Читать книгу Historia de Roma desde su fundación. Libros XLI-XLV - Tito Livio - Страница 6
LIBRO XLI SINOPSIS
ОглавлениеAÑO 178 a. C.
Roma: embajadas, triunfos, ataques de los tribunos al cónsul Manlio (6-7).
AÑO 177 a. C.
Elecciones. Levas. Prodigios. Ley Claudia de sociis (8-9).
Fin de la guerra en Histria. Liguria. Prodigios. Triunfo (10-13).
AÑO 176 a. C.
Elecciones. Asignación de provincias (14-15).
Muerte de un cónsul. Mútina. Cerdeña. Liguria. Muerte del otro cónsul (16-18).
AÑO 175 a. C.
Operaciones en Liguria. Bastarnas y dárdanos (19).
Retrato de Antíoco Epífanes (20).
AÑO 174 a. C.
Roma: provincias, epidemia, prodigios (21, 1-22, 3).
Grecia y Macedonia: discursos ante la asamblea de la Liga Aquea. Conflictos en Grecia (22, 4-25, 8).
Hispania: sublevación de los celtíberos (26).
Roma: censura de Fulvio Flaco y Postumio Albino. Triunfo de Apio Claudio (27, 1-28, 3).
AÑO 173 a. C.
Guerra en Histria
[1 ] … 1 Se decía que Epulón había armado al pueblo 2 al que su padre había mantenido en paz y que por ello gozaba de gran simpatía entre la juventud ansiosa de pillaje. Cuando el cónsul 3 reunió al consejo para tratar de la guerra de Histria, unos opinaban que había que comenzarla inmediatamente, antes de que el enemigo pudiera reunir tropas, y otros, que primero se debía consultar [2] al senado. Prevaleció el criterio de no aplazar la fecha. El cónsul partió de Aquilea e instaló el campamento a orillas del lago del Timavo 4 ; este lago está muy próximo al mar. También se trasladó hasta allí el duúnviro naval 5 Gayo Furio con diez navíos. Para hacer frente a la flota de los [3] ilirios se habían nombrado duúnviros navales, los cuales, con Ancona 6 como base, protegerían con veinte navíos las costas del mar superior 7 . Lucio Cornelio vigilaría la costa desde allí hacia la derecha hasta Tarento, y Gayo Furio hacia la izquierda hasta Aquilea. Dichas naves, con las de [4] transporte y abundante avituallamiento, fueron enviadas al puerto más próximo en los confines de Histria; el cónsul salió detrás con las legiones y estableció el campamento a unas cinco millas del mar. En el puerto se formó en poco [5] tiempo un mercado muy concurrido desde el que se transportaban al campamento mercancías de todas clases. Y, para hacerlo con mayor seguridad, se dispusieron puestos de guardia por todo el contorno del campamento. En dirección [6] a Histria se colocó, de servicio permanente, una cohorte enrolada en Placencia en una leva improvisada; entre el mar y el campamento, con la misión añadida de servir de protección a los que fueran a recoger agua al río, se dio orden a Marco Ebucio, tribuno militar de la segunda legión, de colocarse al frente de dos manípulos; los tribunos militares [7] Tito y Gayo Elio habían marchado al frente de la tercera legión por la carretera que conduce a Aquilea, para proteger [8] a los encargados de recoger forraje y leña. En esa misma dirección, a un millar de pasos aproximadamente, estaba el campamento de los galos; Catmelo, con el título de régulo, mandaba no más de tres mil hombres armados.
[2 ] Nada más trasladarse el campamento romano al lago del Timavo, los histros, a su vez, se situaron en una posición [2] escondida detrás de una colina, y desde allí, por caminos transversales, seguían la marcha de la columna atentos a cualquier oportunidad, y no les pasaba inadvertido nada de [3] lo que se hacía en tierra o en el mar. En cuanto se percataron de que eran débiles los puestos de delante del campamento y de que el mercado era frecuentado por una masa de gente desarmada que traficaba entre el campamento y el mar sin asomo de protección terrestre o marítima, atacaron simultáneamente a dos destacamentos, el de la cohorte placentina y [4] el de los manípulos de la segunda legión. La bruma matinal había servido de cobertura a su intento. Al disiparse ésta con los primeros rayos del sol, esa claridad relativamente nítida pero aún incierta, que suele multiplicar ante los ojos la apariencia de todos los objetos, confundió también en esta ocasión a los romanos, haciéndoles ver un ejército enemigo [5] mucho más numeroso de lo que era en realidad. Aterrados por esta visión, los soldados de los dos puestos, en tremendo desorden, corrieron a refugiarse al campamento, donde provocaron un pánico mucho mayor que el que traían consigo. [6] Y es que eran incapaces de decir por qué habían huido, así como de responder a los que les hacían preguntas. Además se oían gritos en las puertas, dado que no había ningún puesto de guardia para frenar un ataque, y, por otra parte, los que corrían en la oscuridad, tropezando unos con otros, hacían que se dudara si el enemigo no estaría ya dentro de [7] la empalizada. Sólo se oían los gritos de los que exclamaban «¡al mar!». Esta exclamación, lanzada quizás irreflexivamente por uno solo, resonaba aquí y allá por todo el campamento. Y así, como si se les hubiera dado esa orden, corren hacia el [8] mar, armados unos y sin armas la mayoría, primero unos pocos, después más, y por último casi todos, incluido el propio cónsul, que había intentado en vano hacer volver a los que huían sin que sirvieran de nada ni sus órdenes, ni su autoridad, ni, en última instancia, sus súplicas. Sólo se [9] quedó Marco Licinio Estrabón, tribuno militar de la segunda legión, al que se había dejado allí con tres manípulos de su legión. Los histros, que habían asaltado el campamento sin encontrar ninguna otra resistencia armada, cayeron sobre él cuando se encontraba en el pretorio organizando y arengando a sus hombres. La lucha fue más encarnizada de lo que [10] correspondía al reducido número de defensores, y no finalizó hasta que murieron el tribuno militar y los que se habían agrupado en torno a él. Tras derribar la tienda pretoria y [11] saquear cuanto allí había, los enemigos llegaron hasta la tienda del cuestor, el foro y la vía Quintana. Al encontrar allí [12] preparadas y al alcance de la mano abundantes provisiones de todas clases y los lechos dispuestos en la tienda del cuestor, el régulo se acomodó y se dispuso a banquetear. En [13] seguida hacen lo propio todos los demás, olvidándose de las armas y de los enemigos, y, como es lógico en quienes no estaban acostumbrados a una alimentación tan generosa, cargan sus estómagos de vino y comida con gran avidez.
Completamente distinto era el aspecto que ofrecía en [3 ] esos momentos la situación entre los romanos: tanto en tierra como en el mar cunde el desconcierto; los marineros desmontan las tiendas y llevan a las naves precipitadamente las provisiones depositadas en la orilla; los soldados, aterrados, [2] se lanzan a las lanchas y al mar. Los miembros de la tripulación, por miedo a que se sobrecarguen las embarcaciones, tan pronto cierran el paso a la multitud como impulsan [3] las naves mar adentro alejándolas de la orilla. Ello da pie a que se produzcan riñas y, al poco, incluso combates entre soldados y marineros con heridos y muertos por ambas partes, hasta que por orden del cónsul fue alejada de tierra la flota. Después se puso a separar a los que estaban desarmados [4] de los que tenían armas. De tantos como eran, apenas se encontraron mil doscientos que conservaran las armas y un número muy reducido de jinetes que hubieran llevado consigo su caballo; el resto era una masa desorganizada, como si se tratara de vivanderos y porteadores, que habría sido un botín seguro si los enemigos se hubieran acordado [5] de la guerra. Por fin se envió entonces un mensajero a llamar a la tercera legión y al destacamento de galos, y desde todas partes al mismo tiempo se emprendió la vuelta para [6] recuperar el campamento y borrar la ignominia. Los tribunos militares de la tercera legión dan orden de arrojar al suelo el forraje y la leña, y ordenan a los centuriones que hagan montar en cada una de las acémilas liberadas de su carga a dos de los soldados de mayor edad, y a los jinetes, que cada uno suba a su grupa a uno de los infantes más jóvenes: la [7] gloria de su legión será extraordinaria si con su valor reconquistan el campamento perdido por el miedo de la segunda legión; y no es difícil recuperarlo cayendo por sorpresa sobre los bárbaros enfrascados en el botín; es posible [8] quitárselo igual que ellos lo tomaron. La arenga fue acogida con el mayor entusiasmo por parte de los soldados. Hacen avanzar las enseñas a toda prisa, y los hombres armados no hacen esperar a los abanderados. No obstante, los primeros en llegar a la empalizada fueron el cónsul y las tropas a las [9] que se había hecho volver desde el mar. Lucio Acio, primer tribuno de la segunda legión, arengaba a sus soldados y [10] además les hacía ver que, si los histros victoriosos tuvieran intención de retener el campamento conquistado con las mismas armas con que lo habían tomado, en primer lugar habrían perseguido hasta el mar al enemigo despojado del campamento, y luego al menos habrían colocado puestos de guardia delante de la empalizada; lo más probable era que estuviesen tumbados, en el sopor del vino y el sueño.
Tras esto ordenó a su abanderado Aulo Beculonio, [4 ] hombre de reconocido valor, que avanzase con su enseña. Éste [2] dijo que él se encargaría, sólo con que lo siguieran, de que la acción fuese más rápida, y, después de lanzar la enseña con todas sus fuerzas al otro lado de la empalizada, cruzó la puerta el primero. Entretanto, llegan por el otro lado con la [3] caballería Tito y Gayo Elio, tribunos militares de la tercera legión. Inmediatamente detrás llegan los que habían montado en las acémilas de dos en dos, así como el cónsul con toda su columna. En cuanto a los histros, unos pocos, los que habían [4] bebido con moderación, pensaron en la huida; los demás pasaron directamente del sueño a la muerte, y los romanos recuperaron íntegras todas sus pertenencias, salvo el vino y la comida que se había consumido. Por su parte, los soldados [5] enfermos que habían quedado en el campamento, en cuanto se percataron de la presencia de los suyos dentro de la empalizada, cogieron armas y causaron una gran carnicería. Sobresaliente entre todas fue la actuación del jinete Gayo [6] Popilio, cuyo sobrenombre era Sabelón. Abandonado a causa de una herida en un pie, fue él, con mucho, quien mató mayor número de enemigos. Se dio muerte a unos ocho [7] mil histros; no se cogió prisionero a ninguno, porque la rabia y la indignación hicieron que no se pensara en el botín. No obstante, el rey de los histros fue aupado a toda prisa sobre un caballo por los suyos, borracho a consecuencia del banquete, y escapó. De los vencedores murieron doscientos [8] treinta y siete soldados, un número mayor en la huida de la mañana que en la recuperación del campamento.
[5 ] Casualmente ocurrió que Gneo y Lucio Gavilio Novelo, de Aquilea, cuando llegaban con el avituallamiento, estuvieron a punto de caer, en su ignorancia, en el campamento [2] tomado por los histros. Abandonando los bagajes, huyeron en dirección a Aquilea, sembrando la alarma y la confusión por todas partes, no sólo en Aquilea sino incluso en Roma [3] pocos días después. Aquí se anunció no sólo la huida y la toma del campamento por parte del enemigo, lo cual era cierto, sino el desastre total y la aniquilación completa del [4] ejército. Por consiguiente, como es habitual en los casos de emergencia, se decretó una movilización extraordinaria tanto en Roma como en toda Italia. Se enrolaron dos legiones de ciudadanos romanos y se exigieron a los aliados de derecho latino diez mil soldados de a pie y quinientos de a caballo. [5] El cónsul Marco Junio 8 recibió instrucciones para que se desplazara a la Galia y exigiera a las ciudades de aquella provincia cuantas tropas pudiera suministrar cada una de [6] ellas. Al mismo tiempo se dispuso que el pretor Tiberio Claudio 9 , mediante un edicto, ordenase que los soldados de la cuarta legión y cinco mil aliados de derecho latino, junto con doscientos cincuenta jinetes, se concentrasen en Pisa, y que protegiese esta provincia durante la ausencia del cónsul; [7] el pretor Marco Titinio ordenaría que se concentrase en Arímino la primera legión y un número igual de aliados de [8] infantería y de caballería. Nerón partió hacia Pisa, su provincia, en uniforme de campaña. El tribuno militar Gayo Casio 10 fue enviado a Arímino para tomar el mando de la [9] legión, y Titinio llevó a cabo el reclutamiento en Roma. El cónsul Marco Junio, después de trasladarse del territorio de los lígures a la provincia de la Galia y de exigir contingentes de tropas auxiliares a las ciudades de la Galia y soldados a las colonias, llegó a Aquilea. Una vez allí, e informado de que [10] el ejército se encontraba sano y salvo, escribió una carta a Roma para que se tranquilizasen los ánimos, y, después de despedir a los auxiliares que había recabado de los galos, marchó a reunirse con su colega. La inesperada noticia [11] produjo gran alegría en Roma; se interrumpió la leva, se licenció a los que habían prestado juramento militar y se envió a casa al ejército que se encontraba en Arímino afectado por una epidemia. Los histros estaban acampados, con un [12] fuerte contingente de tropas, no lejos del campamento del cónsul; cuando se enteraron de que había llegado el otro cónsul con un nuevo ejército, se dispersaron por todas partes en dirección a sus ciudades. Los cónsules llevaron de nuevo sus legiones a Aquilea, a los cuarteles de invierno.
Roma: embajadas, triunfos, ataque de los tribunos al cónsul Manlio
Apaciguada al fin la revuelta de los histros, [6 ] el senado dispuso mediante decreto que los cónsules decidieran de mutuo acuerdo cuál de ellos volvía a Roma para presidir los comicios. Los tribunos de la plebe, Aulo [2] Licinio Nerva y Gayo Papirio Turdo, fustigaban en las asambleas a Manlio, ausente, y presentaron una proposición de ley para que no se le prorrogara el mando a Manlio más allá del quince de marzo 11 —pues ya les había sido prorrogado por un año a los cónsules el gobierno de las provincias—, con el objeto de que pudiera ejercer su defensa inmediatamente después de dejar el cargo; [3] su colega Quinto Elio puso el veto a esta proposición de ley, [3] y a costa de ímprobos esfuerzos consiguió que no fuera aprobada.
[4] Por aquellas fechas regresaron de Hispania a Roma [4] Tiberio Sempronio Graco 12 y Lucio Postumio Albino 13 , y el pretor Marco Titinio hizo que el senado les diera audiencia en el Templo de Belona para que hicieran una exposición de las operaciones que habían llevado a cabo y solicitaran los honores merecidos y para que se honrara a los dioses inmortales.
[5] Por la misma época, mediante una carta del pretor Tito [5] Ebucio 14 que su hijo había traído al senado, se tuvo conocimiento [6] de que también en Cerdeña había graves desórdenes 15 . [6] Los ilienses 16 , con la ayuda de tropas auxiliares proporcionadas por los bálaros, habían invadido aquella provincia pacificada, y no era posible hacerles frente dada la debilidad [7] del ejército, diezmado, además, por una epidemia. Los embajadores [7] de los sardos confirmaban estas noticias y pedían ayuda al senado al menos para las ciudades, pues los campos había que darlos ya por perdidos. Esta embajada, así como todo lo que hacía referencia a Cerdeña, fue remitida a los nuevos magistrados.
No menos lamentable fue la embajada enviada por los [8] licios, que se quejaban de la crueldad de los rodios, a los que habían sido asignados por Lucio Cornelio Escipión 17 : habían [9] estado bajo el dominio de Antíoco, pero, comparada con su situación de ahora, aquella esclavitud bajo el rey parecía una libertad extraordinaria. No sólo sentían la opresión de su poder en las relaciones oficiales, sino que individualmente sufrían una esclavitud sin paliativos; sus mujeres y sus hijos [10] eran maltratados; se descargaban golpes sobre sus cuerpos, sobre sus espaldas; se mancillaba y deshonraba su buen nombre, cosa inadmisible; y además, se perpetraban sin rebozo acciones odiosas para hacer prevalecer los propios derechos, para que tuvieran claro que no había ninguna diferencia entre ellos y los esclavos comprados con dinero. [11] Impresionado por estos detalles, el senado entregó a los licios una carta para los rodios manifestando su desacuerdo con que los licios estuvieran reducidos a esclavitud por los rodios, o nadie, nacido libre, por cualquier otro; los licios estaban bajo la tutela y la protección de los rodios de la misma manera que las ciudades aliadas estaban bajo la autoridad del pueblo romano.
Después se celebraron consecutivamente dos triunfos [7 ] sobre los hispanos. Sempronio Graco celebró primero el suyo sobre los celtíberos y sus aliados, y al día siguiente lo celebró [2] Lucio Postumio sobre los lusitanos y otros hispanos de la misma región. Graco llevó en su desfile cuarenta mil libras de plata, y Albino veinte mil. Uno y otro repartieron entre [3] los soldados veinticinco denarios por cabeza, el doble a los centuriones y el triple a los jinetes, y a los aliados la misma suma que a los romanos.
[4] Coincidió que por las mismas fechas llegó a Roma procedente de Histria el cónsul Marco Junio para la celebración [5] de los comicios. Los tribunos de la plebe, Papirio y Licinio, después de agobiarlo en el senado con preguntas acerca de los hechos ocurridos en Histria, lo llevaron también ante la [6] asamblea del pueblo. Como el cónsul, ante estas preguntas, respondía que él no había estado más que once días en dicha provincia y que de lo ocurrido durante su ausencia también [7] él, igual que ellos, se había enterado por referencias; ellos, entonces, proseguían preguntando por qué, en tal caso, no había venido más bien Aulo Manlio a Roma para explicar al pueblo romano por qué se había desplazado hasta Histria desde la Galia, la provincia que le había correspondido en el [8] sorteo. ¿Cuándo había decretado el senado aquella guerra, cuándo la había ordenado el pueblo romano? Pero, ¡por Hércules!, aun habiendo sido emprendida, sin duda, por una decisión de carácter privado, la guerra, no obstante, [9] habría sido conducida con sensatez y valor. ¡Todo lo contrario! No se podía decir si había sido más desacertada la decisión de emprenderla o más imprudente la manera de hacerla. Dos puestos de guardia sorprendidos y aplastados por los histros; el campamento romano tomado; los soldados de infantería y caballería que había en el campamento hechos [10] trizas; los demás, desarmados y en desorden, y el propio cónsul el primero, habían huido hacia el mar, a las naves. De estos hechos venía a dar cuenta como ciudadano privado cuando no había querido hacerlo como cónsul.
Elecciones. Levas. Prodigios. Ley Claudia de sociis
A continuación se celebraron los [8 ] comicios. Resultaron elegidos cónsules 18 Gayo Claudio Pulcro 19 y Tiberio Sempronio Graco. Y al día siguiente fueron elegidos pretores Publio Elio Tuberón por segunda vez, Gayo Quincio Flaminino, Gayo Numisio, Lucio Mumio, Gneo Cornelio Escipión y Gayo Valerio Levino. [2] Correspondió a Tuberón la jurisdicción urbana, la peregrina a Quincio, Sicilia a Numisio, y a Mumio Cerdeña, pero esta última, debido a la importancia de la guerra, pasó a ser provincia consular. Escipión y Levino obtuvieron en el sorteo la Galia, [3] dividida en dos provincias. El 15 de marzo, fecha en que [4] Sempronio y Claudio entraron en funciones como cónsules, sólo se hizo mención a las provincias de Cerdeña y de Histria y a los enemigos que habían provocado la guerra en una y otra. Al día siguiente se presentaron en el senado los [5] embajadores de los sardos, cuya audiencia había quedado aplazada a la espera de los nuevos magistrados, así como Lucio Minucio Termo 20 , que había sido legado del cónsul Manlio en Histria. El senado fue informado por ellos acerca de la importancia de la guerra que había en aquellas provincias.
También hicieron su efecto en el senado las delegaciones [6] de los aliados de derecho latino, que, después de agobiar a los censores y cónsules precedentes, finalmente fueron introducidas en el senado 21 . Sus quejas se circunscribían básicamente [7] al hecho de que muchos conciudadanos suyos censados en Roma habían emigrado a ella, Si se toleraba esta práctica, en pocos lustros iba a ocurrir que sus ciudades despobladas y sus campos abandonados no estarían en condiciones de [8] aportar ningún soldado. Por su parte, los samnitas y los pelignos se quejaban de que a ellos los habían dejado cuatro mil familias para trasladarse a Fregelas 22 , y que, a pesar de ello, no era menor el contingente de soldados que tenían que [9] aportar en los reclutamientos tanto unos como otros. El caso es que los particulares habían puesto en práctica dos clases de trampas para cambiar de ciudad. La ley permitía a los aliados de derecho latino que dejaban descendientes varones en su lugar de residencia pasar a ser ciudadanos romanos. A fuerza de acogerse abusivamente a esta ley, unos perjudicaban a los aliados y los otros al pueblo romano, [10] pues, por una parte, para no dejar descendientes en su país, entregaban a sus hijos como esclavos a cualquier romano con la condición de que fueran manumitidos y se convirtieran en ciudadanos al ser libertos, y, por otra, los que no tenían descendencia que dejar … 23 se convertían en ciudadanos [11] romanos. Posteriormente, despreciando incluso estas ficciones jurídicas, sin tener en cuenta la ley, sin dejar descendencia, accedían indiscriminadamente a la ciudadanía romana por [12] la vía de la inmigración y el censo. Los delegados pedían que esto no siguiese ocurriendo y que se diese orden a los aliados de volver a sus ciudades, y en segundo lugar que se tomasen medidas legales para evitar que nadie adoptase o cediese a nadie en adopción con vistas a un cambio de ciudadanía; y que si alguien se hacía ciudadano romano por este procedimiento, que no adquiriese tal condición. Consiguieron del senado estas demandas.
Después fueron asignadas a los cónsules por decreto las [9 ] provincias que estaban en guerra, Cerdeña e Histria. Para [2] Cerdeña se ordenó el reclutamiento de dos legiones de cinco mil doscientos infantes y trescientos jinetes cada una, y de doce mil aliados y latinos de infantería y seiscientos de caballería, así como diez quinquerremes si el cónsul quería sacarlas de los varaderos. Para Histria se decretó el mismo [3] contingente de infantería y de caballería que para Cerdeña. También recibieron instrucciones los cónsules para enviar a Hispania a Marco Titinio una legión con trescientos jinetes, y cinco mil aliados de infantería y doscientos cincuenta de caballería. Antes de que los cónsules sortearan sus provincias [4] se anunciaron prodigios: en territorio crustumino había caído [5] del cielo una piedra sobre el bosque sagrado de Marte; en territorio romano había nacido un niño con el cuerpo mutilado, y había sido vista una serpiente con cuatro patas; en Capua habían sido alcanzados por el rayo muchos edificios del foro, y en Putéolos habían ardido dos naves por la caída de rayos. Mientras llegaban estas noticias, en la propia [6] Roma, en pleno día, fue perseguido un lobo que había entrado por la puerta Colina y se escapó por la puerta Esquilina seguido por un gran tropel de gente. Con motivo [7] de estos prodigios los cónsules sacrificaron víctimas adultas y se celebró un día de rogativas en todos los altares. Una vez [8] celebrados ritualmente los sacrificios, sortearon las provincias, correspondiendo Histria a Claudio y Cerdeña a Sempronio.
[9] Después, en virtud de un decreto del senado, Gayo Claudio presentó una ley referente a los aliados y promulgó un edicto a tenor del cual los aliados de derecho latino que hubieran sido censados, ellos o sus ascendientes, entre los aliados de derecho latino durante la censura de Marco Claudio y Tito Quincio 24 o posteriormente, deberían retornar [10] cada cual a su ciudad antes del día primero de noviembre. El pretor Lucio Mumio quedó encargado, por decreto, de investigar a los que, encontrándose en esas circunstancias, no lo hiciesen así. A la ley y al edicto del cónsul se añadió un [11] senadoconsulto según el cual si ante quien entonces o en el futuro fuese dictador, cónsul, interrey, censor o pretor en ejercicio, se reivindicaba la libertad de alguien que iba a ser manumitido, quien efectuaba la manumisión juraría que no lo hacía con vistas a un cambio de ciudadanía; quedó decidido que no se llevaría a efecto una manumisión de alguien a [12] propósito del cual no se prestase dicho juramento. Éstas fueron las medidas cautelares adoptadas para el futuro, y siendo instados por un edicto del cónsul Gayo Claudio … 25 fue asignada a Claudio.
Fin de la guerra en Histria. Liguria. Prodigios. Triunfo
[10 ] Mientras ocurría esto en Roma, los cónsules del año anterior, Marco Junio y Aulo Manlio, después de pasar el invierno en Aquilea entraron con sus ejércitos en el territorio de los histros a principios de la [2] primavera. Cuando estaban devastándolo en un amplio espacio, el dolor y la indignación al ver que eran depredadas sus posesiones, más que la seguridad de contar con fuerzas suficientes para hacer frente a los dos ejércitos, hicieron [3] reaccionar a los histros. Con los jóvenes que acudieron de todos sus pueblos se reunió un improvisado ejército de emergencia que combatió lanzando un primer ataque más [4] impetuoso que sostenido. Cerca de cuatro mil de ellos fueron muertos en el campo de batalla; los demás, abandonando la contienda, huyeron en todas direcciones hacia sus ciudades. Desde allí enviaron al campamento romano primeramente comisionados para pedir la paz y después los rehenes que les [5] fueron exigidos. Cuando en Roma se tuvo conocimiento de estos hechos por una carta de los procónsules, el cónsul Gayo Claudio, temiendo que estos acontecimientos lo dejaran sin provincia y sin ejército, salió de noche, sin pronunciar los votos, sin los lictores en uniforme de campaña, sin informar a nadie más que a su colega, y se fue precipitadamente a su provincia; y allí su forma de actuar fue más [6] irreflexiva aún que su llegada. En efecto, después de convocar asamblea de soldados, echó en cara a Aulo Manlio su huida del campamento mientras los soldados lo escuchaban con hostilidad porque precisamente ellos habían sido los primeros en huir, cubrió de duros reproches a Marco Junio por haberse hecho cómplice del deshonor de su colega, y por último ordenó que abandonasen la provincia tanto uno [7] como otro. A esto replicaron ellos que obedecerían la orden del cónsul cuando éste, de acuerdo con la costumbre de los antepasados, saliese de Roma con sus lictores revestidos con el uniforme de campaña y después de pronunciar los votos [8] en el Capitolio. Entonces él, fuera de sí de cólera, llamó al que hacía las funciones de cuestor de Manlio y le pidió unas cadenas, amenazando con enviar a Junio y a Manlio a [9] Roma encadenados. También aquél hizo caso omiso de la orden del cónsul; además, los soldados, colocándose a su alrededor, manifestando su apoyo a la causa de sus generales y su hostilidad al cónsul, les daban mayores ánimos para [10] desobedecer. Finalmente, harto de las ofensas individuales y las burlas colectivas —pues encima se reían de él— regresó [11] a Aquilea en la misma nave en la que había venido. Desde allí escribió a su colega para que mediante un edicto ordenase la concentración en Aquilea del contingente de nuevos soldados reclutados para la provincia de Histria, y así nada lo retendría en Roma impidiéndole salir de la ciudad en uniforme [12] militar una vez pronunciados los votos. Su colega cumplió con toda deferencia estas instrucciones, y se fijó la [13] concentración para una fecha próxima. Casi detrás de la carta llegó Claudio. Después de celebrar a su llegada una asamblea dedicada a Manlio y Junio, sin demorarse en Roma más de tres días, con sus lictores en uniforme de campaña y tras pronunciar los votos en el Capitolio, partió hacia su provincia con la misma celeridad y precipitación que la vez anterior.
[11 ] Pocos días antes, Junio y Manlio habían comenzado un durísimo asedio a la plaza de Nasatio 26 , en la que se habían refugiado los jefes de los histros y el propio régulo Epulón. [2] Claudio condujo allí a las legiones nuevas, licenciando previamente al ejército veterano junto con sus jefes; dirigió personalmente el cerco de la plaza, disponiéndose a atacarla [3] con manteletes, y desvió el río que discurría a lo largo de las murallas y constituía un obstáculo para los atacantes mientras que a los histros les facilitaba el abastecimiento de agua, haciéndolo derivar por un nuevo cauce tras muchos días de [4] trabajo. Este prodigio que les cortaba el agua aterrorizó a los bárbaros, pero ni siquiera entonces pensaron en la paz; se dedicaron a dar muerte a sus mujeres e hijos, y además, para que tan horrible acción sirviera de espectáculo al enemigo, los arrojaban desde las murallas después de degollarlos a la vista de todos. En medio de los lamentos de [5] las mujeres y los niños simultaneados en la horrible carnicería, los soldados franquearon la muralla y penetraron en la plaza. Cuando el rey, por los gritos de espanto de los fugitivos, [6] se dio cuenta de que ésta estaba tomada, se atravesó el pecho con la espada para que no lo cogieran vivo; los demás fueron capturados o muertos. A continuación se tomaron [7] por asalto dos plazas, Mutila y Faveria 27 . El botín fue [8] mayor de lo que cabía esperar tratándose de un pueblo sin muchos recursos, y fue entregado a los soldados en su totalidad. Cinco mil seiscientos treinta y dos prisioneros fueron vendidos como esclavos. Los promotores de la guerra fueron azotados con las varas y decapitados. Toda Histria [9] quedó pacificada con la destrucción de las tres plazas y la muerte del rey, y todos los pueblos, en todas partes, entregaron rehenes y se sometieron.
Nada más finalizar la guerra de Histria comenzaron los [10] lígures a celebrar reuniones con vistas a una guerra.
El procónsul Tiberio Claudio, que el año precedente había [12 ] sido pretor, tenía el mando en Pisa con una guarnición de una sola legión. El senado, informado por una carta suya, [2] decide remitir esta misma carta a Gayo Claudio —pues el otro cónsul se había trasladado ya a Cerdeña— adjuntando [3] el decreto de que, si lo tiene a bien, traslade a su ejército al territorio de los lígures, ya que su misión en Histria está cumplida. Al mismo tiempo, a tenor de la carta que el cónsul [4] había remitido informando de las operaciones llevadas a cabo en Histria, se decretaron dos días de acción de gracias. También el otro cónsul, Tiberio Sempronio, desarrolló en [5] Cerdeña una campaña coronada por el éxito. Penetró con su ejército en el territorio de los sardos ilienses. A los ilienses les habían llegado importantes refuerzos de los bálaros; contra los dos pueblos libró una batalla campal. Los enemigos fueron derrotados, puestos en fuga y despojados del campamento, [6] siendo muertos doce mil hombres armados. Al día siguiente el cónsul dio orden de apilar en un montón las armas recogidas y las quemó como ofrenda votiva a Vulcano. [7] Llevó al ejército victorioso de vuelta a los cuarteles de invierno de las ciudades aliadas. Por su parte, Gayo Claudio, cuando recibió la carta de Tiberio Claudio y el decreto del [8] senado, trasladó sus legiones de Histria a Liguria. Los enemigos habían avanzado por la llanura y tenían su campamento junto al río Escultena 28 . Allí se combatió en batalla campal contra ellos. Fueron muertos quince mil y cayeron prisioneros más de setecientos durante la batalla o en el campamento —pues también éste fue tomado al asalto—, y [9] se capturaron cincuenta y una enseñas militares. Los lígures supervivientes a la matanza se refugiaron en las montañas, y el cónsul no encontró en ninguna parte resistencia armada alguna al saquear las tierras del llano en todas direcciones. [10] Claudio, vencedor de dos pueblos en un solo año, regresó a Roma habiendo pacificado dos provincias durante su consulado, cosa que rara vez había hecho algún otro.
[13 ] Prodigios anunciados aquel año: en territorio crustumino, un ave, la que llaman «sancual» 29 , había deshecho una piedra [2] sagrada con el pico; en Campania había hablado una vaca; en Siracusa, un toro bravo que se había separado de la manada, había cubierto a una vaca de bronce derramando sobre ella su semen. En territorio crustumino se celebró un [3] día de rogativas en el lugar del prodigio; en Campania, la vaca fue entregada para su alimentación a expensas del Estado, y el prodigio de Siracusa fue expiado una vez que los arúspices determinaron a qué dioses se harían las rogativas.
Aquel año falleció el pontífice Marco Claudio Marcelo, [4] que había sido cónsul y censor; lo sustituyó en el pontificado su hijo Marco Marcelo 30 . También aquel año se fundó en Luna 31 una colonia de dos mil ciudadanos romanos. La fundaron [5] los triúnviros Publio Elio, Marco Emilio Lépido y Gneo Sicinio 32 ; se asignaron a cada colono cincuenta y una yugadas y media de tierra. Este territorio había sido arrebatado a los lígures, y antes que a éstos había pertenecido a los etruscos.
Llegó a Roma el cónsul Gayo Claudio. Dio cuenta en el [6] senado de las operaciones llevadas a cabo con éxito en Histria, solicitó el triunfo y éste le fue concedido. Ocupaba [7] aún el cargo cuando triunfó sobre los dos pueblos al mismo tiempo. Aportó en dicho triunfo trescientos siete mil denarios y ochenta y cinco mil setecientos dos victoriados 33 . A cada soldado le fueron entregados quince denarios, a los centuriones el doble y a los jinetes el triple. A los aliados se les [8] entregó la mitad menos que a los ciudadanos, de ahí que desfilaran en silencio detrás del carro triunfal, para dejar patente su malestar.
Elecciones. Asignación de provincias
[14 ] Mientras se celebraba este triunfo sobre los lígures, éstos, al percatarse de que no sólo había sido llevado a Roma el ejército [2] del cónsul sino que además Tiberio Claudio había licenciado a su legión en Pisa, libres de temores movilizaron en secreto un ejército, bajaron al llano después de cruzar las montañas por caminos transversales, devastaron el territorio de Mútina y tomaron la propia [3] colonia en un asalto por sorpresa. Cuando se supo en Roma esta noticia, el senado dispuso que el cónsul Gayo Claudio convocara cuanto antes los comicios y que, una vez proclamados los magistrados del año siguiente, regresara a su [4] provincia y arrebatara la colonia a los enemigos. Así, tal como el senado había decidido, se celebraron los comicios. Resultaron elegidos cónsules 34 Gneo Cornelio Escipión Híspalo [5] y Quinto Petilio Espurino. Después fueron elegidos pretores Marco Popilio Lenate 35 , Publio Licinio Craso 36 , Marco Cornelio Escipión 37 , Lucio Papirio Masón, Marco [6] Aburio y Lucio Aquilio Galo. Al cónsul Gayo Claudio le fueron prorrogados por un año el mando y la provincia de la Galia; y, en prevención de que los histros hicieran lo mismo que los lígures, se dispuso que enviase a Histria a los aliados de derecho latino que había sacado de la provincia con motivo del triunfo.
[7] Cuando los cónsules Gneo Cornelio y Quinto Petilio, al día siguiente de tomar posesión de su cargo, sacrificaron, como es habitual, un buey a Júpiter cada uno de ellos, en la víctima que inmoló Quinto Petilio no se encontró la protuberancia del hígado. Cuando informó de ello al senado recibió orden de sacrificar bueyes hasta obtener un presagio favorable. Consultado luego el senado acerca de las provincias, [8] asignó por decreto a los cónsules Pisa y Liguria como provincias, y dispuso que aquel a quien hubiese correspondido [9] la provincia de Pisa volviese para los comicios cuando llegase el momento de elegir magistrados. El decreto disponía [10] además que cada uno de ellos alistase dos nuevas legiones y trescientos jinetes y exigiese a los aliados y latinos diez mil infantes y seiscientos jinetes. A Tiberio Claudio le fue prorrogado [11] el mando hasta el momento de la llegada del cónsul a la provincia.
Mientras se debatían estas cuestiones en el senado, Gneo [15 ] Cornelio, llamado por un ujier, salió del recinto y volvió poco después, demudado el semblante, explicando a los padres conscriptos que el hígado de un buey sescenario 38 que había sacrificado estaba deshecho. Como no había dado [2] mucho crédito al victimario que se lo había comunicado, él mismo había mandado vaciar el agua del recipiente donde se hervían las vísceras y había comprobado que, mientras el resto de las vísceras estaba intacto, el hígado estaba completamente descompuesto por una inexplicable putrefacción. La [3] inquietud de los senadores, aterrados por aquel prodigio, se vio además avivada cuando el otro cónsul dijo que no había obtenido presagios favorables después de sacrificar tres bueyes, porque a todos les faltaba la protuberancia del hígado. El senado dispuso que continuasen los sacrificios de víctimas [4] adultas hasta obtener un resultado favorable. Según cuentan, se obtuvieron presagios favorables de todos los dioses, pero Petilio no lo obtuvo de la Salud. Después sortearon las [5] provincias los cónsules y los pretores. A Gneo Cornelio le tocó en suerte Pisa, y a Petilio los lígures. En cuanto a los pretores, a Lucio Papirio Masón le tocó la pretura urbana y a Marco Aburio la peregrina, a Marco Cornelio Escipión Maluginense la Hispania ulterior, y Sicilia a Lucio Aquilio [6] Galo. Dos de ellos pidieron no ir a sus provincias: Marco Popilio a Cerdeña, basándose en que estaba Graco pacificando esta provincia y el senado le había asignado al pretor [7] Tito Ebucio como colaborador, pues no era en absoluto conveniente interrumpir la marcha de unas operaciones en [8] cuyo desarrollo es muy eficaz precisamente la continuidad, ya que mientras dura el traspaso de poderes y la bisoñez del sucesor, obligado a entrar en conocimiento de las situaciones antes de actuar, a menudo se pierden oportunidades de llevar a buen fin las empresas. Se dieron por buenas las [9] razones aducidas por Popilio. Y Publio Licinio alegaba como excusa que su obligación de hacer los sacrificios solemnes le impedía marchar a la provincia; le había correspondido [10] la Hispania citerior. Pero se le dio orden de partir o bien jurar ante la asamblea que se lo impedía un sacrificio solemne. Cuando se adoptó esta decisión en el caso de Publio Licinio, Marco Cornelio pidió que también a él se le permitiera prestar juramento para no ir a la Hispania ulterior. [11] Los dos pretores prestaron juramento utilizando la misma fórmula. Los procónsules Marco Titinio y Tito Fonteyo recibieron instrucciones de permanecer en Hispania con los mismos derechos de mando, y se dispuso que se les enviaría un refuerzo de tres mil ciudadanos romanos y doscientos jinetes, así como cinco mil aliados de derecho latino y trescientos jinetes.
Muerte de un cónsul. Mútina. Cerdeña. Liguria. Muerte del otro cónsul
El día cinco de mayo se celebraron las [16 ] Ferias Latinas; durante éstas surgieron escrúpulos religiosos porque el magistrado de Lanuvio, al sacrificar una víctima, no había orado por el pueblo romano de los Quirites. Informado de ello el senado remitió [2] el asunto al colegio pontifical, y los pontífices decidieron que se repitiesen las Ferias Latinas porque no se habían celebrado en la forma debida, y que los lanuvinos, ya que había que repetirlas por causa suya, aportasen las víctimas. A los escrúpulos religiosos se había sumado la circunstancia [3] de que el cónsul Cornelio se cayó cuando volvía del monte Albano, sufrió una parálisis parcial, se trasladó por ello a las Aguas de Cumas 39 , la enfermedad se agravó y falleció en Cumas. Pero se trasladaron de allí a Roma sus restos mortales, [4] se le hizo un espléndido funeral y recibió sepultura. También [5] había sido pontífice 40 . El cónsul Quinto Petilio recibió orden de celebrar los comicios para la elección del colega sustituto en cuanto lo permitieran los auspicios y de fijar la fecha de las Ferias Latinas; señaló para los comicios la fecha del tres de agosto, y para las Ferias Latinas el once del mismo mes. [6] Embargados como estaban los ánimos por los temores religiosos, llegaron también noticias de prodigios: en Túsculo se había visto un cometa en el cielo; en Gabios el templo de Apolo y numerosos edificios privados y en Graviscas 41 la muralla y una puerta habían sido alcanzados por el rayo. Los senadores dispusieron que se expiasen estos prodigios de acuerdo con el dictamen de los pontífices.
[7] Mientras los cónsules eran retenidos primero por las cuestiones religiosas y después uno de ellos por la muerte del otro y por los comicios y la repetición de las Ferias Latinas, Gayo Claudio se acercó con su ejército a Mútina, tomada [8] por los lígures el año anterior. Antes de que hubieran transcurrido tres días desde que había comenzado el asedio se la quitó de nuevo al enemigo y la devolvió a los colonos. Ocho mil fueron los lígures muertos allí, dentro de las murallas. [9] Inmediatamente escribió a Roma una carta, en la que no se limitaba a exponer los hechos sino que, además, se mostraba ufano de que, gracias a su valor y a su buena estrella, no quedaba ya ningún enemigo del pueblo romano a este lado de los Alpes y se había conquistado una buena porción de territorio que podía ser distribuido en lotes individuales entre muchos miles de personas.
[17 ] También por la misma época, en Cerdeña, Tiberio Sempronio sometió definitivamente a los sardos tras una serie de [2] combates favorables. Fueron muertos quince mil enemigos, y reducidos a obediencia todos los pueblos sardos que se habían rebelado. A los que habían sido estipendiarios se les impuso y cobró un impuesto doble; los demás contribuyeron [3] con trigo. Pacificada la provincia y recibidos de toda la isla doscientos treinta rehenes, se enviaron delegados a Roma para llevar estas noticias y para solicitar del senado que por los éxitos obtenidos bajo la dirección y los auspicios de Tiberio Sempronio se tributaran honores a los dioses inmortales y se le permitiera a éste llevar consigo al ejército [4] cuando dejara la provincia. Tras escuchar las palabras de los delegados en el templo de Apolo, el senado decretó dos días de acción de gracias y dispuso que los cónsules sacrificaran cuarenta víctimas adultas y que el procónsul Tiberio Sempronio y su ejército permanecieran aquel año en la provincia.
Luego, los comicios para cubrir la baja de uno de los [5] cónsules, convocados para el día tres de agosto, finalizaron ese mismo día. El cónsul Quinto Petilio proclamó colega a [6] Gayo Valerio Levino, que debía ocupar el cargo inmediatamente. Como hacía ya tiempo que tenía ganas de una provincia, cuando, muy a propósito para sus deseos, llegó una carta informando de que los lígures se habían rebelado, el día cinco de agosto, revestido con el uniforme de campaña… 42 . Tras la lectura de la carta, el senado, debido a aquella sublevación, ordenó que la tercera legión marchara a la Galia a ponerse a las órdenes del procónsul Gayo Claudio y que los duúnviros navales se dirigieran a Pisa con [7] la flota para bordear la costa de Liguria y provocar el pánico también desde el mar. También era en Pisa donde [8] debía concentrarse el ejército en la fecha señalada por el cónsul Quinto Petilio. Además, el procónsul Gayo Claudio, [9] al enterarse de la sublevación de los lígures, reclutó a toda prisa otras tropas aparte de las que tenía a sus órdenes en Parma y trasladó su ejército a las fronteras de los lígures.
A la llegada de Gayo Claudio, los enemigos, recordando [18 ] que este general los había vencido y puesto en fuga hacía poco a orillas del río Escultena, con la intención de protegerse con las defensas naturales más que con las armas frente a unas fuerzas de las que tenían una nada afortunada experiencia, ocuparon dos montes, el Leto y el Bálista 43 , rodeándolos además con un muro. Los que se demoraron en abandonar [2] los campos fueron sorprendidos, pereciendo en torno a los mil quinientos; los demás se mantenían en las montañas [3] y, sin olvidar su natural fiereza a pesar del pánico, desfogan sus iras en el botín tomado en Mútina. Matan a los prisioneros después de atroces mutilaciones, degüellan a mansalva el ganado en los santuarios, más que sacrificarlo ritualmente. [4] Hartos de matar seres vivos, estrellan contra las paredes objetos sin vida, los vasos de todas clases, hechos más para ser utilizados que para ser contemplados como objetos decorativos. [5] El cónsul Quinto Petilio, temiendo que se librara en su ausencia el combate decisivo, remitió una carta a Gayo Claudio para que fuera a reunirse con él a la Galia con su [6] ejército, pues él lo esperaría en los Campos Macros 44 . Recibida la carta, Claudio levantó el campamento del territorio lígur y fue a entregar su ejército al cónsul cerca de los Campos Macros. Pocos días más tarde llegó también allí el [7] otro cónsul, Gayo Valerio. Allí dividieron las tropas y antes de separarse purificaron sus ejércitos los dos en común. Luego, como no querían atacar los dos por el mismo lado al enemigo, decidieron por sorteo qué dirección tomaría cada [8] uno. En el caso de Valerio no había duda de que el sorteo, efectuado en el espacio consagrado, había sido conforme con los auspicios; en el caso de Petilio, los augures declararon más tarde que había habido una irregularidad porque, aunque la suerte había sido echada dentro de la urna en el espacio consagrado, él había permanecido fuera del mismo, siendo [9] así que debía haber entrado también en dicho espacio 45 . De allí marcharon en direcciones opuestas. Petilio estuvo acampado frente a la cadena montañosa que une los montes [10] Balista y Leto con una dorsal ininterrumpida. Allí, cuando estaba ante la asamblea arengando a los soldados, cuentan que vaticinó que aquel mismo día tomaría el Leto, sin caer en la cuenta de la ambivalencia de la expresión 46 . Comenzó [11] la escalada a los montes de enfrente por dos sitios a la vez. La columna en la que él se encontraba avanzaba con rapidez. Al ser rechazada la otra por el enemigo, el cónsul, para restablecer la comprometida situación, cabalgó hacia allí y consiguió, por cierto, detener la huida de los suyos, pero él cayó atravesado por un arma arrojadiza cuando evolucionaba imprudentemente delante de las enseñas. Los enemigos [12] no se dieron cuenta de la muerte del general, y los pocos de los suyos que lo habían visto caer se dieron prisa en ocultar su cuerpo, sabedores como eran de que la victoria dependía de ello. Los demás efectivos de infantería y caballería desalojaron [13] a los enemigos y tomaron los montes sin tener general. Fueron muertos en torno a los cinco mil lígures; en el ejército romano fueron cincuenta y dos los caídos. Aparte [14] de ser lo ocurrido el resultado más que previsible de un presagio funesto, también se oyó decir al pulario 47 que se había producido una irregularidad en la toma de los auspicios y que el cónsul no lo ignoraba. Gayo Valerio, enterado de la… 48 . [15]
Los expertos en asuntos religiosos y en derecho público [16] sostenían que al haber muerto los dos cónsules ordinarios de aquel año, el uno de enfermedad y el otro en combate, el cónsul sustituto no podía convocar regularmente los comicios…
Operaciones en Liguria. Bastarnas y dárdanos
[19 ] …la fundó … A este lado del Apenino habían estado asentados los gárulos, los lapicinos y los hergates, y al otro lado del Apenino, más acá del río Audena 49 , los friniates. Publio Mucio 50 guerreó contra los que habían saqueado Luna y Pisa y los desarmó después de [2] reducirlos a todos a obediencia. Por estas operaciones llevadas a cabo en la Galia y en Liguria bajo el mando y los auspicios de los dos cónsules, el senado decretó tres días de plegarias públicas y dispuso que se sacrificasen cuarenta víctimas.
[3] Y así, la sublevación de los galos y los lígures que había estallado a principios de aquel año, había quedado sofocada [4] en poco tiempo y sin demasiados esfuerzos; iba ya pasando a primer plano la preocupación por la guerra con Macedonia, ya que Perseo estaba creando conflictos entre los dárdanos y los bastarnas 51 . Por otra parte, los legados enviados a Macedonia para examinar la situación habían regresado ya [5] a Roma informando de que había guerra en Dardania. Al mismo tiempo habían venido también portavoces del rey Perseo a explicar que éste no había llamado a los bastarnas [6] ni era responsable de nada de lo que estaban haciendo. El senado ni exculpó al rey de aquella responsabilidad ni se la imputó; se limitó a disponer que se le advirtiera para que pusiera buen cuidado en dejar claro que respetaba religiosamente [7] el tratado que había entre él y los romanos. Los dárdanos, en vista de que los bastarnas, lejos de salir de sus fronteras como ellos esperaban, cada día que pasaba representaban una amenaza mayor, confiados en el apoyo de las tropas auxiliares de sus vecinos los tracios y los escordiscos 52 , pensaron que había que tener un arranque de audacia, por aventurado que fuese, y de todas partes fueron a reunirse, armados, en la ciudad que estaba más próxima al campamento de los bastarnas. Era invierno, y habían elegido esta [8] época del año a la espera de que los tracios y los escordiscos marcharan a sus territorios. Enterados de que así había ocurrido y que estaban ya solos los bastarnas, dividieron sus fuerzas en dos columnas, una de las cuales marcharía en línea recta para lanzar un ataque abierto y la otra atacaría por detrás después de dar un rodeo por un desfiladero [9] apartado. Pero se libró la batalla antes de que éstos pudieran rodear el campamento enemigo, y los dárdanos, vencidos, fueron rechazados a su ciudad, situada a unas doce millas del campamento de los bastarnas. Los vencedores, saliendo [10] inmediatamente en su persecución, cercan la ciudad plenamente convencidos de que al día siguiente los enemigos se rendirían por miedo o ellos tomarían la ciudad por asalto, [11] Entretanto, la otra columna de los dárdanos que, ignorante del desastre de los suyos, había rodeado el campamento de los bastarnas desguarnecido de defensores … 53 .
Retrato de Antíoco Epífanes
… según la costumbre romana, colocando [20 ] una silla de marfil administraba justicia y resolvía los litigios sobre las cuestiones más insignificantes 54 . Su carácter, [2] pasando de uno a otro por todos los estilos de vida, estaba tan lejos de enmarcarse en ningún nivel social, que ni él mismo ni los demás sabían muy bien qué [3] clase de persona era. No dirigía la palabra a los amigos, sonreía con confianza a personas casi desconocidas, se burlaba de sí mismo y de los demás con una generosidad inconsecuente; a algunas personas de elevada posición, con un alto grado de autoestima, les hacía regalos pueriles, como golosinas o juguetes, y a otras que no esperaban nada las hacía [4] ricas. Y así, algunos tenían la impresión de que no sabía lo que quería; unos sostenían que simplemente se divertía, y [5] otros que sin lugar a dudas estaba loco. No obstante, mostraba un talante verdaderamente propio de un rey en dos aspectos importantes y honorables: en las concesiones a las [6] ciudades y en el culto a los dioses. A los megalopolitanos de Arcadia les prometió que levantaría una muralla en torno a su ciudad, y les dio la mayor parte del dinero; en Tegea 55 comenzó la construcción de un magnífico teatro de mármol; [7] en Cícico proporcionó una vajilla de oro para el servicio de una mesa en el Pritaneo —se trata del santuario de la ciudad donde comen a expensas públicas aquellos a quienes les ha sido concedido ese privilegio—. A los rodios les hizo toda clase de obsequios, a tenor de lo que requerían sus necesidades, [8] aunque ninguno de ellos sobresaliente. Y en cuanto a su esplendidez para con los dioses, baste como ejemplo el templo de Júpiter Olímpico de Atenas, el único en el mundo [9] concebido de acuerdo con la grandeza del dios; pero también ornamentó Delos con altares notables y con estatuas en abundancia; y el magnífico templo de Júpiter Capitolino de Antioquía, con su techo de oro y con sus paredes enteramente revestidas de láminas de oro, y tantas otras obras que había prometido en otros sitios y que no pudo rematar debido a que su reinado fue de muy corta duración. También superó [10] a los reyes precedentes en la magnificencia de espectáculos de todas clases, abundando los artistas griegos y los demás de tradición autóctona. Ofreció exhibiciones de gladiadores [11] al uso romano, con más miedo que disfrute, al principio, por parte de un público no habituado a semejante espectáculo; pero luego, repitiéndolos con bastante frecuencia, unas veces [12] hasta la primera herida y otras sin perdonar la vida, convirtió en familiar y placentero este espectáculo y despertó la pasión por las armas en buena parte de la juventud. Y así, mientras [13] que al principio solía traer de Roma gladiadores conseguidos a un elevado precio, ahora, con su … 56 .
Roma: provincias, epidemia, prodigios
… Lucio Cornelio Escipión 57 la pretura [21 ] peregrina. Al pretor Marco Atilio le había correspondido en suerte la provincia de Cerdeña, pero recibió orden de pasar a [2] Córcega con la nueva legión de cinco mil infantes y trescientos jinetes que habían reclutado los cónsules. Se le prorrogó el mando a Cornelio 58 para que gobernara Cerdeña mientras él hacía allí la guerra. A Gneo Servilio [3] Cepión 59 para la Hispania ulterior y a Publio Furio Filo para la citerior les fueron asignados tres mil infantes romanos y ciento cincuenta jinetes, y cinco mil infantes aliados de derecho latino y trescientos jinetes; a Lucio Claudio le fue [4] asignada Sicilia sin tropas suplementarias. Por otra parte, los cónsules recibieron instrucciones de reclutar dos legiones con los efectivos reglamentarios de infantería y caballería, y de recabar de los aliados diez mil soldados de a pie y [5] seiscientos de a caballo. Las dificultades de los cónsules para efectuar la leva se veían agravadas por la circunstancia de que una peste que el año anterior se había cebado en el ganado bovino, aquel año se había transformado en una enfermedad de los hombres. Los que la contraían difícilmente duraban más de siete días; los que sobrevivían se veían afectados por secuelas de larga duración, especialmente la [6] fiebre cuartana. La mortandad era mayor entre los esclavos; sus cadáveres insepultos se amontonaban en todas las calles. Libitina 60 no daba abasto ni siquiera para los funerales de [7] los hombres libres. Los cadáveres, que ni los perros ni los buitres tocaban, se descomponían por la putrefacción; era un hecho comprobado, además, que no se había visto un buitre por ninguna parte ni durante aquel año ni en el anterior, a pesar de haber tantos cadáveres de bueyes y de [8] hombres. De entre los sacerdotes públicos murieron en aquella peste el pontífice Gneo Servilio Cepión 61 , padre del pretor, el decénviro de los sacrificios Tiberio Sempronio Longo 62 , hijo de Tiberio, el augur Publio Elio Peto 63 , Tiberio Sempronio Graco, el curión máximo Gayo Mamilio Atelo 64 , y el [9] pontífice Marco Sempronio Tuditano 65 . Como pontífice fue elegido Gayo Sulpicio Galba … 66 en sustitución de Tuditano. Como augures, Tito Veturio Graco Semproniano fue elegido para cubrir el puesto de Graco, y Quinto Elio Peto para sustituir a Publio Elio. Gayo Sempronio Longo fue elegido decénviro de los sacrificios, y Gayo Escribonio Curión, curión máximo 67 . Como no terminaba la peste, el senado decretó [10] que los decénviros consultaran los Libros Sibilinos. De [11] acuerdo con su dictamen, hubo un día de rogativas, y el pueblo, repitiendo las palabras que iba pronunciando Quinto Marcio Filipo, prometió con voto en el foro que celebraría dos días de fiesta y una acción de gracia si la enfermedad y la peste eran erradicadas del territorio romano. En territorio [12] de Veyos nació un niño con dos cabezas, en Sinuesa 68 otro con una sola mano, y en Áuximo 69 una niña con dientes; y en el foro romano se vio sobre el templo de Saturno un arco iris en pleno día estando el cielo sereno, y brillaron tres soles, y en la misma noche se deslizaron por el cielo muchas [13] estrellas fugaces, y los lanuvinos y cérites aseguraban que había aparecido en su ciudad una serpiente con cresta, recubierta de manchas doradas, y estaba suficientemente comprobado que en territorio campano había hablado un buey.
El cinco de junio regresaron de África los embajadores [22 ] que habían ido a Cartago tras un encuentro previo con el rey Masinisa; por cierto, habían recibido una información bastante más segura del rey que de los propios cartagineses acerca de lo que había acontecido en Cartago. Con todo, [2] aseguraron haber averiguado con certeza que habían llegado embajadores del rey Perseo y que el senado les había concedido audiencia por la noche en el templo de Esculapio. Que Cartago hubiera enviado embajadores a Macedonia, el rey lo había asegurado y los cartagineses lo habían negado con [3] poca convicción. El senado decidió enviar también embajadores a Macedonia. Fueron tres los enviados: Gayo Lelio 70 , Marco Valerio Mesala 71 y Sexto Digicio 72 .
Grecia y Macedonia: discursos ante la asamblea de la Liga Aquea. Conflictos en Grecia
[4] Por aquella época, como algunos dólopes no obedecían y pretendían trasladar del rey a los romanos el arbitraje de las cuestiones en disputa, Perseo partió con su ejército y sometió a toda la nación a su [5] soberanía y jurisdicción. Luego, después de franquear los montes del Eta, debido a que le habían entrado algunos escrúpulos religiosos, subió hasta Delfos con la intención de consultar al oráculo. Su inesperada aparición en el centro de Grecia provocó no sólo vivo pánico en las ciudades de las cercanías sino el envío [6] precipitado de mensajeros a Asia, al rey Éumenes. Se detuvo en Delfos no más de tres días y después retornó a su reino atravesando la Acaya Ftiótide 73 y Tesalia sin causar daños [7] ni perjuicios a aquellos cuyo territorio atravesó. Y no se contentó con ganarse la voluntad de las ciudades por donde iba a pasar: despachó mensajeros o cartas pidiendo que se olvidaran ya los conflictos que habían tenido con su padre, pues no habían sido tan graves como para que no pudieran y debieran finalizar con él; al menos en lo que a él concernía, [8] sus relaciones estaban enteramente intactas para sentar las bases de una leal amistad. Buscaba el medio de reconciliarse por encima de todo con los aqueos.
Eran los aqueos y la ciudad de Atenas los únicos de toda [23 ] Grecia que habían llegado a tal grado de irritación que no dejaban entrar en su territorio a los macedonios. En consecuencia, [2] Macedonia era el lugar de acogida de los esclavos que huían de Acaya, porque los aqueos, al haber vetado a los macedonios el acceso a su territorio, no se atrevían a su vez a cruzar las fronteras de su reino. Cuando Perseo cayó [3] en la cuenta de esto, los cogió a todos y … una carta 74 … Pero ellos debían buscar la manera de que tal fuga de esclavos no se produjera en adelante. Esta carta fue leída por [4] el pretor Jenarco, que andaba buscando una ocasión para ganar méritos personales ante el rey, y la mayoría, especialmente los que en contra de lo que esperaban iban a recuperar los esclavos perdidos, estimaron que estaba redactada en tono mesurado y amistoso; entonces Calícrates 75 , que era de [5] los que estaban convencidos de que la salvación de su pueblo radicaba en respetar escrupulosamente el tratado de alianza con los romanos, dijo: «A algunos les parece, aqueos, que se trata de una cuestión trivial o de importancia menor; por mi [6] parte, pienso que es la más importante y grave de cuantas se están debatiendo y sobre la que, además, en alguna medida se ha decidido ya. Nosotros, en efecto, que habíamos prohibido a los reyes de los macedonios y a los macedonios mismos el acceso a nuestro territorio evitando 76 mediante [7] esa decisión, obviamente, admitir embajadores o emisarios de los reyes que podrían tentar la voluntad de algunos de nosotros, somos los mismos que estamos escuchando al rey que en cierto modo nos arenga sin estar presente, e incluso, [8] ¡válganme los dioses!, estamos aprobando sus palabras. Y mientras que los animales salvajes la mayoría de las veces desdeñan y rehúyen el cebo que se les pone para engañarlos, nosotros, ciegos, nos dejamos seducir por el señuelo de un favor insignificante, y ante la perspectiva de recuperar unos míseros esclavos de casi ningún valor, permitimos que nuestra [9] libertad sea socavada y amenazada. ¿Quién no ve, en efecto, que se intenta allanar el camino para una alianza con el rey con la que se violaría nuestro tratado de alianza con Roma, del cual depende todo nuestro futuro? A no ser que alguien ponga en duda que la guerra entre los romanos y Perseo es inevitable, que el desenlace que se esperaba en vida de Filipo y quedó en suspenso con su muerte se va a producir después [10] de la muerte de Filipo. Como sabéis, Filipo tuvo dos hijos, Demetrio y Perseo. Demetrio sacaba una gran ventaja por su ascendencia por parte de madre 77 , por su valor, por sus dotes naturales, por su popularidad entre los macedonios. [11] Pero como Filipo había puesto su reino como premio al odio hacia los romanos, provocó la muerte de Demetrio por el único delito de haber estrechado amistad con Roma, y a Perseo, que sabía que asumiría la herencia de la guerra contra el pueblo romano antes casi que la del trono, lo hizo [12] rey. Por eso, ¿qué otra cosa hizo éste después de la muerte de su padre sino preparar la guerra? Primero, para amedrentar a todos, metió en Dardania a los bastarnas, que, de haber seguido asentados allí, habrían sido para Grecia unos vecinos más peligrosos que los galos para Asia. Frustrada [13] esta esperanza, no por ello renunció a sus proyectos bélicos; es más, a decir verdad, ha comenzado ya la guerra. Sometió Dolopia por las armas sin escuchar su llamada a recurrir a la mediación del pueblo romano en las cuestiones controvertidas. Cruzando luego el Eta, subió a Delfos, para aparecer de repente en el ombligo mismo de Grecia. ¿Cuál os parece [14] que es el objetivo de esta elección de una ruta inusual? Después recorrió Tesalia, y el hecho de que no causara daños a ninguno de los que odiaba, más me hace temer una maniobra. Nos envió luego una carta con lo que parece un [15] regalo, y nos insta a pensar en la manera de no tener necesidad de este favor en el futuro, es decir, que anulemos el decreto que impide a los macedonios el acceso al Peloponeso, que veamos de nuevo a los embajadores del rey, las [16] relaciones de hospitalidad con sus dignatarios, y en breve a los ejércitos de los macedonios y también a él en persona pasando al Peloponeso desde Delfos —¿qué anchura tiene, en efecto, el estrecho que hay en medio?—, que nos mezclemos con los macedonios que se están armando contra los romanos. Yo opino que no se debe adoptar ninguna decisión [17] nueva, sino dejarlo todo como está, hasta que quede claro, sin lugar a dudas, si nuestros temores son imaginarios o tienen fundamento. Si la paz entre los romanos y los [18] macedonios se mantiene intacta, tengamos también nosotros relaciones de amistad e intercambios; pensar ahora en esa cuestión parece prematuro y arriesgado».
Tras él habló Arcón 78 , hermano del pretor Jenarco, en los [24 ] términos siguientes: «Difícil nos ha hecho Calícrates el uso de la palabra a mí y a todos los que estamos en desacuerdo [2] con él, pues al asumir él mismo la defensa de la alianza con Roma diciendo que está siendo amenazada y atacada cuando nadie la amenaza ni ataca, ha conseguido que parezca que habla en contra de los romanos cualquiera que esté en [3] desacuerdo con él. En primer lugar, como si, en lugar de haber estado aquí, viniese de la curia del pueblo romano o estuviese al tanto de los secretos de los reyes, lo sabe todo y [4] hace públicas cosas que ocurrieron en secreto. Adivina incluso lo que habría ocurrido de haber vivido Filipo, por qué Perseo ha heredado el trono como lo ha heredado, qué [5] preparan los macedonios, qué piensan los romanos. Ahora bien, nosotros, que no sabemos por qué motivo ni de qué forma murió Demetrio, ni qué habría hecho Filipo de haber estado vivo, debemos adaptar nuestros planes a lo que ocurre [6] a la vista. Y sabemos que Perseo, después de tomar posesión del trono, fue reconocido como rey por el pueblo romano; hemos oído que se presentaron embajadores romanos ante [7] el rey Perseo, y que fueron bien recibidos. Al menos yo, considero que todos estos hechos son signos de paz, no de guerra, y que los romanos no pueden sentirse molestos si, igual que los seguimos cuando hacían la guerra, también los secundamos ahora que son partidarios de la paz. La verdad es que no veo por qué vamos a ser nosotros los únicos en [8] hacer una guerra implacable al reino de los macedonios. ¿Porque Macedonia nos tiene muy a mano por la propia proximidad? ¿O porque somos los más débiles de todos, igual que los dólopes a los que sometió recientemente? Muy al contrario, estamos seguros gracias tanto a nuestras fuerzas, por la benevolencia de los dioses, como a la distancia geográfica. [9] Aun suponiendo que estuviésemos tan amenazados como los tesalios y los etolios, ¿no es acaso mayor nuestro crédito y nuestro peso ante los romanos, dado que siempre hemos sido sus aliados y amigos, que el de los etolios que hasta hace poco fueron sus enemigos? Tengamos también [10] nosotros con los macedonios la misma relación jurídica que tienen los etolios, los tesalios, los epirotas, Grecia entera, en una palabra. ¿Por qué ser nosotros los únicos en mantener esta especie de execrable ruptura de los derechos entre los hombres? Aun en el caso de que Filipo haya hecho algo que [11] justificara que tomásemos esta decisión contra él cuando estaba en armas y hacía la guerra, Perseo, un rey nuevo, que no ha cometido ningún desafuero, que con su buen hacer personal borra los enfrentamientos paternos, ¿qué ha hecho para merecer que nosotros, los únicos entre todos, seamos sus enemigos? Aparte de que podría añadir, además, que [12] fueron tan importantes los servicios prestados por los anteriores reyes de Macedonia que palían 79 las injusticias —si es que alguna hubo— cometidas únicamente por Filipo, sobre todo una vez que ha muerto. Recordaréis que cuando la flota [13] romana estaba fondeada en Céncreas y el cónsul se encontraba en Elacia, estuvimos tres días reunidos en asamblea discutiendo si seguíamos a los romanos o a Filipo 80 . Dando [14] por supuesto que no influyó en absoluto en nuestras opiniones el miedo a la presencia de los romanos, sin duda hubo algo que hizo tan largas las deliberaciones; y ese algo era nuestra antigua relación con los macedonios, los antiguos e importantes servicios que nos habían prestado sus reyes. Sirvan [15] también ahora esas mismas consideraciones no para distinguirnos como amigos, sino para no singularizarnos como enemigos. No finjamos, Calícrates, que se está discutiendo algo que no es objeto de discusión. Nadie es partidario de suscribir una nueva alianza o un nuevo pacto con el que nos [16] atemos las manos sin más ni más; pero haya, simplemente, reciprocidad en conceder y exigir legalmente unos derechos, para evitar que, por prohibir el acceso a nuestro territorio, se nos impida también a nosotros el acceso a su reino, y para evitar que se permita a nuestros esclavos huir a ninguna [17] parte. ¿En qué contraviene esto los tratados con Roma? ¿Por qué convertir una cuestión clara y poco importante en algo [18] importante y sospechoso? ¿Por qué suscitar alarmas sin fundamento? ¿Por qué hacer a otros sospechosos y odiosos para tener nosotros ocasión de halagar a los romanos? En el caso de que haya guerra, ni siquiera Perseo pone en duda que nosotros apoyaremos a los romanos; en una situación de paz, si los odios no se terminan, queden al menos en [19] suspenso». Como estaban de acuerdo con este discurso los mismos que habían aplaudido la carta del rey, indignándose los principales por el hecho de que Perseo consiguiera con una carta de unas cuantas líneas algo que ni siquiera le había parecido que mereciese una embajada, se aplazó la decisión. [20] El rey envió embajadores inmediatamente después, cuando la asamblea estaba reunida en Megalópolis, y los que temían que se ofendiesen los romanos se las arreglaron para que no fueran recibidos.
[25 ] En esta época, la locura de los etolios vuelta contra ellos mismos, matándose unos a otros, parecía que iba a llevar a [2] la nación al exterminio. Cansados, al fin, los de una y otra facción enviaron a Roma embajadores y al mismo tiempo trataban por su cuenta de restablecer ellos mismos la concordia. Este propósito se vio truncado por un nuevo atentado [3] que reavivó incluso los antiguos rencores. A los exiliados de Hípata 81 , pertenecientes a la facción de Próxeno 82 , se les había prometido el retorno a la patria y se les habían dado garantías a través de Eupólemo 83 , el hombre más importante de la ciudad; cuando regresaban ochenta hombres notables, [4] a cuyo encuentro había salido también Eupólemo con el resto de la población, fueron recibidos entre amistosos saludos y apretones de manos, y en el momento de cruzar la puerta fueron asesinados, mientras apelaban en vano a la palabra dada y ponían a los dioses por testigos. A raíz de este hecho se reavivó la llama de la guerra con mayor intensidad. Habían [5] llegado, enviados por el senado, Gayo Valerio Levino, Apio Claudio Pulcro, Gayo Memio, Marco Popilio y Lucio Canuleyo. Cuando en Delfos, en su presencia, los diputados de [6] las dos facciones discutieron con gran violencia, dio la impresión de que Próxeno llevaba gran ventaja tanto por la justicia de su causa como por su elocuencia, y pocos días después murió envenenado por su esposa Ortóbula, que fue condenada por aquel delito y marchó al exilio. Una locura [7] parecida desgarraba igualmente a los cretenses. Después, con la llegada del embajador Quinto Minucio, que había sido enviado con diez navíos para poner paz en sus enfrentamientos, habían vislumbrado perspectivas de paz. Pero la tregua duró solamente seis meses, avivándose luego la llama de una conflagración mucho más violenta. También los licios, [8] por la misma época, sufrían el azote de una guerra que les hacían los rodios. Pero no es cuestión de exponer en detalle las guerras de los extranjeros entre sí, cuando me basta y sobra con sobrellevar la tarea de consignar por escrito las empresas llevadas a cabo por el pueblo romano.
Hispania: sublevación de los celtíberos
[26 ] En Hispania, los celtíberos, que se habían rendido a Tiberio Graco después de ser sometidos por las armas, habían permanecido tranquilos mientras gobernaba la provincia el pretor Marco Titinio. A raíz de la llegada de Apio Claudio 84 se sublevaron y comenzaron la guerra atacando por sorpresa el campamento romano. [2] Amanecía apenas cuando los centinelas de la empalizada y los que estaban de guardia en las puertas dieron la alarma [3] tras avistar a lo lejos al enemigo que se acercaba. Apio Claudio mandó izar la señal de combate y, después de arengar brevemente a sus hombres, los hizo salir por tres puertas simultáneamente. Al obstaculizarles la salida los celtíberos, en los primeros momentos la lucha se mantuvo nivelada, porque los romanos, debido a la falta de espacio, no podían combatir [4] todos en las entradas. Luego, cuando a fuerza de empujar unos tras otros lograron salir fuera de la empalizada para poder desplegar el frente e igualarse con las alas enemigas que los rodeaban, lanzaron una carga tan repentina que los [5] celtíberos no pudieron resistir la acometida. Antes de la hora segunda fueron rechazados. Hubo cerca de quince mil muertos y … 85 prisioneros, y se capturaron treinta y dos enseñas militares. También aquel día se tomó por asalto su campamento y quedó resuelta la guerra, pues los que sobrevivieron al combate se dispersaron hacia sus ciudades. A partir de entonces se sometieron pacíficamente a nuestra soberanía.
Roma: censura de Fulvio Flaco y Postumio Albino. Triunfo de Apio Claudio
Los censores elegidos aquel año 86 , [27 ] Quinto Fulvio Flaco 87 y Aulo Postumio Albino 88 , revisaron la nómina de senadores. Para encabezarla fue elegido el pontífice máximo Marco Emilio Lépido. Excluyeron [2] a nueve senadores. Llamaron la atención la nota censoria de Marco Cornelio Maluginense, que había sido pretor en Hispania hacía dos años, la del pretor Lucio Cornelio Escipión, que tenía entonces a su cargo la jurisdicción entre ciudadanos y peregrinos, y la de Lucio Fulvio, que era hermano carnal 89 del censor y además coheredero, según cuenta Valerio Anciate. Los cónsules, [3] después de pronunciar los votos en el Capitolio, partieron hacia sus provincias. Uno de ellos, Marco Emilio 90 , fue encargado por el senado de reprimir en Venecia la revuelta de los patavinos, los cuales, según habían informado sus propios diputados, se habían crispado hasta llegar a una guerra intestina a causa del enfrentamiento entre las facciones. Los embajadores que habían ido a Etolia para sofocar unos [4] disturbios similares volvieron diciendo que no se podía controlar la rabia de la población. La llegada del cónsul fue la salvación para los patavinos; y como éste no tenía ninguna otra misión que cumplir en la provincia regresó a Roma. Los [5] censores adjudicaron por vez primera el empedrado de las calles en la ciudad y la colocación de una capa de grava y la construcción de arcenes en las vías de fuera de la ciudad, así [6] como la construcción de puentes en muchos sitios. También se debió a ellos la puesta a disposición de los ediles y los pretores de un escenario, y los recintos de salida en el circo, los «huevos» para contabilizar las vueltas en la pista, … las «metas» … 91 , las jaulas de hierro para introducir … para que [7] los cónsules … en las fiestas del monte Albano. También se ocuparon de que se adoquinase la subida al Capitolio y de la construcción del pórtico que va desde el templo de Saturno hasta el lugar donde se reúnen los senadores 92 en el Capitolio, [8] y, más arriba, hasta la curia; y fuera de la puerta Trigémina empedraron el mercado y lo cercaron con una empalizada, y procedieron a la restauración del pórtico de Emilio 93 e [9] hicieron una escalera desde el Tíber hasta el mercado. Y de la misma puerta hacia dentro empedraron el pórtico que va [10] hacia el Aventino, y … desde el templo de Venus. Adjudicaron también ellos la construcción de murallas en Calacia y en Auximo, donde vendieron propiedades públicas y dedicaron el dinero que se había recaudado a la construcción de tiendas [11] alrededor del foro en ambas ciudades. Uno de ellos, Fulvio Flaco —pues Postumio … 94 que él no estaba dispuesto a hacer ninguna adjudicación sin un mandato del senado y del pueblo romano—, hizo construir con el dinero de las respectivas ciudades un templo de Júpiter en Pisauro y en Fundos, y también una traída de aguas en Potencia 95 , y el empedrado de una calle en Pisauro, y en Sinuesa … 96 y en estas ciudades [12] el alcantarillado y la muralla circundante, y el cierre del foro con pórticos y tiendas, y la construcción de tres Janos. Todas [13] estas obras fueron adjudicadas por uno solo de los censores, con vivo agradecimiento por parte de los colonos. También en la salvaguarda de las costumbres hubo una censura diligente y severa; a muchos les fue suprimido el caballo.
Casi al final del año se celebró un día de acción de gracias [28 ] por los éxitos obtenidos en Hispania bajo el mando y los auspicios del procónsul Apio Claudio, y se sacrificaron veinte víctimas adultas. También se celebró otro día de rogativas en [2] el templo de Ceres, Líber y Líbera, porque habían llegado de la Sabina noticias de un fuerte temblor de tierra con el derrumbamiento de numerosos edificios. Cuando Apio [3] Claudio hubo regresado de Hispania a Roma, el senado le concedió por decreto la ovación para su entrada en la ciudad.
Elecciones
Se aproximaban ya los comicios consulares. [4] Fueron éstos muy reñidos debido al elevado número de candidatos, y resultaron elegidos 97 Lucio Postumio Albino y Marco Popilio Lenate. Después fueron [5] elegidos pretores Numerio Fabio Buteón, Gayo Matieno, Gayo Cicereyo, Marco Furio Crasípede 98 por segunda vez, Aulo Atilio Serrano por segunda vez 99 , y Gayo Cluvio Sáxula por segunda vez 100 . Cuando Apio Claudio Centón, una vez [6] finalizados los comicios, hizo su entrada en la ciudad recibiendo la ovación por su campaña contra los celtíberos, ingresó en el tesoro público diez mil libras de plata y cinco [7] mil de oro. Gneo Cornelio fue consagrado flamen de Júpiter.
[8] Aquel mismo año se colocó una placa en el templo de Mater Matuta con la siguiente inscripción: «Bajo el mando y los auspicios del cónsul Tiberio Sempronio Graco, la legión y el ejército del pueblo romano sometieron Cerdeña. En dicha provincia fueron muertos o hechos prisioneros [9] más de ochenta mil enemigos. Tras servir al Estado con pleno éxito y liberar … 101 e imponer de nuevo los tributos, trajo de vuelta a la patria al ejército sano y salvo y completamente cargado de botín. A su vuelta entró triunfalmente en Roma por segunda vez 102 . En reconocimiento por ello dedicó esta [10] placa como presente a Júpiter». Tenía la forma de la isla de Cerdeña, y en ella estaba dibujada la representación de las batallas.
[11] Se ofrecieron aquel año bastantes espectáculos de gladiadores, de poca importancia los demás, destacando sólo uno entre todos, el que ofreció Tito Flaminino con ocasión de la muerte de su padre, con distribución de carne al pueblo, banquete sagrado y espectáculos teatrales durante cuatro días. Un dato resume la importancia del espectáculo: a lo largo de tres días se enfrentaron setenta y cuatro luchadores.
1 La única fuente de la V Década de Livio es el códice Vindobonense 15, escrito en Italia en el siglo V , el cual, después de una corta peripecia medieval, terminó en Lorsch, donde fue descubierto por Simon Grynaeus en 1527; cf. L. D. REYNOLDS , Texts and transmission . 2.a ed., Oxford, 1986, pág. 214 . Se ha perdido el comienzo del libro XLI. Ahí se relataría la asignación de mandos y ejércitos para el año 178 y, a juzgar por la Perioca XLI y por el Liber Prodigiorum de J. Obsequente, la referencia al incendio del foro, la extinción del fuego sagrado del templo de Vesta, la celebración del lustro, y las victorias de Tiberio Sempronio Graco y Lucio Postumio Albino en Hispania. Por último, se retomaría el relato de la guerra contra los histros. Éstos, tras el paso de Aníbal, habían recuperado la independencia perdida en 220 y amenazaban la colonia de Aquilea, fundada en 181.
2 Traducimos Aepulo … gentem (Briscoe).
3 Aulo Manlio Vulsón, cónsul en 178 junto con Marco Junio Bruto. Para los magistrados romanos cf. T. R. S. BROUGHTON , The Magistrates of the Roman Republic , I-II, Cleveland, Oh., 1951-52.
4 El Timavo desembocaba en el Adriático, entre Aquilea y Trieste, después de extenderse a lo ancho en el campo formando lacus o stagna .
5 Los duúnviros navales aparecen por primera vez en Livio en IX 30, 4 (año 311) elegidos por el pueblo. Se trataba de una magistratura extraordinaria, para circunstancias especiales, cuya función primordial era preparar y armar la flota.
6 Ciudad del Piceno central, colonia siracusana conquistada por Roma en 268, con puerto natural en Monte Conero.
7 El Adriático.
8 Marco Junio Bruto. Había sido tribuno de la plebe en 195, pretor en 191, y miembro de la comisión de los diez enviada a Asia Menor en 189.
9 Tiberio Claudio Nerón, pretor en 178.
10 Gayo Casio Longino, que sería pretor en 174, cónsul en 171 y censor en 154.
11 La entrada en funciones de los nuevos magistrados se adelantó del 15 de marzo al 1 de enero en el año 153 debido a la sublevación de Hispania (LIVIO , Perioca XLVII) .
12 El padre de los Gracos. Fue tribuno de la plebe en 184, pretor en 180, cónsul en 177, censor en 169 y augur desde el 203 (cf. XXIX, 38, 7).
13 Pretor en 180 con gobierno en la Hispania ulterior, sería cónsul en 173.
14 Tito Ebucio Caro, elegido pretor para el año 178 (aunque en XL 59, 5 Livio omite su nombre y el de otros dos pretores).
15 Cerdeña y Córcega permanecieron tranquilas desde el 227 (año en que fueron convertidas en provincia bajo el gobierno de un pretor, cf. Perioca XX) hasta el 181. Los levantamientos fueron sofocados primero por Marco Pinario Rusca y ahora por Tiberio Sempronio Graco.
16 Véase XL 19, 34.
17 En realidad la decisión había sido del senado: cf. XXXVIII 55, 5.
18 Para el año 177.
19 Augur en 195 y pretor en 180, sería censor en 169.
20 Legatus de Quinto Fulvio Flaco en la Hispania citerior en 182 y siguientes.
21 En 187 se había obligado a los inmigrantes a retornar a su lugar de origen, aunque se hubiesen censado en Roma (XXXIX 3, 4-6). En 179 había comenzado una política más permisiva con los latinos recurriendo a diversos subterfugios legales para la concesión de la ciudadanía romana. En 9, 9, y en XLII 10, 3, se refleja la adopción de nuevas medidas.
22 Al ser Fregelas colonia latina (cf. VIII 22, 1, nota), el asalto a Roma sería más viable.
23 Para esta laguna, la propuesta de una de las ediciones de Weissenborn-Müller, después de examinar la cuestión jurídica sería: ut legi parerent, liberos adoptabant et ita , que traduce «para cumplir con la ley adoptaban hijos y así…».
24 Marco Claudio Marcelo (tribuno militar en 208, pretor en 198 y cónsul en 196) y Tito Quincio Flaminino (el vencedor de Cinoscéfalas) habían sido censores en 189.
25 La traducción correspondiente a la reconstrucción del texto debida a Madvig sería: «… a volver a sus ciudades; la investigación acerca de quienes no lo hiciesen así…».
26 En Histria, al nordeste de Pola. Hoy Visazzi.
27 Sin identificar.
28 El Panaro, afluente del Po.
29 Ave, identificada por Festo con el quebrantahuesos, consagrada al dios itálico Sanco.
30 Marco Claudio Marcelo, que sería tribuno de la plebe en 171, pretor (con mando en Hispania) en 169, y cónsul en 166, 155 y 151.
31 Ciudad fronteriza y puerto. Cf. XXXIV 8, 4.
32 Edil curul en 193, pretor en 191, cónsul en 187 y 175. Sicinio había sido edil plebeyo en 185 y pretor en 183, y sería de nuevo pretor en 172.
33 Moneda de plata, de valor inferior a un denario, en la que había una representación de la Victoria.
34 Para el año 176.
35 Sería cónsul en 173 y censor en 159.
36 Sería cónsul en 171.
37 Maluginense.
38 Es la única ocasión en que aparece este término, cuyo significado se desconoce, aunque se suele relacionar con el ritual del culto.
39 En el término de Bayas, a menos de 8 kilómetros de Cumas.
40 Desde 198 (cf. XXXII 7, 15).
41 En las proximidades de la actual Civitavecchia. Cf. XL 29, 1.
42 La traducción de la propuesta de Vahlen para la laguna del texto sería; «marchó a la provincia y envió al senado una carta referente a las operaciones que había llevado a cabo».
43 No identificados.
44 En el territorio de Módena, en las cercanías de la actual localidad de Magerta.
45 Traducimos siguiendo la propuesta de Madvig: sorte in sitella in templum illata foris ipse <mansisset, cum templum ingredi et ipsum> oporteret .
46 Letum significa «muerte».
47 La persona que estaba encargada de los pollos sagrados.
48 Se perdió parte del códice, casi un cuaternión. Allí debían de figurar, entre otros datos, la relación de magistrados elegidos para el 175, año en que fueron cónsules Publio Mucio Escévola y Marco Emilio Lépido, y la asignación de mandos y ejércitos.
49 Desconocidos tanto los pueblos como el río (que podría ser un afluente del Magra).
50 Había sido pretor en 179. Según los Fastos Triunfales, se le concedió el triunfo sobre los lígures.
51 Véase XL 5, 10 y capítulos 57 y 58.
52 Véase XL 57, 7.
53 Hay una laguna en el texto, en la cual, a juzgar por OROSIO , Historias IV 20, 34, se narraba el final de los bastarnas, hundidos en el Danubio al quebrarse a su paso la capa de hielo de la superficie.
54 Se está refiriendo a Antíoco IV Epífanes, recién ascendido al trono de Siria, que ocupó de 175 a 163.
55 Cf. XXXVIII 34, 5. Es la antigua ciudad, vieja rival de Esparta, del sureste de Arcadia.
56 Laguna, en la que se daría cuenta de los magistrados elegidos para el año 174: los cónsules Espurio Postumio Albino y Quinto Mucio Escévola y los pretores que se mencionan a continuación, además de Gayo Casio Longino.
57 Lucio Cornelio Escipión (reconstrucción de C. SIGONIO ): el hijo del Africano.
58 Probablemente Servio Cornelio Sula, pretor en 175.
59 Había sido edil curul en 179 y sería cónsul en 169.
60 Divinidad de los muertos y de la muerte en cuyo santuario se alquilaba o compraba lo necesario para los funerales. El vocablo pasó después a significar el material de las pompas fúnebres.
61 Había sido pretor en 205 y cónsul en 203.
62 Tribuno de la plebe en 200, edil curul en 198, pretor en 196 y cónsul en 194.
63 Edil plebeyo en 204, pretor en 203, cónsul en 201 y censor en 199.
64 Edil plebeyo en 208 y pretor en 207.
65 Tribuno de la plebe en 193, pretor en 189 y cónsul en 185.
66 Breve laguna, donde constaría el nombre de uno de los dos pontífices sustitutos. Sulpicio Galba sería pretor en 171.
67 Cargo al que se accedía por elección del pueblo, accesible a los plebeyos desde 209 (cf. XXVII 8, 2).
68 Cf. X 21, 8.
69 Osimo, en el Piceno, a ocho millas de la costa.
70 Ciudadano romano desde 202, amigo cercano de Escipión Africano, había sido edil plebeyo en 197, pretor en 196 y cónsul en 190.
71 Edil curul en 195, pretor en 193 y cónsul en 188.
72 Había sido pretor, con destino en la Hispania citerior, en 194.
73 Llamada Ftiótide para distinguirla de la Acaya de la costa norte del Peloponeso, ésta estaba al sur de Tesalia.
74 La adición de C. SIGONIO , litteras <ad Acheos misit, quibus se seruos eorum qui ad se transfugerant, benigne remittere illis scripsit> significaría: «envió una carta a los aqueos en la que les comunicó que de buen grado les devolvía los esclavos que se habían pasado a él».
75 Strategós aqueo en 180/179.
76 Traducimos la propuesta textual de Madvig, cauentes per id decretum .
77 Cf. XXXIX 53, 3.
78 Strategós en 187/186, 172/171 y 170/169.
79 Traducimos la propuesta eleuent; meministis de Madvig.
80 Acontecimientos narrados en los capítulos 19 y siguientes del libro XXXII.
81 Cf. XXXVI 14, 15.
82 Strategós en 183/182.
83 Strategós en 189/188 y 176/175.
84 Apio Claudio Centón, pretor el año anterior.
85 Consideramos, siguiendo a Madvig, que está omitido el numeral.
86 El 174.
87 Fue edil curul en 184, pretor en 182 y cónsul en 179. Obtuvo el triunfo por su campaña contra los celtíberos.
88 Albino Lusco, pretor en 185 y cónsul en 180.
89 Frater germanus , hijo del mismo padre y de la misma madre.
90 Se trata de una confusión: Marco Emilio Lépido había sido cónsul el año 175.
91 El texto está muy deteriorado en varios puntos. Con cada una de las siete vueltas de las carreras de cuadrigas se eliminaba uno de los siete «huevos» de una columna.
92 Senaculum , edificio donde se reunían los senadores antes de cada sesión.
93 Su construcción, en 193, fue obra de Marco Emilio Lépido y Marco Emilio Paulo.
94 Adoptando la adición de MADVIG traduciríamos «declaró».
95 Para Potencia y Pisauro véase XXXIX 44, 10. Para Fundos, XXXVIII 36, 7.
96 Se han propuesto diversas restituciones para este pasaje, sin que ninguna de ellas parezca especialmente convincente.
97 Para el año 173.
98 Alternan las formas Crassupes y Crassipes . Había sido pretor en 187, y excluido del senado en 179.
99 La primera en 192.
100 La primera en 175.
101 Adoptando la adición de C. SIGONIO traduciríamos «a los aliados».
102 La primera fue en 178.