Читать книгу 40 ejercicios de neurociencia para deportistas - Néstor Braidot - Страница 10

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Había una vez un proceso que comenzó con la información o el estímulo que ingresó por los ojos a través de la retina.

Luego continuó hacia el cerebro, donde se planificó, se organizó, se clasificó, se comparó y se controlaron las consecuencias posibles.

Esta es una historia que ocurre desde el inicio de la historia y sigue haciéndolo en cada instancia de interacción de un ser humano.

La práctica deportiva no es una excepción.

El cerebro procesa la información que recibe e insta a la acción. El efecto neuromuscular que se produce es el origen de los movimientos.

En el ejercicio físico, esa condición tiene particularidades propias de la actividad: precisión, coordinación, concentración, atención, cautela, dominio y control, atención, etc.

De allí que quedarse en la repetición de una estrategia, el desarrollo de la capacidad pulmonar o la resistencia física no es un camino que, llegado un cierto punto de entrenamiento, asegure los resultados.

El ejercicio cerebral adecuado permite mejorar una gama de saberes que repercuten no sólo en su práctica, sino también en la vida cotidiana.

Capacidad de reacción, ajuste de objetivos, concentración, focalización, perseverancia... Todos valores que un deportista, sea de elite o aficionado, pone en juego en su práctica.

Un músculo en forma no necesariamente reacciona con velocidad.

Ese diferencial surge del modo en que el sujeto puede anticiparse a un hecho, a la lectura previa que es capaz hacer y a los matices que pone en juego para, finalmente, tomar la decisión.

En este escenario, es esperable que se estimulen y activen principios como la coordinación, la velocidad, la visualización de uno mismo y la autoperspectiva dentro del esquema neurocognitivo.

Aunque, claro, no es posible abandonar otras áreas como la flexibilidad, la capacidad aeróbica, la resistencia y la fuerza.

40 ejercicios de neurociencia para deportistas

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