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Prólogo

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El resultado de las elecciones 2018 es el fiel reflejo del sometimiento mediático y la anomia social que vive Colombia. Pero es de rescatar el hecho de que para muchos de nosotros se ha roto el silencio. En la mafia siciliana existe la denominada omertá, o ley del silencio. En Colombia esta ley se resume en la frase coma callado. Y como colombianos la aplicamos para todo. Vivimos injusticias. Sufrimos situaciones dolorosas en todos los ámbitos. Cuando nos contratan a tres o cuatro meses, nos obligan a asumir actitudes servilistas y humillantes ante nuestros jefes, pues de no hacerlo corremos un enorme riesgo de perder el puesto. Cuando visitamos urgencias y aunque el dolor sea insoportable, debemos esperar horas y horas, porque hay personas más enfermas que nosotros. Cuando queremos estudiar, viajar, tener cosas bonitas, no lo podemos hacer, pues nuestra capacidad económica nos lo impide. Cuando queremos ser artistas o líderes, sabemos los riesgos que corremos y lo evitamos. Todo eso duele y tenemos derecho a sentir dolor. Pero aún más importante: tenemos derecho a expresar ese dolor. No está bien comer callado.

Los invito a acabar con la ley del silencio que nos aprisiona. Acabar con la ley del silencio es muy sencillo, pero debemos tener cuatro cosas muy claras:

—La primera: Defender nuestra dignidad. Merecemos un trato digno. Recuperemos el amor propio. No somos tan poca cosa como para que se nos trate tan mal. Usted tiene derecho a un contrato a término indefinido y beneficios por su trabajo. Usted se lo merece, porque usted es una persona valiosa. Usted merece atención rápida en urgencias. No debería soportar el dolor en una sala de espera, usted no se merece eso. Usted tiene derecho a decidir qué hacer con su vida, no es justo que tenga que obligarse a trabajar en algo que no ama. Usted merece tener ratos de esparcimiento, buenas vacaciones. Recupere el amor propio y exija un trato digno para usted y los demás.

—La segunda: Quienes nos rodean tienen dignidad y eso significa que tienen derecho a sentir dolor ante la humillación. Escuchémoslos. No los ignoremos, seamos solidarios. Recuperemos la capacidad de sentir dolor ante el dolor ajeno, sin esperar nada a cambio, solo por simple humanidad ante los desprotegidos y los pobres. Tengamos en cuenta las necesidades ajenas y seamos unidos. Y eso significa evitar hacer daño o incomodar a otros. En este punto es fundamental el acercarnos a nuestros hijos, sobrinos, hermanitos. Son personas y más que nadie merecen ser escuchados. No los ignoremos, hablemos con ellos. De los niños podemos aprender más de lo que creemos.

—La tercera: No minimicemos ni justifiquemos las injusticias. Hay una realidad indiscutible, y es que quienes nos oprimen siempre tratarán de justificar el trato que nos dan. Abramos los ojos, no seamos ingenuos, la maldad existe y la ambición también. Si una multinacional le dice que no puede contratarlo a término indefinido, no le crea, no sea ingenuo. Si los dueños de las EPS le dicen que Colombia tiene el tercer mejor sistema de salud del mundo, simplemente crea en lo que ve y vive, evidentemente eso no es cierto. Si un gobernante en campaña le promete el cielo y la tierra, no le crea de primerazo, investigue, lea las propuestas con detalle, revise la hoja de vida y las amistades de ese sujeto, no coma cuento.

—La cuarta: Seamos conscientes de la importancia que tiene tener criterio político. Las decisiones que se toman al ejercer el derecho al voto, nos afectan a todos. No es un tema marginal. Es importante. No más ley del silencio. Su apatía les hace daño a muchas personas. Porque cuando usted no le da importancia a la política, toma decisiones erradas. Edúquese en política, lea la prensa, analice el país, lea historia, converse con la gente en grato debate, sin peleas, sin exageraciones.

Sólo de esa forma acabaremos con esa omertá que tanto daño nos hace y nos tiene alejados de nosotros mismos. Salgamos de la superficialidad, el mundo es más grande de lo que imaginamos, hagamos que esta vida valga la pena. Recuperemos la capacidad de sentir. Así se empieza a construir una Colombia Humana. A esto invitan estos Textos petrificados.

Angélika María Rivera Benavides

Textos Petrificados

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