Читать книгу No te olvides de tu memoria - Llorenç Guilera - Страница 8

Оглавление

1

ERES TU MEMORIA

UN DIVORCIO SIN SENTIDO

Es muy curioso el fenómeno que se ha ido extendiendo en la sociedad actual de ningunear el valor real de la memoria. Podemos ver con qué tranquilidad cualquier persona afirma en público, sin ningún reparo, «¡qué mala memoria tengo!». Y hasta es posible que lo exprese vanagloriándose, creyéndose a pies juntillas que «es de sabios ser distraído», que tener fallos de memoria es, no tan solo justificable, sino un signo distintivo de una persona de gran actividad intelectual, alguien que tiene tantas cosas en su cabeza que hay que saberla disculpar cuando, de vez en cuando, se le olvide alguna. Cada vez es más frecuente encontrarse con personas que te dicen «no me fío de mi memoria» como manera implícita de darte a entender «pero confío plenamente en mi inteligencia».

No veremos, sin embargo, que nadie afirme en público «¡qué mala inteligencia tengo!». Nadie es capaz de reconocer frente a los demás que su inteligencia le falla más de lo que él quisiera, aunque no tendrá inconveniente en calificar su capacidad memorística de un auténtico desastre y quedarse a sus anchas.

Se le concede a la inteligencia un gran valor social que lo tiene— y se minusvalora la memoria que debería tenerlo— como si fuera el recurso intelectual de los que carecen de inteligencia suficiente. Es harto frecuente que la gente considere que existe un divorcio entre memoria e inteligencia; un concepto que no tiene ningún sentido porque es totalmente erróneo desde un punto de vista científico. Es un error que proviene, por una parte, del merecido descrédito que se han ganado antiguos métodos educativos basados en memorizar aunque no se comprendiera; y por otra parte, de la desmesurada confianza que se ha ido extendiendo sobre la ayuda que actualmente nos proporcionan las memorias electrónicas, de todo tipo, y este enorme almacén de informaciones en red que llamamos internet.

La psicología cognitiva demostró hace años que no hay inteligencia que pueda funcionar si no viene precedida de una capacidad de aprendizaje, y que la inteligencia se basa en la capacidad de procesar adecuadamente las informaciones disponibles. Obviamente, estas dos facultades no pueden operar si no tienen a su disposición una capacidad importante de memoria.

Sin memoria no es posible aprender nada. Sin memoria ni tienes sobre qué razonar ni puedes tener conductas inteligentes.

Si no eres capaz de recordar, no dispondrás de informaciones sobre las cuales aplicar tu inteligencia, no acumularás conocimientos aprendidos ni experiencias vividas, no dispondrás de antecedentes sobre los cuales inferir qué te conviene hacer. En pocas palabras, sin memoria no tendrás identidad.

ERES TU MEMORIA

Eres tu memoria. Eres aquel que recuerdas ser. Tu identidad física es tu cuerpo, tu ADN y tu herencia genética, pero tu identidad psíquica es la acumulación estructurada y digerida de tus vivencias.

Si perdieras tu memoria, perderías tu identidad.

El principal horror que sufren las personas con amnesia retrógrada producida por un tumor o una lesión cerebral es no poder recordar quiénes son, es quedarse vacíos de vivencias pasadas.

LA MEMORIA ES ESENCIAL

Necesitas acordarte de tus sensaciones, emociones, sentimientos y vivencias pasadas para poder asociarlas con las actuales y tomar decisiones inmediatas en centenares de temas cotidianos que te sobrevienen (cómo vestirte, qué comes, dónde tienes que ir, por dónde vas, quién te espera y qué espera de ti, qué tienes que hacer…). Lo que llamamos intuición o sexto sentido está fundamentado en la atracción o repulsión inmediata que te causa un objeto, una persona o una situación por contraste (consciente o inconsciente) con los objetos, personas y situaciones que llevas acumuladas en tu experiencia vital. Tu intuición está plenamente basada en la memoria activa de tus vivencias y es personal e intransferible; forma parte intrínseca de tu identidad.

Necesitas tu memoria para poder hacer la más mínima cosa. Para moverte por la vida, necesitas acordarte de los nombres de las cosas, de los lugares y de las personas (para poder hablar de ellas y para entender de qué te están hablando). Necesitas acordarte de las fechas y de las horas para situar tu pasado y afrontar con éxito tus planes de futuro. Necesitas acordarte de tus razonamientos anteriores, tus juicios y tus criterios formalizados para no estar siempre partiendo de cero. Necesitas acordarte de cómo se hacen las cosas para no ser un eterno bebé en la vida y un eterno aprendiz en tu profesión. Necesitas acordarte de las cifras y medidas más significativas del entorno en el que te desenvuelves (qué temperaturas, qué volúmenes, qué dimensiones, cuántas etapas hacen falta, etc.) para optimizar tus acciones y ser más eficaz. Necesitas acordarte de dónde están las cosas y las personas, y qué hay que hacer para desplazarse de un lugar a otro. Necesitas acordarte de cómo se relacionan los lugares con las personas que los ocupan y cómo se llama y a qué se dedica cada una de ellas. Necesitas que tu memoria de trabajo (o memoria operativa) esté limpia y dispuesta para poder aplicarla a los procesos cognitivos que requiere tu cerebro en orden a analizar, clasificar e integrar lo que a cada instante te está ocurriendo.

Imagínate per unos instantes que una mañana sonara el despertador, como todos los días, pero hubieses perdido la memoria durante la noche. De entrada no sabrías detener el despertador. Te molestaría enormemente su zumbido, pero no sabrías qué significa ni cómo se para. No recordarías que te esperan en tu trabajo, ni cómo te llamas. Tu habitación, tus ropas, tus pertenencias serían totalmente extrañas y las verías por primera vez. Si te contemplases en un espejo, no reconocerías quién es la persona que te está mirando desde el otro lado. Sentirías hambre y no sabrías qué puedes hacer para apaciguarla. Si te movieses por la casa buscando comida descalzo y en pijama— y entrases por casualidad en la cocina, al ver alimentos estos estimularían tus instintos y, muy probablemente, después de olerlos y palparlos, acabarías tomando la decisión de comerlos, ignorando qué son, cómo se llaman y que hasta ayer utilizabas platos y cubiertos. La nevera sería para ti un armario blanco más. La buena noticia podría ser que no te hubieses olvidado de caminar ni de hablar, ni de los procedimientos corporales básicos de tu lenguaje y motricidad. Pero en este supuesto horroroso que hemos imaginado, estarías totalmente desposeído de todo lo que hasta ayer había dado sentido a tu vida y a ti mismo. Y es que gracias a la memoria somos lo que somos y sabemos quiénes somos. Gracias a la memoria nuestra vida adquiere el sentido de la continuidad.

La memoria es lo que nos permite saber cada mañana cuando nos despertamos que somos la misma persona que se fue a dormir anoche.

Sin memoria, cada día, cada instante, serían nuevos, sin enlace con el pasado, sin sentido del presente, sin visión de futuro.

Todo lo que sabemos, todo lo que hacemos y todo lo que planificamos se lo debemos a nuestra capacidad de recordar lo que hemos aprendido, lo que hemos vivido y lo que deseamos hacer en el futuro.

La memoria es, pues, una capacidad psíquica importantísima que debemos saber conservar y, en lo posible, mejorar.

Este libro pretende aportarte todo esto: un mayor conocimiento de cómo está estructurada y cómo funciona tu memoria; y proponerte estrategias, técnicas y métodos para que puedas aumentar sus actuales propiedades y sacarle un mayor provecho del que les has sacado hasta la fecha.

De entrada, hay que tener muy claro el concepto de que la memoria humana es un sistema complejo de procesamiento de la información, que tiene tres etapas fundamentales: la grabación, el almacenaje y la recuperación. En cada una de las tres etapas pueden presentarse distintos inconvenientes. Los principales: los olvidos y las alteraciones de los contenidos. Si el procesamiento te falla en cualquiera de ellas, te falla la memoria: no tienes acceso a la información.

Este libro tiene la intención de dar a conocer el funcionamiento detallado del sistema para que ayude a evitar en lo posible estos grandes problemas. Propone, además, diferentes tests para conocer y evaluar las propiedades y características de los distintos tipos de memoria poseídos; y ejercicios para conservar y mejorar dichas capacidades.

EN QUÉ CONSISTE LA MEMORIA

Memoria es, pues, la capacidad de registrar, almacenar (o retener) y recuperar información. O, como dicen algunos textos, la regla nemotécnica de las tres «R».

La memoria efectúa tres funciones sucesivas: Registrar, Retener y Recuperar.

Originalmente era una capacidad que se otorgaba únicamente a las personas y, por extensión, al resto de seres vivos, pero las tecnologías electrónicas nos han llevado a admitir que es también correcto aplicar el término «memoria» a gran cantidad de dispositivos (analógicos o digitales) inventados por el hombre, puesto que disponen de las funciones de registro codificado, almacenaje de larga duración y capacidad de descodificación de la información que contienen.

En un sentido más amplio, también se puede decir, por ejemplo, que las abolladuras y los arañazos de un objeto son la memoria de cuáles han sido sus andaduras. Y que mi rodilla «se acuerda» de las lesiones sufridas cuando le exijo un exceso de rendimiento.

LAS PROPIEDADES DE UNA BUENA MEMORIA

La capacidad

Es la cantidad de información que la memoria es capaz de almacenar.

Puesto que la teoría matemática de la información de Claude E. Shannon y Warren Weaver establece que cualquier información puede codificarse en binario, es posible utilizar los bits como unidad universal de medida de la capacidad de una memoria. Teniendo en cuenta que las memorias digitales de tecnología electrónica se miden actualmente en gigabits (millones de bits) o incluso terabits (millones de gigabits)—, es natural que sintamos que nuestra capacidad de almacenaje de datos (cifrada en unos ochocientos mil millones de palabras) pueda ser fácilmente superada por una máquina. Esta comparación no debería provocarnos otra cosa que orgullo sobre la capacidad de invención de los seres humanos. Disponer de almacenes de datos externos que nos permitan ampliar nuestra capacidad biológica no debe hacernos sentir minusválidos frente a las herramientas que hemos creado, sino orgullosos de saber superar de manera tan espectacular las limitaciones que nos otorga nuestra biología; el mismo orgullo que nos proporciona haber inventado el avión para desplazarnos a velocidades imposibles para nuestro sistema locomotor natural, o haber inventado el microscopio electrónico, que nos permite observar las estructuras internas de la materia con una resolución millones de veces superior a la de nuestra vista.

La velocidad de retención

Es el intervalo de tiempo que requiere la memoria para conseguir la grabación duradera de la información.

La mejor velocidad de la memoria humana se mediría en décimas de segundo. Con la dificultad añadida de que a veces, sobre todo para datos numéricos y fechas, la grabación solo se consigue después de varias repeticiones de la entrada de información.

Los dispositivos electrónicos pueden construirse con velocidades de grabación miles de veces superiores, y rara vez requieren repetición de la entrada.

La velocidad de recuperación

Es el intervalo de tiempo que requiere el acceso y recuperación de la información almacenada.

En el mejor de los casos, la memoria humana requiere milisegundos. Muy frecuentemente, los tiempos se alargan a segundos, o incluso a minutos, por dificultades en el acceso: «Lo sé, pero ahora no me viene a la memoria», «Lo tengo en la punta de la lengua, pero ahora mismo no sabría decírtelo».

Los dispositivos electrónicos pueden construirse con velocidades de acceso y recuperación miles de veces superiores.

La durabilidad (o permanencia)

Es el intervalo de tiempo en el que la memoria es capaz de mantener en perfecto estado la información que se le ha grabado.

El cerebro humano está estructurado biológicamente con redes neuronales destinadas a tener memorias de distinta durabilidad. Desde este punto de vista, se habla de memoria inmediata o memoria sensorial; memoria de trabajo (de corto plazo) y memoria de largo plazo (con vocación de durabilidad ilimitada). La memoria a largo plazo recibe a veces el nombre de memoria histórica, memoria autobiográfica o memoria episódica porque es la que contiene la vida de la persona, es decir, la parte esencial de su identidad.

Los borrados de memoria en el cerebro humano no siempre son voluntarios y pueden obedecer a una gran complejidad de causas: lesiones o tumores cerebrales, sustancias químicas presentes en la sangre, carencia de ciertas hormonas o neurotransmisores, envejecimiento de las neuronas… En los dispositivos electrónicos, la durabilidad la podemos gobernar a placer entre unos nanosegundos y un tiempo prácticamente ilimitado.

La fiabilidad

Una memoria tiene alta fiabilidad si la información recuperada en cualquier momento posterior a su grabación es cien por cien idéntica a la que en su momento se grabó. En el capítulo 4 veremos con mayor detalle que la pérdida de fiabilidad es la principal y más frecuente falla de la memoria humana.

Las memorias electrónicas son fiables al cien por cien porque se limitan a reproducir siempre lo que se les entregó y en la misma secuencia que se les entregó.

La memoria humana no funciona de la misma manera.

La memoria humana no reproduce lo que se le entregó; lo reconstruye.

No le es posible aplicar una simple reproducción secuencial por la simple razón de que el sistema de almacenaje en las redes neuronales está absolutamente fraccionado y disperso. Los elementos de la información son distribuidos en zonas distintas del cerebro según su tipología. Por ejemplo: el color de un objeto, su forma, su movimiento, su tacto, su olor son almacenados en distintas zonas especializadas del cerebro, y recordar el objeto significa recomponer el todo a partir de sus partes. Recordar es para el humano reconstruir una vivencia integrando de nuevo los elementos que la componen.

El hipocampo tiene un rol protagonista en esta reconstrucción, y un hipocampo que trabaje en malas condiciones nos generará, con alta probabilidad, errores o carencias en la reconstrucción que afectarán directamente a la fiabilidad del recuerdo.

La memoria humana dista mucho de ser un dispositivo de alta fiabilidad.

Los recuerdos, en temas delicados (como pueden ser los testimonios en un tribunal que juzga causas criminales), merecen ser puestos en cuestión y, siempre que sea posible, consensuarlos con otras personas o contrastarlos con otros tipos de registros.

Un recuerdo nunca es una copia exacta de la información registrada. Es siempre una reconstrucción a partir de distintas zonas de almacenaje.

Como veremos más adelante, esta reconstrucción es bastante más creativa de lo que pensamos y no está regida por el azar. La memoria tiene la función de ir adaptando nuestros recuerdos del pasado a nuestros intereses y creencias del momento actual. Con el transcurso de los años, va añadiendo y sustrayendo detalles a los recuerdos para conformar nuestra imagen propia del «¿quién soy yo?», del pasado a nuestras necesidades del presente y de proyección al futuro.

APÓYATE EN LAS MEMORIAS EXTERNAS, PERO NO TE ABANDONES

Es comprensible que, al comparar tu memoria con la de los dispositivos de diversos tipos que nos rodean, sientas que no vale la pena esforzarte en retener cosas en tu memoria; que para conservar datos numéricos, fechas concretas y nombres complicados, lo más inteligente es utilizar los dispositivos electrónicos. Es doblemente comprensible tu actitud si, además, en tu niñez fuiste víctima de un sistema de educación que abusaba de la retentiva memorística y te hizo aborrecer los ingentes esfuerzos de dudosa utilidad necesarios para retener la lista de los reyes godos o la tabla de los números primos.

Pero no te equivoques. No abandones el cultivo y mantenimiento de tus capacidades memorísticas. Tienes razón cuando afirmas que no tiene sentido hacer esfuerzos para retener la lista de los reyes godos o el día concreto en que se perdió o ganó una batalla en la Edad Media. Estos y otros muchos datos los puedes consultar en internet, incluso desde tu teléfono móvil, en el momento en que los puedas necesitar. Haces bien en no molestarte cargando tu memoria con datos tan insulsos como estos. Pero te equivocas mucho si extiendes esta abdicación de esfuerzo a datos e informaciones de todo tipo.

Entre los mejores placeres de la vida está la cultura, el cultivo de la mente y el espíritu. Y cultura es el eterno aprendizaje de nuevas formas, nuevos conceptos, nuevos caminos para explorar.

Si no ejercitas tu memoria no será posible que tu cultura se amplíe. Puede que manejes mucha información (con las modernas tecnologías resulta muy fácil), pero tu cultura no se habrá enriquecido.

De la misma manera que tu cuerpo pierde su estado de forma si te apoltronas en el sofá y nunca haces ejercicio físico, tu memoria pierde facultades si no la estimulas a diario y no la mantienes en forma. Y, ya sabes, si pierdes memoria, pierdes identidad. Pierdes capacidad de relación con las personas que te rodean y, a la larga, de comprensión de lo que te acontece. En el límite, puedes contemplar en qué se puede convertir tu vida viendo el sufrimiento de los ancianos aquejados de alzhéimer incipiente.

Haces bien en no memorizar los teléfonos o direcciones de correo de toda tu red social y confiar en que el directorio de tu teléfono inteligente los conservará perfectamente. Pero acuérdate, por lo menos, de los de tus familiares y amigos más íntimos. Y acuérdate de bajar regularmente una copia de seguridad de tu directorio telefónico a tu ordenador. Que tu memoria de previsión de futuro no olvide que tu teléfono móvil puede mojarse, estropearse, perderse o serte sustraído por un ladrón desaprensivo.

Tu frase: «Es que tengo muy mala memoria y no me puedo fiar de ella» la han pronunciado o podrían pronunciarla el cien por cien de los seres humanos. Haces bien en no fiarte plenamente de ella. Y actúas sabiamente apoyándote en las memorias electrónicas que el progreso ha puesto a tu alcance y contrastando con ellas de forma continuada para corroborar las informaciones que recuerdas. Pero por mala que sea tu memoria, es esencia de tu persona, es el pilar de tus actuaciones cotidianas, de tus relaciones personales, de tu comunicación con el entorno. Tus piernas también son limitadas y no pueden correr a 80 km/h; por ello recurres a un vehículo motorizado cuando necesitas desplazarte a esas velocidades. Pero si renuncias sistemáticamente a andar a pie la más mínima distancia, tus piernas, tu corazón y tus pulmones se anquilosarán y acabarás necesitando que te transporte un vehículo para ir hasta la esquina de tu casa.

¿Qué pensarías de alguien de tu círculo social que no se esfuerza en acordarse de cómo te llamas, que no recuerda lo que hablasteis en el último encuentro ni ha realizado o analizado nada de lo que prometió porque «Lo siento, se me olvidó…»?

Para acordarse de las cosas hace falta percibirlas adecuadamente, poner atención suficiente en ellas y tener deseo verdadero de conservarlas en la memoria.

DISTINTOS GRADOS DE PÉRDIDA DE MEMORIA

Se pueden sufrir pérdidas de memoria de muy distintos grados. De entrada:

Es fundamental distinguir la pérdida de memoria esporádica y reversible de las permanentes e irreversibles.

¿Quién puede presumir de que nunca en su vida ha tenido un olvido de algo que realmente le importaba? Probablemente nadie en sus cabales se atribuiría ese mérito. Todo el mundo ha tenido algún fallo de memoria que le ha causado molestias o, peor aún, auténticos perjuicios. Olvidarte de una cita crucial; perder unas llaves importantes o un objeto personal de gran valor económico o sentimental; no poder recordar el nombre de una persona que tiene tu futuro en sus manos; no poder recordar quién te dio una información clave… son fallos frecuentes y comunes. Son fallos que te molesta tener y que, si se repiten con una frecuencia excesiva en los últimos tiempos, te preocupan seriamente.

A veces, una persona es incapaz de recordar lo que sucedió el día anterior o unas horas antes y, sin embargo, conserva en plenas condiciones el resto de su memoria. En estos casos se habla de un episodio de amnesia, que es un fallo de memoria transitorio y temporal. Lo pueden haber originado diversas causas, pero una de las más frecuentes es un traumatismo craneal o un fuerte choque psicológico.

Algunos problemas médicos que son perfectamente tratables pueden causar síntomas como olvidos y pérdida de la memoria a corto plazo. Dentro de este grupo de causas tenemos: reacciones a una medicación, tumores cerebrales, problemas de tiroides, lesiones en la cabeza, fiebre alta, deshidratación, consumo de alcohol, deficiencia de vitamina B12 o escasa nutrición, entre otras razones.

Otro tipo muy distinto de pérdida de memoria acontece cuando la persona olvida muy a menudo situaciones recientes y, sin embargo, conserva en perfectas condiciones su memoria autobiográfica de muchos años atrás (amnesia anterógrada). Este tipo de amnesia suele presentarse en personas de edad avanzada y puede ser el primer aviso de una progresiva demencia senil.

LAS PRINCIPALES CAUSAS DE PÉRDIDAS DE MEMORIA

Dado que son muchos los factores que pueden afectar al correcto funcionamiento del cerebro, muchas son las causas que pueden provocar la pérdida eventual o permanente de memoria.

De hecho, son tantas las enfermedades que pueden causar pérdidas esporádicas de memoria que muchos médicos de urgencias incorporan la exploración de la memoria en sus exámenes clínicos, junto a las variables tradicionales de la presión arterial, la temperatura, el pulso y la respiración.

Cuando un paciente, preocupado por sus eventuales amnesias, acude a un médico o a un psicólogo para que le recomiende el tratamiento adecuado, el profesional deberá diagnosticar primero a cuál de las posibles causas se debe la pérdida de memoria.

En la tabla de la página siguiente se encontrará una explicación de por qué cada una de estas causas provoca carencias en la memoria y por otro lado, una propuesta de ejercicios o actuaciones concretas que pueden llevarse a cabo para paliar los problemas de memoria ocasionados por cada una.

Causas de pérdida de memoria y recomendaciones para solucionarlas
CausaRecomendaciones
Edad avanzada. Como en el caso de otros órganos, a partir de los cincuenta años el cerebro sufre las consecuencias del paso del tiempo, y el envejecimiento de las neuronas y la disminución de la proteína RbAp48 en el hipocampo hacen que se incrementen las disfunciones esporádicas de algunas sinapsis, cosa que influye de forma decisiva (aunque no irreversible) en la pérdida de calidad de la memoria.• Ejercicios para mejorar la memoria (Ver Anexo II).• Gimnasia mental y neuróbica.• Ejercicio físico y alimentación sana.
Enfermedad vascular cerebral. El cerebro necesita un buen riego sanguíneo para tener el aporte de oxígeno que precisa para mantener su actividad y capacidad. Los pacientes con problemas vasculares en el cerebro pierden capacidad de concentración y de memoria. El peligro es que estos pacientes puedan sufrir un ictus cerebral que dañe partes importantes de sus memorias.• Ejercicio físico y alimentación sana.• Posibilidad de anticoagulantes con receta médica.• Ejercicios para mejorar la memoria (Ver Anexo II).• Gimnasia mental.
Insuficiente oxígeno al cerebro. Puede producirse como consecuencia de un paro cardíaco, un paro respiratorio o complicaciones tras una anestesia.• Tratamiento por médico especialista.
Degeneración neurológica del cerebro. Es una pérdida de la función cerebral que ocurre con ciertas enfermedades y afecta la memoria, el pensamiento, el lenguaje, el juicio y el comportamiento. Se incluyen las demencias seniles, el alzhéimer, el párkinson, la esclerosis múltiple, la enfermedad de Huntington y otras.• Tratamiento neurológico.• Apoyo de gimnasia cerebral.
Tumor cerebral. El crecimiento anómalo de un tumor interno en el cerebro puede impedir el funcionamiento normal de partes esenciales del neocórtex.• Neurocirugía.
Lesiones o traumatismos craneales. Un hematoma interno causado por un golpe en el cráneo puede afectar el funcionamiento de la memoria vecina.• Tratamiento por médico especialista.
Tratamientos contra el cáncer. Tanto la radioterapia, como la quimioterapia o los trasplantes de médula ósea pueden acarrear pérdidas temporales de memoria.• Ejercicios para mejorar la memoria (Ver Anexo II).• Gimnasia mental y neuróbica.• Alimentación y vida sanas.
Infecciones. Algunos agentes infecciosos del sistema nervioso pueden dañar en ocasiones de forma irreversible— la memoria y el resto de capacidades intelectuales. Entre las posibles infecciones del cerebro están la enfermedad de Lyme (provocada por picaduras de garrapatas infectadas), la enfermedad de las vacas locas (encefalopatía espongiforme bovina), la sífilis o el sida.• Imprescindible recurrir a un médico especialista en infecciones neurológicas.
Cirugía cerebral. Algunas intervenciones quirúrgicas en el cerebro pueden seccionar conexiones neuronales que afecten zonas enteras de memoria.• De muy difícil solución.• Consultar neurocirujanos.
Hipotiroidismo. La deficiencia de las hormonas tiroideas está asociada a una pérdida progresiva de la memoria y de otras funciones intelectuales superiores.• Ejercicios para mejorar la memoria (Ver Anexo II).• Gimnasia mental.• Tratamiento de la tiroides por un especialista en medicina interna.
Depresión. La confusión derivada de una fuerte depresión puede ocasionar pérdidas temporales de memoria.• Tratamiento psicoterapéutico de la depresión.• Ejercicios para mejorar la memoria (Ver Anexo II).• Gimnasia mental.
Amnesia disociativa. En los casos de este trastorno mental es muy habitual que la pérdida de memoria se reduzca a unos pocos hechos traumáticos que se olvidan, como mecanismo de defensa inconsciente, frente al exceso de dolor o malestar que su recuerdo provocaría en el sujeto.• Tratamiento psicoterapéutico del trastorno mental.
Deshidratación. Investigaciones recientes han demostrado que la capacidad de memoria a corto plazo, las habilidades aritméticas, la concentración, la capacidad visual, la atención y los procesos de repetición podrían verse afectados cuando no se cuenta con la cantidad de líquido necesario en el organismo. La falta de agua, de la misma manera en que interfiere en el resto de los procesos vitales, perjudica también a las células del cerebro.• Dieta de hidratación intensiva.• Vida y alimentación sanas.• Ejercicios de memoria (Ver Anexo II).
Carencia de vitamina B12. La insuficiencia a niveles drásticos de vitamina B12 puede afectar el funcionamiento del sistema nervioso central y, como consecuencia, provocar disfunciones en la memoria.• Administración de vitamina B12.• Vida y alimentación sanas.• Ejercicios de memoria (Ver Anexo II).
Consumo de alcohol o drogas. El abuso prolongado de estas sustancias está directamente relacionado con la pérdida lenta y progresiva de la memoria y con las dificultades para la concentración.• Centro de rehabilitación.• Ejercicios de memoria (Ver Anexo II).
No te olvides de tu memoria

Подняться наверх