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Capítulo II

El trabajo como un privilegio

Hace unos años el hecho de tener un trabajo no era algo reseñable. Todos, más o menos, tenían sus oportunidades laborales y algunos incluso podían permitirse marcharse de su trabajo porque habían encontrado otro mejor. El trabajo se veía como el elemento motor que permitía a las familias vivir, a los jóvenes independizarse e incluso a algunos, en los mejores casos, ahorrar algo de dinero. Ahora nos encontramos con que es un privilegio y el buen trabajo algo hasta utópico, complicado y sólo al alcance de una minoría privilegiada.

Por eso cuando una persona lo encuentra es un afortunado, aunque eche más horas que un reloj, no le guste lo que esté haciendo, no se sienta desarrollado y/o se lleve mal con sus jefes. Esa persona, ese privilegiado, debe callarse para mantener el trofeo de lo que significa a día de hoy tener un trabajo, porque seguramente lo haya conseguido después de una dura competición en esa jungla precaria a la que llamamos mercado laboral. Habrá tenido que aceptar condiciones que en otros momentos no se hubiesen aceptado, y el miedo a perder el trabajo será uno de los factores que fomenten el silencio.

Parece que tener un empleo ya no es una necesidad vital para muchas personas que necesitan pagar facturas, comer todos los días, vestirse, comprarse un libro o tomarse una copa de vino de vez en cuando. Ahora parece que tener uno que te permita pagar las facturas y tomarte esa copa de vino es una concesión a la que sólo pueden acceder unos pocos.

Como desarrollaré en el resto de capítulos, en España hay un gran número de trabajadores pobres que viven en la precariedad pese a tener empleos. De hecho, cuatro de cada diez trabajadores son precarios, según UGT, y el 75 por 100 de las familias españolas no llega con solvencia a fin de mes, según una encuesta de la OCU. Otros tantos cabalgan entre la temporalidad, el desempleo y el trabajo en negro, y otros muchos renuncian a su vida social y familiar sólo para tener un trabajo que les cubra lo mínimo y necesario para vivir.

Ante esta situación, ante este mercado laboral –por llamarlo de alguna manera–, encontramos a jóvenes en casa de sus padres, frustrados por no tener una vida independiente; a ciudadanos con falta de derechos laborales por estar trabajando en B sin estar dados de alta en la Seguridad Social; a trabajadores que el día 20 de cada mes se quedan en números rojos; a personas que tienen que compartir piso con cuarenta años, y a jóvenes –y no tan jóvenes– que se marchan de España en busca de algo mejor (o simplemente algo) tras muchos intentos fallidos de quedarse en su país con un trabajo que les permita vivir.

Algunas de las consecuencias de la precariedad laboral son visibles en nuestro país, pero otras muchas no, porque cada uno de nosotros, sobre nuestras espaldas y en nuestro cerebro, llevamos a cuestas la ansiedad de no llegar a fin de mes, el miedo a ser despedidos, la incertidumbre de dónde estaremos el mes que viene y la frustración y la resignación de luchar contra algo que parece que no cambia.

En este capítulo abordaré lo que tenemos que hacer los ciudadanos para conseguir un trabajo, incluso para conseguir un mierda job: luchar, tragar y callar.

La competición de buscar trabajo en una jungla precaria en la que piden multitud de requisitos

Según terminamos los estudios, nos sueltan a la jungla del mercado laboral; nosotros, unos pollitos que no hemos oído hablar prácticamente de nada relacionado con el mismo. Algunos trabajamos para poder pagarnos los estudios , pero pese a ello la experiencia fue exactamente la misma: prácticamente todos hemos sido unos pollitos en mitad de una jungla llena de depredadores. Ni en la ESO ni en el Bachillerato se da ningún tipo de aproximación al mercado laboral. Sólo en Ciclos Formativos se imparte la asignatura de Formación y Orientación Laboral (más conocida como FOL), que desarrolla las nociones básicas del mercado de trabajo. Por eso es muy fácil que aceptemos trabajos con cláusulas más o menos abusivas y pasemos por el aro en determinadas cuestiones que, si conociéramos, no firmaríamos (o, por lo menos, nos lo pensaríamos dos veces antes de hacerlo).

Al final, nos encontramos con toda nuestra ilusión (que luego, en muchas ocasiones, se convertirá en desesperación y frustración) buscando trabajo en un mercado que sólo nos ofrece precariedad, temporalidad y prácticas.


Sección premium del portal de JobToday dedicado a la búsqueda de empleo.

Además, todas las partes se aprovechan de las personas que buscan trabajo y de su necesidad de trabajar. También las páginas de búsqueda de empleo. En muchas de ellas tienes que pagar si quieres que tu candidatura se vea o incluso sólo por poder postular a las ofertas de trabajo, como podemos apreciar en la imagen de la página anterior.

Aprovechándose de la precariedad y de la necesidad de encontrar empleo, muchas empresas piden multitud de requisitos para poder acceder a un puesto de trabajo. Básicamente, el futuro trabajador debe ser una persona que sepa de muchísimas cosas, que esté dispuesto a darlo todo por la empresa y a coger el teléfono a cualquier hora del día por muy poco dinero al mes.


Cuestionario de una oferta de trabajo en la página de búsqueda de empleo Infojobs.

La siguiente es una oferta real encontrada en Findablogger, en la que piden cinco años de experiencia, disponibilidad completa por Whats­App, correo electrónico y teléfono, y en la que pagan 1.000 euros al mes por un trabajo de coordinador. Una de las numerosas ofertas en las que no existe reciprocidad entre la experiencia y el salario que se ofrece.


Oferta de empleo encontrada en la web de Findablogger.

Como esta, se pueden encontrar muchas más en la red en las que se piden muchísimos requisitos a cambio de muy poco dinero.


Oferta de trabajo obtenida de la página de búsqueda de empleo Infojobs.

En España, un 37,3 por 100[1] de los empleados están sobrecualificados para el puesto de trabajo que desempeñan, según el último informe de la Comisión Europea sobre la evolución del mercado laboral y los salarios.

Otro tipo de ofertas muy comunes en las páginas de empleo son aquellas en las que se paga por un trabajo pese a que, en realidad, los empleados tienen que hacer las funciones de varias personas.

En Mierda Jobs he podido hablar con muchísimos empleados que realizan labores correspondientes a dos o tres puestos distintos, como fue el caso de una mujer interna en casa de un matrimonio mayor que tenía que hacer recados a los nietos de esos señores y limpiar la casa de una de las hijas.

Uno de los primeros artículos[2] que escribí en mi blog para Público trataba precisamente sobre esto y denunciaba el caso de una empresa que buscaba a una mujer menor de veinticinco años que trabajase como administrativa, limpiadora y community manager a jornada completa por 685 euros al mes.


Oferta de trabajo obtenida de la página de búsqueda de empleo JobToday.

El «mejor esto que nada»

«Mejor esto que nada» es una de las muchas frases que se utilizan cuando una persona está o va a estar en una situación de precariedad laboral; obviamente, no tener nada es peor que tener un sueldo bajo que permita al ciudadano comer y poder vestirse, pero el problema es que esa frase se utiliza como pretexto para todo.

Arturo Fernández, vicepresidente de la patronal española (CEOE), dijo en el año 2013 que «cualquier fórmula es mejor que estar en el paro»[3]. En 2019, cuando era candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso aseguró que ella prefería un empleo a no tener ninguno[4] y especificó que, «cuando empiezan a hablar de empleo basura, me parece que es ofensivo para la persona que está, a lo mejor, deseando tener ese empleo ba­sura».

En mi opinión, son dos los problemas que se ponen de manifiesto: en primer lugar, el uso de esta frase para legitimar el seguir precarizando a los trabajadores y, en segundo, el problema de dónde poner el límite, difuminando a la baja el trabajo y la explotación. Si se sigue perpetuando la idea de «mejor eso que nada», ¿qué panorama podemos esperar? Es importante romper esta inercia, porque a lo mejor el «eso es mejor que nada» puede convertirse en ilegal, en una explotación total a los trabajadores. De hecho, esta tendencia de explotación bajo esa y otras afirmaciones similares es una realidad que ocurre en nuestro país.

No es la única frase que nos podemos encontrar en el mercado laboral que legitima la precariedad y el abuso a los trabajadores. Otras, como «muchas personas desearían estar en tu puesto», atemorizan a los trabajadores al poner el foco sobre ellos mismos, y dejan atrás las condiciones laborales que llevan aparejadas este tipo de afirmaciones. ¿Dónde está el límite para justificar la precariedad? ¿Está en hacer horas extra y no pedir la remuneración por miedo al despido? ¿Está en que te contraten a media jornada y te hagan trabajar a jornada completa pagando la mitad del sueldo en B? ¿Está en que te cambien los horarios de un día para otro? O ¿acaso está en que un empleado esté trabajando como falso autó­nomo y no se atreva a decir nada a la empresa ni a la Inspección de Trabajo?

La precariedad laboral mina el bienestar de nuestro día a día, nos atrapa entre el paro y el empleo temporal mientras se sufren abusos entre trabajo y trabajo. Este tipo de frases, de trampas, de formas de actuar por parte de algunos empresarios, generan una cultura: la cultura de la precariedad.

Los sectores más precarios

Aunque la precariedad en España es algo habitual, existen sectores que son realmente precarios, ya no sólo por los salarios, sino por las jornadas laborales, la inestabilidad y las horas extra no remuneradas. Los trabajos que requieren menos cualificación y los ocupados normativamente por mujeres suelen ser los más afectados. Entre ellos, cabe destacar el de trabajadora del hogar y el de ayuda a domicilio. Muchas de estas mujeres trabajan sin estar dadas de alta en la Seguridad Social y cobrando por debajo del salario mínimo. Además, el hecho de que muchas sean migrantes hace que los empleadores se aprovechen aún más de su situación de vulnerabilidad.

Por otra parte, se pueden destacar los trabajos en la hostelería. En muchas ocasiones, camareros y cocineros tienen que trabajar muchas más horas de las que se estipulan en su contrato. Hay casos de empresas que contratan a estos trabajadores a media jornada y estos acaban haciendo más de diez o de 12 horas cada día. En el verano de 2021 las condiciones de los camareros saltaron de nuevo al debate público porque varios empresarios hosteleros de Almería denunciaron que no encontraban camareros para trabajar durante el periodo estival. Ante estas declaraciones, hubo un aluvión de respuestas en redes sociales en las que los propios profesionales de la hostelería denunciaban que no faltaban camareros, sino condiciones dignas. Vigilantes de seguridad, repartidores a domicilio, trabajadores de limpieza y mantenimiento, incluso in­formáticos son otras de las profesiones más precarias en España.

[1] «España es el país europeo con más trabajadores sobrecualificados», El Heraldo, edición digital, 8 de noviembre de 2019 [https://www.heraldo.es/noticias/economia/2019/11/08/espana-es-el-pais-europeo-con-mas-trabajadores-sobrecualificados-1342902.html].

[2] A. de la Fuente, «Tres en uno: administrativa, limpiadora y community manager a jornada completa por 685€ al mes», Público, 12 de junio de 2019 [https://blogs.publico.es/mierdajobs/2019/06/12/tres-en-uno-administrativa-limpiadora-y-community-manager-a-jornada-completa-por-685e-al-mes/].

[3] «La CEOE quiere negociar con los sindicatos nuevas fórmulas “flexibles” de contratación», 20 Minutos, edición digital, 22 de agosto de 2013 [https://www.20minutos.es/noticia/1900862/0/ceoe-negociar/formulas-flexibles-contratacion/sindicatos/].

[4] «Díaz Ayuso dice que es ofensivo hablar de empleo basura porque hay gente “que desea tener uno”», Público, 9 de mayo de 2019 [https://www.publico.es/politica/diaz-ayuso-dice-ofensivo-hablar-basura-hay-gente-desea.html].

La España precaria

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