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LA LÍRICA DE «LAS CATÁSTROFES ELEMENTALES»

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Las siete catástrofes elementales son morfologías de lo viviente1.

G. DELEUZE

El matemático francés René Thom se hizo una pregunta totalmente original: «¿Por qué las cosas, inanimadas o animadas, tiene la forma que tienen?» En la búsqueda de esa crucial respuesta, describió siete formas topológicas elementales2 que terminarían conociéndose como la Teoría de las Catástrofes, cada una de ellas tiene una representación geométrica determinada por su respectiva ecuación matemática.

Las fórmulas de las catástrofes elementales expresan los cambios repentinos que ocurren en un sistema y que, alterando su estabilidad, hacen posible que continúe siendo estable en un estado distinto. Una catástrofe es, pues, cualquier irregularidad que ocurre cuando un sistema puede tener más de un estado estable. Así también el mundo cambiante e inestable se adapta a los caprichos de esta especie parásita que somos. Nuestro mundo es una teoría de la complejidad antropocénica. Los humanos han vivido desde que tienen conciencia en mundo constantemente mudable, dentro de un equilibrio variable e inconsistente donde las religiones solo son un intento de buscar algo permanente y estable. Paradójicamente, nada crea en el mundo más desequilibrio ni más desasosiego que la actividad humana.

Estos siete modelos matemáticos se repiten constantemente en la naturaleza igual que los sólidos regulares o los polígonos de la geometría griega, de tal modo que en cualquier sistema (social, biológico, climatológico, geográfico, lingüístico, etc.) en el que ocurra una discontinuidad –una irregularidad– esta solo tiene, según Thom, siete formas distintas de producirse. Se podrían definir como los siete modelos universales del cambio discontinuo, independientemente de la naturaleza del sistema, de los factores que lo gobiernan y de las relaciones o el comportamiento de los mismos. Lo que diferencia a una catástrofe de otra es únicamente su nivel de complejidad y el número de variables que la afectan.

La Teoría de las Catástrofes apela a la lucidez, no a la previsión. Para Luis Martín Santos3, vivimos en un mundo de superficies plegadas, no planas. Los nombres que han recibido, y sobre todo sus consecuencias, son poéticos. Sirvan como ejemplo las tres primeras, sobre las que ya están escritos sus correspondientes libros: 1.ª el pliegue, (cuya consecuencia es pasar la frontera) propició el libro Voces en off (2016): 2.ª la cúspide (que tiene como efecto cambiar de vida) es central en el libro La infección de lo humano (2020); y la 3.ª la cola de milano que producirá la caída en el surco, y es la que trata este libro. Las tres variables dispersas que afectan a la variable de estado original de la catástrofe en cola de milano nos imponen trayectorias barrocas. Esta 3.ª catástrofe ocasiona el impasse, es decir, el agarrotamiento que nos conduce a una situación sin posibilidad alguna de salida; y trae como consecuencia ahogarse en el surco en el que se ha caído.

El término «catástrofe» designa el lugar exacto donde un estado cambia bruscamente de forma o configuración. Estos saltos bruscos constituyen un paso de frontera a un nuevo estado. Esta teoría es uno de los enfoques matemáticos de las teorías de la complejidad y el primero que crea un modelo matemático de la morfogénesis. Está relacionada con la Teoría del Caos y trata de comprender y describir el cambio y la discontinuidad en los sistemas. Pero en contraposición a los defensores de la Teoría del Caos, René Thom cree firmemente que nuestro universo no es caótico y que todos los seres que lo componen son formas, estructuras dotadas de cierta estabilidad.

En esta teoría siempre que algo es posible es necesario. Así cobran sentido las palabras de Martín Santos: «Vivimos en una superficie atormentada donde, desde el punto de vista topológico, la catástrofe es un cambio de plano y a veces en vez de continuar en un plano, saltamos de plano a plano». Por lo tanto, un pensamiento creador es siempre un pensamiento catastrófico. Desde el punto de vista semántico, la catástrofe es una paradoja.

El ser humano trata a toda costa de recrear un mundo consistente para poder habitarlo. Pero eso no es posible, y ese es también el drama de todo cuanto habita el universo. Lo huidizo y dinámico crean incertidumbre, por eso la impredecibilidad de Schrödinger, las paradojas, la mecánica cuántica..., nos son inconcebibles al común de los mortales.

En este aspecto tiene todo el sentido La teoría de las catástrofes: es un pensamiento que, por primera vez, de manera científica, no mística ni intuitiva, trata de acercarse al acontecer. Esta teoría es el estudio del acontecer. Y qué otra cosa es la vida, sino eso, acontecer...

1 Guilles Deleuze, El pliegue: Leibniz y el barroco, Barcelona, 1989.

2 René Thom, Estabilidad estructural y morfogénesis, Gedisa, Barcelona, 1987.

3 Luis Martín Santos, «Teoría de las catástrofes», Política y Sociedad, 5 (1990), Dpto. Sociología Univ. Complutense, Madrid (pp. 107–117). Aunque también escritor, el filósofo y ensayista Luis Martín Santos (Alar del Rey, Palencia, 1921) fue profesor de Sociología del Conocimiento en la Universidad Complutense de Madrid. No confundir con el psiquiatra y novelista Luis Martín Santos (Larache, Marruecos, 1924).

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