Читать книгу Virginia Woolf - Alba González - Страница 4

PRÓLOGO

Оглавление

Virginia Woolf supo que sería escritora desde niña, pero tuvo que luchar contra sí misma y contra las trabas que la sociedad del momento imponía a las mujeres para lograr su objetivo. Además de llegar a ser la escritora que renovó la novela en la Inglaterra de comienzos del siglo XX, dejó para la posteridad cientos de artículos, miles de cartas y los treinta volúmenes de su diario personal siendo la suya, en palabras de la investigadora Lyndall Gordon, la «vida de escritor más plenamente documentada». Virginia convirtió la vida y su mundo en materia de su literatura y logró, con ello, una de las obras más imperecederas de la literatura universal.

Nacida en una familia acomodada en las postrimerías del siglo XIX, su infancia es un territorio lleno de paradojas: aunque en su casa se alentaba su interés lector y autorial, del mismo modo que se animaba a su hermana, la futura pintora Vanessa Bell, en su afición a las artes, ninguna de las dos muchachas siguió una educación reglada, algo que sí hicieron sus hermanos. Se consideraba que la tarea de una señorita era, llegado el momento, encontrar un buen esposo y ser madre, y las aficiones artísticas o intelectuales no suponían renunciar a esa supuesta carrera femenina. Sin embargo, en su primera década de vida Virginia pudo disfrutar de una infancia feliz junto a sus padres y hermanos. Pero, cuando todavía era una niña, en el seno de aquella familia se desencadenó una serie de muertes, empezando por la de su madre, Julia Stephen, y acabando por la de su padre en 1904, que afectó profundamente a Virginia. Su alto grado de sensibilidad, tan beneficioso para sus aspiraciones artísticas, implicaba también un precario equilibrio emocional que, a lo largo de su vida, le jugaría malas pasadas, conduciéndola a un definitivo y meditado suicidio.

Tras la pérdida de sus padres, Virginia y Vanessa conquistaron una libertad que les permitió romper las ataduras de la sociedad victoriana en la que habían nacido y fundaron el bohemio Grupo de Bloomsbury, en torno a las casas en las que vivieron y a las amistades y relaciones que fueron tejiendo desde 1905. El grupo contó con una pléyade de personalidades de las artes, las ciencias o la política que fue determinante en la historia de Inglaterra y dejó honda huella en generaciones sucesivas. A pesar de todo, ninguna de las hermanas Stephen renunció al matrimonio y Virginia se unió al también escritor Leonard Woolf en 1912. Durante su vida juntos, Leonard se dedicaría devotamente a preservar la salud de su esposa y a facilitarle las mejores condiciones para el desarrollo de su literatura. Juntos fundaron la Hogarth Press, una editorial artesanal que estaba llamada a convertirse en una de las casas punteras en su tiempo.

Además de su aportación a la literatura, Virginia Woolf fue una figura central en el feminismo del siglo XX, cuya influencia se extiende a la actualidad. Desde su primera juventud fue consciente de las diferencias de trato que recibían las mujeres por el mero hecho de serlo y padeció esas penalidades y violencias en primera persona. Tanto ella como su hermana sufrieron abusos sexuales a manos de sus hermanastros, fruto del primer matrimonio de su madre, que en el caso de Virginia determinarían algunos aspectos centrales de su relación con los hombres y con su propio cuerpo. Valiente y transgresora como era, se atrevió a contar sus experiencias en una época en la que la credibilidad que se le daba a la palabra de una mujer era nula.

Como escritora, reflexionó sobre la posición que las mujeres habían tenido en la literatura hasta su momento contemporáneo y, por extensión, puso en jaque las ideas establecidas sobre la cultura o la sociedad que parecían tener hombres y mujeres. En su ensayo Una habitación propia de 1929, acuñó la célebre idea referida a que una mujer ha de tener dinero y un cuarto propio para escribir novelas, trasladada felizmente a casi cualquier ámbito de la vida: sin la independencia económica y un espacio personal que permita el desarrollo, no es posible para una mujer ser ella misma. Tiempo después, con la amenaza de la Segunda Guerra Mundial cerniéndose sobre Europa, dio a la imprenta Tres guineas, un ensayo teórico de gran alcance en el que señalaba las conexiones entre la guerra, el fascismo y el machismo, con una mirada todavía rompedora hoy.

Woolf se relacionó con intelectuales y artistas de su tiempo, y cultivó la amistad como un arte a lo largo de toda su vida. En ella tuvieron un papel determinante las mujeres, pues aunque no se consideró a sí misma como lo que entonces se denominaba una «sáfica», mantuvo estrechas relaciones personales con mujeres, especialmente con la aristócrata y escritora Vita Sackville-West, a quien dedicó Orlando, una de sus novelas más celebradas. Sin romper nunca su matrimonio con Leonard, que a lo largo de los años se fue consolidando como una profunda comunidad no tanto física como espiritual, Woolf cultivó profundos lazos con otras mujeres desde su primera juventud.

La enfermedad mental que, sin diagnóstico concreto, la llevó a sumergirse en el río Ouse el 28 de marzo de 1941, había sido una compañera de vida desde el fallecimiento de su madre. Las crisis, si bien atemperadas por el cuidado y la dedicación profesional, tenían que ver con una incapacidad para el trabajo y un estado depresivo que, sin embargo, no determinaban su existencia: Virginia quiso, la mayor parte de su vida, vivir y ser feliz, y de hecho así lo logró, convirtiéndose en una de las principales escritoras de su tiempo que supo que había sido capaz de publicar obras trascendentales, que modificaban la forma de entender la novela inglesa y llevaban un paso más allá la escritura de las mujeres. En el contexto de la Segunda Guerra Mundial, con casi sesenta años, su último acto de libertad consistió en escoger el descanso y no someter a su entorno más querido a un brote definitivamente mortal.

El legado de Virginia Woolf atrae a lectoras y lectores de todo el mundo y va más allá de las novelas que publicó, para adentrarse en la intimidad que con tanto gusto y lenguaje chispeante fue capaz de recoger en sus diarios, verdaderos cuadernos de notas para su literatura. Virginia Woolf creía en la memoria como valor más preciado y la puso en juego para dar cuenta de su vida, de sus emociones y de su prodigiosa imaginación.

La obra de Virginia Woolf constituye una pieza magistral de la narrativa inglesa que enlaza con otras renovadoras del género que también rompieron los moldes de la sociedad en la que les tocó vivir: Jane Austen y las hermanas Brontë. Sabedora de que su empeño literario se engarzaba en una tradición propia, Virginia puso en valor la literatura escrita por mujeres y se empeñó en demostrar que la mirada que ellas tenían del mundo podía formar parte, en plena igualdad, de los valores estéticos y éticos del conjunto de la humanidad.

Virginia Woolf

Подняться наверх