Читать книгу La Tarea del Pastor - William Still - Страница 5

Prólogo

Оглавление

William Still fue ministro de la Iglesia de Gilcomston South, en Aberdeen, Escocia, por más de cincuenta años, desde 1945 hasta poco antes de su fallecimiento, en 1997. La tarea central de su vida, a la que se entregó con toda energía, fue pastorear su iglesia, a lo que llamó “una serie de ministerios”. Su cuidado para su congregación quedó muy evidente en su predicación, oración pública, diligencia en la visitación privada con sus miembros y en el tiempo que les dedicó cuando iban a verlo para que les ayudara con sus problemas. Tal vez su compasión haya sido más claramente vista en las muy tiernas notas que hizo publicar en los obituarios del Gilcomston Monthly Record, cuando fallecieron los miembros de su congregación. En ese mismo periódico se hallaban sus Bible Study Notes, que escribió fielmente por años para su congregación. Siguió las pisadas del Buen Pastor que conoció a sus ovejas y las cuidó.

Por su influencia sobre muchos estudiantes del ministerio pastoral, sus frecuentes conferencias a grupos estudiantiles, y tal vez especialmente por la manera silenciosa que entrenó a sus miembros con su ejemplo y su estímulo a orar por la tarea de los muchos pastores por todo el mundo, William Still también llegó a ser un pastor pastorum o pastor de otros pastores. Él mantuvo una muy extensa correspondencia nacional e internacional con personas que le pidieron consejo, estímulo o tan solo tuvieron que abrir sus corazones a alguien. Todo esto lo llevó al punto en el que virtualmente sacaba dos días de trabajo de cada uno durante sus años de ministerio. Su primer día comenzó alrededor de las seis de la mañana y duró hasta la una de la tarde. Luego pasó a la hora de la comida, que solía compartir con su hermana. Después, convencido de la idea de que fuimos creados, a lo que él llamó “ritmos de descanso y trabajo”, tomaba un tiempo de descanso extendido (casi siempre entre las dos a las cuatro de la tarde). Desde esa hora, hasta cerca de la medianoche, vivía un “segundo día”, en el que nuevamente se ponía activo. Así logró mantener su productividad, y una impresionante frescura de espíritu a lo largo de su carrera.

Varias características se destacan en la vida y ministerio del Pastor Still. Tuvo una profunda conciencia de su llamado al ministerio de la Palabra, y una intensa convicción que dicho ministerio fue la clave para todo en la vida de la iglesia. Tuvo cargas muy particulares que procuró desempeñar en términos de los énfasis de su ministerio. Fue profundamente comprometido a edificar el carácter cristiano en su rebaño y creyó que eso era imprescindible si Cristo y su gracia salvadora fuesen evidentes en el mundo. Quedó convencido de que lo mejor para la vida de una iglesia era un calendario relativamente despejado. Para efectuar esto, fue radicalmente comprometido al principio apostólico: “Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra” (Hechos 6:4), lo cual encarnó de manera diaria.

Aunque hay mucha sabiduría práctica en estas páginas, La Tarea del Pastor no es un libro de consulta para aprender los elementos básicos de “cómo ser un ministro”. Otros finos libros juegan ese papel de manera admirable. Antes bien, es un libro en donde hay más inspiración que instrucción. Late con una pasión de mantener las cosas fundamentales justo en el centro. Nos lleva al latido del ministerio y no a las acciones de mano de la vida pastoral. Pertenece a esa categoría limitada de libros sobre el ministerio que agita los afectos, desafía las motivaciones, y produce un cambio en los valores.

Como muchos otros, tengo una deuda incalculable con William Still por la manera en que se invertía en mí desde mi primer encuentro con él en mis primeros días como universitario hasta su muerte, en 1997. Conversaciones particulares con él se ponen en mi memoria mientras reflexiono sobre su vida. Y con respecto a la tarea del pastor, ninguna más clara que la ocasión en la que me dijo en voz baja: “Yo nunca predico ahora sin confiar que algo se hará, que durará para la eternidad”. Con cierto conocimiento del grado de efecto que ha tenido su ministerio en mi vida, me acuerdo que pensaba: “Esa es la medida de fe que necesito tener”. Esas palabras han permanecido conmigo por cuatro décadas y me han servido de recordatorio continuo del comentario sabio de Robert Murray M’Cheyne, que no son “muchas palabras” sino “palabras habladas en fe” las que Dios bendice.

Desde su primera publicación, La tarea del pastor ha servido como una fuente de inspiración y estímulo a varias generaciones más jóvenes de pastores. Que siga siéndola para nuevas generaciones entrantes de pastores, a fin de desafiarlas a servir al Señor con lo mejor de su energía. Y que algunos ya más grandes de edad, que tal vez están cansados, sean refrescados y animados a avivar “el fuego del don de Dios” que está en sus vidas.

Sinclair B. Ferguson Pastor principal, La Primera Iglesia Presbiteriana Columbia, Carolina del Sur, EE.UU. Profesor de teología sistemática, Seminario Teológico “Redeemer” Dallas, Texas, EE.UU.

La Tarea del Pastor

Подняться наверх