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Capítulo 1 Apenimon

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Vuelvo del trabajo sin apresurarme, conduciendo con el piloto automático por el camino sinuoso que serpentea a través de la montaña. Es lo mismo todos los días. Mi puesto dentro de la policía de la isla es gratificante, pero algo monótono. En Manitoulin no hay ni crímenes ni tráfico: únicamente pequeños hurtos entre los turistas o accidentes que requieren una investigación para conocer las circunstancias, investigaciones que se cierran rápidamente en general.

Manitoulin es una pequeña isla con un número limitado de habitantes durante el año, lo que hace que todo el mundo conozca a todo el mundo. Es un fenómeno reforzado por el hecho que el 90% de los autóctonos pertenecen a uno de los seis clanes de la tribu ottawa dirigida por Tyee Pontiac, ello refuerza mi impresión de que está anclada en el tiempo.

Mi clan siempre ha vivido apartado de los otros, en la cima de las montañas, allí donde el aire es puro y donde no te expones a que te molesten los vecinos. Nuestro animal tótem necesita espacio y altura, con una vista despejada y abetos por millares. Las montañas son, pues, el lugar soñado. Es algo que nunca me ha molestado y me ha permitido tener una intimidad casi imposible de obtener en el valle. Soy descendiente de un largo linaje de guerreros, de ahí mi profesión de agente del orden, y nuestro pueblo lleva tiempo viviendo en paz, lo cual confiere a mi soledad una escapatoria al aburrimiento. Pero desde hace poco incluso el majestuoso paisaje de los árboles cediendo bajo las ráfagas de viento no basta para acallar mi mente. Me siento como esos árboles que acaban crujiendo y rompiéndose a fuerza de ser probados, sin la protección de su entorno. Mi corazón está vacío, a punto de romperse, y mis amigos no pueden hacer nada por mí. Al contrario, su presencia no haría más que aumentar mi malestar. Ellos no me entienden. A los treinta la mayoría sólo piensan en divertirse y aprovechar la vida, y ese no es mi caso. Yo busco algo más profundo e infinitamente más duradero.

Desde que nuestro chamán, Achak, encontró a su alma gemela, la dulce Isabelle, ruego al Gran Espíritu que me conceda a mí también esa bendición. Llevo tiempo esperando esa dicha, desde que tengo edad para entender la importancia de un alma gemela. Lo deseo arduamente y llevo meses preparándome para ello, hasta he hecho hueco en mi casa para aquella que ha sido creada para mí. También he entendido que el destino es traicionero. Mi mujer seguramente no forma parte de la tribu, quizá ni siquiera sea amerindia, como Isabelle. Como responsable de la seguridad, asisto a todos los Pow Wow desde que tengo edad para beber, he conocido a todos los miembros de la tribu de Pontiac y a todos los de los clanes más alejados y a tantos turistas que no podría ni contarlos. Sin embargo, nunca se me ha mostrado mi prometida, nunca se ha presentado en la isla. De no ser así, ya hace tiempo que me la habría encontrado. Así pues, debo cambiar de táctica y dejar de permanecer inmóvil.

También es hora de que cambiemos nuestra visión de la vida para abrazar nuestro destino si queremos seguir prosperando. Porque seamos honestos, si siempre hemos acogido a los turistas con los brazos abiertos es porque nos interesaba. Al fin y al cabo, son ellos los que dan vida a la mayoría de los habitantes de la isla Manitoulin, y aunque les estemos agradecidos, nos mostramos desconfiados frente a los forasteros que desean instalarse aquí, lo cual explica la escasa diversidad en los orígenes de los habitantes. Como Achak, quien se negaba a contratar a una nodriza forastera para la hija del jefe. Recuerdo sus reflexiones, estaba convencido de que su llegada traería el infortunio a la tribu. Nodriza que, ironías del destino, finalmente ha acabado siendo su otra mitad. A modo de desgracia, la llegada de Isabelle ha representado la alteración más grande en su vida así como su felicidad cada día desde que se conocieron. Así que yo también tengo que tener la mente abierta. Creo que ha llegado mi momento para salir de mi zona de confort e ir a explorar los alrededores de la isla para probar suerte. Por eso me dirijo hacia la impresionante casa que hay junto al parque Blue Jay Creek, para explicárselo a mi jefe, Tyee, que es quien lleva la actividad turística.

Me topo con Isabelle y Aiyanna que juegan juntas en el jardín. La hija de nuestro jefe se parece cada vez más a su madre, Aquene. Tiene unos ojazos azules maliciosos y un pelo negro azabache que brilla bajo el sol. Será una lince magnífica, llena de finura, que hará derretir con sólo una mirada al más aguerrido de los ottawas de aquí unos años. A sus cuatro años, todavía no puede tomar su forma animal, nosotros tenemos acceso a ella en nuestro décimo aniversario, y es preferible así, ya que ese pequeño torbellino ya es difícil de controlar cuando está sobre dos piernas, no me imagino las travesuras que podrá hacer estando sobre cuatro patas. A Tyee le cuesta acostumbrarse. Noto algo que me da una punzada en el corazón, como me ocurre siempre. El vientre de Isabelle se infla cada vez más día tras día. El anuncio de su embarazo el día del Pow Wow nos cogió a todos por sorpresa, incluso a Achak, quien no sabía nada y a quien le costó contener su alegría. Los orígenes franceses de la mujer de nuestro chamán son traicionados por su piel igual de pálida que el marfil, pero su lugar entre nosotros resulta indiscutible. Ha aceptado sin vacilar nuestros ritos y costumbres, y espero que mi compañera sea igual de tolerante. Isabelle forma parte de los ottawas tanto como lo formo yo y la tribu acogerá un bebé lince en los próximos meses. Será un gran momento para todos nosotros y tendrá lugar una gran celebración para festejar ese acontecimiento. Deseo arduamente conocer la alegría de la paternidad yo también y espero acudir a esa ceremonia con mi alma gemela del brazo. Sería un avance esencial en mi sueño de fundar una familia.

Cuando pienso en el lince. Achak sale de la inmensa casa familiar, seguido de cerca por su hermano Tyee, nuestro jefe.

—Buenos días Apenimon. Pareces estar en forma. Me alegro de verte, llevabas tiempo sin dejar tus montañas para visitarnos. Sólo te podemos ver de lejos cuando estás patrullando. ¿Qué podemos hacer por ti?

—Hola. ¿Cómo sabéis que quiero algo? ¿Acaso no puedo venir sólo por el placer de vuestra compañía?

Achak se ríe cogiendo a su compañera en brazos, poniendo las manos sobre su vientre con un gesto impregnado de posesividad. Isabelle se acurruca contra él, poniendo sus manos sobre las de él. Hay una afinidad evidente entre ellos. Quiero experimentar la misma química con aquella que está destinada para mí.

—La puerta siempre estará abierta para ti, ya lo sabes. Pero olvidas que los espíritus me hablan, amigo mío. Y no me harás creer que has bajado hasta el valle sólo para vernos las caras.

Tyee mira cómo observo la pareja con una envidia que no puedo ocultar de tan intensa que es. Yo también quiero tener entre mis brazos a la mujer de mi vida y hacer esos ojitos hacia su vientre inflado, prueba irrefutable de nuestro amor.

—Sospechaba que vendrías a verme pronto. Incluso me sorprendo que no hayas venido antes. Te conozco. Hemos crecido juntos, no lo olvides. Deseas una compañera desde hace tiempo y la unión de Achak con su alma gemela ha reavivado tu deseo de encontrar a tu amor verdadero, ¿no es así?

Efectivamente, me conoce bien. Hicimos muchas tonterías juntos cuando éramos niños. Y todavía de adolescentes. ¿Habéis visto alguna vez a un lince volar? ¿Imposible? No cuando es llevado por el aire por mi animal. Pero basta de nostalgia.

—Así es. Y pienso que mi alma gemela no se encuentra en la isla. Si los dos así me dais permiso, me gustaría irme por un tiempo para intentar encontrarla. Estamos en temporada baja de turismo, mis compañeros se las apañarán muy bien sin mí.

Los dos hermanos se miran y se comunican en silencio, únicamente con la mirada. Lo suelen hacer a menudo. Es desconcertante y frustrante. ¿Cómo te puedes oponer a sus argumentos si no puedes oírlos? Achak retoma entonces la palabra.

—Seguramente tengas razón. Tu alma gemela no se encuentra entre los nuestros, ya la habrías descubierto hace tiempo, teniendo en cuenta todas las personas con las que te cruzas durante el día. Además, el clan de los zorros no ha emprendido represalias desde la muerte de Takhi. Su familia ha aceptado el hecho de que ella actuó mal y la conocían bien para saber que murió porque se negó a someterse. Así que puedes partir a explorar tranquilo. Podemos apañárnoslas bien durante un tiempo sin ti. No eres tan indispensable como te crees.

A pesar de sus palabras, sus ojos chispeantes me demuestran que les importo tanto como ellos me importan a mí. Su manera bromista me ayuda a relajarme. No me había dado cuenta hasta este momento que la idea de este enfrentamiento me había puesto de los niervos. Me habría sentado muy mal su negativa.

—¿A dónde piensas ir?

—El Gran Espíritu permanece callado a pesar de mis plegarias. Únicamente sé que tengo que dirigirme al noroeste, pero resulta vago.

Achak asiente con la cabeza. Sabe algo que yo ignoro, sin lugar a duda. Lógico, se comunica con todos los espíritus sin excepción. Nuestro chamán es muy poderoso y cercano a los espíritus tótem.

—Dirígete hacia el lago de Kipawa, pero ve con mucho cuidado. Encontrarás el objeto de tu búsqueda, pero deberás probar tu valor para obtenerlo.

Ah, es verdad. A los espíritus les gustan los enigmas y los misterios. Nos estimulan, pero no dan jamás todas las respuestas. Nos toca a nosotros escoger el camino que tomamos para lograr nuestro objetivo, pues al fin y al cabo el trayecto es igual de importante que el destino. No pierdo más el tiempo. Tengo su bendición, lo cual es muy importante para mí, y sobre todo, un indicio del lugar donde encontraré el amor de mi vida. Por primera vez toco con la yema de los dedos mi sueño y no pienso dejarlo escapar. Ahora me toca hacer lo que sea para lograrlo y no me echaré atrás ante ningún obstáculo.

—Siento no poder darte más precisiones. Sé que no supone una gran información.

—No te preocupes. No me esperaba tanto, así que gracias. Tu ayuda me es muy útil. Gracias a ti no parto a ciegas. Mi animal debería lograr hacer el resto. Es tan impaciente como yo y hará todo lo que está en su poder para dar con aquella que nos pertenece. Hasta pronto. Vendré para presentaros a mi mujer a mi regreso.

—Hasta pronto Apenimon. Y no dudes en llamarnos si necesitas ayuda. Estamos aquí para ti, aun estando lejos. Trae a tu alma gemela a casa.

Me paso por casa para preparar las cosas mientras sigo pensando en la advertencia del chamán. Tendría que probar mi valor. ¿Qué han querido decir los espíritus? Soy un guerrero, mi fuerza y mi lealtad no son un secreto para nadie. Para ningún ottawa, más bien. Mi alma gemela está sin duda fuera de este mundo, y de hecho, mi nombre no le dirá nada sobre mí, seré un hombre como cualquier otro a sus ojos. Y el valor no depende ciertamente sólo de la fuerza física, se necesita más que eso para impresionar a una mujer. Me pongo en camino lo antes posible, en cuanto tengo lista la bolsa de viaje y está cargada en el coche, con la cabeza repleta de esperanza y de interrogantes. Estoy impaciente por encontrar a la mujer que colmará mi alma y la de mi animal. Estoy más que listo para seducirla y mantenerla a mi lado.

Mi Águila Ottawa

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