Читать книгу Abro el miedo - Teresa Orbegoso - Страница 11

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“… las glaciaciones existen, las glaciaciones existen,

el hielo del océano Ártico y el hielo del martín pescador;

las cigarras existen; chicoria, cromo

y el iris amarillo-cromo, el azul; el oxígeno

sobre todo; existen también los témpanos del océano Ártico,

el oso polar existe, marcado como una piel

con número de identidad existe, condenado a su vida;

y la zambullida mínima del martín pescador en los arroyos

de marzo azules de hielo existe, si existen los arroyos;

si el oxígeno en los arroyos existe, el oxígeno

sobre todo; existe sobre todo donde existe el sonido i

de las cigarras, sobre todo donde existe el cielo

de la chicoria como azul turquesa diluido

en agua, el sol amarillo-cromo, el oxígeno

sobre todo; claro que existirá, claro

que existiremos, el oxígeno que respiramos existe,

adonis, lantana existen, y el interior celestial

del lago; una ensenada encerrada

con unos pocos juncos existirá, un ibis existe,

y los movimientos de la mente insuflados en las nubes

existen como remolinos de oxígeno en lo más hondo de la Estigia

y dentro del paisaje de la sabiduría la luz glacial,

el hielo idéntico a la luz, y en lo más hondo

de la luz glacial la nada, viva, intensa,

como tu mirada a través de la lluvia; esta fina

lluvia persistente que estiliza la vida, donde como un gesto

las catorce retículas del cristal existen, los siete

sistemas cristalinos, tu mirada como en la mía,

e Ícaro, Ícaro desamparado existe;

Ícaro envuelto en las alas de cera derretidas

existe, Ícaro pálido como un cadáver

vestido de civil existe, Ícaro en lo más bajo donde

las palomas existen; los soñadores, las muñecas

existen; el cabello de los soñadores con los mechones

del cáncer arrancados, la piel de las muñecas sujeta

con alfileres, el hupe de los misterios; y las sonrisas

existen, los hijos de Ícaro blancos como corderos

a través de la luz gris, claro que existirán, claro

que existiremos, y el oxígeno sobre el crucifijo del oxígeno;

como escarcha existiremos, como viento existiremos

como el iris del arcoíris en las resplandecientes excrecencias

de la hierba del rocío, hierbas de la tundra; como pequeños

existiremos, tan pequeños como un poco de polen en la turba,

como un poco de virus en los huesos, tal vez como peste de agua,

tal vez como un poco de trébol, arveja, un poco de camomila

expulsada al paraíso de nuevo perdido; pero la oscuridad

es blanca, dicen los niños, la oscuridad del paraíso es blanca…”.

Alfabeto

INGER CHRISTENSEN

“Eso. Eso fue. Así empezó. Eso es. Continúa. Se mueve. Más allá. Nace. Deviene eso y eso y eso. Sigue más allá de eso. Deviene otra cosa. Deviene más. Combina otra cosa con más y sigue deviniendo otra cosa y más. Sigue más allá de eso. Deviene otra cosa diferente a otra cosa y más. Deviene algo. Algo nuevo. Algo incesantemente más nuevo. En el próximo ahora deviene tan nuevo como puede serlo cualquier cosa. Se pavonea. Pasea. Toca, es tocado. Atrapa material suelto. Va haciéndose más y más grande. Aumenta su seguridad al existir como más que él mismo, gana peso, adquiere velocidad, adquiere algo más en su velocidad, adelanta al otro, hace sufrir al otro, que se recoge, se absorbe, se le carga rápidamente con lo que llegó primero, que empezó tan aleatoriamente. Eso fue. Tan diferente ahora que ha empezado. Tan transformado. Ya una diferencia entre eso y eso porque nada es lo que fue. Ya tiempo entre eso y eso, entre aquí y allí, entre antes y ahora. Ya la extensión del espacio desde eso a otra cosa, a más, a algo, algo nuevo, como ahora, en este ahora, fue, como en este ahora es y seguirá siendo. Se mueve. Llena. Ya es lo suficientemente él mismo por dentro como para diferenciar entre exterior e interior. Juega, prueba fortuna, se arremolina. En lo exterior. Y se densifica en el interior”.

Eso

INGER CHRISTENSEN

Abro el miedo

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