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3. LA DRAMATURGIA DE SÓFOCLES

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Aunque la diferencia cronológica entre Esquilo y Sófocles no es mucha, incluso coincidieron algunos años en la escena25, la diferencia de sus tragedias es considerable, tanto en lo que hace a las inquietudes y reflexiones que nos transmiten como en la técnica dramática. Mientras Esquilo compone sus obras cuando la polis está consolidando una nueva forma política, la democracia, para Sófocles la democracia está asentada y se está produciendo la gran revolución cultural que comportó el auge de los sofistas en Atenas26. Entre otras diferencias especialmente significativas y con gran influencia en el aspecto de las obras, destaca la progresiva pérdida de participación del coro y el consiguiente aumento de relevancia de los personajes individuales.

Que el coro interprete menos versos en la tragedia sofoclea no significa que su papel sea insignificante: de hecho, Aristóteles considera modélico el coro sofocleo frente al de Eurípides. Sófocles aumentó el número de integrantes (llamados coreutas) de doce a quince, incluso tenemos noticias de que escribió un tratado Sobre el coro, del que no conservamos nada. Cabe por ello pensar que dedicó atención a la configuración de los coros de sus tragedias. Se sigue discutiendo mucho sobre el papel que desempeña el coro en general en la tragedia; intentaremos ver el que tienen en cada tragedia. Sófocles caracteriza a la perfección sus coros, que desempeñan papeles relevantes en la obra, acordes con el género, edad y condición que el autor les ha dado.

En la medida en que la participación del coro disminuye, aumenta la de los personajes individuales y Sófocles fue un maestro en crear grandiosas figuras que han superado el paso del tiempo: personajes como Antígona o Electra, como Edipo o Filoctetes, que por ello han sido objeto de múltiples recreaciones en épocas y culturas distintas. La introducción del tercer actor permitió la creación de escenas más complejas además de la participación del corifeo, o la combinación de entrada y salida de algunos de ellos.

En Esquilo los únicos cantos son los corales, mientras que en Eurípides tenemos extensas monodias, cantos interpretados por personajes individuales en momentos especialmente intensos. Sófocles los utilizó, pero en las tragedias conservadas solo tenemos dos y no muy extensos: en Electra, en diálogo con su hermano, cuando este se identifica (1232-1287); en Edipo en Colono Antígona, lazarillo de su padre, después de las explicaciones de Edipo, ruega a los ancianos del coro que permitan a su padre quedarse en el bosque sagrado en el que ha entrado (237-253). También en este recurso dramatúrgico Sófocles se mantiene en una posición moderada frente al uso que hizo de ellos Eurípides27.

Ya en la Antigüedad se atribuían a Sófocles innovaciones que tendían a hacer la obra más espectacular, como la introducción del tercer actor con voz, lo que permitía un mayor número de combinaciones de personajes. También innovó Sófocles en aspectos como la pintura del escenario: crea impactantes cuadros escénicos, momentos de especial tensión que comentaremos al hablar de las tragedias concretas, que han sido recreados en pintura en la cerámica de épocas diferentes.

Nos referiremos, aunque sea brevemente, a las adaptaciones o recreaciones de las tragedias de Sófocles, porque algunas de ellas son más conocidas que las originales y han sido ya consideradas clásicas. Más allá de las escolares, con finalidad didáctica, por ejemplo, en los colegios jesuitas, las primeras recreaciones dramáticas ya en el siglo XVI y buena parte del XVII ponen sus ojos más en Eurípides que en Sófocles, porque las tramas de Eurípides resultan más acordes a la estética del momento, y en gran parte también por influencia del aprecio por los personajes y temas del Ciclo Troyano, ampliamente tratados en épocas anteriores, y de las tragedias de Séneca. Pero pronto algunas tragedias de Sófocles se convirtieron en el paradigma del teatro clásico, al principio por influencia de Aristóteles; más tarde, por los valores intrínsecos de las obras.

Entre las primeras representaciones en época moderna se encuentran las obras de Sófocles. Es el caso del Schultheater de Estrasburgo, donde en 1575, junto con una Ifigenia de Eurípides, se representa en griego Áyax, con gran éxito, lo que permitió su reposición en 1587 y 1608, esta vez en traducción al latín de Escalígero. En estas representaciones se introdujeron numerosas modificaciones con la finalidad de explicar la historia anterior o bien para hacerla más acorde a los gustos de la época. Por los mismos años, en 1585, se inaugura el Teatro de Venecia con la representación de Edipo Rey, también con numerosas modificaciones.

En otros momentos las obras de Sófocles han vuelto a ser las predilectas en las representaciones, como sucedió a comienzos del siglo XX, cuando se produjo el movimiento de búsqueda de las raíces del teatro, como reacción al teatro realista burgués anterior. En algunos períodos especialmente significativos de la historia de Europa también se sirvieron de las tragedias de Sófocles para plasmar los problemas e inquietudes. Es el caso de España a comienzos del siglo XX, así como del período tras la Guerra Civil. No es casual que Salvador Espriu creara una Antígona en el filo mismo del fin de la Guerra Civil y que José María Pemán recreara tanto Edipo Rey como Antígona y Electra, aunque de una manera peculiar, acorde a su ideología. De algunas tragedias las adaptaciones son muy numerosas, de modo que, en el apartado dedicado a las recreaciones de Sófocles, nos limitaremos a comentar algunas de las más relevantes, en la medida de lo posible españolas.

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