Читать книгу La vida, la muerte y el más allá a través de la Biblia - Alfonso Pérez Ranchal - Страница 13

Оглавление

PARTE I

LA VIDA, LA MUERTE Y EL MÁS ALLÁ

EN EL ANTIGUO TESTAMENTO14

El pensamiento sobre la muerte y el más allá en el pueblo hebreo no se fue dando en el vacío. Como todo grupo humano, respondió a una cultura que lo expresó con los medios de los que disponía en cada momento. Por ello, se puede decir que la Biblia es el registro en palabras humanas de las palabras divinas. Pensar que el autor bíblico estaba libre de subjetividades, de condicionantes propios y sociales o de límites científicos es lo mismo que creer que vivía en una especie de burbuja de la que salía para tratar con el resto de falibles humanos y a la que volvía cuando se trataba de asuntos divinos.

Las Escrituras tienen una evidente doble naturaleza: la divina y la humana. No se trata, por tanto, de exactitud documental, sino de contenido. Las verdades eternas fueron dadas en estructuras culturales. Una vez estas estructuras cambiaban o eran reemplazadas por otras es por lo que la revelación divina podía ser aplicada a las nuevas circunstancias, a las situaciones siempre cambiantes del ser humano. Variaba lo externo que vehiculaba lo interno e inmutable, la verdad revelada. Teniendo esto presente es que se puede abordar la historia del pueblo hebreo, entender su desarrollo, sus progresos y sus retrocesos.

Israel pensaba que había sido especialmente escogido por Dios. Esta elección no obedecía a nada que ellos pudieran poseer u otorgar a cambio, sino exclusivamente al amor divino. Como parte de esta elección ocuparía un lugar central la revelación que Dios iba a realizar de sí mismo y que ellos debían guardar, obedecer y dar a conocer a través de las generaciones. No se trataba del tipo usual de divinidad pagana descrita por medio de mitos, identificaba con los elementos naturales o tan tremendamente inmoral como sus adoradores. Por el contrario, Yavé había irrumpido en la historia de la humanidad, se presentaba como el Creador y Señor de todo lo natural y además poseyendo un mensaje destinado al ser humano.15

Según las Escrituras, las personas fueron creadas a imagen y semejanza del Todopoderoso. Era un Dios que se interesaba por ellas, que deseaba darse a conocer y que por tanto podía ser comprendido por sus criaturas. Si el ser humano se preguntaba por el sentido de la existencia, Él se manifestó como el único poseedor de la verdadera vida.

Esta vida era la que animaba a las personas en el origen de su historia, pero había sido perdida. Debido a la caída en el Edén, la muerte había irrumpido de manera trágica, sus consecuencias nefastas se multiplicarían sin medida.

Es en medio de este desorden moral y natural en donde se dará a conocer Yavé, el Dios viviente, ya que nadie que estuviera fuera de Él se podía considerar como realmente vivo. De esta forma, llamó al cabeza de un clan (Abrahán), del que saldría un pueblo (Israel) al que con el tiempo deberá rescatar de la esclavitud de Egipto. La experiencia del Éxodo será central en la historia israelita y su liberación una imagen continua de lo que significaba la vida y la muerte, de lo que era estar al lado de Yavé o alejado de Él.

La historia de Israel será a partir de entonces una historia jalonada por sucesivas revelaciones divinas. Una historia de salvación, de relación.16

Este devenir será pensado, meditado por mentes brillantes, por reyes, por poetas, por cronistas, por profetas, que comprenderán a esa luz sus existencias y la del pueblo al que pertenecen. Una luz que irá profundizando, alumbrando con más fuerza y finalmente dando a conocer con total claridad aquello que Dios se había propuesto desde el principio. Una historia de un pueblo que nace con la conciencia de ser especial y que debe reflexionar continuamente sobre qué es lo que Dios le demandaba, qué quería de ellos. La grandeza de todo es que el Dios israelita lo que siempre pretendió fue rescatarlos, sacarlos de su oscuridad y darles esperanza, y desde allí extenderla al resto de la humanidad.

Lo que llama enormemente la atención es que las ideas de resurrección y de una existencia plena tras el fallecimiento tardaran tanto tiempo en desarrollarse. Así, habrá que esperar hasta el llamado período intertestamentario para encontrarnos con ellas. Sin duda, Israel no fue una nación que siguiera al Dios bíblico por miedo a la muerte, por sentirse cercado por las limitaciones existenciales o por las angustias de las últimas cuestiones. Aunque todo acabara en la fosa o en una existencia gris y fantasmal, aun así, el israelita piadoso estaba dispuesto a seguir a Yavé.


14.Este libro está distribuido en dos divisiones principales como son «La vida, la muerte y el más allá en el Antiguo Testamento» y «La vida, la muerte y el más allá en el Nuevo Testamento». Estas designaciones de Antiguo y Nuevo Testamento no se usan aquí como sinónimas de canon, aunque en buena medida coinciden. La diferencia esencial está en que hemos incluido en la primera de estas divisiones al período que se suele denominar intertestamentario.

15.«Los hebreos fueron los primeros en descubrir el significado de la historia como epifanía de Dios, y esta concepción fue recogida y ampliada por el cristianismo» (M. Eliade citado en MARCHADOUR, Alain. Muerte y vida en la Biblia. Estella, Editorial Verbo Divino, 1987, p. 5).

16.Podría parecer que esta concepción es demasiado ingenua ya que el estudio de las religiones comparadas habría demostrado sobradamente una común evolución religiosa en el ser humano. De esta forma, habría que hablar de un primer estadio que sería el preanimismo-animismo (o totetismo); de un segundo politeísta para desembocar en un tercero monoteísta. Pero toda esta religiosidad habría sido superada con la aparición de la ciencia, modelo del mejor y más alto pensamiento. «Pero hoy sí se niega, -dice Hans Küng- y con razones muy serias, un evolucionismo esquemático en la historia de las religiones. Pues se ha constatado empíricamente que las religiones han evolucionado de múltiples formas, completamente asistemáticas» (¿Vida eterna?, p. 88).

Dicho lo cual, por supuesto que diferentes estadios están presentes en muchas religiones, sigue diciendo Küng, pero en otros tantos pueblos primitivos, especialmente en las culturas más arcaicas, este supuesto primer estadio animista o preanimista no aparece y sí lo hace posteriormente. Lo que se ha descubierto es que en otras los datos que tenemos hablan de una primera fase que podríamos catalogar de «proto-monoteísmo», esto es la creencia en un Padre universal, Padre de la tribu o del cielo. Tanto es así que no se conoce hasta el momento ni una sola religión que haya pasado por todas estas etapas que se suponen que se dieron (Ver ibíd., pp. 89, 90).

La vida, la muerte y el más allá a través de la Biblia

Подняться наверх