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Prólogo a la edición española

Es para mí un verdadero placer escribir un prólogo a la edición española de mi manual de literatura italiana del siglo XX. Más allá de mi agradecimiento a los muy válidos traductores,1 quisiera subrayar que son precisamente operaciones como la planteada en este libro las que permiten un conocimiento sucinto, pero cuidadoso, de las literaturas contemporáneas, necesario para quien se ocupa de estudios literarios en cualquier nivel. La literatura italiana actual, incluida la más reciente, dialoga continuamente con las europeas y ahora también con las extraeuropeas, a menudo gracias a amplios contactos con textos en lengua española o hispanoamericana. Desde García Lorca, muy leído por los poetas italianos en torno a los años cuarenta y cincuenta, hasta Borges, García Márquez y Cortázar, sin olvidar a los grandes del Siglo de Oro, son muy numerosos los escritores a los que se les ha prestado atención y que han tenido una buena acogida en Italia.

Quizá no son tantos los escritores italianos bien conocidos fuera posteriores a los más célebres de la primera mitad del siglo XX: Luigi Pirandello, premio Nobel y autor de algunas de las obras teatrales más innovadoras en la fase del «modernismo», Eugenio Montale y Giuseppe Ungaretti, poetas muy traducidos, y, como mucho, el muy difícil Carlo Emilio Gadda (que era un admirador apasionado de la cultura española). Además de estos, han tenido éxito escritores e intelectuales como Primo Levi, Pier Paolo Pasolini, Italo Calvino, Umberto Eco y, en los últimos tiempos, Roberto Saviano.

Pero son bastantes más los autores que merecen una difusión mayor y, en particular, habría que conocer determinadas obras, aunque solo sea porque representan aspectos de la cultura italiana que carecen de visibilidad en los estereotipos periodísticos o incluso cinematográficos. Puedo citar, simplemente a título de ejemplo, La coscienza di Zeno [La conciencia de Zeno] (1923), de Italo Svevo, una obra maestra comparable a novelas fundamentales del siglo XX, como el Ulises de Joyce. O bien textos de gran potencia, como los de Beppe Fenoglio, dedicados a menudo a su experiencia de partisano durante la Segunda Guerra Mundial; su novela breve, Una questione privata [Una cuestión privada] (1963), deja huella, incluso leída en traducción. Y también destaca Elsa Morante, con su aire de fábula en L’isola di Arturo [La isla de Arturo], o su gran fuerza moral en La Storia [La Historia] (1974).

Obras maestras como las recién citadas se encuentran tratadas en este manual, aunque sea en forma reducida, pues se ofrece una presentación, espero que suficiente, para entender su importancia y su valor estético. Naturalmente, en los últimos años los editores se han mostrado cada vez más dispuestos a traducir obras del italiano al español, y viceversa; por ello la lista de nombres bien conocidos por el gran público ha aumentado. En Italia, por ejemplo, de Vargas Llosa a Marías, de Aramburu a Cercas, son muchos los escritores contemporáneos seguidos y apreciados. Creo que también en España nombres como los de Andrea Camilleri o Alessandro Baricco o el de Niccolò Ammaniti están vinculados a traducciones publicadas por editores importantes. De estos autores, sin embargo, no se tratará mucho en el presente volumen, que se concentra sobre todo en el siglo XX. Si acaso, sería interesante comprobar qué escritores italianos actuales, a pesar de ser apreciados por la crítica, no han llegado todavía en lengua española, por ejemplo Eraldo Affinati, o como máximo ha llegado un solo libro suyo, por ejemplo Walter Siti. De este manual se podrán obtener sugerencias para futuras traducciones.

A fin de ayudar al lector, el siglo se ha desglosado en cinco periodos ligados a cambios de orden histórico, social y literario. Por supuesto, las divisiones deberían ser mucho más sutiles, porque a menudo los fenómenos duraderos y las modas describen parábolas diferenciadas: por ejemplo, en los años sesenta empieza la llamada «postmodernidad», pero solo algunas obras italianas de ese periodo la representan bien, mientras su incidencia es mucho mayor a partir de 1980, y por eso está ejemplificada sobre todo a partir del éxito planetario de Il nome della rosa [El nombre de la rosa]. En cualquier caso, vemos que muchas categorías interpretativas evolucionan rápidamente. Lo que cuenta, en el conjunto del manual, es la posibilidad de entender fácilmente qué textos y qué autores están destinados a durar o han entrado ya en un canon. Presentárselos al público español, a estudiantes y a profesores, o bien sencillamente a aficionados entusiastas, es importante, también desde una perspectiva verdaderamente europea.

Los muchos debates sobre el destino de Europa pueden encontrar ahora mismo, en las obras mejores de sus varias literaturas, acicates para evitar rígidas clausuras y para pensar en un destino común más afortunado. Así lo hizo Primo Levi escribiendo, después de la sobria crónica de su experiencia en el campo de concentración, Se questo è un uomo [Si esto es un hombre] (1947), la crónica heroica y al tiempo cómica del regreso a casa, pasando a través de muchos países europeos: se trata de La tregua (1963), libro comparado por muchos críticos, no por casualidad, con los relatos picarescos, pero que es, sobre todo, expresión de una literatura que renace incluso después de Auschwitz. Esperemos que esta fuerza permanezca todavía en las obras de nuestros días.

Pisa, noviembre de 2018 Alberto Casadei

1. J. C. de Miguel, cap. I-III; C. Calvo, cap. IV-VI.

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