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Prólogo desde la sanidad

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Al principio de la Navidad de 2020, mi buen amigo Alberto Palomar, me pidió que escribiera uno de los dos prólogos de este libro. No acostumbro a negarme a las propuestas de Alberto –un médico nunca le debe decir que no a un juez, aunque ambos estemos en excedencia– pero prologar un libro escrito por juristas no es habitual para un oncólogo. Sin embargo, los acontecimientos vinculados a la pandemia han hecho que muchos de nosotros seamos conscientes de que es necesaria la comunicación entre diferentes áreas de conocimiento para ayudar a que los profesionales sanitarios podamos realizar nuestra labor de promoción, prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación dentro de un sistema sanitario cohesionado y equitativo. Hay veces que las armas y los análisis de los juristas, una vez introducidas dentro del sistema sanitario, son tan poderosos como una buena vacuna o un sistema de diagnóstico precoz de una infección. Y era necesario que mientras los médicos reflexionábamos sobre el mejor tratamiento y las causas de la tormenta de citoquinas, los juristas comenzaran la reflexión sobre la capacidad de respuesta que ha tenido el marco legal en el que los profesionales sanitarios hemos tenido que responder a esta pandemia y la necesidad de incorporar cambios que doten de flexibilidad y fortaleza a todo el sistema. Este libro incluye algunas de las claves para avanzar en la necesaria reflexión que se ha iniciado.

Me permitirán delimitar el contexto sanitario sobre el que se sustenta este análisis incorporando la acepción, más acertada a mi juicio, de lo que es una crisis sanitaria pues será necesario tenerlo presente durante el desarrollo de todo el texto. Así, una crisis sanitaria es cualquier situación que provoca una enfermedad simultánea en un número elevado de personas y que genera, como consecuencia directa, una rotura en la cadena asistencial ante la imposibilidad de mantener el proceso de atención en tiempo, forma y/o escala. Es decir, es necesaria la concurrencia de las características de simultaneidad y rotura de la cadena asistencial. Los desencadenantes iniciales de estas crisis son variados, imposibles en muchos casos de controlar de forma inmediata, pero hay aspectos organizativos y de planificación que determinarán en cierta medida el impacto de estos, así como la dimensión global de sus consecuencias. Estos aspectos, entre otros, incluyen la existencia de un sistema de altas prestaciones en Salud Pública, una adecuada coordinación sanitaria entre todos los recursos movilizados para hacer frente a la crisis y un eficaz sistema de comunicación con la población que permita alinear expectativas y realidad. Al fin y al cabo, los elementos básicos de cualquier actuación sanitaria sobre la población.

En el mes de marzo de 2020 comenzó la crisis sanitaria vinculada a la infección por SARS-CoV-2 que actualmente nos azota. Como es obvio cumplía todos los requisitos para ser considerada como crisis sanitaria y es evidente que algunos aspectos de los referenciados en el párrafo anterior son de necesario análisis, tal y como realizan los autores. Quizá uno de los más importantes está vinculado al sistema de Salud Pública. A día de hoy ya somos conscientes de las consecuencias que tiene para un país el no disponer de un sistema de altas prestaciones en salud pública y de cómo esa carencia ha provocado que nuestros hospitales más tecnificados y sofisticados se colapsaran en cuestión de semanas. De igual manera, el orgullo que todos hemos sentido al ver la heroicidad con la que mujeres y hombres sostuvieron el último eslabón de la cadena sanitaria ha permitido revelar la frivolidad de las proclamas y tópicos que en los últimos años han frenado el necesario rigor con el que se debe analizar nuestro sistema sanitario. Curiosamente, esta crisis ha roto el dilema clásico entre los que suponen que lo sucedido es debido a la falta de desarrollo del actual, responsabilizando de las consecuencias a las variaciones introducidas por otros frente a los que consideran que es la ausencia de reformas lo que ha causado estragos pues hacer más de lo mismo nos ha llevado a un callejón idéntico, aunque más grande. Ante tales postulados los hechos demuestran que muchos países en los que nuestras debilidades sistémicas en términos de salud pública no son tan aparentes, han tenido consecuencias sanitarias similares a las nuestras. Es más, cualquier sistema sanitario avanzado, independientemente de que se encuentre sustentado en los postulados de Lord Beveridge o diseñado alrededor de los principios bismarkianos del siglo XIX, se ha visto sobrepasado por la dimensión de la pandemia. Por tanto, no parece que sea el modelo sanitario la causa de lo acontecido. Otro de los aspectos clave a la hora de determinar el impacto de una crisis sanitaria es la adecuada coordinación sanitaria siendo éste un ejercicio de elevada complejidad en un sistema tan descentralizado como el español. Todos hemos sido testigos de la aparente descoordinación tanto en las dificultades a la hora de garantizar los adecuados suministros de material sanitario como a la hora de iniciar el plan de vacunación. Pero de forma similar a lo evidenciado con los modelos sanitarios existen otros sistemas sanitarios más y menos descentralizados que el nuestro cuyas consecuencias de la pandemia han sido las mismas que en España.

Todo ello podría llevarnos a realizar un análisis en términos continentales y considerar como inevitable lo sucedido en nuestro país. Los autores no han sucumbido a esa tentación pues al reducir la escala del análisis y enfocarse en las bases estructurales de nuestro sistema han observado como la presión pandémica, asistencialmente brutal y simultánea, ha deshilachado las áreas más débiles de nuestras estructuras sanitarias. Así, los autores proponen un zoom jurídico sobre las esas debilidades y, por otro, diseñan propuestas que afrontan aquellas limitaciones del sistema que, en tiempos de demanda asistencial convencional, eran asumidas con normalidad.

En resumen, los autores analizan con perspectiva jurídica la situación a la que nos hemos enfrentado como profesionales y como ciudadanos, teniendo en mente que los juristas pueden entregarnos herramientas tan poderosas como la mejor vacuna para hacer frente a una nueva pandemia. Sólo es cuestión de sentarse a deliberar sobre lo que puede ocurrir, por si se nos ocurre alguna idea provechosa.

Dr. Cristóbal Belda Iniesta

Especialista en oncología

Subdirector General. Instituto Carlos III de Salud

La protección de la salud: la necesidad de recomposición del sistema.Lecciones aprendidas durante la pandemia y propósito de enmienda.

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