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Estamos de centenarios… Reediciones y conmemoración

Venimos de una exitosa edición centenario de El Imperialismo, etapa superior del capitalismo. El Estado y la Revolución que estás hojeando es asimismo otra edición centenario. Supone un apor­te, en este 2017, cuando nuestra mirada está puesta en una con­memoración unitaria del Octubre victorioso, cien años atrás.

Por lo tanto, llevamos reeditados estos dos textos escritos por Lenin en un corto intervalo de 18 meses. Entre ambos hay una profunda unidad conceptual y simultáneamente impor­tantes diferencias.

En El Imperialismo los principales datos de partida de los que Lenin desprende sus tesis son incontables ensayos, estadísticas e incluso panegíricos originados en publicistas burgueses. Con ese material construye su “Ensayo popular”, un verdadero sal­to en la teoría marxista sobre el capitalismo. Es el telón de fon­do donde vuelca sus polémicas con los renegados de entonces.

El Estado y la Revolución posee otra carnadura. Título y sub­título son inescindibles. “La doctrina marxista del Estado y las tareas del proletariado en la Revolución”. De principio a fin está recorrido por esa apasionante temática encarada desde muy diversos ángulos.

El carácter histórico del Estado… No siempre lo hubo ni siempre lo habrá... El Estado como hechura de las sociedades clasistas... La inviabilidad absoluta de proponerse el socialismo sino como producto de una revolución triunfante que destru­ya el Estado burgués…

Lenin va desmontado, una a una, las falacias que fundamen­taban la práctica política de buena parte de la socialdemocracia de sus días. El posibilismo, hoy en boga, tiene raíces lejanas. En todos los tiempos coexistieron revolucionarios y especuladores. ¿Para qué embarcarnos en un camino pleno de incertidumbre cuando se nos ofrecen alegres atajos? Contra esa resignación se enfrenta Lenin, a la vez cerebral y sanguíneo.

Blinda la doctrina marxista en la materia. Cual columna vertebral, el libro está recorrido por numerosas citas de Engels, de Marx y de ambos en conjunto. Algunas decididamente ex­tensas. Defensor de la doctrina, nos previene contra el doctri­narismo. Es así que va señalando el propio movimiento de las formulaciones marxistas en la misma medida en que se suce­dían las experiencias revolucionarias del proletariado en el siglo XIX. Maestros ávidos para aprender de las masas. El Estado y la Revolución es entonces la celebración de una doctrina viva. En sus páginas conviven Marx y Engels con un desbordante Lenin que no se priva de nada. Ni siquiera de no terminarlo, tironeado por la responsabilidad de encabezar la Revolución.

Nuestro Lenin escribe para los propios. Su lógica, que es de clase, suele ser impenetrable para quienes sostienen el interés de clase de los explotadores. Al dirigirse a las grandes mayorías no elude sus contrapuntos con quienes, a su criterio, han perdido el rumbo. Es un polemista franco, rudo. En particular, en El Estado y la Revolución, desnuda los cantos de sirena y las vaci­laciones que frustrarían la revolución inminente.

Hay libros que atrasan. Otros pueden avejentarse. Y están los imprescindibles. Que a medida que pasa el tiempo se van haciendo más sabios. Vueltos a leer, les descubrimos aristas que no habíamos entrevisto. En parte mérito del propio libro, de nuestra maduración y/o del encuentro de alguna vieja tesis con alguna nueva situación. Esto hace grande a una obra. Y, desde ya, es la virtud de El Estado y la Revolución.

Desde su tiempo, cien años atrás, Lenin nos interpela hoy

Obstáculos “insalvables” los hubo siempre. Las dificultades no son explicación suficiente para dejar el camino. El más zig­zagueante de los recorridos será virtuoso si lo encaramos con vocación de poder. O podrá ser movimiento pasatista hacia ningún destino. ¿Será quizá éste el mensaje en la botella con­tenido en nuestro libro? A vos te toca, estimados lectora y lec­tor, responder al interrogante.

No alcanza con que te la cuenten

Con todo lo bueno que supone la divulgación parcializada de los clásicos marxistas, no debiera sustituir la lectura direc­ta de sus textos fundamentales. Aunque no pase de una exhor­tación, valen las sabias palabras de un fino intelectual de otra época: “’garrá lo’ libro’ que no muerden”.

La nostalgia no es ni buena ni mala. Vivir en el pasado es de­cididamente malsano. Los centenarios arriba comentados, los de ambos libros y el de Octubre, son “pasado” plenamente vi­gente en nuestra actualidad. Con esa percepción va la conme­moración y con esa convicción leemos estos textos.

Esta edición centenario

Quien haya conocido nuestra edición de El Imperialismo la verá como natural. Para el que no, le contamos:

Este ejemplar contiene el texto rigurosamente contrastado con distintas ediciones disponibles en lengua castellana. En su revisión participaron compañeros que abarcan la pluralidad de visiones de nuestra Comisión.

A continuación de esta Presentación va un Prólogo a va­rias manos con los aportes de referentes políticos, sociales e intelectuales de nuestra izquierda. Muchos de ellos representa­tivos de distintos sectores del marxismo. Y otros tantos de ver­tientes populares que provienen de una tradición no marxista.

Intercalado en el texto incluimos un fascículo con ilustracio­nes temáticas. Una aproximación a quienes nos precedieron en este largo camino liberador.

Por último, el Apéndice conteniendo material complemen­tario. De lo escrito por Lenin a lo largo de 1917 algunos textos que consideramos enriquecedores.

Hacia el 7 de noviembre

Quizá sea impropio. Pero ni vos lectora o lector, ni nosotros editores, estamos para formalismos. Permítasenos otra exhor­tación. La conmemoración de la Revolución de Octubre, tal como ella se merece y nosotros necesitamos, será toda una ba­talla. El 7 de noviembre es su culminación. El centenario atra­vesará todos estos meses. Involúcrate.

Comisión para el Centenario de la Revolución de Octubre

Julio de 2017

El Estado y la revolución

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