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Prólogo Una poética del Caribe a través de la memoria, la identidad y la cultura
Оглавление¿Qué pasa con la crítica literaria en Colombia? Es una reflexión que toca las puertas de los escenarios universitarios. ¿Cómo y de qué manera se aborda la poesía en los ámbitos académicos? Es la otra pregunta que inquieta en el quehacer de la crítica actual. Aún aparecen esos vetustos modelos de análisis en donde se mide el verso por el número de sílabas o se mete el poema en una especie de batidora para que de ahí salgan apreciaciones o interpretaciones nunca imaginadas por el poeta. ¿Y qué pasa con el lector común y corriente, ese lector que desafía la palabra trasgresora e inicia el viaje por las sendas musicales de los versos? La poesía es esa compañera inseparable de nuestra existencia y trasciende el tiempo a partir de la añoranza y la ensoñación. Por eso la poesía no admite ataduras, pues ella es testigo de nuestros sentimientos, anhelos y pasiones. Y esto es lo que busca o rastrea el lector de poesía.
Ahora bien, al otro lado del mundo del poeta está el crítico literario, este oficio que el Maestro Alfonso Reyes, con un poco de albur, desdeña y señala como la cenicienta de la literatura. Entonces, el crítico, en el abandono y en el desconcierto de la soledad, apela a Aristóteles con su Arte poética. Sus planteamientos son, de alguna manera, ilustrativos, pero de ningún modo indispensables para el análisis del poema moderno. Entonces, de ahí en adelante la poesía ha estado sometida a los patrones de un método y a la clasificación de acuerdo con lo escrito y su intención: verso o prosa, por tales razones aparece la clasificación de la obra literaria en géneros. Posteriormente, la taxonomía del autor según la época y la vinculación a un movimiento literario. De otro modo, podemos conocer el ambiente social, cultural e ideológico a partir de un acercamiento a la obra literaria desde unas perspectivas sociológicas o filosóficas, las cuales permiten un diálogo o bien una empatía discursiva entre obra literaria y formas de pensamiento o estructuras sociales e históricas. Este crítico atlanticense retoma los orígenes de la poesía del Caribe y los actualiza en el verbo hecho misterio en la poesía de José Ramón Mercado.
De acuerdo con lo anterior, Adalberto Bolaño acoge estas corrientes de la teoría literaria y centra sus propósitos en la esencia de la poesía y, de ella, la palabra en el tiempo y en el espacio. Su atención es la lengua poética y penetra a la realidad circundante y a la esencia del ser costeño en lo más íntimo y secreto de la existencia. Sobre este aspecto retomo las palabras del maestro brasilero Antonio Cándido, quien considera que el factor social es determinante cuando aporta solamente la materia que sirve de vehículo para conducir la corriente creadora, que se expresa en el ambiente, costumbres, características de grupo e ideas; lo que en palabras de Lukács equivaldría a preguntar si dicho factor interviene únicamente para hacer posible la realización del valor estético. Precisamente, Adalberto Bolaño Sandoval recoge esa tradición de la teoría literaria y amalgama esos saberes en el ambiente caribeño por el cual desfilan los poetas que aborda en este libro.
La poesía del Caribe es el primer capítulo, es el anuncio y preparación para entrar al libro de Adalberto Bolaño. En este aparecen minuciosamente referenciados Raúl Gómez Jattin, Luis Carlos López, Jorge García Usta, Rómulo Bustos, Gabriel Ferrer, José Ramón Mercado. De sus poemas, Adalberto propone una poética del Caribe, poética muy particular pues solo en ella aparecen los versos del sentimiento caribeño, bien en la música, en la contemplación del paisaje o en el rescate de la memoria; tres ejes temáticos que Adalberto, como crítico literario, presenta de un modo sostenido a lo largo de sus interpretaciones sobre la poesía de José Ramón Mercado.
En este libro, ante la incertidumbre del crítico frente al poema o al universo poético, están las directrices, tanto de la lectura como de la interpretación y análisis de la poesía. Bolaño señala la senda teórica que bien el profesor de literatura o el lector de poesía desea una vez haya pasado por sus ojos una considerable cantidad de imágenes y metáforas. El quehacer frente al lenguaje poético, ceñido por un lenguaje intrincado, tiene su cauce cuando encontramos en este libro de Bolaño una red que revela cómo se lee al poeta. Un poema no dice nada del poeta, no nos acerca a su universo, por el contrario, aleja al lector, al joven que no encuentra una salida salvadora a las dudas que quedan después de una lectura fatigosa de unos versos.
Bolaño tiene una propuesta clara y sencilla. La expone pacientemente y al final del libro el lector ya tiene resuelta la inquietud en términos de la poesía. Bolaño dialoga con el lector y desde su actitud profesoral, desde su voracidad como lector, recomienda que la poesía es asequible cuando tejemos el hilo de las imágenes y las metáforas en un solo haz llamado memoria, paisaje o identidad. Nos dice que la lectura del poema es una forma de hacernos más contemporáneos y más cercanos a épocas pasadas, pues pone a conversar hombres de años lejanos con hombres del presente, propone encuentros con poetas del Caribe y lectores de otros ámbitos y regiones. Su libro La memoria conmovida. Caminos hacia la poesía de José Ramón Mercado, traza ese oficio del lector de poesía, oficio que Bolaño reivindica a través de las páginas de este nuevo libro, pues ya en Jorge Luis Borges: del infinito a la posmodernidad (2011) sienta las bases de su quehacer notorio como crítico de la literatura.
Ante todo, nos invita a que seamos buenos lectores y que viajemos a lo largo del tiempo para ese encuentro con el pasado y en este traigamos al presente a figuras del deporte y de la música, figuras que hicieron grande a Colombia. Ese encuentro es gracias a la poesía de Mercado, poesía que Bolaño ha leído y estudiado con pasión, y aquí retomo al Maestro Rafael Gutiérrez Girardot cuando dice que el estudio es una pasión. Es también una ventura y un riesgo, y Bolaño lo ha entendido muy bien, pues no solo sienta las bases en torno a la poesía del Caribe sino que también promueve ese fuego que arde en la conciencia del hombre costeño, como es la identidad a partir del encuentro con la palabra que lo identifica, y esto lo configura muy bien el poeta José Ramón. Es la pasión que el profesor debe despertar desde su oficio de orientador, pues este estudio de la poesía del Caribe persuade, convence y provoca el gusto por la poesía.
HERNANDO MOTATO C.
Profesor de Literatura
Universidad Industrial de Santander