Читать книгу Antología 6: Camino al Cielo - Christian Mark - Страница 23

La seguridad que nos infundían nuestros padres

Оглавление

Éramos pobres en lo material, pero era pobreza digna, prolija, casa simple, pero con muchas flores y frutales en el patio. No nos enteramos de que éramos pobres, porque estaba la seguridad del amor de los padres. Rodeábamos la mesa cada noche para que mi padre nos leyera la Biblia, revistas en ruso que recibía, o “Una Voz en el Desierto”, mientras mi madre tejía. Todo a la luz de una lámpara a kerosene. Cuando llegó el progreso, tuvimos una radio y nuestros discipulados eran a través de la radio HCJB, de Quito, Ecuador.

Cuando llegaba el turno del agua, abrían los surcos en pleno invierno, con las “alpargatas” más gastadas, por lo que sus huesos se resintieron para toda la vida. Mamá cocinaba en un brasero en el patio a la sombra de un parral y nos dejaba untar el pan en la salsa o en el pocito de las costeletas. Y un día recibió una cocinita Volcán, con una hornalla y horno pequeño, ¡era un lujo! Ahora que me doy cuenta, éramos inmensamente ricos.

Considero un tesoro las oraciones, de rodillas, antes de dormir. Luego mi padre nos arropaba en una cama antiquísima, de esas con respaldo de bronce. Las tres dormíamos bien juntas, ya que, con el elástico vencido, nos hundíamos. Hasta que me casé a los 23 años, pero heredé esa hermosa disciplina de orar al comenzar el día encomendándonos al Señor, y terminar la jornada de igual manera. Esto ha sido la clave de la felicidad y prevención del mal, porque Jesús era el centro.

Tal vez me faltaron los besos de mi madre, porque muchos factores hacían de ella una persona poco cariñosa, pero supo demostrar su amor en el lenguaje del servicio y la devoción a Dios, y yo siempre estaré agradecida.

Antología 6: Camino al Cielo

Подняться наверх