Читать книгу No te olvides de tu memoria - Llorenç Guilera - Страница 7

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INTRODUCCIÓN

La memoria no es un sistema único y monolítico. Abarca, en realidad, una combinación entrelazada de diversas funciones cognitivas alojadas en nuestro cerebro. Es decir, funciones que están a cargo de nuestras neuronas.

La capacidad de saber dónde estamos, de podernos orientar hacia dónde queremos ir, de recordar de manera inmediata lo que acabamos de leer o escuchar, de acordarnos de lo que comimos ayer, de cuál es el título de la película que vimos la semana pasada, de lo que tenemos previsto hacer mañana, del nombre de las personas con las que nos relacionamos, de en qué fecha cumplen años, de qué les gustaría que les regalásemos, y muchas cosas más, caben bajo el concepto común de lo que llamamos «memoria».

La memoria nos permite recordar hechos sucedidos en el pasado y cosas que acaban de ocurrir, datos aprendidos hace años en el colegio o instrucciones recibidas hace un instante. Nos posibilita también avanzarnos al futuro: anotar en nuestra corteza cerebral la lista de todas las tareas que planeamos hacer mañana mismo o en los próximos días y en qué contextos y a qué horas.

La memoria dispone de una fenomenal base de datos que acumula con cierto desorden que a veces recuerda un desván, todo hay que decirlo— números, letras, frases, colores, formas, sonidos, imágenes, hechos, movimientos, emociones y experiencias, entre otras muchas cosas.

Desde bien jóvenes aprendemos que nuestra memoria no siempre es totalmente fiable, que a veces nos devuelve recuerdos parcialmente falseados y lo que es más preocupante— otras veces tarda una enormidad de tiempo en aportarnos lo que le pedimos, o todavía peor— lo ha olvidado por completo.

Los fallos más frecuentes de memoria son:

• No poder recordar el nombre de una persona o de una cosa.

• No reconocer a quién corresponde una cara que sabes conocida.

• Olvidar un número que era importante.

• No poder recordar una información que has grabado anteriormente en tu memoria.

• Olvidarte de una cita.

• No recordar que tenías previsto hacer una determinada actividad o tarea.

• No recordar dónde has dejado un objeto importante. O extraviarlo (que es lo mismo pero un poco peor).

• Olvidarte de coger, comprar (o cualquier otra acción), un objeto que tenías previsto coger, comprar…

• Olvidar conocimientos que habías estudiado.

Pero no siempre los fallos de memoria y los olvidos son indicativos de que estás perdiendo capacidad de memoria. A menudo, lo que se consideran fallos o pérdidas de memoria no son sino alteraciones de otras facultades. Puede que lo recuerdes diferente porque lo percibes de forma distinta. Puede que no lo recuerdes bien porque en el momento de grabarlo tenías la mente ocupada en otra cosa y no prestaste la debida atención.

Para que nos funcione la memoria de datos, hechos o vivencias, hace falta, en primer lugar, que nuestros sentidos perciban todo ello en condiciones; en segundo lugar, que estemos prestando atención a nuestros sentidos; en tercer lugar, que las informaciones a retener se graben de manera correcta en las zonas adecuadas del cerebro destinadas a cada tipo de grabaciones especializadas. Pero, así y todo, no tenemos ninguna garantía de que la grabación perdure eternamente, ni de que su recuperación sea fácil y rápida: todos hemos sufrido alguna vez aquello de que el recuerdo lo tenemos «en la punta de la lengua» pero no hay manera de que salga, o nos decimos: «Lo sé, pero ahora no me viene a la memoria».

La verdad es que no solemos preocuparnos de cuidar nuestra memoria hasta que nos empieza a fallar más de la cuenta. La aparición de importantes «lagunas» de memoria, los episodios de desorientación o la incapacidad para llevar a cabo una tarea que antes realizábamos casi sin pestañear son causas razonables de preocupación, puesto que pueden ser indicativos de los estadios iniciales de algunas enfermedades degenerativas.

Pero, tal como han dejado claro las recientes investigaciones del premio nobel Eric Kandel con un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Columbia, el declive de la memoria puede ser un síntoma del envejecimiento del cerebro, pero no siempre es un indicativo precoz de un futuro alzhéimer, ni mucho menos.

Kandel y su equipo han demostrado que hay una proteína cuya desaparición paulatina con la edad es la causa del debilitamiento de la memoria. La denominan RbAp48 y está en cantidades abundantes en el hipocampo de la gente joven, mientras que escasea de forma gradual en el hipocampo de la gente mayor.

El hipocampo es una de las agregaciones neuronales más importantes del cerebro para la formación de recuerdos. Se ubica en la parte interna de los lóbulos temporales y forma parte de la zona que llamamos sistema límbico. Entre sus muchas funciones está la de transformar las vivencias del día (memoria de trabajo, de corto plazo) en recuerdos con vocación de permanencia (memoria de largo plazo). Pero es también la clave para evocar las vivencias en su contexto original y para ayudarnos a situarnos geográficamente, es decir: a orientarnos.

Se ha comprobado que si les suprimen la proteína RbAp48 del hipocampo a ratones jóvenes, pierden su capacidad de aprendizaje. En cambio, si se les suministra RbAp48 al hipocampo, los ratones viejos recuperan la memoria y la capacidad de aprendizaje perdidas y se sitúan a la par de los jóvenes.

La diferencia con el alzhéimer es importantísima: en esta enfermedad se produce una destrucción irreversible del tejido neuronal que ataca la corteza entorrinal del hipocampo. En el proceso natural de envejecimiento del cual nos habla Kandel, el proceso es reversible. Hay una carencia de la proteína en el giro dentado del hipocampo que tenemos la firme esperanza de que en un tiempo prudencial los laboratorios farmacéuticos puedan encontrar la manera de proporcionarla.

A la espera de este psicofármaco futuro, el equipo de la Universidad de Columbia consensúa con la inmensa mayoría de psicólogos que la mejor manera de conservar la memoria se basa en dieta sana, ejercicio físico y actividades intelectuales.

Pero hay muchas más causas además del envejecimiento— que pueden provocar un declive de memoria de manera temporal y perfectamente reversible. Puede ser que la persona se vea sometida a un exceso de estrés que desaparecerá si se relaja. O a una ansiedad momentánea que se esfumará cuando supere sus miedos. O a una depresión reactiva fácil de solucionar poniéndole cabeza y corazón. Cabrían también otras muchas explicaciones, como el cansancio después de haber realizado un sobresfuerzo intelectual, los efectos secundarios al tomar alguna medicación o la falta de entrenamiento, entre otros.

¿Entrenamiento? ¿Tiene sentido entrenar la memoria? Pues sí, absolutamente. Con las redes neuronales sucede lo mismo que con los músculos: la inacción les hace perder la forma. Los circuitos neuronales que llevan mucho tiempo sin utilizarse van perdiendo energía y, si no hay restauración providencial de las sinapsis, pueden, incluso, apagarse.

Es conveniente, pues, entrenar para conservar; hacer ejercicios mentales para mantener activas las neuronas. Está demostrado que es la mejor forma de prevención contra la degradación de la memoria que todos queremos evitar porque a todos nos asusta.

Y a la gente joven, que se ve obligada a emplearse a fondo para cursar sus carreras, les conviene tener presente que la memoria es una capacidad que se puede incrementar con ejercicios y con estrategias nemotécnicas.

En esta obra se ha tratado de dar una información rigurosa, basada en los conocimientos que la neuropsicología ha aportado en las últimas décadas, para que puedas conocer mejor el funcionamiento del complejo sistema que llamamos memoria.

En el capítulo 1 se aportan una serie de argumentos para comprender la importancia que tiene la memoria en la formación de la identidad única y diferente de cada persona. «Eres tu memoria» no es una licencia literaria del profesor Luis Rojas Marcos para remarcar la importancia de poder recordar; es un hecho comprobado que somos aquello que recordamos ser.

En el capítulo 2 se analiza cómo se produce la grabación de los distintos tipos de recuerdos y cuáles son los elementos esenciales para que este proceso se realice con garantías de permanecer el tiempo necesario. No te hace falta retener todas las informaciones eternamente. Acordarte, por ejemplo, del número de fila y butaca para la sesión de teatro a la que asistirás hoy, dejará de tener valor mañana mismo y no tendrá ninguna utilidad seguir recordándolo. Se detallan los diferentes tipos de memoria que tenemos y para qué sirve cada una. Como remate del capítulo, se exponen algunas estrategias para mejorar las condiciones en que se producen las grabaciones de la memoria para así poder mejorar su calidad, su duración y su fiabilidad.

En el capítulo 3 se explica cuáles son los factores que redundan en mantener el almacén de la memoria en perfectas condiciones. En esencia: comer bien y dormir mejor; hacer vida sana; evitar toxinas y sustancias peligrosas; y evitar, entre otras cosas, el estrés y sus tensiones, la depresión y su falta de motivación.

En el capítulo 4 se detalla cómo funciona el acceso a las informaciones guardadas en la memoria y cuáles son las características de la recuperación que se obtiene. Se explica que el funcionamiento de la memoria es siempre una recreación y está reñido con el deseo utópico de alta fiabilidad, y cuáles pueden ser las alteraciones habituales de los recuerdos en una memoria sana y normal. Se revisan también las diferentes causas que pueden producir pérdidas de memoria temporales o permanentes— y las correspondientes maneras de procurar evitarlas.

En el capítulo 5 se exponen los principales métodos que se han inventado para ayudar a indexar las informaciones que queremos memorizar a largo plazo. Se indica para qué tipos de informaciones es útil cada método, cómo hay que aplicarlo, y se ilustra con ejemplos concretos para facilitar su aprendizaje.

En el anexo I se incluyen varios tests para evaluar los distintos tipos de memoria existentes: memoria visual, memoria auditiva, memoria prospectiva, memoria de corto plazo y memoria de largo plazo. Se busca que cada persona pueda obtener un mayor conocimiento de cómo funcionan sus sistemas de memoria de cara a mejorarlos en todo lo que pueda (que suele ser mucho más de lo que se imagina).

En el anexo II se relacionan una buena cantidad de juegos y ejercicios pensados para mantener en forma las distintas clases de memoria. Son pruebas sencillas (recordar series de números, combinaciones de palabras, listas de objetos…) que pueden servir tanto como herramienta diagnóstica para detectar carencias como de ejercicios de estimulación y mantenimiento. Estos ejercicios persiguen un doble objetivo: por una parte, ofrecer a quien los realice una valoración general final sobre el estado de su memoria y, por otra, mostrarle formas de trabajar su capacidad memorística en diversas vertientes (desde la atención y la capacidad de concentración a la memoria inmediata, o desde la capacidad de nombrar objetos hasta el recuerdo a largo plazo…). En conjunto, se configura una completa tabla de gimnasia mental, pensada para mantener la memoria y en consecuencia, la mente— en las mejores condiciones posibles.

En el anexo III se detallan unos pocos sistemas avanzados de indexación de memoria, que escapan, a buen seguro, al interés de la mayoría. Pero que aquí están para el que quiera profundizar en el tema.

En el anexo IV se hace una breve introducción a la aplicación de la fitoterapia para paliar la debilidad de memoria. Pero quien de verdad tenga interés en aplicarla, recibe la sugerencia de no limitarse a conocimientos tan someros y acudir a un dietista profesional.

Y esta reflexión nos lleva a la recomendación que abarcaría todo el libro. El objetivo que se persigue transmitiendo este conocimiento es que cada quien pueda cuidar, mantener y mejorar su memoria por sí mismo; pero si la lectura de este texto te hace ver que te convendría la ayuda de un profesional, será señal de haber cumplido con el principal objetivo planteado: que «no te olvides de tu memoria». Necesitas cuidarla y mejorarla para mejorar tu calidad de vida.

Sant Joan Despí, septiembre de 2013

No te olvides de tu memoria

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