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Prólogo

Desde el principio de los tiempos, el humano se enfrentó entre sus pares, creando guerras insólitas, por tierras, oro, por el simple hecho de creerse superiores. La Patagonia Argentina no corrió con diferente suerte.

La conquista del desierto es un suceso que transcurrió en la Argentina en el Siglo XIX.

Cuando hablamos de desierto lo primero que pensamos es en un lugar deshabitado, un territorio vacío de personas; que los primeros en llegar en el año 1833 fue Juan Manuel de Rosas y Julio Argentino Roca. Lamentablemente no sentaron las bases sobre unas tierras vírgenes, sino sobre la sangre de los pueblos originarios.

“¿Lograremos exterminar a los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar” Domingo Faustino Sarmiento así llamaba a los habitantes de la Patagonia

Esta guerra infame que atravesó la Argentina fue impulsada con discursos absurdos donde se nombra a los pueblos originarios, como una raza de barbarie que era imposible de educar, eran considerados salvajes sin remedio, que la única solución era el exterminio.

Una de las posturas que toma para realizar la campaña es la gran gesta patriótica del avance de la civilización y el Estado Nacional, por ende, negando la preexistencia de la comunidad indígena considerándola como barbarie.

La Patagonia, Chaco, La Pampa son los que atravesaron esta etapa de mucho sufrimiento y genocidio. Tres grandes momentos tiene esta campaña infame: 1833 Juan Manuel Rosas, 1876 Adolfo Alsina, 1879 Julio Argentino Roca realiza la campaña en la Patagonia.

De Todos o de Nadie centra la obra en testimonios vivenciados en la campaña del desierto y en mitos y leyendas de los pueblos originarios de la Patagonia.

Pueblos desintegrados, vencidos, maltratos, separados y eslavizados todo eso tuvo que atravesar la comunidad mapuche, tehuelche, ranquel y otras comunidades que ocupaban el sur Argentino. Los hombres obligados a ser mano de obra barata, explotados en todos los sentidos, trabajando horas y separados de sus familias; los niños/as y las madres eran enviados al norte para que no se reproduzcan y sometidas a trabajar de sirvienta.

Una historia de mucho sufrimiento que merece ser recordada y no olvidarla, ya que es parte de nuestra cultura.

Hoy en día los sobrevivientes que son los hijos, los nietos de los pueblos originarios, solo quieren una cosa el reconocimiento que ellos son parte de esta nación que se creó en base de sangre derramada que costó la vida de mucha gente.

Ahora quiero resaltar las palabras de Rosa Pincol, mi maestra de mapudungún la lengua mapuche y la cual fue mi motor, para crear este unipersonal.

“Cada vez que voy a contar leyendas a las Escuelas me preguntan: ¿Tiene 100 años? ¿A dónde vive en una choza?

Todos creen que hemos muerto”

“Ni siquiera nos invitan a las colectividades, como si no fuéramos parte de esta cultura”

“Nos hicieron sentir vergüenza, nos obligaron a escondernos y ahora tan solo queremos reconocimiento”

“Hasta el día de hoy recuerdo, lo que me contaba mi madre que a ella no la dejaban salir afuera, porque iban a venir los blancos a cortarnos, las orejas, dedos y a los hombres el pene” “Los soldados pasaban por las casas, con un cura bendiciendo este genocidio y por cada indio muerto, como nos llamaban recibían una moneda”

Del sur de la Argentina al mundo entero

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