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¿QUÉ ES EL PODER?

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Todos los seres humanos recibimos a lo largo de nuestro desarrollo distintos tipos de conocimientos que nos proporcionan nuestros padres, amigos, familiares, profesores o personas desconocidas. Así vamos valorando, adquiriendo habilidades y llegando a experimentar todo tipo de sensaciones: unas altamente placenteras y otras bastante desagradables. Pero todas nos proveen de enseñanzas y desde esas enseñanzas adquirimos poder.

Ganamos la primera batalla al nacer, cuando llegamos al mundo y nos aferrarnos a la vida, pues desde el vientre materno tenemos que contar con la fuerza suficiente para resistir los cambios de nuestro propio desarrollo. Solo imagínate todo lo que ya has superado en esos nueve meses de gestación. Antes del parto, pasaste de ser la unión de un óvulo y un espermatozoide ganador entre millones de ellos a una pequeña célula implantada en el útero.

Las respuestas las puedes encontrar en tu interior.

Aproximadamente el 70 % de los embriones no llega a nacer. Incluso antes de que la madre se entere de ello, el embrión tiene que estar saludable para que se pueda desarrollar. Entonces vamos creciendo en tamaño, nos aclimatamos a nuevas funciones dentro de ese pequeño cuerpo en formación, adquirimos la fuerza suficiente para hacerle frente a lo desconocido, adaptarnos a ello y, entonces, nacer.

Es por esta razón que estar en el mundo es nuestro primer acto de poder, pues tuvimos que usar nuestra facultad y potencia para sobrevivir a esos primeros embates. Y esto fue porque tuvimos la capacidad necesaria para superar los distintos procesos biológicos que se nos presentaron, a pesar de nuestra pequeñez y absoluta inexperiencia.

En este punto me gustaría detenerme a reflexionar respecto a las personas con algún tipo de discapacidad, problemas orgánicos, o bien, quienes pudieron haber nacido con alguna enfermedad congénita. El poder también es parte de ellos, ya que con la complejidad de su situación pueden construir cosas impresionantes y ser grandes ejemplos para el mundo. Hay quienes nadan sin brazos, corren sin piernas, leen sin ver o escriben sin dedos. Eso es romper las barreras de lo imposible y, en definitiva, es una manifestación magnífica de poder.

La palabra poder significa “ser capaz”o “ser posible”.

Como concepto, el poder puede ser abordado desde diferentes ámbitos. Desde lo social, lo filosófico, lo psicológico o incluso lo cultural. Y cada uno nos aporta aspectos relevantes, ya que como humanidad estamos vinculados a dichos ámbitos que repercuten en nuestras elecciones y en cómo decidimos actuar.

La palabra poder proviene del latín posere, que significa “ser capaz” o “ser posible”, por lo que su definición se relaciona con la capacidad que tiene una persona para realizar determinada labor, lo cual implica acrecentar habilidades intelectuales, físicas y emocionales.

En la historia de Juana podemos observar claramente como ella consideraba que no tenía las herramientas suficientes para salir de su tristeza y frustración. Se sentía poco capaz o, dicho de otra forma, sin poder. En su caso, fue a través del proceso psicológico que pudo encontrar los instrumentos necesarios para irse fortaleciendo. Y poco a poco el trabajo en terapia contribuyó a que lograra sentirse poderosa y capaz.

He tenido la oportunidad de conocer diversas experiencias que me dieron una visión de lo que es el poder, particularmente aquel asociado con lo femenino. Por ejemplo, en el deporte. Mientras trabajaba con niñas y jóvenes y ejercía como profesora de educación física, jugadora y entrenadora de básquetbol, el poder estaba relacionado con potencializar el dominio del cuerpo, competir y ganar.

Más adelante, al concluir mis estudios en Psicología, pude aprender acerca del funcionamiento de la mente humana, por lo que comencé a abordar la psicología del deporte con diversos equipos y atletas, entre los que destacaban gimnastas rítmicas, basquetbolistas, patinadoras y corredoras. El poder ahora estaba relacionado con el control mental y el buen manejo emocional para tomar decisiones asertivas.

Después, cuando comencé a formarme como psicoanalista y dediqué la mayor parte de mi tiempo a la psicoterapia individual y de pareja, encontré otras manifestaciones de la complejidad humana: el psiquismo, los conflictos existenciales, el dolor, los deseos inconscientes, la conciencia y un sinfín de principios psicológicos y psicoanalíticos que implica el descubrimiento de uno mismo.

Escuchaba a diario historias de mujeres tendidas en el diván explorando los conflictos que las aquejaban, cada una descubriendo sus deseos para alcanzar sus metas. Aquí el poder estaba centrado en la salud mental y en ser más conscientes de sus realidades, generando elementos que les permitieran resolver cualquier conflicto de la mejor manera.

Todas estas experiencias me han llevado a considerar que el poder se encuentra interrelacionado con dos aspectos fundamentales: la influencia y la trascendencia.

Algunas personas pueden ejercer su poder en un aspecto más que en otro, dependiendo de sus intereses, habilidades o hasta de sus necesidades. Habrá quienes lleguen a experimentar ambos aspectos y otros que, habiéndolos experimentado, los desconocían o no vivieron lo suficiente para ver sus alcances.

Mujeres poderosas: aduéñate de tu cuerpo, de tu mente y de tus deseos

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