Читать книгу El libro español en Londres - AA.VV - Страница 6
ОглавлениеPRESENTACIÓN
Verba volant, scripta manent. Así reza la cita latina, y así hemos querido empezar estas palabras introductorias a un libro que se gestó durante la Jornada «The Spanish Book in London during the 16th to 19th centuries», celebrada en la British Library de Londres el día 13 de mayo, y que tuvimos el enorme placer de coordinar.
Aquel encuentro sirvió para dar a conocer las últimas investigaciones sobre el libro español en Inglaterra durante la Edad Moderna y comienzos de la Contemporánea. Una reunión científica que presentó aspectos hasta ahora inéditos sobre la imagen del libro español, principalmente en Londres, entre los siglos XVI y XIX, a cargo de destacados especialistas ingleses y españoles.
Y es que la imagen histórica de España en Inglaterra ha sido estudiada desde muy diversos frentes, el pictórico, el musical, el literario, pero no así desde un punto de vista bibliográfico. Precisamente por ello son ahora los libros los que «hablan», los que nos informan acerca de la visión que los ingleses tenían de la cultura española a través de los libros que compraban, vendían y, en definitiva, poseían y leían. No en vano, esta publicación se centra en el mundo del libro. Bibliotecas institucionales, particulares, subastas, catálogos de libreros, el papel de los editores y un sinfín de fuentes documentales, como cartas y libros de viajes, nos permitirán conocer de primera mano cómo nos vieron desde fuera.
Y es que los tópicos y los estereotipos se han conformado, entre otros, a través de las lecturas, en este caso españolas. De hecho, la España actual no es sino el resultado de todas aquellas imágenes procedentes de muy diferentes fuentes, y que han ido definiendo el sentimiento colectivo de una comunidad, como ahora la inglesa.
Y este recorrido comienza, en nuestro caso, en el siglo XVII con los libros españoles del Dr. William Bates, actualmente en la Biblioteca Williams, en referencia al sacerdote presbiteriano Daniel Williams, de Londres. Una época que nos traslada a la Inglaterra de los Estuardo, donde florecían bibliotecas tan notables en fondos españoles como la de Samuel Pepys, ahora complementada con una colección, la de Bates, que Barry Taylor, responsable de las colecciones hispánicas de la British Library, desmenuza con pasión y rigor, analizando los contenidos de su catálogo, sus anotaciones manuscritas, sus fuentes de suministro y sus encuadernaciones, entre otros datos. Una biblioteca marcadamente barroca y hasta ahora escasamente conocida que nos sitúa en el umbral de la modernidad inglesa.
Y es este, precisamente, el nuevo siglo, que empieza con la muerte de Bates, el siglo XVIII, el que inaugura una nueva etapa, dominada en este caso por la dinastía alemana de los Hannover, y en la que Inglaterra será un modelo político a seguir. Y una obra española que ya era canónica en el siglo XVII, El Quijote de Cervantes, se convertirá ahora en la quintaesencia británica para entender la cultura española. Y de ello da rendida cuenta, con una solidez documental indudable, el profesor Gabriel Sánchez, que analiza al detalle la presencia cervantina a través del estudio minucioso de cuatro grandes subastas pertenecientes a grandes bibliotecas particulares inglesas, las de Edward Thomas, Topham Beauclerk, Thomas Crofts y John Hunter. Colecciones hasta ahora apenas conocidas en lo que a su fondo español se refiere y que permiten comprender el impacto que estas subastas tuvieron en las ediciones cervantinas inglesas del momento, caso de la célebre de John Bowle.
Precisamente a delimitar el mundo del libro londinense vinculado al libro español se dedica la aportación del profesor Nicolás Bas, que ofrece un esbozo general de los libros españoles en la capital inglesa durante el siglo XVIII. Para ello analiza las diferentes fuentes que contribuyeron a matizar los gustos de los libreros londinenses, objeto principal de su estudio, especialmente las subastas, bibliotecas, periódicos y cartas. En todos ellos los libreros pudieron encontrar huellas a partir de las cuales lanzarse al arriesgado mercado del libro español. Un mercado enormemente vulnerable que trasladó una imagen más antigua que moderna de nuestro país.
Y si de modernidad hablamos, y en lo que a la consideración inglesa de la cultura española se refiere, hay que situarse en el siglo XIX, cuando España se convirtió en objeto de atención de los principales coleccionistas y libreros ingleses. El exotismo español asociado al Romanticismo contó con una ayuda considerable que vino de la mano de uno de los grandes editores españoles de todos los tiempos, el valenciano Vicente Salvá. Por primera vez, el profesor Germán Ramírez Aledón desentraña su correspondencia inédita, de miles de cartas, para ofrecernos los años londinenses de Salvá. Una vida comprometida política y culturalmente hablando, que le permitió al valenciano tener una librería en pleno centro de Londres, en el 124 de Regent Street, desde donde entabló relación con los principales libreros y editores ingleses y europeos de su tiempo, caso del alemán Ackermann, que marcaría su trayectoria como editor. Su Librería Española y Clásica de Londres fue lugar de encuentro del mundo del libro londinense, y punto de arranque de proyectos editoriales que llegarían hasta América del Sur, donde las obras de Salvá fueron conocidas y reconocidas.
Hablar de la bibliofilia española del siglo XIX es referirse a algunos de los grandes nombres del coleccionismo inglés, como Richard Heber, que se aprovecharon del exilio de muchos liberales españoles, caso de Salvá, y de sus bibliotecas, así como de la posterior desamortización, para adquirir importantes lotes de libros españoles. En esa tesitura se hallaron los hermanos Chorley, el más conocido, John, poseedor de una extensa colección de obras de teatro español; y el apenas conocido, William, ahora sacado del olvido gracias al trabajo del profesor Don Cruickshank, que, entre otros, analiza el catálogo de la venta de su biblioteca, colección en la que se hallaban algunas de las obras canónicas del teatro clásico español, especialmente de Calderón, de las que el profesor es un consumado conocedor. Una contribución que nos sumerge de lleno en el apasionante mundo de los libreros y coleccionistas apasionados por lo español, caso de Henry George Bohn, Richard Ford u Obadiah Rich, que llegaría a ser cónsul de Estados Unidos en España y comprador de gran parte de la colección de Juan Bautista Muñoz, fundador del Archivo General de Indias, y que, tras muchos avatares, acabó en la Biblioteca Pública de Nueva York, donde se custodia actualmente.
Y de la alta bibliofilia pasamos al coleccionismo más asequible a través de los denominados chapbooks, que incluían un amplio abanico de literatura popular, tales como romances, relaciones, coplas, coloquios, pasillos y relaciones de comedias. Obras menores, pero no por ello menos significativas, que fueron adquiridas como explica Geoff West, de la British Library, por el British Museum durante el siglo XIX. Un fondo que la posterior Biblioteca Británica adquiriría a través de subastas y donaciones procedentes de importantes bibliotecas privadas inglesas, caso de la de Thomas Holcroft, John Black o Grenville, entre otras. Lotes fundamentales para conocer la cultura popular española de los siglos XVI al XVIII, ahora explicados a través de una cuidada selección de piezas conservadas en la biblioteca londinense.
No quisiéramos acabar estas palabras sin agradecer a todas aquellas instituciones que han hecho posible esta edición. En especial a la Embajada de España en Londres, a través de su consejero para Asuntos Culturales y Científicos, D. Fernando Villalonga; a la British Library, por prestarnos su impagable apoyo institucional y logístico para celebrar la Jornada, y cuyo fruto es este libro; a la Fundación Cañada Blanch, por contribuir a afianzar las relaciones culturales hispano-inglesas, con su apoyo a esta edición; a la British Spanish Society, que, en los 100 años de su creación, ha incluido este libro como uno de sus principales proyectos; a la Bibliographical Society, por difundir la Jornada en su prestigiosa revista, The Library; al Instituto Cervantes de Londres, y, por supuesto, a la Universitat de València, que no dejó que las palabras se las llevara el viento.
NICOLÁS BAS MARTÍN
BARRY TAYLOR
En el IV Centenario de Cervantes y Shakespeare