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Clase 1 Traumatismo: entre el estímulo y la excitación

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Quiero, en primer lugar, darles la bienvenida a este curso y hacerlos partícipes de cómo siento yo esta posibilidad que se me presenta de poder brindar, por mi parte, los conocimientos que a ustedes les pueden servir para poder emprender esta tarea que vamos a llevar a cabo con los niños que han sufrido la catástrofe por la que todos acabamos de pasar.

En segundo lugar, quiero señalar que el sentido de este curso consiste, fundamentalmente, en poder ayudar a la población a transitar y tramitar este duro momento, pero también en poder recoger una experiencia que pueda ser instrumentada, aplicada en otras circunstancias. Esto es también de interés prioritario para UNICEF.

Sería de una enorme omnipotencia pensar que las treinta personas aquí presentes podamos resolver, solas, situaciones como esta. Y creo que hablar de omnipotencia en este momento ya abre uno de los problemas con los que nos vamos a encontrar cuando trabajemos con la población afectada. Lo primero a lo que convoca una situación tan dramática, tan brutal y tan sensibilizante como la que estamos viviendo, es la omnipotencia. La omnipotencia como respuesta a la impotencia personal que todos hemos sentido cuando nos tuvimos que enfrentar, el día del terremoto, a nuestra propia muerte, y de alguna manera, a la impreparación en que el terremoto nos encontró, con lo cual una circunstancia como esta nos confronta a todos.

Lo peculiar de la herramienta que manejamos es que no sólo nos enfrenta a la angustia del semejante, sino que nos remueve permanentemente nuestra propia angustia y nuestros propios fantasmas infantiles. Es por ello que otro de los sentidos de este curso, además de la transmisión de conocimientos, será el de contener con ustedes y en ustedes los efectos de estas situaciones que se vayan produciendo. Esto es fundamental para que puedan, a su vez, contener a los niños y no reproduzcan algo que estamos observando permanentemente: la paralización de los niños, por parte de los adultos, ante la ansiedad de muerte extrema que la población está viviendo.

Trabajaremos hoy algunas cuestiones relativas al problema del traumatismo y la neurosis traumática, para luego ir viendo qué pasa con estos modelos en la población que nos toque ir asistiendo.

La problemática del traumatismo pone siempre en juego la concepción de un psicoanalista sobre las relaciones entre el aparato psíquico y el mundo exterior y, a partir de ello, cómo entiende las relaciones en el interior del aparato psíquico. Es decir, entre el inconciente y el yo, y de qué manera entiende las relaciones que se establecen entre la sexualidad y los acontecimientos externos. Y digo sexualidad para empezar ya con la problemática que abre la cuestión del traumatismo; para recuperar la propuesta freudiana de sexualidad, que no tiene nada que ver con la genitalidad, sino que tiene que ver con todo aquello que, pasando por el par placer-displacer, abarca las problemáticas del sufrimiento psíquico y del amor y el odio.

Si ustedes han revisado el Diccionario de Psicoanálisis (9) habrán visto que el psicoanálisis ha recogido los términos de trauma y traumatismo transponiendo al plano psíquico las tres significaciones inherentes al mismo: la de un choque violento, por un lado, la de una efracción, por el otro, y las consecuencias sobre el conjunto de la organización afectada, sea física o, en este caso —la que nos atañe a nosotros—, organización psíquica. Choque y efracción son los dos elementos que definen la problemática del traumatismo. En las Conferencias de introducción al psicoanálisis de 1915 a 1917, dice Freud: “Llamamos así [se refiere al traumatismo] a una vivencia que, en un breve lapso, aporta un exceso tal en la intensidad de estímulo que su tramitación o finiquitación por las vías habituales y normales fracasa, de donde por fuerza resultan trastornos duraderos para la economía energética” (10). Hago un señalamiento de entrada, una diferencia fundamental: Freud dice “exceso de excitación”, donde Reis, que significa estímulo, es aquello que viniendo del exterior hace posible la huida. Si ustedes ven en Pulsiones y destinos de pulsión (11), ahí está definida Reis como aquello que, viniendo de afuera, permite la huida: la luz que se enciende y frente a lo cual uno puede cerrar los ojos o desviar la mirada; eso es estímulo.

Mientras que excitación es algo que proviene desde adentro y ante lo cual la huida está imposibilitada, se caracteriza por no permitir la huida. Pero Freud habla de una experiencia vivida que aporta un aumento excesivo de excitación al aparato psíquico. Tenemos tres elementos: el estímulo, la experiencia vivida y la excitación que desencadena en el interior del aparato psíquico. El otro elemento a subrayar de estas definiciones es el fracaso de tramitación o elaboración por vías habituales o normales; es decir, se trata de algo que pone en riesgo y descalifica las defensas habituales del sujeto psíquico; el sujeto no está preparado con sus defensas habituales para enfrentarse a esta situación traumática. Podríamos, entonces, en primera instancia, señalar que si el traumatismo es aflujo de excitación es porque constituye la activación de algo existente para lo cual el aparato psíquico ha perdido sus defensas habituales de control.

Voy a introducir una pequeña hipótesis para que vayamos pensando. Se tiende a pensar, mecánicamente, el traumatismo como algo externo, donde se propiciaría que a mayor distancia del hecho efectivo, hay menor traumatismo. En un texto de 1919 acerca de las neurosis de guerra (12), Freud ya se plantea por qué razón se producen neurosis de guerra en los soldados de la retaguardia y no se producen, a veces, neurosis de guerra en los sujetos que están en el frente de combate; con lo cual lo que está abriendo como problemática es la cuestión de que el efecto no puede medirse por el estímulo externo, sino por la relación que hay entre el estímulo externo y aquello que precipita en el sujeto y propicia la emergencia de patología. La pequeña hipótesis que yo les quería proporcionar es la siguiente: el efecto traumático no es el producto directo del estímulo externo, sino que es producto de la relación existente entre el impacto y el aflujo de excitación desencadenada.

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