira sintió que desacreditar el romance de Irlanda no sería un gran desafío. Solo necesitaba saber dónde mirar y cómo cambiar las cosas.

Pasó por un puñado de pequeños pueblos amurallados de piedra. Uno de ellos se llamaba Killinaboy y ella se rio en voz alta, enviando rápidamente una foto del cartel del pueblo a Zach, quien esperaba que lo apreciara.

Estaba tan distraída por la divertida señal de la carretera, que casi no se dio cuenta del siguiente obstáculo en el camino: ¡un rebaño de ovejas! Frenó de golpe y se detuvo justo a tiempo, parando el coche en el proceso. Le tomó mucho tiempo para que su terror disminuyera. ¡Podía haber matado a toda una familia de ovejas!

Tomando un momento para calmar su pulso acelerado, Keira agarró su teléfono y tomó una foto de la multitud de traseros de ovejas, enviándosela a Zach con el mensaje: «el tráfico aquí es una pesadilla».

Por supuesto, no recibió respuesta. Frustrada por su total falta de interés, envió las mismas fotos a Nina y Bryn a su vez. Ambas respondieron casi inmediatamente con emojis de risa y Keira asintió, satisfecha de saber que al menos alguien en su vida encontraba sus aventuras interesantes.

Keira revivió el motor y lentamente rebasó al convoy de ovejas. La vieron pasar con expresiones serias y casi se encontró pidiendo disculpas en voz alta. El cielo comenzaba a oscurecerse, haciendo que la conducción se sintiera aún más difícil. No ayudó para nada que los únicos edificios que veía fueran iglesias, con estatuas solemnes de la Virgen María rezando a los lados de la carretera.

Finalmente, Keira llegó a Lisdoonvarna y se sorprendió gratamente por lo que vio. ¡Al menos parecía un lugar donde vivía gente! Había calles en donde había una o dos casas juntas, lo que le daba la sensación de ciudad… casi. Todos los edificios, casas y tiendas eran tan pequeños y pintorescos, muchos de ellos apenas a un par de metros de la carretera, y estaban pintados con brillantes colores del arco iris. Keira estaba contenta de estar finalmente en un lugar que parecía una comunidad en lugar de solo viviendas individuales conectadas por caminos.

Redujo la velocidad de su coche, siguiendo las señales de la calle hasta que encontró la dirección que buscaba, el St. Paddy's Inn. El B&B estaba justo en la esquina de dos calles, un edificio de tres pisos de ladrillo rojo oscuro. Desde fuera, a Keira le parecía muy irlandés.

Se estacionó en el pequeño lote y salió de un salto, agarrando sus bolsas del maletero. Estaba exhausta y lista para entrar y descansar.

Pero al acercarse, se dio cuenta de que el descanso no era algo que fuera a conseguir pronto. Incluso desde donde estaba podía oír el ruido de una conversación alegre y un debate ruidoso. También podía oír el sonido de música en vivo, de los violines, pianos y acordeones.

Una campana sobre la puerta tintineó cuando entró y encontró un pequeño y oscuro pub con un viejo tapiz carmesí y varias mesas redondas de madera. El lugar estaba lleno hasta el tope de gente, todos con cervezas en mano. La miraron como si pudieran decir de inmediato que no pertenecía a este lugar, que no era una simple turista, sino una estadounidense.

Keira se sintió un poco abrumada por el choque cultural.

"¿Te puedo ayudar?", dijo una voz masculina con un acento grueso que Keira apenas podía entender.

Volteó hacia el bar para ver a un hombre mayor parado detrás de él. Tenía la cara arrugada y un mechón de cabello gris que brotaba del centro de una cabeza calva.

"Soy Keira Swanson", dijo, acercándose a él. "De la revista Viatorum".

"No te escucho ¡Habla más alto!"

Keira levantó su voz sobre la música folk en vivo y repitió su nombre.

"Tengo una habitación reservada aquí", añadió cuando el hombre la miró con el ceño fruncido. "Soy una escritora de Estados Unidos".

Por fin el hombre parecía entender quién era ella y por qué estaba allí.

"¡Claro!" exclamó, con una sonrisa que se extendió por su rostro. "Del periódico con el nombre en latín".

Tenía un aura cálida, muy de abuelo, y Keira sintió que se relajaba de nuevo.

"Esa misma", confirmó.

"Soy Orin", dijo. "Soy el dueño del St. Paddy. También vivo aquí. Y esto es para ti". De repente, un tarro de Guinness fue lanzado sobre la barra frente a Keira. "¡Una tradicional bienvenida al St. Paddy!".

Keira se sorprendió.

"No tomo mucho", se rio.

Orin la miró.

"Lo harás mientras estás en el condado de Clare, ¡mi niña! Estás aquí para soltarte el pelo como el resto de los locales. Y, de todos modos, ¡tenemos que brindar por tu viaje! Gracias a la Virgen María". Haciendo una cruz en su pecho.

Keira se sintió un poco tímida al aceptar la Guinness y tomó un trago del fuerte y cremoso líquido. Nunca había probado la Guinness antes y el sabor no era particularmente agradable para ella. Después de un solo sorbo estaba segura de que no sería capaz de terminarse toda la cerveza.

"¡Oigan, todos!", llamó Orin a los clientes del pub, "¡ella es la periodista de Estados Unidos!"

Keira se estremeció cuando todo el pub se dio la vuelta y empezó a aplaudir y a animar como si fuera una especie de celebridad.

"¡Estamos tan emocionados de que estés aquí!" dijo una mujer con el cabello rizado, acercándose mucho y sonriendo demasiado para la comodidad de Keira. Luego, en voz baja, añadió: "Tal vez quieras limpiar tu bigote de Guinness".

Sintiendo que sus mejillas ardían de vergüenza, Keira rápidamente se limpió la espuma de su labio superior. Un segundo después, otro de los clientes del pub se había abierto camino, chocando con otros al pasar, sin que a nadie pareciera importarle. Su bebida se derramó un poco al tropezar.

"¡No puedo esperar a leer tu artículo!"

"Oh, gracias", dijo Keira, encogiéndose de hombros. No se le había ocurrido que la gente de aquí quisiera leer lo que escribiría sobre ellos. Podría hacer que todo el ángulo cínico fuera un poco más difícil para ella.

"¿Qué te hizo querer ser una reportera?", dijo el hombre a su lado.

"Solo soy una escritora", dijo Keira con rubor, "no una reportera".

"¿Solo una escritora?" exclamó el hombre, hablando en voz alta y buscando la atención de los demás a su alrededor. "¿Oyeron eso? Dice que es solo una escritora. Bueno, yo apenas puedo sostener un bolígrafo, así que eres una genio en lo que a mí respecta".

Todos se rieron. Keira bebió nerviosamente pequeños sorbos de su Guinness. La hospitalidad irlandesa era muy bienvenida, pero también era un choque cultural, y se encontró a sí misma agobiada, pensando en las innumerables maneras en que podía golpear este lugar en su artículo.

"Te mostraré tu habitación", dijo Orin finalmente, una vez que logró beber casi la mitad de su Guinness.

Lo siguió por una estrecha y ruidosa escalera y a lo largo de un pasillo con una alfombra desgastada que olía mucho a polvo. Keira caminó en silencio, asimilando todo, construyendo frases cortas en su cabeza mientras observaba la decoración anticuada. Las paredes estaban decoradas con fotografías enmarcadas y descoloridas de equipos de fútbol locales de antaño y Keira sonrió con satisfacción al ver que la mayoría de los jugadores compartían el mismo apellido, O'Sullivan. Tomó una discreta foto del equipo de fútbol en blanco y negro y se la envió a Zach con el pie de foto: «El Sr. O'Sullivan debe haber sido todo un casanova».

"Aquí está", dijo Orin, abriendo una puerta y mostrándole el interior.

La habitación era horrible. Aunque grande, con una cama matrimonial y una ventana enorme, estaba horriblemente decorada. El papel de la pared era de color rosado, manchado en algunos lugares como por años de manos sucias. La cama tenía un fino edredón, que estaba acolchado, pero no de una manera encantadora de casa de campo, sino de un almacén de segunda mano.

"Esta es la habitación con el escritorio", dijo Orin, sonriendo con orgullo, señalando un pequeño escritorio de madera bajo la ventana. "Para que puedas escribir".

Keira se sonrojó. Estaba internamente horrorizada ante la idea de quedarse en la mugrienta habitación durante todo un mes, pero se las arregló para sacar un agradecido «Gracias». ¡Menos mal que dijo que podía vivir en cualquier lugar por un mes!

"¿Quieres un poco de tiempo para instalarte antes de conocer a Shane?" Orin preguntó.

Keira frunció el ceño, confundida. "¿Quién es Shane?"

"Shane Lawder. Tu guía turístico. Para el festival", explicó Orin.

"Por supuesto", dijo Keira, recordando en las notas de Heather que dijo que habría un guía turístico. "Sí, por favor, quisiera conocer a Shane". No quería pasar un minuto más en la habitación, así que dejó su bolso en la cama y se dirigió a la escalera con él.

"¡Shane!" Orin gritó mientras tomaba su posición detrás de la barra.

Para sorpresa de Keira, el violinista respondió. Dejó su instrumento, aunque el grupo de músicos con los que tocaba siguió como si nada hubiera pasado, y se acercó.

Debajo de su barba rasposa, Keira pudo ver que tenía una mandíbula esculpida. De hecho, si no fuera por su cabello, que necesitaba desesperadamente un corte, y su ropa desaliñada, Shane sería bastante guapo. Keira se sentía culpable por pensar tal cosa, especialmente porque las cosas con Zach estaban en un terreno tan rocoso en ese momento, pero pensó en el lema de Bryn: «No hay nada de malo en mirar».

"No luces como un Joshua", dijo Shane mientras le daba la mano.

"Oh, ¿nadie te lo dijo?" Keira dijo. "Surgió algo y me enviaron en su lugar. Lo siento".

Shane la miró con atrevimiento.

"¿De qué te disculpas? Prefiero pasar treinta días con una hermosa dama como tú. Sin ofender a este Joshua, estoy seguro de que es bastante atractivo, pero no suena como mi tipo. Ya sabes, siendo un hombre y todo eso".

Keira tragó. No esperaba que los irlandeses fueran tan atrevidos. Pero entonces recordó a Zach y repitió el mantra en su cabeza de que solo estaba mirando.

Mientras Shane tomaba un taburete a su lado, Orin puso una Guinness delante de cada uno de ellos. Keira gimió en silencio. ¡No podía aguantar tanto alcohol!

Shane tomó un gran trago de su cerveza, y luego pasó unos papeles por la barra.

"El Festival del Amor dura treinta días", explicó. "La mayoría de las actividades no empiezan hasta la noche, así que preparé un recorrido por los lugares que podemos visitar mientras estás aquí, para que puedas conocer mejor el país entero". Empezaremos con el Burren para ver los paisajes de montaña, luego los Acantilados de Moher para ver el océano, luego iremos al siguiente condado, Kerry, a la hermosa y antigua casa señorial de Killarney, y luego a Dingle".

"Pensé que solo me guiarías durante el festival", dijo Keira. "¡No a todo el país!"

"Te vuelves loco si no te alejas un poco de Lisdoonvarna durante el día", explicó Shane. "La gran cantidad de personas que van y vienen, se vuelve un poco excesivo".

Keira se rio en silencio para sí misma. Dudaba seriamente que Lisdoonvarna estuviera tan agitada durante el festival como lo estaba la ciudad de Nueva York en cualquier día normal.

"Se bebe mucho", continuó Shane. "Algunas de las fiestas se prolongan hasta la madrugada del día siguiente. Digo algunas, pero la verdad es que son la mayoría".

Keira pensó en la despedida de soltero con la que compartió el vuelo y se preguntó si iba a dormir algo durante el mes.

"Esto se ve muy bien", dijo, echando un vistazo al programa. "Pero necesitaré algo de tiempo cada día para escribir. No puede ser todo diversión y juegos".

Shane le sonrió.

"¿Acabas de llegar y ya estás pensando en el trabajo?"

"Tengo que hacerlo", explicó Keira. "Esto es algo muy importante para mí. No quiero arruinarlo".

"¿Y no arruinarlo equivale a no relajarte un poco?"

Keira no estaba de humor para ser cuestionada sobre sus elecciones de vida. Ella había tenido casi tanto de eso como lo que cuidó de Zach y su madre.

"Solo significa hacer tiempo cada día para escribir", refutó, sonando un poco malhumorada.

La expresión de Shane se mantuvo con una divertida sonrisa. Tomó un sorbo lento de su cerveza. "Eres alguien bastante estricta contigo, ¿no?", bromeó. "Todo trabajo y nada de diversión".

Keira le dio una mirada no impresionada.

"No sé cómo puedes suponer que sabes algo de mí", dijo. "Me conoces de hace cinco minutos".

Shane no dejaba de sonreír. No respondió, como si la discusión ya estuviera resuelta.

Keira se puso tensa. Era guapo, eso era cierto, pero si seguía así acabaría por irritarla. No sabía si podría soportar treinta días de bromas y borracheras y no tener espacio para escribir.

Tal vez esta tarea iba a ser más difícil de lo que ella esperaba.

*

Keira finalmente se las arregló para librarse a medianoche. Había perdido la cuenta del número de Guinness que Orin y Shane habían bebido entre ellos, pero por suerte para ella habían dejado de intentar convencerla para que les siguiera el ritmo. Aun así, su cabeza daba vueltas mientras subía las escaleras hacia su habitación.

Cerró la puerta, pero el sonido de la música y las risas de abajo no pararon. Keira se sintió tensa, como si estuviera herida. Revisó su teléfono, pero encontró que no había ningún mensaje de Zach. Definitivamente ya habría tenido tiempo de leerlos. Lo que significaba que le estaba dando la ley del hielo. «Qué maduro», pensó Keira.

Al menos había recibido respuestas de Nina y Bryn, haciendo un sinfín de preguntas. Le envió un mensaje de texto a Nina, quien editaría el artículo, para decirle que su itinerario estaba lleno hasta el borde y que no esperara nada de trabajo por un tiempo. A Bryn, le envió una breve descripción de los rasgos físicos de Shane y algunos emoticonos de llama.

«Aunque, es bastante molesto. Uno de esos tipos arrogantes que creen que es encantador burlarse de ti».

La respuesta de Bryn llegó rápidamente.

«ES encantador».

Keira se rio y guardó su teléfono. La música de abajo iba a mantenerla despierta durante algunas horas, así que podría dedicarle algo de tiempo a su laptop. La sacó de su bolso y comenzó a escribir un correo electrónico a Elliot con algunas de sus ideas iniciales para abordar el artículo. Gracias a todas las Guinness, pudo adoptar un tono aún más sarcástico del que había esperado.

«Si alguna vez te has preguntado a qué huele una Guinness rancia de décadas de antigüedad metida en una alfombra, entonces no busques más allá de St. Paddy's Inn en Lisdoonvarna, en el condado de Clare. Como toda una estadounidense exótica, mi llegada aquí provocó una avalancha de sofocante hospitalidad irlandesa. Digo sofocante, porque rechazar las ofertas de copiosas cantidades de alcohol no era una opción, de ahí el ya mencionado olor a Guinness que impregna cada centímetro de esta arenosa y oscura taberna. De hecho, el lugar está tan saturado de Guinness que las alfombras, las cortinas y el papel pintado son pegajosos al tacto. Digamos que no me sorprendería que el agua de mi baño matutino (en la anticuada y apretada suite) saliera negra y espumosa…»

Ella continuó en el mismo tono sarcástico. Sabía que era malo golpear al B&B y a la gente amable que había conocido hasta ahora, pero no pudo evitarlo.

Terminó y presionó "enviar". Elliot respondió casi inmediatamente con un email de alabanza.

«Sigue así, Keira. ¡Esto es oro!»

Justo entonces, sonó el teléfono de Keira. Era Bryn. Keira suspiró, dándose cuenta de que no iba a poder trabajar más esta noche. Dobló su laptop y respondió la llamada, subiéndose a la cama mientras lo hacía.

"¿Qué hay, hermana?" le preguntó su hermana.

"Acabo de tener una cita horrible", explicó Bryn. "Así que pensé en llamarte para que me cuentes los detalles de este guapo guía turístico".

Keira se rio.

"Bueno, tiene demasiado pelo. Y su sentido de la moda apesta. Pero si se arregla se vería muy bien".

"Creo que deberías ir por ello", dijo Bryn.

Keira jadeó, sorprendida por lo atrevida que estaba siendo Bryn, incluso para ella.

"¿Qué hay de Zach?" se rio.

"¿Qué hay de él?" Bryn respondió despectivamente.

Keira se quejó.

"Es mi novio", le recordó a Bryn. "Y aunque Shane se cortara todo ese pelo y tuviera un nuevo vestuario, no podría pasar más de cinco minutos con él antes de estrangularlo".

Bryn se rio.

"Eso va a hacer las próximas semanas un poco difíciles, ¿no?"

"Eso y el hecho de que mi habitación está encima de un pub que parece no tener hora de cerrar y una banda de folk en vivo veinticuatro siete".

"Eso suena increíble", refutó Bryn. "¡Vamos, Keira¡ Trabajas tan duro que ni siquiera puedes ver la situación tan emocionante en la que estás. Acabas de decirme que la fiesta nunca se acaba, quejándote".

"Suenas como Shane", respondió Keira. "¡Si no quiero beber, bailar y ser feliz no tengo que hacerlo!"

Ella y Bryn terminaron su conversación, y Keira descubrió que a pesar de todo el ruido que venía de abajo, apenas podía mantener los ojos abiertos. Así que se sentó bajo el delgado edredón y apoyó su cabeza en la almohada abultada. Aún no había respuesta de Zach a ninguno de sus mensajes graciosos. Trató de llamarlo, pero el teléfono sonaba y sonaba.

Revisó Instagram y vio fotos de Zach en la boda de Ruth. Se veía hermoso en su traje, pero su expresión era tan solitaria. Parecía incómodo estando allí solo, y ella se sentía mal por no estar con él. Tal vez su madre había tenido un punto. Aparecer en las bodas solo claramente era muy vergonzoso.

Cuando empezó a quedarse dormida, Keira empezó a soñar que estaba en la boda con Zach. Solo que no era Zach, era Shane, afeitado y con un traje elegante. Se veía más guapo de lo que ella había previsto.

Keira se despertó con un sobresalto. Las cosas ya eran bastante complicadas sin que ella se enamorara de su guía turístico.

Sacó todos los pensamientos de su mente y, finalmente, cayó en un profundo sueño.

Un Amor Como Este

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