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Los nuevos defensores de la "libertad de crítica"

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Precisamente esta consigna("libertad de crítica") ha sido lanzada de manera solemne en los últimos tiempos por Rabócheie Dielo (número 19), órganos de la Unión de Socialdemócratas Rusos en el Extranjero (17). Y no como un postulado teórico, sino como una reivindicación política, como respuesta ala pregunta de si "es posible la unión de las organizaciones socialdemócratas rusas que actúan en el extranjero": "Para una unión sólida es indispensable la libertad de crítica" (pág. 36).

De esta declaración se deducen dos conclusiones bien claras: 1) Rabócheie Dielo asume la defensa de la tendencia oportunista en la socialdemocracia internacional en general; 2) Rabócheie Dielo exige la libertad del oportunismo en el seno de la socialdemocracia rusa. Examinemos estas conclusiones.

A Rabócheie Dielo le disgusta, "sobre todo", la "tendencia de Iskra y Zariá (18) a pronosticar la ruptura entre la Montaña y la Gironda (19) en la socialdemocracia internacional**.

"En general -escribe B. Krichevski, director de Rabócheie Dielo -, las habladurías sobre la Montaña y la Gironda en las filas de la socialdemocracia nos parecen una analogía histórica superficial y extraña en la pluma de un marxista: la Montaña y la Gironda no representaban dos temperamentos o corrientes intelectuales diferentes, como puede parecerles a los historiadores de la ideología, sino distintas clases o sectores: por una parte, la burguesía media; y por otra, la pequeña burguesía y el proletariado. Pero en el movimiento socialista contemporáneo no hay choques de interés de clase; sustenta en su totalidad, en todas (subrayado por B. Kr.) sus variedades, incluidos los más declarados bernsteinianos, la posición de los intereses de clase del proletariado, de su lucha de clase por la liberación política y económica" (pág. 32-33).

¡Atrevida afirmación! ¿No ha oído B. Krichevski hablar del hecho, observado hace ya tiempo, de que precisamente la amplia participación del sector de los "académicos" en el movimiento socialista de los últimos años ha asegurado una difusión tan rápida del bernsteinianismo? Y lo principal: ¿en qué funda nuestro autor su juicio de que incluso "los más declarados bernsteinianos" sustentan la posición de la lucha de clases por la emancipación política y económica del proletariado? Nadie lo sabe. Esta enérgica defensa de los más declarados bernsteinianos no se apoya en ningún argumento, en ninguna razón. El autor cree, por lo visto, que con repetir cuanto dicen de sí mismos los más declarados bernsteinianos huelgan las pruebas de su afirmación. Pero ¿es posible imaginarse algo más "superficial" que este juicio acerca de toda una tendencia fundado en lo que dicen de sí mismos los representantes de la tal tendencia? ¿Es posible imaginarse algo más superficial que la "moraleja" subsiguiente sobre los dos tipos o cauces distintos e incluso diametralmente opuestos de desarrollo del partido (Rabócheie Dielo, pag. 34-35)? Los socialdemócratas alemanes, se dice, reconocen la completa libertad de crítica; pero los franceses no, y precisamente su ejemplo demuestra todo lo "nociva que es la intolerancia".

Precisamente el ejemplo de B. Krichevski -responderemos a eso - demuestra que a veces se llaman marxistas gentes que ven la historia sólo "a lo Ilovaiski" (22). Para explicar la unidad del Partido Socialista Alemán y la desunión del francés no hace falta en absoluto escarbar en las peculiaridades de la historia de tal o cual país, comparar las condiciones del semiabsolutismo militar y el parlamentarismo republicano, analizar las consecuencias de la Comuna y las de la Ley de excepción contra los socialistas (23), confrontar la situación económica y el desarrollo económico, recordar que "el crecimiento sin par de la socialdemocracia alemana" fue acompañado de una lucha de energía sin igual en la historia del socialismo, no sólo contra los extravíos teóricos. (Mülberger, Dühring***, los socialistas de cátedra (26), sino también contra las equivocaciones en el terreno de la táctica (Lassalle), etc. ¡Todo esto está de más! Los franceses riñen porque son intolerantes; los alemanes están unidos porque son buenos chicos.

Y observen que, mediante esta sin par profundidad de pensamiento, se "elimina" un hecho que rebate por completo la defensa de los bernsteinianos. Sólo la experiencia histórica puede dar una respuesta definitiva e irrevocable a la pregunta de si sustentan la posición de la lucha de clase del proletariado. Por tanto, en este sentido tiene la máxima importancia precisamente el ejemplo de Francia por tratarse del único país donde los bernsteinianos han intentado actuar de manera independiente, con la aprobación calurosa de sus colegas alemanes (y, en parte, de los oportunistas rusos: véase R. D., núm. 2-3, pág. 83-84). La alusión a la "intolerancia" de los franceses -además de su significación "histórica" (en sentido "nozdrioviano ")(27) - no es más que una tentativa de disimular con palabras graves hechos muy desagradables.

Tampoco estamos dispuestos, en absoluto, a entregar a los alemanes como regalo a B. Krichevski y demás copiosos defensores de la "libertad de crítica". Si se tolera todavía en las filas del partido alemán "a los más declarados bernsteinianos", es sólo por cuanto acatan la resolución de Hannover (28), que rechazó de plano tanto las "enmiendas" de Bernstein como la de Lübeck (29), contenedora esta última (pese a toda su diplomacia) de una clara advertencia a Bernstein. Se puede discutir, desde el punto de vista de los intereses del partido alemán, si esta diplomacia era oportuna o no, o si, en tal caso, no valía más un mal ajuste que un buen pleito; se puede disentir, en suma, de si conviene tal o cual procedimiento de rechazar el bernsteinianismo; pero lo que no se puede hacer es no ver que el partido alemán ha rechazo dos veces el bernsteinianismo. Por tanto, creer que el ejemplo de los alemanes confirma la tesis de que "los más declarados bernsteinianos sustentan la posición de la lucha de clase del proletariado por su emancipación política y económica "significa no comprender en absoluto lo que está pasando delante de todos nosotros****.

Es más: como hemos dicho ya, Rab. Dielo presenta a la socialdemocracia rusa la reivindicación de "libertad de crítica" y defiende el bernsteinianismo. Por lo visto, ha tenido que convencerse de que se ha agravida injustamente a nuestros "críticos" y bernsteinianos. ¿A cuáles en concreto? ¿A quién, dónde y cuándo? ¿En qué consistió, ni más ni menos, la injusticia? ¡R. Dielo guarda silencio sobre este punto, no menciona ni una sola vez a ningún crítico o bernsteiniano ruso! Sólo nos resta hacer una de las dos hipótesis posibles. O bien la parte agraviada injustamente no es otra que el mismo R. Dielo (así lo confirma el que en ambos artículos de su número 10 se trate sólo de agravios inferidos por Zariá e Iskra a R. Dielo). En este caso, ¿cómo explicar el hecho tan extraño de que R. Dielo, que siempre ha negado de manera tan obstinada toda solidaridad con ell Bernsteinianismo, no haya podido defenderse sin hablar en pro de los "más declarados bernsteinianos" y de la libertad de crítica? O bien han sido agraviadas injustamente unas terceras personas. Entonces ¿cuáles pueden ser los motivos que impidan mencionarlas?

Vemos, pues, que R. Dielo sigue jugando al escondite lo mismo que venía haciendo (y como demostraremos más adelante) desde que apareció. Además, observen esta primera aplicación práctica de la decantada "libertad de crítica". De hecho, esta libertad se ha reducido en el acto no sólo a la falta de toda crítica, sino a la falta de todo juicio independiente en general. Ese mismo R. Dielo, que guarda silencio sobre el bernsteinianismo ruso, como si fuera una enfermedad secreta (según la feliz expresión de Starovier) (31), ¡propone para curarla copiar lisa y llanamente la última receta alemana contra la variedad alemana de esta enfermedad! ¡En vez de libertad de crítica, imitación servil... o, peor aún, simiesca! El idéntico contenido social y político del oportunismo internacional contemporáneo se manifiesta en una y otras variantes, según las peculiaridades nacionales. En este país, un grupo de oportunistas viene actuando desde hace tiempo bajo una bandera especial; en ése, los oportunistas han desdeñado, la teoría, siguiendo en la práctica la política de los radicales socialistas; en aquél, algunos miembros del partido revolucionario han desertado al campo del oportunismo y pretender alcanzar sus objetivos no con una lucha franca en defensa de los principios y de la nueva táctica, sino mediante una corrupción gradual, imperceptible y, valga la expresión, no punible de su partido; en el de más allá, esos mismos tránsfugas emplean iguales procedimientos a la sombra de la esclavitud política, manteniendo una proporción de lo más original entre la actividad "legal" y la "ilegal", etc. pero decir que la libertad de crítica y el bernsteinianismo son una condición para unir a los socialdemócratas rusos, sin haber analizado en qué se manifiesta precisamente el bernsteinianismo ruso, ni qué frutos singulares ha dado, es hablar por hablar.

Intentemos, pues, decir nosotros, aunque sea en pocas palabras, lo que no ha querido exteriorizar (o quizás ni siquiera ha sabido comprender) R. Dielo.

¿Qué hacer?

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