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2 GINEBRA

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Tenía el corazón latiéndome como loco.

Era la primera vez que hacía alguna locura y estaba aterrorizada a morir.

Silenciosamente, a pesar de los tacos altos, seguí a Maya.

De todas formas, todos se habían ido a dormir y la casa estaba desierta.

Salimos por la puerta trasera y nos acercamos al coche aparcado delante, como había dicho mi amiga.

Entramos en un viejo Toyota Corolla y rápidamente, partimos.

Cuando el coche pasó el portón, me escondí para no dejarme ver por el conductor del coche que estaba estacionado en la salida. Era él, quien me había llevado hasta allí y sabía que no se hubiera ido hasta que no me hubiera llevado de vuelta a casa.

Odiaba ese control permanente, pero no tenía idea de cómo hacer para liberarme de esa prisión sin barrotes.

Ser una Rinaldi sería una cruz que habría llevado hasta la muerte.

Sólo cuando nos dirigimos hacia la autopista, empecé a relajarme, pero apenas pude ver Safe River, sentí que me faltaba el aire. Era la primera vez que lo veía en vivo.

De repente, sentí el miedo que me corría por todo el cuerpo.

“Maya, adónde vamos?”, me agité viendo a mi amiga pasar el puente que unía la zona este de Rockart City con la oeste.

“Vamos donde tu familia no podrá encontrarte nunca.”

“Te has vuelto loca?! Está prohibido a los Rinaldi, incluso acercarse a este río! Si un Orlando descubre mi presencia en su parte de la ciudad, me mata!”, grité aterrorizada. Odiaba los límites y las reglas que me imponía mi padre, pero esa de no ir jamás más allá del río, había prometido no infringirla nunca sino quería arriesgar morir prematuramente.

“Lo sé muy bien. Por eso tenemos los documentos falsos.”

“Eso no me tranquiliza, Maya.”

“Chelsea! Recuerda que aquí soy Chelsea y tú eres Mia! No te equivoques o estamos perdidas!”.

Continué el viaje, aplastada contra el asiento, con el sonido de mi corazón latiendo en mis orejas e incapaz de disfrutar el panorama de esa parte de la ciudad que nunca había visto.

“Va a estar todo bien, verás”, continuaba a repetirme Maya, pero yo estaba lista para escapar y volver atrás, prometiendo no volver a hacer algo así.

Apenas me di cuenta, que Maya había apagado el coche al lado de otro, que también estaba aparcado y que tenía a dos muchachos guapos sentados adelante.

“El que está al volante es Lucky Molan. Es él por quien he perdido la cabeza y de quien te he hablado tanto últimamente. Lo conocí en Clasesparticulares.com. Es él quien me da clases de economía online, a escondidas de mi madre, que está convencida que soy un genio. Desde hace dos años que muero por él y sólo ahora que me he graduado, ha aceptado salir conmigo. Pero lamentablemente, cuando me propuso salir de a cuatro con su hermano que se ha dejado con la novia, no pude decirle que no.”

“Por eso estoy aquí, verdad? Para entretener al pobre hermanito, mientras te diviertes con el amor de tu vida.”

“Yo no lo diría así, pero… Sí, es así. Te lo ruego, Gin… Mia, es importante que todo salga bien, porque no quiero conformarme con una noche de a cuatro.”

“Sólo hay una cosa que no he entendido. Él sabe que eres Maya Gerber?”

“Claro que no. Sabes que no me gusta revelar mi verdadera identidad. No quiero que alguien descubra que tomo clases privadas.”

“Entonces su relación se basa en mentiras. Cómo crees que puedes construir algo sólido y duradero de esta forma?”

“Por ahora pienso en divertirme, ok? Quiero salir con Lucky y quizás ir a la cama. Tampoco dije que quiero casarme con él!”

“Dudo que tu padre te lo permita.”

“Lucky vive al oeste del río, por tanto está fuera de los límites para mí. Incluso sino soy una Rinaldi, papá no quiere que frecuente esta parte de la ciudad.”

“Considerando las cosas que tu padre sabe de mi familia y lo que administra para ella, creo que estás en peligro, tanto como yo.”

“Puede ser, pero no me importa! Soy demasiado joven para pensar en esas cosas.”

“O demasiado estúpida”, resoplé débilmente.

Silenciosamente, como si tuviera miedo que alguien pudiera escucharme, bajé del coche y me acerqué junto con Maya, a los dos muchachos.

Ambos eran rubios con ojos azules.

Por el abrazo que intercambió mi amiga con el muchacho más alto y delgado, entendí que debía ser Lucky.

“Mucho gusto, soy Mike”, se me acercó el otro muchacho de aire deprimido y unos centímetros más alto que yo.

“Mia”, me presenté, en voz baja por miedo a decir mi verdadero nombre.

Cuánto me hubiera gustado ser desinhibida y desenvuelta como Maya!

“He reservado en el Bridge. Sepan que tuve que pedir un favor a un amigo para tener un pase para ese local. Es un lugar inalcanzable para nosotros, comunes mortales”, rió Lucky, indicándonos un edificio a pocos metros de distancia.

“Aquí es, yo quería ir a Lux… Ya fui muchas veces y me gusta”, intervino Maya haciéndome preocupar por el aire ansioso que percibí en su voz. No era de asustarse, y yo sentí el miedo volver a niveles alarmantes.

“No tendremos otra oportunidad de entrar en ese lugar y, el pase vale sólo para esta noche, nos da la posibilidad de escuchar a la famosa pianista Folkner”, le dijo Lucky.

Miré a Maya y leí una fuerte indecisión en sus ojos oscuros, hasta que la vi asentir débilmente.

“Va a estar todo bien”, me susurró a la oreja, tomándome la mano con demasiada fuerza, para no asustarme.

No sé de donde saqué el coraje, pero vi a mis pies avanzar uno delante del otro, hacia eso que parecía ser un nido de serpientes.

Sólo cuando me encontré a un paso del ingreso y leí el cartel, sentí que el piso se desvanecía bajo mis pies por enésima vez esa noche: “ The Bridge. Orlando’s Night”.

Como si me hubiera leído el pensamiento, Mike me explicó que ese era el local de la importante familia italiana Orlando, los primeros que llegaron a Rockart City (aunque algunos sostenían que eran los Rinaldi, quienes llegaron primero) y, que había transformado esa villa desolada en un imán para los nuevos inmigrantes, dando vida a la que hoy era reconocida como una de las ciudades más florecientes e históricas de los Estados Unidos de América.

Ese local era la primera actividad comercial y el corazón de Rockart City, al oeste del río.

“Después de la muerte del gran Giacomo Orlando, la gestión del local pasó a manos del nieto, Lorenzo, la oveja negra de la familia. Ha peleado con todos y ha renunciado a tomar el lugar del padre, Salvatore. Se salvó de la ira de los Orlando sólo porque es el primogénito, hijo único y era el pupilo del abuelo, que al momento de morir le ha pedido que no abandonara la ciudad y que continuara con el local de la familia, la piedra angular de la familia Orlando. Por amor al abuelo, Lorenzo aceptó y volvió a este lugar, el lugar más exclusivo y prestigioso de toda Rockart City”, me contó Mike, mientras nos acercábamos al Bridge.

“Debe ser un tipo genial”.

“Sí, y sólo tiene veintinueve años, pero no esperes a un caballero con armadura brillante. Es un tiburón, como todos los Orlando y, no perdona la más mínima trampa. Un paso en falso con él y corres el riesgo de terminar mal. Sé que el año pasado, dos tipos han desatado una pelea y ha tenido que intervenir la policía. Bien, desde ese día, todos se preguntan qué sucedió con esos dos idiotas. Lo mismo para el pusher que quiso meterse a vender en su local. Si la familia Orlando gobierna cada persona y movimiento en Rockart City Oeste, en el Bridge existe sólo la ley de Lorenzo. Todo lo que gira alrededor de ese hombre está blindado y es inaccesible, si él no lo autoriza. La ciudad estaba convencida que, renunciando a la herencia de la familia, él habría perdido todo el poder y, por el contrario, Lorenzo ha demostrado saber manejarlo solo. Hoy en día, tiene un poder que equivale al de su familia y la cosa más loca es que se lo construyó él solo”.

“Bien, el apellido que lleva lo habrá ayudado.”

“Quizás ahora sí, pero no cuando ha cortado los lazos con su familia. La mitad de sus parientes querían su cabeza, cuando mandó a todos al demonio. Seguramente el abuelo, que estaba a cargo de los Orlando, ha impedido que lo mataran, pero después murió y Lorenzo quedó completamente solo.”

“Qué coraje debe tener para desafiar así abiertamente a su familia”, exclamé con un poco de envidia. Cuánto me hubiera gustado ser como él o tener un abuelo que me sostuviera, pero los míos estaban muertos o habían regresado a Italia.

Te Tengo

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