Читать книгу Destino Gijón - Susana Martín Gijón - Страница 5

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Sabía que ponerle los cuernos a mi mujer, tarde o temprano, me acabaría metiendo en un buen lío. Sin embargo, la consciencia de que estaba jugando con fuego no había bastado para contenerme, o al menos para ponerle freno a aquello antes de que se me fuera de las manos.

Y, definitivamente, se me ha ido de las manos. Porque lo que jamás alcancé a imaginar es que me vería en este tipo de lío.

Como en una pesadilla, las imágenes de lo que acabo de vivir se proyectan con macabra insistencia una y otra vez. Y al hacerlo, las piernas me fallan, el cuerpo entero me tiembla de forma incontrolable y mi respiración se entrecorta de nuevo.

Me santiguo de forma involuntaria, no sé ni por qué: hace años que no piso una iglesia y muchos más que dejé de creer, si es que alguna vez lo hice. Noto la taquicardia en aumento; llevo la mano al pecho y la dejo ahí, sosteniéndolo, como si con ello pudiera ralentizar mi corazón enloquecido. Me hablo a mí mismo en un susurro, despacio. Lo hago siempre que una situación me supera. Y esta se lleva la palma.

Rafa, tienes que tranquilizarte. Inspira. Espira. Infla el estómago, así, como te enseñó el profesor de yoga. Otra vez, despacio. Inspira… joder. No puedo. Joder, joder, joder. ¿Cómo ha podido pasar? Estoy acabado. ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Qué voy a hacer?

Destino Gijón

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