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Sardónico prefacio de Ambrose Bierce

a El Diccionario del diablo de 1911

El diccionario del diablo empezó en un semanario en 1881 y su publicación prosiguió de forma irregular y con largos intervalos entre cada entrega hasta 1906. Ese año se editó gran parte del texto en forma de libro con el título de The Cynic’s Word Book, título que el autor no tuvo la potestad de rechazar ni el gusto de aprobar. Cita de los editores de la presente obra:

«Ese título más reverente se le había impuesto con anterioridad por los escrúpulos religiosos del último diario en el que había aparecido una parte de la obra, con la inevitable consecuencia de que, cuando se publicó el libro, el país ya se había visto inundado por sus imitadores con una veintena de libros a cual más “cínico”: El esto del cínico, Lo otro del cínico, Lo más allá del cínico. La mayoría de esos libros no eran más que meras bobadas, aunque algunos de ellos añadían, además, la distinción de la necedad. Entre todos, consiguieron que la palabra “cínico” produjera tal rechazo que cualquier obra que la llevara en su título estaba desprestigiada antes de su publicación».

Mientras tanto, algunos de los emprendedores humoristas del país habían tomado prestadas las partes de la obra que les convenían, y muchas de sus definiciones, anécdotas, expresiones y demás habían pasado a formar parte, en mayor o menor grado, del habla popular. Esta aclaración no la hago porque me sienta orgulloso de haber sido el ingenioso que se inventó estas naderías, sino para negar las posibles acusaciones de plagio, que, desde luego, no son ninguna nadería. Con el gesto de asumir la autoría de lo que le corresponde, el que esto firma espera que le tengan por inocente aquellos a los que dirige la obra: almas ilustradas que prefieren los vinos secos a los dulces, el sentido al sentimiento, el ingenio al humor y un inglés pulido a la jerga.

Un rasgo conspicuo y espero que no desagradable del libro es su uso abundante de citas ilustrativas de eminentes poetas, cuyo más destacado representante es ese erudito e ingenioso clérigo, el padre Gassalasca Jape, S. J., cuyas frases van señaladas con sus iniciales. El autor está en deuda con la ayuda prestada y las amables palabras de ánimo del padre Jape.

A. B.

El diccionario del diablo

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