Читать книгу El cuidado pedagógico - Raul Fernando Guerrero Castaneda - Страница 4

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Introducción

A inicios del año 2020, específicamente en marzo, se hizo pública la estrategia de salud para reducir al mínimo los contagios por COVID-19, un nuevo virus respiratorio se propagaba de forma rápida. La primera estrategia fue el distanciamiento social, lo que era en sí resguardarse en casa y salir solo para actividades esenciales.

La educación por supuesto es una actividad esencial, pero sus características de distanciamiento y de formas de intervención eran un foco importante que podría aumentar el contagio y poner en riesgo la vida de miles de estudiantes de todos los niveles educativos.

Este distanciamiento social se vivió de manera intensa, entró el pánico social tanto para los víveres y alimentos como para tratar de evitar contagiarse, los médicos y enfermeras comenzaron a ser agredidos, se les negaban los servicios. Incluso hubo situaciones complicadas de amenazas hospitales que no eran considerados COVID, pues algunos comenzaban a recibir personas contagiadas; obviamente esto alarmaba a los derechohabientes de algunas instituciones de salud, que buscaban de alguna forma —y gracias a la infodemia que se vivía— resguardar su integridad personal.

Lo que parecía vivirse temporalmente, se ha prolongado; al inicio solo se presumió un mes de esta estrategia para el sector educativo, después se prolongó un mes más, posteriormente se decidió terminar el ciclo escolar en el nivel básico y el primer semestre del año 2020 a distancia, esto se prolongó ya un año.

Obviamente, los estudiantes y los profesores vivían una crisis de choque de estrategias y técnicas de enseñanza y aprendizaje, por un lado, hubo un bombardeo de aplicaciones y plataformas virtuales para poder impartir clases de manera virtual. En el caso de las profesiones, hablando del nivel superior, que requerían prácticas profesionales, estas terminaron suspendiéndose el primer semestre del año, mientras que se buscaba la forma de adaptarlas de manera virtual para poder continuar con dicha enseñanza.

Por otro lado, el bombardeo dejó ver la gran necesidad de capacitación y actualización continua que requerimos como profesores, pues para algunos los medios seguían siendo los mismos, solicitar trabajos por correo electrónico o tener videollamadas por algunas aplicaciones digitales para este fin. El caos empezaba a reinar, el estrés y la ansiedad por querer saber usar las plataformas por parte de los profesores era notable, la falta de espacios cómodos para poder impartir las clases virtuales de manera sincrónica era notoria, la combinación de los deberes académicos con los deberes del hogar y más cuando el profesor era madre o padre de familia, tener que combinar el cuidado de los hijos que también estaban en casa, con el cuidado de las clases y los productos académicos. Para los estudiantes la situación no era ajena: por un lado, algunos dejaron de recibir clases, pues los profesores al no tener capacitación en las plataformas no impartían clases sincrónicas en vivo, sino que solicitaban trabajos por correo electrónico, por WhatsApp®, algunos comenzaron a usar las plataformas. El contacto personal que caracterizaba a la relación profesor-estudiante se volvió casi nulo.

El bombardeo no paró ahí, pues al sentir la necesidad de usar los diferentes medios del hipermundo, ahora el profesor tenía que capacitarse, si es que no lo sabía, entonces comenzaron por redes sociales un sinfín de ofertas de cursos de actualización, los estudiantes continuaban ahora con el estrés de querer adaptarse a la nueva forma de aprender.

Esto dejaba ver varios vacíos: por un lado, la necesidad de hacer frente a las tecnologías que un día vimos como innecesarias, por otro lado, el repensar las formas de hacer dinámico el aprendizaje y poder continuar con el logro de los objetivos y las competencias. La falta como ya se mencionó de espacios adecuados, a muchos estudiantes se les pedía tener un lugar específico para tomar las clases, cuando muchos vivían en casas pequeñas que apenas si tenían los dormitorios necesarios para la familia. Lo mismo pasaba con los profesores, la adaptación de una parte de una habitación para lograr un espacio adecuado. De igual forma los enemigos de profesores y estudiantes: los ruidos de las calles, la convivencia familiar que hacía alboroto en la virtualidad, la falta de organización de las actividades académicas con las actividades del hogar, entre otros.

Pero lo que más nos dejó ver la pandemia y que es el objetivo de este pequeño libro es, sin duda, la falta de comprender y contemplar lo que a partir de este momento llamaré cuidado pedagógico, y es que vamos a revisar el concepto de cuidado pedagógico desde nuestra disciplina de enfermería, en donde si revisamos el concepto de cuidado como preocupación, protección, procuración, parece que esto se notaba muy alejado de lo que realmente podría estar. El cuidado adquirió una connotación esencial adaptado a la pedagogía, al arte de enseñanza, ahora el estudiante se volvía una persona cuidada, el profesor, una persona que cuida; incluso ambos invertían sus papeles, para integrarse en una relación de interacción profunda en donde se requería ir más allá de las dinámicas y estrategias pedagógicas tradicionales y solo como se comentó anteriormente, solo por cumplir objetivos.

La pandemia nos ha dejado ver la necesidad de las prácticas virtuales, de salas y aplicaciones que permitan a los estudiantes de enfermería poder profundizar en las técnicas y procedimientos, parece ser que eso es algo que los estudiantes refieren bastante y que será parte de la reflexión de uno de los apartados de este libro; la pandemia nos ha enseñado que la virtualidad es y será parte de la cotidianidad, lo que nos lleva a repensar y replantear el concepto de presencia para convertirlo en presencialidad virtual.

La enfermería, si bien se caracteriza por estas acciones técnicas que necesitamos repetir y repetir, también lo es que no es el único fin, es apenas un porcentaje mínimo, aunque esto parezca lo contrario. Lo que envuelve a la ciencia de la enfermería es la comprensión del cuidado y el impacto que este tiene en el ser humano a través de las relaciones y la interacción, el unirse con el otro para crear vínculos de acciones de cuidado que permitan transformar al ser humano en una persona nueva (esto es parte de otra de mis reflexiones en el cuidado trascendental que replantearé a profundidad, pero que he traído a esta para visualizarlo desde la pedagogía del cuidado). Esta pandemia nos ha mostrado que las prácticas en esos procedimientos y técnicas se pueden adaptar de forma virtual, pero lo que quizá hemos descuidado es la forma en cómo cuidamos del estudiante para hacerlo reflexionar a él mismo sobre las nociones esenciales del cuidado como fundamento de las experiencias de la salud humana.

Si no cuidamos de nuestros estudiantes, no podríamos decir que estamos enseñando enfermería, la enfermería no se enseña con discursos y teorías sin sentido, la enfermería se enseña cuidando, se enseña ayudando al otro a vivir su propio cuidado, para que se cuide a sí mismo, a su vez me cuide a mí como profesor y podamos crear un vínculo transpersonal de relaciones de cuidado que nos permitan transformarnos. Mucho hablamos de que estamos adaptándonos, la verdad es que el concepto de adaptación —y aun sabiendo que tenemos teorías sobre adaptación—, me parece sumamente reducido. La virtualidad nos ha venido a enseñar que la relación pedagógica requiere de cuidado para transmitir el propio cuidado, es por eso que lo abordo como cuidado pedagógico cuyo fundamento nos ha permitido profundizar en la esencia de este, modificando la interacción presencial para ahora hablar de presencialidad virtual, modificando nuestras intenciones hacia los estudiantes para ahora volcarnos en ver más allá de lo que veíamos como barrera en las aulas.

Muchos profesores seguirán haciendo lo mismo, seguirán manteniéndose distantes, seguirán buscando solo cumplir con la entrega de productos académicos, buscarán solo usar al mínimo las plataformas y aplicaciones que día con día siguen emergiendo para ayudarnos, muchos dirán que lo que se trata en este libro es sumamente romantizado y pintando la pedagogía como un acto de color rosa, simple y sin disciplina.

Para quienes piensan así es mejor detenerse aquí, pues en efecto, lo que muchos vemos como disciplina dista mucho de lo que se concibe muchas veces en la formación de la enfermera. Puedo decir que a la fecha no veo el objetivo de aquellas prácticas pedagógicas de hace algunos años donde eras expuesto para cumplir con tu uniforme, en el caso de las mujeres el portar la cofia, no veo hasta dónde hemos avanzado gracias a no desayunar en las prácticas en las instituciones porque debías permanecer sin comer y “acostumbrarte” a estar en ayuno porque así era el cuidado de la enfermera, seguíamos en las formas del cuidado de la era sí romantizada de la enfermería, en donde dabas todo por el paciente, en donde eras abnegado, eras sumiso, en exceso disciplinado, en donde un uniforme portado con gallardía era más valioso que la persona que lo portaba, era el cuidar al otro pero descuidándote tú como enfermero, como ser humano.

Esto sin duda ha ido cambiando, tenemos influencias de diferentes corrientes teóricas que abordan el cuidado desde un enfoque humanizado y existencialista, sin reducir el concepto de humanizado, porque al ser ejercido por seres humanos nunca ha dejado de serlo, más bien era poco sensible, poco empático, enfocado en las tareas mecánicas que envolvían a la enfermería.

En este pequeño libro he plasmado algunas enseñanzas que nos ha dejado la pandemia. ¿Un virus que ha puesto en riesgo nuestra vida y gracias al cual han muerto muchas personas pudo dejarnos algo de enseñanza?

La respuesta es sí, ante la adversidad honramos el espíritu de los que han partido, honramos las vidas de los profesionales de salud que se han adelantado, quienes no merecían solo llamarse héroes, merecían mejores condiciones para hacer frente a la pandemia, merecían más que reconocimientos, merecían mejores espacios para laborar y para cuidar, pero ese es un tema que podríamos tocar en otro momento.

Nos concentraremos en lo que la pandemia nos ha enseñado en el cuidado pedagógico y lo que debemos comenzar a plantearnos en nuestra enseñanza cotidiana del cuidado, nos remitiremos a reflexionar sobre si en verdad hemos aprendido algo de ello o hemos quedado estáticos haciendo lo mismo o intentando hacer lo mismo en nuestra dinámica de enseñanza del cuidar en enfermería, veremos que más que adaptarnos, nos estamos transformando y que muchos necesitamos transformarnos incluso más que como profesores, como seres humanos.

El cuidado pedagógico

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