Читать книгу Lágrimas de esperanza - Varios autores, Carlos Beristain - Страница 6
Introducción
ОглавлениеLos relatos contenidos en este libro corresponden a una selección de los trabajos recibidos con motivo del I Concurso de relatos cortos sobre violencia de género convocado por la Fundación Luz Casanova.
La Fundación Luz Casanova lleva muchos años trabajando por el desarrollo personal y la inclusión social de aquellas personas que viven situaciones de desprotección y exclusión. Y este trabajo lo desarrollamos con sectores de población específicos: personas que se encuentran en situación de calle o en riesgo de ella (personas sin hogar, inmigrantes, hombres y mujeres sin empleo...) y con mujeres que están sufriendo situaciones de violencia en sus hogares.
Esta última línea centra su trabajo en la atención integral a mujeres y menores víctimas de la violencia de género dentro de una relación de pareja o expareja y en la prevención de esta violencia. Orientamos la intervención hacia la búsqueda de una vida autónoma y alejada de las situaciones de riesgo.
La violencia puede ser de tipo físico, psicológico, sexual, económico y social. Todas ellas con secuelas muy destructivas para las víctimas. Socialmente se tiende a reconocer las agresiones físicas y sexuales (empujones, golpes, palizas, agresiones con armas, violaciones, obligación de prostitución...) y las agresiones psicológicas (insultos, desvalorizaciones, desprecios, humillaciones, gritos, intimidaciones y amenazas verbales...) y pasan más inadvertidas otras formas de violencia social.
Las mujeres que se ven envueltas en una relación de violencia sufren esa violencia social consistente en separar y aislar a la mujer de sus familiares y amigos, así como de todas las situaciones de interacción social, hasta que consiguen que estén solas, terriblemente asustadas, hasta tal punto que se paralizan y no son capaces de salir de aquello que las está destruyendo.
La violencia no se puede resumir con un número anual de víctimas, los medios de comunicación no pueden basar sus informaciones en estadísticas; no, la violencia es un problema real de nuestra sociedad, de todos, fomentado por la educación que se recibe en casa, en los colegios, en las universidades y en todos los ámbitos de la vida.
Convencidas de la importancia de la educación y la sensibilización para erradicar esta lacra social, desde hace unos años, la Fundación está haciendo grandes esfuerzos en el ámbito de la formación especializada a profesionales de diferentes disciplinas con el objetivo de dotarlos de las herramientas necesarias para la detección y atención de situaciones de vulnerabilidad y riesgo. Cabe destacar el trabajo que realizamos con los profesionales integrantes de toda la comunidad educativa (profesores y orientadores) con el fin de prevenir, detectar y responder ante la violencia de género en las relaciones de pareja que sufren algunas adolescentes.
Otra de las líneas más recientes es el trabajo de sensibilización tanto con los medios de comunicación como con la población en general. Y es dentro de esta línea donde se encuadra el I Concurso de relatos cortos sobre violencia de género que convocamos el pasado mes de junio.
Tenemos que señalar que la respuesta obtenida fue muy superior a la que esperábamos. Recibimos 547 relatos en total, y muchos de ellos de una gran calidad. Nos llegaron de muchas partes del mundo, especialmente de América Latina: Argentina, Colombia, Cuba, México... En ellos se contaba la violencia que sufren las mujeres en cualquier lugar del planeta, aunque bien es cierto que muchos dejaban vislumbrar rasgos propios de la violencia del propio país. Uno de los relatos procedente de Colombia narraba la doble violación sufrida por una muchacha que vivía en la selva colombiana. Primero fue violada por el ejército y después por los guerrilleros que llegaron a la aldea.
De Cuba hemos recibido relatos desgarradores. Como desgarradora es la vida de tantas mujeres que han tenido que salir a la calle a «procurar», ejerciendo la prostitución.
De engaños, secuestros y prostitución hablaba más de uno procedente de Perú, Brasil y Ecuador. Y muchos, muchos de ellos, hablaban de mujeres muertas, hijos como testigos de la tragedia, silencio cómplice de familiares, amigos, vecinos y compañeros.
Reconociendo toda la dramática realidad recogida en estos relatos (¿cómo no hacerlo si muchas de las historias narradas podrían ser las historias de las mujeres que acceden a la Fundación?), hemos querido subrayar aquellos que han presentado una luz al final de este túnel, que reconocen que siempre hay una esperanza y una salida, que después de un maltrato se puede empezar de nuevo, aunque es cierto, y hemos de reconocerlo, no siempre es fácil.
Quizá uno de los relatos que mejor subrayan esta capacidad de resiliencia de la mujer maltratada sea el ganador del Concurso, procedente de México: «Los ancianos sabios». Se valoró que quedase de manifiesto que la violencia que sufre la mujer no solo es personal y se da en el ámbito familiar, sino que la sociedad, la tribu o los ancianos sabios, en este caso, ejercen una presión y violencia estructural de la que muchas veces es difícil escapar. Aunque siempre queda un resquicio, como es el caso de la protagonista de la historia que sale fortalecida y dispuesta a ayudar a las mujeres como ella.
El segundo de los premios está contado por una niña, un elemento que ha sido recurrente en muchos otros relatos, hija de una mujer víctima de malos tratos, una niña que a su vez también es víctima y que no quiere ser «princesa» porque este es el nombre que precede siempre a los golpes que su padre da a su madre. Cree que en la vida le irá mejor si es policía o «secaría», aunque no sepa bien qué es eso.
En una escala menor, pero para nosotras muy importante, se ha desarrollado el tema de la recuperación de la autoestima perdida por muchas mujeres a lo largo de los años de maltrato y sufrimiento. En «Más que una noche», el tercero de los premios, se aborda este tema con gran creatividad.
Esperamos que estos relatos y el resto, que fueron los finalistas, les gusten; pero sobre todo lo que esperamos es que sirvan de acicate para que muchas mujeres se animen a dar el paso y a salir del infierno en que se ha convertido su vida; que sirvan para que nuestro silencio nunca sea cómplice de la violencia que se ejerce contra la mujer. Hay salida y hay recursos, aunque sabemos que aún queda mucho por hacer.
Finalmente queremos dar las gracias a la Editorial San Pablo por ayudarnos a difundir este libro. Sin ella probablemente no hubiera visto la luz.
FUNDACIÓN LUZ CASANOVA