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EL ESQUIVO BLOQUE POR LOS CAMBIOS DEL SIGLO XX: FRENTE POPULAR, FRENTE DE ACCIÓN POPULAR (FRAP), UNIDAD POPULAR (UP) Y CONCERTACIÓN

Tomás Moulian, Sergio Valdés y Esteban Valenzuela

INTRODUCCIÓN

El ideal de superación del capitalismo con un modelo socialista y democrático rodeó sin éxito a muchas fuerzas sociales y políticas en Chile, desde la fundación del Partido Obrero Socialista en 1912 hasta la derrota de la Concertación en el año 2009. Esta periodicidad ha provocado que presentemos una breve historia de las coaliciones que en su momento pensaron crear un «Bloque por los Cambios».

La idea de «Bloque por los Cambios» se usó en la renovación socialista tras la caída de la UP, traslapando el concepto de mayoría social y cultural por la solidaridad y la democracia que propuso Gramsci desde la cárcel, adonde lo arrojó el fascismo en los años treinta. Esa idea la tomaron los líderes del eurocomunismo italiano, de Togliatti a Berlinguer, promoviendo el pacto de la izquierda con el Partido Demócrata Cristiano (PDC), que en cierta forma era el pacto de las diversas izquierdas con el socialcristianismo para hacer un compromiso histórico transformador en función de más igualdad por medios democráticos, capaz de sustituir el capitalismo salvaje.

En este artículo presentaremos una historia narrativa que consistirá en un relato de acontecimientos periodizados, los cuales irán acompañados de un implícito análisis explicativo en torno al fracaso de las cuatro experiencias cercanas a dicho ideal. En primer lugar analizaremos el Frente Popular que triunfa en 1938, que apuesta por la educación y la industrialización, pero que fracasa tanto por la «traición» del radical González Videla a los comunistas en 1948, como por el no asumir la reforma agraria y otros cambios indispensables, pareciéndose a un proceso de contención no lograr cumplir su agenda de reformas.

En segundo lugar, analizaremos el Frente de Acción Popular (FRAP), coalición de partidos políticos de izquierda de Chile, la cual estuvo vigente entre 1956 y 1969. Esta coalición tuvo tensiones entre el Partido Socialista y el Partido Comunista en lo que se refiere a la definición de una estrategia política, situación que le impidió llegar al gobierno, aunque pudo pavimentar electoralmente el camino a Salvador Allende como líder de la UP.

En tercer lugar, realizaremos una retrospectiva en torno a la Unidad Popular que no logra integrar al centro político sin las fracciones en el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) y la Izquierda Cristiana (IC), coalición que además sufrió la agresión externa en el contexto de la Guerra Fría y la falta de unidad en el seno de su coalición. En esta parte, analizaremos cómo los actores sociales desbordan el programa por las demandas insatisfechas de la tierra, vivienda y trabajo, que explican las tomas y la agudización del conflicto social, aclamando un nuevo estadio del Estado de Compromiso para el Chile de los setenta.

Finalmente, analizaremos la Concertación, coalición que se constituye una alianza entre el PDC con el mundo socialista y se desenvuelve en el centro político en el marco de una estrategia de democratización parcial. Esta coalición reniega de hacer cambios políticos (regionalismo, reforma constitucional, entre otros) y socioeconómicos (reforma tributaria, reforma previsional) relevantes, enfocándose fundamentalmente regulaciones y políticas contra la extrema pobreza. Lo anterior juicio de Manuel Antonio Garretón estaría enmarcada en un «progresismo limitado»1 que no se atreve a dar un rol al Estado, mejorar los empleos y regular los abusos de mercado.

El relato de las coaliciones será desarrollado desde un carácter global, que inserta los acontecimientos políticos en el contexto internacional que afectó al espectro nacional. Por esta razón se presentará un enfoque que indaga sobre la influencia de los partidos que se inspiraban en ideas de Europa en cada una de las coaliciones. Por un lado, la izquierda, que en esta historia se basa en el marxismo soviético o francés para el periodo del FRAP y la UP. Por otra parte, el PDC, que lo hace en la doctrina social de la Iglesia elaborada por los papas y en dos filósofos franceses, Jacques Maritain y Emmanuel Mounier. Y, finalmente, la influencia de Estados Unidos en la constitución de la Concertación, en lo que se refiere a las relaciones de dependencia y los conocimientos sobre la política norteamericana que ha influido fuertemente en la política chilena.

FRENTE POPULAR

Formación del Frente Popular: una coalición de centro-izquierda

Podemos establecer que la primera coalición del Frente Popular o las coaliciones de centro izquierda ocurrieron entre 1935 y 1948. En el contexto internacional vemos las consecuencias de la Gran Depresión de 1929, que generó una crisis que se propagó a todos los países, sobre todo a los productores de materias primas. Chile fue el país más afectado al perder importantes divisas obtenidas del salitre y el cobre. Es importante recordar que en dicha época existía un presidencialismo estabilizado que había superado a un parlamentarismo sui generis. Este parlamentarismo concluyó con la denominada «dictablanda», de 1927 a 1931, bajo el Gobierno de Carlos Ibáñez del Campo.

Por otra parte, vemos el surgimiento del fascismo y el nazismo en Europa. Al respecto, Hobsbawm menciona que sin la Gran Depresión el nazismo no hubiera tenido la importancia que tuvo.2 Con esto, Hobsbawm hace referencia a que Hitler paliaba, con las políticas de Estado interventor, las consecuencias de la Gran Depresión.

En 1935, en Francia se organiza un pacto de centro-izquierda: el Frente Popular, con el socialista León Blum a la cabeza. El Frente logra gobernar entre 1936 y 1937, pero es incapaz de detener la invasión de los alemanes. A su vez, en España vemos el levantamiento de Francisco Franco contra la República en nombre de la Iglesia. En el régimen de Franco se dan elementos corporativos, así como una suerte de ensayo a escala de lo que sería la Segunda Guerra Mundial.

En América Latina, vemos que en 1937, en Brasil, se instala una versión latinoamericana del Estado Novo de Portugal, a cuya cabeza está Getulio Vargas. Por su parte, Chile se ve afectado por dos crisis: la Gran Depresión y la Crisis del Salitre. Parte de esta segunda crisis tiene relación con la primera, pero además se relaciona con la sustitución de salitre natural por uno sintético por parte de los alemanes.

Durante el segundo Gobierno de Alessandri Palma, entre 1932 y 1938, se gestan apoyos del Partido Liberal y Radical, surgiendo importantes divisiones entre la izquierda. Es con Alessandri con quien comienza este presidencialismo estabilizado con democracia representativa. Se consigue que los militares vuelvan a sus cuarteles hasta, al menos, la elección de Pedro Aguirre Cerda. Además, afronta la doble crisis acompañado de un empresario financiero triunfante en la bolsa de París, Gustavo Ross, quien hace recaer los costes del ajuste sobre los trabajadores, los cuales responden ante estas políticas ultra liberales con movilizaciones y manifestaciones. Por su parte, el Partido Radical, ante el ajuste, inicia una izquierdización, dejando de apoyar a Alessandri. Con esto, se sientan las bases para los frentes populares, que además fueron apoyados por la Tercera Internacional comunista. Esto hace que gire de una política izquierdista a ex portas a una alianza con los partidos de centro.

Otro elemento que explica el surgimiento del Frente Popular es la doble derrota de Marmaduke Grove en la efímera república socialista y en la elección presidencial del 30 de octubre de 1932. La primera derrota se entiende como la falta de consolidación del golpe de Estado del 4 de junio de 1932, en la cual las ideas de cambio fueron insuficientes para consumarse en un sistema de gobierno, gobierno que duró tan solo 14 días. La segunda derrota surge por la falta de una fuerza orgánica, en la cual Grove obtiene el segundo lugar, con un 17,91%, cayendo ante Alessandri Palma, quien obtuvo un 55,31% en las elecciones que estabilizarían el país tras el golpe de Estado. Ambas experiencias fueron la antesala de la formación del partido socialista en 1933, que se organizó inicialmente como una alianza de pequeños grupos de diferente naturaleza, existiendo un alineamiento por parte de los partidos de izquierda.

En 1935 los comunistas llaman a conformar el Frente Popular y en 1936 los radicales manifiestan su interés, con la condición de que el candidato a la presidencia fuese un radical. En 1937 el Frente Popular participa en las elecciones. Pese a que gana la derecha, el Frente Popular consigue una votación significativa, con un 33,96%, frente al 46,8% de los votos para la derecha, que en términos de escaños significó la representación de 54 escaños parlamentarios del Frente Popular frente a los 76 escaños de la derecha.3

En estas circunstancias, el campo de fuerzas políticas de 1938 se organiza con tres candidatos: el Frente Popular con Pedro Aguirre Cerda, movimientos independientes con Ibáñez y la derecha con Gustavo Ross. La postura de Ibáñez se basa en un programa de izquierda donde habla de que el Frente Popular es la burocracia de la izquierda, nada más. De esta forma, surge una política antipartido, apoyada por los nazis y los independientes, que miraron con simpatía la política de economía liberal del Estado intervencionista en la dictablanda de Ibáñez. Esta organización dificultó que el Frente Popular alcanzara la victoria, ya que Ibáñez poseía un tremendo apoyo de las masas.

No obstante, durante la experiencia de la matanza del seguro obrero,4 un grupo de jóvenes asociados al Partido Nazi toman la Universidad de Chile, tras orden directa del presidente, y los Carabineros intervienen y los llevan hasta el edificio del Seguro Obrero. Una vez allí, se dice que por orden de Alessandri, los Carabineros abren fuego dejando solo a cuatro supervivientes. Tras esto, Carlos Ibáñez es acusado de participar en el hecho. Entonces, Ibáñez renuncia a su carrera y llama a votar por el Frente Popular, el cual además recibe el apoyo de independientes y nazis.

Finalmente, en 1938, vemos que el Frente Popular logra instalarse en el gobierno con Pedro Aguirre Cerda. Posteriormente, la expresión de «Frente Popular» deja de ser utilizada, pero se mantienen las alianzas de centro-izquierda, las cuales además logran llevar al gobierno a Juan Antonio Ríos en 1942 y a Gabriel González Videla en 1946, pero, en esta ocasión, sin el apoyo de los socialistas.

Durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, se fomentan la educación y la industria, a través de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), ello con el objeto de impulsar el mercado interno y avanzar en un modelo de fomento productivo. No obstante, la creación de la CORFO fue el efecto de una negociación con la derecha, lo que finalmente se convertiría en uno de los motivos de impopularidad con las bases del originario Frente Popular. La creación de la CORFO solo sería posible si el Gobierno de Aguirre Cerda se comprometía a no alterar la distribución de la tierra, cerrando toda posibilidad de presentar una propuesta institucional que tendiera a realizar una «reforma agraria». Esta decisión, finalmente, le puso un candado a las aspiraciones de una ciudadanía localizada en la ruralidad de Chile, siendo el origen de recurrentes estallidos desde la ruralidad hasta la «reforma agraria».

En los años posteriores, durante el Gobierno de González Videla, esta coalición de centro-izquierda comienza a disolverse. González Videla acusa a ciertos comunistas de iniciar las huelgas en las minas de carbón en Lota y los expulsa del gabinete ministerial. Tras esto, se aprueba la Ley de Defensa de la Democracia, con la que se prohíbe el Partido Comunista y se elimina del registro electoral a los militantes comunistas. Videla termina gobernando con un gabinete comandado por Jorge Alessandri, gabinete que dura hasta 1950, cuando Videla crea el gabinete de sensibilidad social, a cuya cabeza se coloca a Carlos Vial Espantoso, quien es apoyado por los falangistas y además busca combatir el ultraliberalismo de Jorge Alessandri, pero manteniendo una sostenida tendencia a la derecha.

EL FRENTE DE ACCIÓN POPULAR (FRAP):

LA SEGUNDA GRAN COALICIÓN

El FRAP se presenta como una coalición más programática y heterogénea que el Frente Popular. Se funda el 28 de enero de 1956, durante el segundo Gobierno de Ibáñez. Unos días antes se había iniciado en la Unión Soviética el 20.° Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), en el cual Nikita Khrushchev lee un informe secreto que se hace prontamente público, el cual significa además un giro de la política de la Unión Soviética. En este informe se encuentra una crítica despiadada a Stalin como un dictador corrupto y un asesino; se le da la razón a los yugoslavos. Además, se plantea la tesis de la vía pacífica al socialismo y de la coexistencia pacífica entre Estados Unidos y la Unión Soviética. A esto se suma un conflicto entre soviéticos y chinos radicado en la nueva política de dicho país.

En los Estados Unidos de América, Eisenhower, jefe militar de la invasión a Normandía, alcanzaba la presidencia de la República (1953-1957) y formula una doctrina donde afirma el carácter disuasivo que tienen las armas nucleares. Del mismo modo, se instala la teoría de que los Estados Unidos de América debía estar en todos los conflictos en los que estaba la Unión Soviética, situación que se observa de manera patente en las guerras de Corea y Vietnam respectivamente.

Sin embargo, siete meses después del 20.° Congreso del PCUS, se produce la intervención soviética en Hungría debido al peligro de estallido social y derrumbe del régimen socialista. Por otra parte, en Cuba se da la primera etapa de la ola revolucionaria en 1956, la cual se inicia en Sierra Maestra y termina conquistando Cuba el primero de enero de 1959. Mientras tanto, en América del Sur, se fundan y caen tres dictaduras: Manuel Odría en Perú, Gustavo Rojas Pinilla en Colombia y Marcos Pérez Jiménez en Venezuela. En Argentina, Perón es depuesto por la Revolución libertadora y en Brasil, Getulio Vargas se suicida.

En toda Latinoamérica existía un enfoque en Jean Paul Sastre, creador del existencialismo, como modelo del intelectual progresista. Además, se da un boom literario en 1962 con La ciudad de los perros de Vargas Llosa, en 1963 con Rayuela de Cortázar y en 1967 con Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, autores latinoamericanos publicados por europeos, sobre todo en Barcelona, en pleno periodo franquista.

En el contexto nacional, tenemos la segunda presidencia de Ibáñez. En 1955 aparece un grupo de militares («Militares de la Línea Recta») que presiona a Ibáñez para que disuelva el Congreso. En 1956 se detiene a diversos sindicalistas, principalmente por las huelgas y movilizaciones impulsadas por la CUT a causa de la inflación durante el Gobierno de Ibáñez. Además, el Gobierno contrata una misión norteamericana (Klein-Saks) para contener la inflación, lo que hace caer el peso del reajuste sobre el sector asalariado.

A su vez, el Partido Socialista (PS) está dividido en dos. En esta época, Allende se niega a apoyar a Ibáñez y se acerca al Partido Socialista de Chile, del cual se había desvinculado. Allende transforma este partido y logra generar nuevas alianzas de centro-izquierda, esta vez, como el FRAP. En 1957 los partidos socialistas se unifican nuevamente y comienzan a reanudar un plan de camino al socialismo.

En las elecciones presidenciales de 1958, gana Jorge Alessandri, que es apoyado por la derecha. La segunda mayoría es alcanzada por Allende con una diferencia de treinta mil votos. Como coalición, el FRAP afronta dos elecciones presidenciales. En 1958, Allende se convierte en un «peligro» para la derecha, que responde creando una coalición con el Partido Radical (nuevamente de derecha) llamada Frente Democrático y que presenta a Julio Durán para las elecciones de 1964. Para estas elecciones, muere un diputado de izquierda en Curicó, con lo que se realiza una elección complementaria donde gana el hijo del diputado fallecido; así pues, la derecha desarma al Frente Democrático y decide apoyar a Eduardo Frei Montalva para la presidencia; esto lo hace únicamente para contrarrestar la amenaza de Allende.

Eduardo Frei Montalva gobierna sin alianzas específicas, pero de todas formas inicia la reforma agraria, el sindicalismo campesino y el apoyo a los latifundistas. Se realiza la «Revolución en Libertad», donde favorece la integración económica latinoamericana, se genera la reforma educacional ampliando la educación obligatoria y se da lugar a un reformismo orgánico con cambios en el campo, planteando serios problemas al FRAP.

Las políticas realizadas por el gobierno del PDC producen una «doble centrifugación» del espectro político, donde las fuerzas de izquierda y derecha se distancian cada vez más y se aferran más a los polos. Además, en el interior del FRAP se producen ciertas rupturas, tales como la creación de Frentes de Liberación Nacional que definen una revolución antioligarca y antiimperialista pero no socialista, mientras que los socialistas poseían los Frentes de Trabajadores, lo que implicaba impulsar una revolución socialista cuanto antes y que se debían evitar alianzas con el centro político. Ambos procesos resultan disonantes y contradictorios para mantener viva una coalición y/o «Bloque por los Cambios».

LA UNIDAD POPULAR

El nacimiento de la Unidad Popular (UP)

La UP nace en diciembre de 1969, en plena Guerra Fría, durante la Guerra de Vietnam, mientras en Estados Unidos se producían movimientos en contra de la participación en dicha guerra. Además, Estados Unidos invade la República Dominicana para evitar el ascenso de Juan Bosch.5 Por otra parte, la Unión Soviética invade, en 1968, Checoslovaquia, lo que produce ciertas agitaciones en la izquierda chilena. En América Latina, tenemos la dictadura brasileña de 1964 y, posteriormente, en 1968, a los militares progresistas del Perú.

Cuando se genera la UP, esta se constituye bajo la tesis socialista antiimperialista, antioligarca y que daría inicio a la «Revolución socialista». Con el posterior ascenso de Allende se habla de la intervención económica por parte del Estado en tres áreas: la empresa privada, la empresa mixta y la empresa estatal. Esta última manifestó una gran expansión respecto al Gobierno anterior. Allende compite por cuarta vez en la política y, si bien no tenía apoyo de su propio partido, el PS, tenía todo el apoyo del Partido Comunista (PC), quienes habían presentado a Pablo Neruda para luego retirarlo y dar todo el apoyo a Allende. Con esto, se da lugar al primer y único Gobierno de la UP.

El Gobierno de la Unidad Popular

Dado que se trata de un análisis histórico, se ofrece una explicación global basada en el enfoque, en la correlación de fuerzas de acuerdo con distintos subperiodos.

El primer subperiodo comprende desde el 4 de septiembre de 1970 hasta el 4 de noviembre de 1970 con el ascenso de Allende al poder. Durante de este periodo, vemos cómo Allende toma el poder cuando, al no haber mayoría absoluta en las elecciones, según la Constitución de 1925, es el Congreso quien debe ratificar al nuevo presidente. Cabe preguntarse por qué no se dio el golpe entonces, por qué se espera 1.001 días para dar el golpe. Inmediatamente después del triunfo de Allende, Radomiro Tomic presenta un comunicado en el que anuncia que «se va a respetar la voluntad del pueblo».

Paralelamente, la derecha elabora una propuesta para vincularse con los intereses del PDC. Para esto, el Congreso elige a Alessandri como presidente de la República; sin embargo, Alessandri renuncia por enfermedad y se da una nueva elección donde la derecha apoyaría a Frei. Esta propuesta fue rechazada por el PDC, que intuyó que si se aceptaba, este partido se convertiría en una suerte de brazo electoral de la derecha, causando una división de sus fuerzas.

Ante esto, se lleva a cabo una negociación entre el PDC y la UP, impulsada por Allende, donde se establece un acuerdo para vencer en el Parlamento y que este lo nombre presidente; a cambio, el PDC solicita a los partidos de izquierda que den garantías constitucionales de que respetarán el sistema democrático. Se crea un proyecto institucional político presentando un «Estatuto de Garantías», donde se promete respetar las instituciones, la división de poderes y la libertad sindical, de reunión y de prensa. Acto seguido, Frei llama a votar por Allende, calificándolo como un verdadero demócrata.

El segundo subperiodo se prolonga desde el ascenso de Allende hasta las elecciones municipales de abril de 1971. Durante este subperiodo, vemos que se dan diversos acontecimientos políticos, comenzando por la intensa agitación de los campesinos frente a la toma de fundos por parte del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y del MAPU, a los cuales se resistían los comunistas. Ante esto, los empresarios agrícolas llaman al Gobierno para exigirle una Reforma Agraria Técnica, sometiéndose al plan de gobierno. Tras esto, el Gobierno desarrolla un plan de expropiaciones y se niega a movilizar a la fuerza pública contra los campesinos, con lo que es acusado de no ser capaz de resguardar el orden público.

Como un segundo acontecimiento, vemos que el Gobierno establece una doble estrategia de economía, la cual alcanza el sector bancario, como la compra por parte del Estado de las acciones del Banco Central en la bolsa, pidiendo a los propietarios que pongan a la venta sus acciones. Hace jugar al mercado para estatizar la banca. Por otra parte, el Gobierno de la UP decide poner en práctica una reforma extraparlamentaria del sector industrial y comercial, usando disposiciones legales existentes desde la República socialista de 1932. Existía un decreto que permitía el cierre de fábricas por abandono o por bajo rendimiento. Ante esto, la UP interviene en una empresa textil, lo cual fue bien recibido debido a que dicha empresa había sido abandonada por sus trabajadores.

Pese a lo anterior, una vez que el Gobierno continuó con las prácticas de intervención a empresas, estas medidas fueron mal vistas, especialmente cuando el Gobierno intervino en una empresa textil de dueños árabes que, además, tenían acciones en el mercado bancario. La UP necesitaba demostrar que era capaz de cumplir su programa y gobernar con este.

Como tercer acontecimiento, vemos el intento de la UP de crear tribunales vecinales para litigar asuntos de la vida cotidiana. Pese a que esto pudo haber sido bien visto fue brutalmente resistido, lo que generó fuertes controversias entre el poder ejecutivo y el poder judicial, el cual se pronuncia en contra del Gobierno, causando mayores tensiones en la relación entre ambos.

El tercer subperiodo comienza con las elecciones municipales de abril de 1971, hasta el asesinato de Edmundo Pérez Zujovic. En estas elecciones, la UP obtuvo un triunfo significativo, consiguiendo el 49,8% de los votos contra un 26,21% de la DC y un 18,53% del Partido Nacional. Tras estos resultados, Allende se da cuenta de que la DC, por sí sola, sigue siendo la principal fuerza electoral (ya que la UP estaba compuesta por otros partidos) y que el Gobierno necesita ampliar la alianza, debido a que el nivel de políticas realizadas por su Gobierno requería un amplio apoyo. Este deseo de ampliar la alianza se ve en el discurso del 1.° de Mayo a los obreros y en el mensaje del 21 de mayo en la intervención en el Congreso Pleno, donde se declara una revolución democrática y pluralista. Estos dos mensajes, sin embargo, son débilmente acogidos por ciertos sectores de la izquierda, quienes veían con desconfianza esta ampliación.

Sumado a esta situación, comienzan a surgir los efectos políticos de las expropiaciones en una disyuntiva de la legalidad e ilegalidad de la que acusa la oposición. Ante esto, la derecha decide destruir el «sistema de tres fuerzas» ya que, mientras este se mantenga, el Gobierno seguirá con los métodos de expropiaciones masivas.

Entre toda esta tensión, se produce una acción decisiva por parte de un actor marginal: Edmundo Pérez Zujkovic es asesinado. Los autores, descubiertos de forma casi instantánea, resultaban ser miembros de un grupo de ultraizquierda, la Vanguardia Organizada del Pueblo, un grupo casi desconocido y desvinculado del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR). Con esto, se crea un abismo entre el PDC y la izquierda, perdiéndose las oportunidades de acción conjunta.

El cuarto subperiodo va desde junio de 1971 a septiembre del mismo año. Aquí vemos dos grandes acontecimientos. El primero es la gran cantidad de movilizaciones de oposición, en especial, la marcha de mujeres convocada por el PN. En esta marcha de mujeres se produjeron enfrentamientos entre quienes apoyaban a la UP, las fuerzas de seguridad y las fuerzas de oposición. Estas marchas producen una división en el interior de la DC, de donde proviene la izquierda cristiana, lo que a su vez produce el retiro del MAPU de los sectores cristianos. Asimismo, se da una nueva división del Partido Radical, donde un sector masivo se presentaba como partido marxista.

Como segundo acontecimiento, vemos que se intensifica la lucha por la constitución del área de propiedad social. La Contraloría General de la República rechaza las órdenes presidenciales de expropiación de empresas. Si bien la UP no se opone, se produjeron diversas consecuencias tras este acto. La DC propone un proyecto para quitar los conflictos de la calle y llevarlos al Parlamento, donde la izquierda no tenía mayoría. Además, la DC ofrece otro proyecto para controlar la economía, según el cual, para intervenir o nacionalizar una industria, debería ser necesaria una ley, lo cual evitaría que se continuase con las expropiaciones masivas. Por otra parte, la DC define la economía con cuatro áreas: Privada, Estatal, Mixta y una nueva, el área de Empresas de trabajadores, es decir, cooperativas donde los propietarios eran los propios trabajadores. De forma sorpresiva, la izquierda rechaza la creación de empresas de trabajadores. De todos modos, la ley es aprobada en el Parlamento. Sin embargo, se genera un conflicto constitucional que durará hasta el día del golpe.

El quinto subperiodo va desde febrero de 1972 hasta el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. En este periodo continúa el conflicto constitucional por el veto del presidente a ciertos artículos del proyecto de la DC. Mientras la DC decía poder rechazar el veto con mayoría simple, la izquierda declaraba que el veto solo podía ser contrarrestado por los dos tercios del Parlamento. Pese a las diversas peticiones de Allende para que la UP permitiese esta cuarta área de la economía, sus peticiones fueron rechazadas rígidamente.

Ante toda esta tensión, se produce el paro de octubre de 1972, donde actores de capas medias, tales como comerciantes, transportistas y profesionales del sector público (en especial del Banco Central), se movilizan en contra de las diversas políticas establecidas por el Gobierno de Allende y de la UP. Estos manifestantes solicitan mayor ingreso de divisas, de dólares, que el Estado minimice su intervención en el mercado y que se dé lugar a más exportaciones. Estas huelgas, se dan en seis momentos específicos:

–9-12 de octubre: paros a nivel regional (aún fragmentados) comenzando en Punta Arenas. Los principales actores fueron transportistas, aunque existían quienes se resistían.

–13-16 de octubre: generalización del conflicto. Inicio de movimientos de solidaridad e integración de organizaciones estudiantiles a las huelgas. UP se moviliza y logra que la sociedad siga funcionando organizando a los transportistas que estaban en contra del paro.

–17-24 de octubre: la oposición se endurece y se adhieren al paro los médicos de hospitales. Ante esto, el Gobierno cancela las personalidades jurídicas de los gremios participantes, los cuales generan petitorios tanto profesionales como políticos.

–25-31 octubre: el Gobierno logra controlar la situación. Inicia negociaciones con los gremios (aún informales), accede a ciertas peticiones de carácter político y cambia su estrategia de gobierno.

–31 de octubre-5 de noviembre: el 2 de noviembre asume un nuevo gabinete con militares presentes como ministros y con el general Prats a la cabeza, quien ofrece su apoyo a la UP. Hasta ese momento, aún no había una unificación de los militares en torno a la idea de golpe militar.

–El sexto y último subperiodo se refiere a las elecciones parlamentarias de 1973. En estas elecciones, la oposición consigue la mayoría, aunque la UP obtiene el 43,4% de los votos, lo que impide el derrocamiento constitucional del Gobierno de Allende, dado que ni el PDC y ni el Partido Nacional logran los dos tercios que se requerían para solicitar la renuncia del presidente en el Congreso. Con lo cual se elimina la posibilidad de realizar un «Golpe legal» de forma definitiva.

Como consecuencia, se dan diversas agitaciones, comenzando con el «tanquetazo» en junio de 1973, donde miembros de un regimiento de tanques de Santiago rodean La Moneda, intentan penetrar en el Ministerio de Defensa y bombardean La Moneda, pero no logran incentivar la movilización por parte del resto de las Fuerzas Armadas. Ante esto, el general Augusto Pinochet, acompañado de otros soldados, obliga a los insubordinados a retirarse de forma inmediata. Posteriormente, comienzan movilizaciones y protestas de mujeres esposas de oficiales frente a la casa del general Prats, quien, perdiendo el control de sí mismo, dispara su pistola al aire. Debido a este episodio, Prats renuncia y solicita a Allende que deje el poder para que un comandante en jefe tome el gobierno. El comandante recomendado por el general Prats resultaba ser el general Augusto Pinochet.

Allende decide ejecutar un plebiscito el día 12 de septiembre, pero este no se lleva a cabo debido a la realización del Golpe de Estado el 11 de septiembre. La historia termina con La Moneda bombardeada, el país bajo ataque y Allende, tras ser el último hombre luchando, se suicida. Así, la UP con los aires de cambios no se consuma, quedando en la historia políticas públicas tales como la «reforma agraria» y la «nacionalización del cobre», que desde cualquier retrospectiva cambiaron la historia de Chile.

LA CONCERTACIÓN

La Concertación fue una confederación de diecisiete partidos para el plebiscito de 1988, en la que los líderes partidarios se fusionaron en pluralidad con líderes sociales que habían impulsado las protestas democratizadoras (universitarios, pobladores y Comando Nacional de Trabajadores) y los intelectuales, que en su diversidad tuvieron peso en los primeros años de la Concertación de 1990.6 Luego dominó entre ellos el grupo de economistas partidario de regulaciones graduales del modelo neoliberal, la llamada technopol7 con el partido transversal (oficialismo DC y exmapucistas del PS y el Partido por la Democracia).

Está ampliamente estudiada la pérdida de consenso social en favor de la Concertación por sus vacíos en reformas socioeconómicas, siendo pionero el texto «Anatomía de un mito»8 hasta las autocríticas después de la derrota del 2009: se ha planteado la existencia de una administración del sistema, con pasos en coberturas, políticas contra la extrema pobreza y regulaciones básicas, además de mayor infraestructura. No obstante, la carga tributaria y la desigualdad se han mantenido incólumes, porque la Concertación fue una coalición de democratización parcial hegemonizada por la generación del miedo y también por «culpa» por el fracaso democrático de la UP. Por ello, podemos establecer que se hizo del orden el valor supremo en una gobernabilidad desnuda de voluntad de cambio.

La Concertación no pudo evolucionar de una coalición de democratización parcial a un Bloque por los Cambios, fundamentalmente porque no logró romper el flagelo de la desigualdad, experimentó la corrupción de funcionarios públicos en distintos niveles jerárquicos, fortaleció la presicracia9 y el centralismo y, finalmente, se instituyeron los brokers partidarios.

La desigualdad

El país bajó de un 42 a un 15% la pobreza, pero en una lista de países por igualdad de ingresos, sobre la base de informes del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el cálculo del coeficiente GINI, se puso a Chile con un 0,52, en el rezagado lugar 127 entre 150 países. A su vez, la opinión pública se resintió ante la privatización del agua, lo caro de la educación superior, la segregación y calidad en vivienda, el deterioro de la educación pública, el aumento del valor de los servicios básicos y de la energía, en contraste con la concentración de la riqueza y la baja carga tributaria de mineras y grandes capitales.

La coalición habría asumido el discurso neoliberal de las desigualdades inevitables, usando la asistencia social y la inversión en educación como las herramientas para moderarla.10 Por un lado, la Concertación careció de una política industria, de políticas que fortalecieran el asociacionismo sindical y de reforma tributaria sustantiva11 que corrigiera elementos estructurales de la mala distribución de los ingresos. Por otro lado, la crítica ambientalista fue muy marcada por la falta de giro a la sustentabilidad y al ahorro energético.

La experiencia de la corrupción

De acuerdo con María de los Ángeles Fernández, una de las razones de la derrota de 2009 fue «la corrupción y las irregularidades gubernamentales».12 Ello no solo nubló el discurso de la democratización del país, sino que lo envolvió en una suerte de justificación tras la asimetría de recursos que existía en las donaciones de empresas realizadas a los partidos de derecha en las campañas políticas.

Durante los años noventa se sucedieron escándalos, el mal uso de recursos del Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario (INDAP) para campesinos, pagos coimas en la basura a nivel municipal, mala calidad de las casas de empresas afines a autoridades del conglomerado. Posteriormente, esas prácticas se agravaron en el Gobierno de Ricardo Lagos Escobar con el sistema generalizado de sobresueldos en el Ministerio de Obras Públicas (MOP), financiado fundamentalmente por las propias empresas que se le entregaban las Concesiones y se debían ser reguladas.

Hubo escándalos e investigaciones en la Cámara de Diputados en el periodo 1998-2009 por el uso discrecional de fondos controlados por partidarios de la Concertación como combustible de cooptación, recursos adicionales de la Subsecretaría de Desarrollo Regional (SUBDERE) vía programas municipales, los Fondos sociales de la Presidencia que se asignaban a pequeños proyectos de organizaciones sociales, préstamos a pequeños agricultores, Programa de Generación de Empleos (PGE), los programas del Ministerio de Vivienda como Chile Barrio que se convertían en poderes alternativos a los municipios. Particularmente el Fondo de Solidaridad e Inversión Social (FOSIS), por su control, ya que entregaba subsidios directos y el área social contaba con una red de profesionales en todas las municipalidades.

Finalmente, aunque en el Gobierno de Bachelet hubo menos escándalos vinculados al poder ejecutivo, los líos de malas prácticas de senadores y otros líderes de la Concertación dañaron la imagen de la coalición que la había llevado al poder. De acuerdo con Alfredo Rehren, ello tuvo que ver con:

la naturaleza oscura y precaria del financiamiento privado de la política también aparece como un claro componente que intermedia la relación entre clientelismo político y corrupción. Aparte de una publicidad política gratuita en televisión y de una asignación parlamentaria, como formas de financiamiento público, no se sabe cuánto y de dónde provienen los recursos, cuál es la influencia de los grupos de interés.13

Lo cierto es que la experiencia de la corrupción impulsó no solo una agenda a favor de la modernización del Estado, con la creación del servicio civil y la alta dirección pública en el Gobierno de Ricardo Lagos, sino la creación de instancias institucionales que cambiaron los límites de público y privado del servidor público a través de medidas a favor de la transparencia, instituidas en el Consejo de Transparencia.

Presicracia y centralismo

La Concertación perdió el poder por el desgaste de veinte años de gobierno debido al estilo presicrático que le impidió renovarse (como los socialdemócratas suecos o noruegos que han logrado ser hegemónicos durante décadas). La consolidación final del núcleo presicrático se produjo antes de la derrota electoral de 2009: se crea una Junta de Gobierno (2007) que se reúne todos los lunes en La Moneda, conformada por los cuatro presidentes de los partidos de la Concertación (DC, PPD, PS y PR) y los cuatro ministros influyentes (Interior, Gobierno, Presidencia y Hacienda). La preocupación de los presidentes anteriores por «cuidar» la diversidad de la Concertación (incluyendo a las minorías relevantes de los partidos) fue desplazada en el periodo final.

En el ámbito del regionalismo, la Concertación fue la única coalición del llamado mundo progresista del mundo (socialdemócrata, socialista y laboristaverde) y de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que combina sistema electoral hipermayoritario con centralismo (designación de autoridades regionales) y un marcado presidencialismo en desmedro de potestades colegiadas y parlamentarias.

En los momentos electorales críticos para la Concertación, como en diciembre del año 1999, cuando Lavín empató con Lagos en las encuestas, la Concertación sacó de las catacumbas la propuesta reformista de regionalización, pero luego no quiso legislar nada14 más allá del statu quo de las reformas de las elecciones de los alcaldes y concejales del año 2004. Todos los presidentes (1990) de la Concertación prometieron, al menos, la elección democrática de consejeros regionales, pero nunca le dieron urgencia a dicho proyecto, que quedó inconcluso. El núcleo del rechazo fue el mundo parlamentario, que veía como una amenaza la competencia en los distritos para no perder la posibilidad de negociar proyectos y prebendas por sus votos, reproduciéndose el sistema de brokers15 de poder clientelar con el Gobierno central.

La Concertación no quiso elegir gobiernos regionales, ni alcaldes metropolitanos, ni buscó con fuerza un arreglo constitucional con la derecha para oxigenar el sistema binominal. La Concertación fue una coalición conservadora e implacable en el uso del poder, mimetizándose con el estilo presicrático (presidencialismo/centralismo) de las corrientes autoritarias del continente.16

Los partidos, convertidos en «máquinas clientelares», y los parlamentarios, transformados en intermediarios en tres direcciones. Primero, hacia abajo deben dar proyectos a los dirigentes vecinales. Segundo, hacia el lado están obligados a distribuir trabajo entre los dirigentes partidarios que les aseguran el soporte interno. Tercero, hacia arriba deben lealtad a los barones partidarios que les aseguran las parcelas de influencia. Esta triangulación, en ningún caso, incentivaba la desconcentración del poder a nivel local.

A su vez, el Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR) es una porción ínfima del gasto público. Respecto al gasto público descentralizado, Mario Rosales calculó un 12% municipalizado y un 3% el regionalizado con autonomía (Rosales, 2012). Chile se mueve en el 15% de gasto subnacional, siendo el promedio de América Latina el 20%, con países líderes en el 30% (Colombia, Argentina, Brasil), aún lejos del 40% de la OECD.

Ana María Ezcurra17 (1996) explicó la expansión de los fondos sociales discrecionales de los gobiernos centrales de América Latina y el Caribe, impulsados por el Banco Mundial, con tres objetivos: generar un colchón de asistencialidad ante las reformas neoliberales para evitar estallidos sociales, lograr una acción eficiente en las comunidades por esta vía desconcentrada subordinada (ya que no fortalece espacios descentralizados virtuosos) y como elemento de gobernabilidad, ya que ayudan al disciplinamiento político (la búsqueda de estos recursos por el congresista-intermediario-asistente social).

La dispersión del poder que implicaba la descentralización en ningún caso aseguraba el término de la corrupción, pero sin duda modera las cadenas retroalimentadoras que convierten a los parlamentarios en asistentes sociales de los distritos, ogros filantrópicos del territorio, alejado de todo marco de políticas públicas sustentables a los mecanismos de movilidad social e igualdad de oportunidades.

La instauración de los brokers

En Chile el sistema político concentrador moldeó un estilo (cultura política) que se hizo hegemónico de la Concertación, que no pudo y/o no quiso modificarlo: presidencialismo, centralismo y sistema electoral hipermayoritario, en el cual, como ha reiterado Nohlen, son las cúpulas de los partidos pactantes las que deciden por el elector si tiene alternativas.18 De este modo, se desplazó el poder desde los intelectuales críticos, dirigentes partidarios tradicionales (tribunos con ideas) y líderes sociales, hacia barones, los hombres que controlan los partidos y aseguran el orden de la Coalición, en una combinación de ministros en La Moneda y poder territorial-parlamentario en el sistema de designaciones centrales de cargos clave y negociación de los cupos parlamentarios. En apariencia, esos tres elementos fueron amortiguados, pero permanecieron las claves del poder que reforzaron a los barones.

El sistema de selección de altos directivos se implementó desde el año 2004 de manera gradual sin afectar al intenso sistema de designaciones territoriales (el político como broker), los partidos fueron refractarios a procesos de primarias amplias hasta antes de la derrota del año 2009, y el poder de la tecnocracia es sobrerrepresentado, ya que coincidimos que esto fue relevante especialmente en el Ministerio de Hacienda, pero no en el resto del Gabinete, en el que siempre las nominaciones fueron mediatizadas por la militancia19 y la cercanía a los grupos que controlaban el poder de los partidos.

La Concertación no dispersó el poder ni amplió su coalición; al contrario, la fue achicando y no le importaron las deserciones; no quiso debatir la posibilidad de innovar con un sistema semiparlamentario en medio de la epidemia caudillista-presidencialista de América Latina, lo que había sido planteado en los inicios de la Transición.20 Aquí estuvo el núcleo de su declive. La diversidad colorida21 del No triunfante del año 1988 culminó con la derrota en la junta opaca del año 2009, entendiendo la junta como la expresión del juntismo, es decir, un estilo jerárquico, comité pequeño que detenta las decisiones políticas claves, el núcleo de poder real de la fase final de la Concertación.22

Al combinar la historia y la ciencia política, encontramos que hay causas estructurales que refuerzan el comportamiento de constituir un sistema democrático basado en una presicracia. Es más, hay razones obvias de reforzamiento entre las conductas de los líderes políticos, la cultura partidista, el régimen político y el sistema electoral23 que acentuaron las formas y el fondo del régimen de Pinochet, en las prácticas y procedimentales de la institucionalidad democrática de los gobiernos de la Concertación.24

El hecho clave de la política se desplazó desde las agendas prorreformas a la atención nacional de las largas negociaciones intercoaliciones con los partidos de derecha e intracoalición, entre los partidos de la Concertación, hasta minutos antes del cierre de las inscripciones para candidatos al parlamento o las alcaldías, donde siempre había sorpresas: candidatos «bajados» y designaciones sin competencia para favorecer a personajes claves.

En el extremo del modelo electoral cerrado, centrado en la negociación de cupos con alianzas de apoyo mutuo entre partidos, lo constituyó la creciente entrega de cupos sin competencia a personajes claves, «los barones» vinculados al grupo que controlaba cada partido. Por ejemplo, en las parlamentarias del año 2005 se entregaron la circunscripción de Valdivia al expresidente de la República, Eduardo Frei, en la Concertación, y a Andrés Allamand, expresidente de Renovación Nacional (RN), en la Alianza. Casi no hubo campaña en dicha región del sur de Chile; ambas coaliciones «pusieron» a candidatos sin ninguna opción de compañero de lista, y por tanto la elección se produjo antes de que los electores concurrieran a las urnas.

Lo anterior sintoniza con la tradición oligárquica de la política chilena, que llamaba a estos congresos termales, en referencia a las viejas prácticas de los partidos Liberal y Conservador de dividirse los territorios en cónclaves. El extremo fue el pacto al que también se sumó el Partido Radical y los partidarios del general Ibáñez, que pactaron en las Termas de Chillán la legislatura de 1930 a 1932.25

La Concertación buscó cambiar el sistema electoral binominal, pero la Alianza se opuso. La forma de moderarlo sustancialmente era aceptar el uso de las primarias abiertas para seleccionar los cupos y eliminar el concepto del uti possidetis (el que EE. UU. sigue teniendo), extraído de la tradición de respetar las fronteras si ya se ocupa un territorio. Por la degeneración de este precepto, a un diputado o senador que tenía un cupo no era posible osar con ser un challenger (desafiador) en ambas coaliciones, exceptuando una pésima evaluación electoral o caer en desgracia entre los «barones» controladores del respectivo aparato partidario.

La Concertación perdió el poder con anterioridad a su derrota presidencial. En las municipales del año 2008, en el norte y en el sur, candidatos «por fuera», independientes hastiados de no poder competir en el interior de la envejecida coalición, ganaron en Calama, en Antofagasta, en Copiapó y en Punta Arenas. La derecha lo hizo en otras capitales (Iquique, Valparaíso, Rancagua, Talca, Concepción, Valdivia) y la Concertación quedó reducida a La Serena y Puerto Montt. Pero tampoco le importó a la Junta de Gobierno del PPD-PS-PR-PDC; siguió cerrando espacios, expulsando a díscolos o dejándolos ir, hasta perder con la Alianza y salir del Estado en enero de 2010.

El ocaso de la Concertación no fue solo por la administración sin reformas sustanciales del modelo socioeconómico, sino también por la presicracia, la soberbia presidencialista-centralista liderada por los barones mandarines en los partidos que hicieron dominantes a los tecnócratas políticos en los años noventa y luego a los hombres de partido.26

CONCLUSIONES

En Chile siempre se fracasó en los intentos replicativos de crear un «Bloque por los Cambios»: el Frente Popular no se atrevió a realizar una reforma agraria y luego González Videla excluyó a los comunistas, el FRAP no logró consolidar las fuerzas de izquierda, los sectores del PDC reformista y la UP revolucionaria no se entendieron. Finalmente, la Concertación no logró evolucionar de una alianza de redemocratización parcial, tanto por los enclaves autoritarios en el Congreso como por la propia falta de voluntad en una centroizquierda administradora.

De esta forma, nos salta una pregunta: ¿por qué ha sido esquiva la consolidación de un «Bloque por los Cambios» en las coaliciones analizadas? La falta de entendimientos intra e inter partidos, la interpretación de que los conflictos intimidan la gobernabilidad en vez de ser oportunidades refundacionales, la baja institucionalidad que regula la política, la ausencia de mayorías electorales, el centralismo presicrático, la recurrente presencia de enclaves autoritarios, la falta mecanismos democráticos de interacción y retroalimentación participativa son algunos de los hilos explicativos del tejido de esta historia contada y reinterpretada.

Sin embargo, podemos decir que en el continuo histórico analizado, tanto la elaboración de una «política industrial» a través de la CORFO, como la «nacionalización del cobre» y la «reforma agraria», patrimonios inalterables de la institucionalidad de Chile, surgieron en coaliciones de izquierda, que se propusieron crear un «Bloque por los Cambios».

El siglo XX fue esquivo para el «Bloque por los Cambios», cada coalición dejó un rastro en la búsqueda por humanizar el capitalismo y en el interés de mejorar las condiciones de justicia social. En cada conglomerado hubo desprendimientos y derrotas electorales, protestas sociales y críticas de intelectuales. Cada bloque fue víctima de la culpa de la experiencia de un fracaso pasado.

* Este documento se basa, entre otras fuentes, en las conferencias del profesor Tomás Moulian realizadas en la Universidad Alberto Hurtado en octubre de 2012, transcritas y editadas por Mariano F. Inostroza y Constanza Aliaga Rosales.

1 Manuel Antonio Garretón: Neoliberalismo corregido y progresismo limitado: Los gobiernos de la concertación en Chile, 1990-2010, Santiago, ARCIS, 2012.

2 Erick Hobsbawm: Historia del Siglo XX, Buenos Aires, Crítica, 1998.

3 Tomás Moulian e Isabel Torres: Discusiones entre Honorables: Triunfos, fracasos y alianzas electorales de la derecha en Chile, 1938-2010, 2011, p. 25.

4 En el libro Los asesinos del Seguro Obrero, Carlos Droguett plantea que los jóvenes que tomaron dicha institución no fueron militantes nazis, sino jóvenes enviados por los cabecillas de ese partido. Estos jóvenes fueron convocados mayormente por una acción de reivindicación más que de acción proselitista del incipiente nazismo.

5 Expresidente de la República Dominicana, quien fue fundador del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en 1939 y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en 1973.

6 Marcelo Mella: «Los intelectuales de los centros académicos independientes y el surgimiento de la Concertación», Revista de Historia Social y de las Mentalidades: sociedad, política y cultura, año XII, vol. 1, 2008, pp. 83-121.

7 Alfredo Joignant: «La razón de Estado: usos políticos del saber y gobierno científico de los technopols en Chile (1990-1994)», en Tomás Ariztía (ed.): Produciendo lo social, Santiago, Ediciones Universidad Diego Portales, 2012, pp. 311-348.

8 Tomás Moulian: Chile actual: Anatomía de un mito, Santiago, LOM Ediciones, 1997.

9 Entenderemos por presicracia un tipo de presidencialismo que se basa en un centralismo tanto en las orientaciones ejecutivas como en la toma de decisiones. Ello resalta el poder del presidente no solo como líder del Estado y el Gobierno, sino en todos los espectros institucionales de lo local.

10 Ricardo Camargo: «Dealing with income inequality during the Bachelet administration, a critical analysis of the discourse of chilean political elites», Latin American Perspectives, vol. 39, n.° 4, 2012, pp. 19-34.

11 Carlos Ominami: «Chile, una transición paradojal. Notas para un examen crítico», en Yerko Quiroga y Jaime Ensignia: Chile en la Concertación 1990-2010, tomo II, Santiago, Friedrich Ebert Stiftung, 2010, pp. 21-61.

12 María de los Ángeles Fernández: «La derrota electoral de la Concertación y del progresismo en Chile: ideas para un debate», en Quiroga y Ensignia, Chile, 2010, p. 288.

13 Alfredo Rehren: Clientelismo político y reforma del Estado en Chile, Santiago, Centro de Estudios Públicos (CEP), 2000, p. 160.

14 Esteban Valenzuela y Giorgio Martelli: El fantasma federal en Chile, Santiago: FES-U de Rancagua, 2002.

15 Arturo Valenzuela: Political brokers in Chile: local government in a centralized polity, Durham, Duke University Press.

16 Esteban Valenzuela: «Presidencialismo-Centralista en Chile», en Fernando Carrión (ed.): Descentralización en Ecuador: opciones comparadas, Quito, FLACSO, 2007.

17 Ana María Ezcurra: El Banco Mundial y los fondos sociales en América Latina y el Caribe, Escotet Fundation (doc), 1996.

18 Dieter Nohlen: Tratado de derecho electoral comparado de América Latina, FCE, México, 1998, p. 319.

19 Mireya Dávila: «Tecnocracia y política en Chile postautoritaria (1990-2010)», en Notables, tecnócratas y mandarines, Güell y Joignant, Santiago, UDP, 2011, pp. 24-25.

20 Arturo Valenzuela: El quiebre de la democracia en Chile, Santiago, FLACSO, 1989.

21 En el plebiscito de 1988, los siguientes partidos convergieron en llamar a votar que NO: Democracia Cristiana, Radical, Social Demócrata, Liberal, Radical Social Demócrata (Sule), Humanista, Los Verdes, Democrático Nacional (Padena), Unión Socialista Popular (Usopo), PS-Almeyda, PS-Núñez, PS-Mandujano, PS-Histórico (Gutiérrez), Por la Democracia (PPD), MAPU, MAPU-Obrero-Campesino (Avila), Izquierda Cristiana, Nacional por el No, Comunista, MIR.

22 Identidad esencial de la campaña presidencial de Michelle Bachelet el año 2005.

23 Arendt Lijphart: Electoral Systems and Party Systems. A Study of Twenty-Seven Democracies, 1945-1990, Londres, Oxford University Press, 1994.

24 Carlos Huneeus: El Régimen de Pinochet, Santiago, Sudamericana, 2000.

25 Germán Urzúa: Historia política de Chile y su evolución electoral desde 1810 a 1992, Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 1992.

26 A. Joignant y P. Guell: Notables, Tecnócratas y Mandarines... 2011, pp. 72-73.

Chile 73

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