Читать книгу Terremoto en la Iglesia católica - Andrea Mutolo - Страница 8

Introducción

Оглавление

El terremoto del 19 de septiembre de 1985 dejó una huella indeleble en la historia de la Ciudad de México. Sus resultados fueron devastadores: destruyó total o parcialmente extensas áreas céntricas de la capital y produjo una enorme cantidad de muertos, heridos y damnificados. Sin embargo, aunque fue un episodio trágico, ayudó a que la población capitalina se activara y desempeñara un papel protagónico tanto en la emergencia inmediata como en el necesario y largo trabajo de reconstrucción.

Según diversas fuentes, el gobierno mexicano —caracterizado por su ineficiencia y corrupción— no tenía la capacidad de coordinar las ayudas que llegaban del extranjero. Muchas organizaciones de cooperación internacional se dieron cuenta de que las instituciones gubernamentales no eran suficientemente eficaces para canalizar y distribuir los apoyos humanitarios que llegaban desde el exterior. En este contexto, el presente trabajo indaga el papel que desempeñó en las tareas de reconstrucción la Iglesia católica, en particular el arzobispado de México.

Sobre el terremoto de 1985 existe una amplia bibliografía que va de las memorias a los documentales y artículos de prensa, pero realmente son pocos los estudios que analizan críticamente el suceso y muchos menos los que indagan el papel de la ciudadanía. Mientras la prensa crítica con el gobierno habló de una acción sobresaliente de la sociedad civil, los periódicos más cercanos al poder des­tacaron el papel del presidente Miguel de la Madrid y del regente del Departamento del Distrito Federal (DDF), Ramón Aguirre Velázquez.1 En mi opinión, hacen falta investigaciones históricas que reconstruyan en forma objetiva este proceso y, por tal razón, al carecer de un análisis puntual, el tema se ha politizado.

Algunos movimientos sociales que surgieron o se desarrollaron después del sismo ya han sido investigados.2 Varios textos han abordado el importante papel de los capitalinos ante el sismo de 1985, quienes reaccionaron y se organizaron para enfrentar la emergencia y para iniciar la etapa de reconstrucción. Carlos Monsiváis3 y Elena Poniatowska,4 por ejemplo, enfatizan este despertar de la sociedad civil. Recientes estudios, sin embargo, han cuestionado la idea; sobre todo, han discutido el significado del término «sociedad civil», que reemplazó al de «pueblo». La connotación de pueblo implica una referencia a la clase baja que, a partir del terremoto, empezó a desaparecer al privilegiarse el concepto de sociedad civil.5 Esta tendencia puede rastrearse en la prensa. La crítica señala que se hizo un gran énfasis en el papel de la sociedad civil después del terremoto6 con el objetivo de presentar este hecho como un evento histórico de rechazo al gobierno opresor representado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Así, la reacción ciudadana ante el sismo estaría emparentada con lo sucedido en Tlatelolco en 19687 o con el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994,8 por ejemplo. Historiográficamente, la movilización de la sociedad civil en 1985 se ha convertido en un antecedente directo del nacimiento del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en 19899 y de la democratización de la Ciudad de México en 1997.10

Sin embargo, aún falta el estudio de un actor importante de este proceso: la Iglesia católica, en particular el arzobispado de México. Desde mi punto de vista, el arzobispado fue el agente más activo dentro del catolicismo, pero, como podrá observarse a lo largo del presente trabajo, no fue el único.

Actualmente no existen investigaciones sobre la participación específica del catolicismo, de modo que el presente trabajo representa un primer acercamiento al desempeño del arzobispado de México y de otras organizaciones relacionadas con la jerarquía durante la coyuntura. Esta investigación surgió a raíz de un trabajo previo sobre la administración del cardenal Ernesto Corripio Ahumada11 como arzobispo de México en la década de los ochenta.12 En dicho estudio encontré que muchas fuentes orales subrayaban la importante labor de la Iglesia local en las tareas de reconstrucción. Lleno de dudas, intenté investigar el punto más a fondo y pronto descubrí que no existían estudios sobre el tema. Solo encontré un libro editado por la Pontificia Universidad de México titulado «El Terremoto de México. 19 de Septiembre 1985».13 Este pequeño texto editado en 1986 es una reflexión teológica y filosófica sobre el mal. Realmente en el libro no se desarrolla el tema del sismo de 1985 y el papel que desempeña la Iglesia católica. Aprovechando un año sabático, me dediqué plenamente al proyecto, que tenía como base una pregunta sencilla: ¿cuál fue el papel de la Iglesia católica en el sismo de 1985?

Mi hipótesis inicial fue que el sismo habría generado una fuerte cercanía entre el arzobispado de México y el gobierno federal y local, y que todo esto, posterior e indirectamente, habría dado pie a la reforma constitucional de 1992.14 Conforme avancé en la investigación, se confirmó el hecho de que el trabajo de la Iglesia católica había sido en verdad relevante, pero la formulación de la hipótesis resultó simplista y, en cierto modo, excesivamente institucional. Mi error fue considerar a la Iglesia católica como una entidad monolítica, pues poco a poco fui descubriendo la existencia de numerosos y diversos actores involucrados en el proceso. No era suficiente, como planeé en un principio, investigar solo a la alta jerarquía de la Ciudad de México, encabezada por Corripio, para tener una idea más nítida de este proceso era indispensable considerar a algunas parroquias que realmente sobresalieron en la reconstrucción de la ciudad. Pronto reconsideré mi hipótesis inicial bajo una perspectiva diferente: la Iglesia católica habría generado una multiplicidad de actores que perseguían objetivos distintos, desde la vinculación con el gobierno hasta la oposición política al mismo.

Así, por un lado actuó una estructura creada por el arzobispado, cercana al gobierno, que desarrolló una política de construcción de viviendas a gran escala, mientras por otra parte surgieron actores, muchas veces encabezados por parroquias, que en términos generales fueron críticos con el gobierno e implementaron políticas solidarías de autoconstrucción de viviendas. Así, la hipótesis inicial de que este proceso representó un antecedente de la reforma constitucional de 1992 se desmiente y se confirma al mismo tiempo. Se desmiente porque algunas parroquias criticaron fuertemente al gobierno y desarrollaron una actividad política que los llevó a participar en la fundación del PRD; pero, al mismo tiempo, se confirma la hipótesis en tanto que la Iglesia, con su participación en el proceso de reconstrucción, inauguró un modelo formal de relaciones con el gobierno que sentó las bases para la reforma.

Así pues, el presente trabajo siguió dos líneas paralelas de investigación que de vez en cuando se cruzaron: por un lado, el papel de la Iglesia institucional y, por otro, la acti­vidad de algunas parroquias y comunidades eclesiales de base que desarrollaron una acción distinta a la de la alta jerarquía. Las fuentes consultadas fueron de diversa índole. Arranqué con más de treinta entrevistas a los principales actores católicos que desempeñaron un papel preponderante en la coyuntura del sismo, sobre todo sacerdotes diocesanos y jesuitas. Revisé diversos periódicos y revistas laicos como La Jornada y Proceso, pero también católicos, como la Gaceta del Arzobispado de México y la revista Christus. Consulté el Archivo Histórico del Arzobispado de México (AHAM), donde me permitieron estudiar el Fondo Cancelería; también revisé el Fondo Presidente del Archivo General de la Nación (AGN). Finalmente, muchos sacerdotes o ex sacerdotes entrevistados me facilitaron copias u originales de documentos internos, revistas parroquiales y libros auto­editados.

Terremoto en la Iglesia católica

Подняться наверх