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1.-El atentado contra Juan Manuel de Rosas (1841)

El amigo del inglés

Analicemos brevemente el marco referencial histórico que rodeaba a Don Juan Manuel: Él había nacido en Buenos Aires el 30 de marzo de 1793, siendo hijo de León Ortiz de Rosas y Agustina López Osornio, un matrimonio terrateniente, de sangre española. Como sobrada muestra de carácter, a los 13 años apenas, se presenta ante Santiago de Liniers, en plena invasión inglesa, se alista y lo designan auxiliar de cañón. Y allí seguramente tuvo el bautismo de fuego, y se inicia la parábola de su propia vida política, que también terminaría a fuerza de cañonazos.

La Argentina nació como un Estado independiente con la Revolución de Mayo de 1810, con la creación del primer gobierno patrio, y a partir de allí comienza a romper la vinculación que la ataba a España lo que se consolida con la declaración de la independencia el 9 de julio de 1816, cuando surge lo que se llamaron las Provincias Unidas del Río de la Plata.

En su juventud, Rosas se distinguió como un excelente administrador de estancias, hábil para la relación con humildes peones, y encumbrados estancieros, luego como un político sagaz, un militar sobresaliente, un gobernante comprometido, impiadoso con sus enemigos y un gran defensor de la soberanía nacional (1). En 1829 luego de derrotar al general Juan Lavalle, llega a ser gobernador de la Provincia de Buenos Aires, la más importante de Argentina. Y por esa razón, entre 1835 y 1852 pudo ser el principal caudillo de la llamada Confederación, que fue la unión política de provincias soberanas que delegaban la representación exterior, y hasta el manejo interno de los asuntos de Estado a una sóla de ellas que era justamente Buenos Aires, y ello le permitió ser empoderado con el título de “Restaurador de las leyes e Instituciones”. Tuvo que sortear bloqueos navales de potencias extranjeras, el acoso de países limítrofes y la traición de propios y extraños,

Y el ocaso de Rosas sobrevino luego de la batalla de Caseros, mediante la cual las tropas del caudillo entrerriano general Justo José de Urquiza, aliadas a las del Imperio del Brasil y del Uruguay, lograron una victoria resonante en desmedro de Restaurador que tuvo que marchar al exilio en Inglaterra.

El general Ignacio Hamilton Fotheringam, único general de división del Ejército Argentino que llegó a ese rango siendo ciudadano y militar inglés, había nacido en Southampton, Hampshire, Reino Unido, el 11 de septiembre de 1842, y falleció a los 83 años en Río Cuarto, Córdoba, en 1925. Además de su extensa carrera militar, durante la cual participó de la Guerra de la Triple Infamia, llegó a ser el 1° Gobernador del Territorio Nacional de Formosa, entre 1884 y 1891. El actual Museo Histórico de Formosa fue su residencia oficial, y durante muchos años, Casa de Gobierno de la Provincia.

En sus memorias “La vida de un soldado”, cuenta algunas anécdotas de Juan Manuel de Rosas, el protagonista de este capítulo, al cual conoció personalmente en Inglaterra.

A los 21 años, siendo guardiamarina de la armada británica, Ignacio Hamilton volvió por un tiempo a su tierra natal y conoció por casualidad a Manuelita Rosas de Terrero ( hija de J. M. de Rosas) y a su esposo Máximo Terrero, cuya casa estaba muy cerca de la residencia paterna de Ignacio. Y allí tuvo oportunidad de conocer también a Rosas.

En sus “Memorias” Fotheringham escribe: “Allá en mi tierra, lo creíamos un general español desterrado por asuntos de alta política. Un hermoso tipo, de aspecto varonil y enérgico. Vivía en The Crescent, frente a la casa de familia de Lawe, muy amiga nuestra. Una gran mansión de aspecto serio, silencioso y triste. Nada de ruidos.” (...) “Al venirme, Doña Manuelita me regaló una hermosa frazada, grande y abrigada, con un letrero central en bordado rojo: “Federación o Muerte. Independencia. Rosas. Viva Manuelita”. “La conservé por mucho tiempo, pero, resuelto a decir la verdad, aunque con vergüenza, confieso que la cambié en Paso de la Patria (durante la guerra contra el Paraguay) por tableta mendocina...Más pudo el hambre que el venerado recuerdo”.

Y refiere otra anécdota: “ En plena batalla de Caseros, el éxito era aún dudoso. Rosas hablando con un lugarteniente le dice: “Mire, mire, esa caballería que avanza allá por la izquierda nos vá a j…. En ese momento, pasa un bizarro soldado de caballería, gorra de manga, lanza, lazo y boleadoras. “Párese amigo...”, ordena Rosas. Bajó el centauro. “Traiga sus boleadoras (Las midió con los brazos abiertos). Un poco cortas-dijo- Y ordenó: “A caballo y dispare”. De un brinco en la silla y a todo escape. “Pero no hubo escape, pues con la habilidad suma sorprendente de que estaba dotado “el primer jinete”, “el primer gaucho argentino”, revoleando las boleadoras las lanzó con mano certera y boleando el caballo de las manos, lo hizo rodar; pero el paisano, sonriéndose, salió al pié, las riendas empuñadas…”.“Por lo menos-dijo Rosas-todavía tengo buen pulso”.

Historias cortas, de atentados fracasados

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