Читать книгу Secuestrados a medianoche - Victoria Duarte - Страница 6

Prefacio

Оглавление

Secuestrados a medianoche es una historia verídica a la que no hay que inventarle ni agregarle nada. Lugar de los hechos: Angola, un gran país en el África del oeste; con una superficie en la que cabe cinco veces Alemania. Su posición estratégica, su reserva de diamantes, petróleo, cobre y uranio la hicieron un codiciado objeto de interés de los países industrializados.

Resulta necesario mirar de cerca su historia para entender mejor el contexto en el cual transcurre el relato de estas páginas. En el siglo XV los portugueses desembarcaron, colonizaron y anexaron la región como una provincia más de Portugal. Cien años más tarde, el país tomó el nombre de su rey nativo: N’gola. En sus costas atracaban toda clase de traficantes, y ya para el siglo XVII el lugar era punto estratégico para el comercio de esclavos. En el siglo siguiente, los portugueses avanzaron hacia el interior del país. El territorio fue varias veces renombrado: “Portugal del África del oeste”, “Territorio Portugués”, y en 1955, “Provincia Portuguesa de Ultramar”.

En 1956 se organizó el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) y cinco años más tarde se produjo el primer levantamiento independentista; uno que habría de costar un gran número de vidas portuguesas, pero incluso más de los angoleños. En 1962 se formó el movimiento de resistencia Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA) y en 1966 apareció la Unión Nacional por la Independencia Total de Angola (UNITA), formada mayormente por los ovimbundos, habitantes del centro sur del país. Luego de varios años de luchas sangrientas, Portugal abdicó y decidió retirar sus tropas. Así, la que hasta entonces había sido la Provincia Portuguesa de Ultramar se volvía una nación independiente.

En abril de 1974, en Portugal se instala un gobierno democrático que reconoce los movimientos de liberación de Angola, y en enero de 1975 se firma el Tratado de Alvor, por el que se decide la independencia, con la condición de que se forme un gobierno tripartito transitorio hasta las elecciones libres. Sin embargo, tan pronto como se firmó el tratado, el MPLA armó sus tropas con ayuda de las fuerzas cubanas y personal técnico de la Unión Soviética. Al final de 1975, el MPLA había logrado obtener el control total de la nación naciente.

La UNITA protestó desde el comienzo contra la presencia de fuerzas armadas extranjeras en el país, pero antes de poder organizarse con solidez, ya estaban envueltos en una guerra civil. Al principio, el FNLA se unió a la UNITA, pero muy pronto las disensiones internas llevaron al quiebre de relaciones y la UNITA, dirigida por el General Jonás Savimbi, continuó sola en su objetivo de derrocar al Gobierno comunista del MPLA para instalar un gobierno democrático. Desde su base de operaciones en el sudeste de Angola, los guerrilleros se dispersaron en la zona sur con el propósito de avanzar hacia el norte y lograr el control del país. En el tiempo en que ocurren los hechos de este libro, la UNITA poseía su base en la frontera sur con Zambia y controlaba más o menos un tercio de Angola.

Mientras el terrorismo asolaba al país, la situación de los misioneros se volvía cada vez más difícil. Las fuerzas independentistas se instalaron en las misiones, amenazando al schindelle (hombre blanco), obligándolos a huir por sus vidas.

Para colmo, la Misión Adventista del Bongo –fundada en 1929– se encontraba, literalmente, atravesada por aquella guerra civil: estaba ubicada en la división de ambos bandos.

Pese a los esfuerzos y la paciencia de los misioneros, su primer éxodo se produjo en 1975. El anciano doctor Parsons y su hijo permanecieron hasta último momento y –por medio de un hábil truco– lograron abandonar la Misión en la misma avioneta que había salvado cientos de personas en esas regiones remotas.

La Misión del Bongo se mantuvo con vida gracias al trabajo de enfermeros nativos, quienes durante los siguientes cinco años se encargaron de tratar a los enfermos de la mejor manera posible, sin médicos y con los pocos conocimientos que tenían. En 1980 llegó el joven doctor Ferrán Sabaté con su esposa, una enfermera obstetra. A pesar de la peligrosa situación, asumieron la dirección del hospital con una postura política estrictamente neutral: su único objetivo fue aliviar el sufrimiento de la gente del lugar. En febrero de 1981 llegó la enfermera Victoria Duarte, quien brindaría apoyo profesional.

La historia de Secuestrados a medianoche fue grabada en casetes por Victoria poco tiempo después de su liberación, y retrata la realidad del trabajo misionero entre un pueblo que sufre las consecuencias de siglos de opresión colonial, seguida de una impiadosa guerra civil. Y muestra, también, el cuidado de Dios sobre aquellas personas que confían en él.

Por los valiosos consejos, por la detallada información e indicaciones, así como su aporte para el prefacio, agradecemos a Erich Ammelung, a Pierres Lanares, a Edwin Ludescher, a Herbert Stoeger y a Jean Zurcher.

Pr. Reinhard Rupp, exdirector de la Casa Editora Saatkorn Verlag

Secuestrados a medianoche

Подняться наверх