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23 de febrero


Compasión es acción

“Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos” (Salmo 103:13).

Compadecer significa “padecer con”. Es la reacción emocional frente al sufrimiento o las necesidades de otro, que nos lleva a comprender y a compartir su estado de ánimo y a dar algún tipo de acompañamiento, consuelo o ayuda.

¿Por qué algunas personas son más compasivas que otras y están siempre listas a tender una mano ayudadora? Cuando dejamos de lado nuestros propios problemas, podemos desarrollar esa capacidad de comprender y ayudar a otros. Pero también es necesario que nos demos cuenta cuando necesitamos ayuda y la pidamos.

La compasión no es sentir lástima por otros mientras los vemos sufrir. Más bien, la compasión nos impulsa a actuar para aliviar el sufrimiento ajeno. Hace un par de años nos enteramos en el colegio de que los niños de una comunidad indígena iban descalzos a la escuela, y para muchos de ellos, ir a la escuela implicaba horas de caminatas. Ese fue el año de recolectar zapatillas. Como docentes hacíamos pensar a nuestros alumnos en el rostro sonriente de esos amiguitos cuando recibiesen su regalo.

Mientras crecemos, podemos ir aprendiendo a ser compasivos, porque aunque seamos chicos, siempre tenemos la capacidad de ayudar de alguna manera a alguien que lo necesita. Puede ser perdonando un error, visitando un enfermo, o curando a un animalito. Siempre podemos ayudar porque siempre hay alguien más necesitado que nosotros. Solo hay que poner manos a la obra. Si alguien iniciara proyectos podría decir, por ejemplo:

–Vamos a juntar ropita que ya no nos entra para los niños del hospital.

–¿Qué tal si arreglamos juguetes y los llevamos el Día del Niño al orfanato?

–¿Hacemos una chocolatada para los chicos de comedor comunitario?

Sí, la compasión mueve a la acción. ¡Manos a la obra, entonces! Tus padres y otros adultos pueden orientarte y colaborar. Recuerda que somos parte de un mundo con cosas hermosas, pero también de cosas dolorosas. No podemos mirar para otro lado e ignorar la realidad.

La compasión necesita comprensión para entender cómo se sienten otras personas, humildad para verlas como iguales y generosidad para dar de nuestro tiempo y pertenencias al servicio de los demás. Mirta

Un rayito de luz para cada día

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