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Filosofía Sankhya o
Yoga del Conocimiento 1

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Sañjaya:

1 Al ver a Arjuna de tal suerte abatido y lleno de conmiseración, ansiosa la mirada y arrasados los ojos de lágrimas, Krishna le dijo estas palabras:

Krishna:

2 ¿De qué proviene, Arjuna, en estos instantes críticos, ese torpe desaliento, indigno de un hombre de noble raza; esa cobardía que cubre de ignominia y cierra las puertas del cielo?

3 No te abandones a esta falta de virilidad que tan mal cuadra a un hombre como tú; aleja esta vergonzosa debilidad de corazón, y levántate, oh terror de tus enemigos.

Arjuna:

4 ¡Oh Krishna! ¿Cómo puedo yo, en el transcurso de la pelea, asestar mis armas al hermano de mi abuelo, el gran Bhisma, o contra Drona, mi maestro?

5 Con mendrugos me sustentara de limosna en este mundo, antes de matar a preceptores tan dignos de reverencia, pues al hacerlo, por grande que sea la ambición que ellos alimenten, todo cuanto yo gustara después estaría teñido de sangre.

6 No sé qué sería mejor para nosotros; el que les venciéramos o nos vencieran, pues quienes tenemos enfrente, airados y con ademán amenazador, no dejan de ser los hijos de Dritarastra, cuya muerte amargaría nuestra vida.

7 Mi corazón se ve asaltado de temores en esta oscura noche de mi alma, y mi razón, atormentada por la duda, se halla confusa y vacilante. A ti, pues, acudo, para que me saques de esta cruel incertidumbre. Soy tu discípulo; a tu protección me acojo y, postrado a tus plantas, te suplico que me instruyas. ¿Cuál es el camino de mi deber?

8 Nada veo que pueda disipar la angustia que embarga mis sentidos, aun cuando obtuviera yo una amplia y sin rival soberanía de la tierra e incluso el supremo dominio de los dioses.

Sañjaya:

9 Luego que en tales términos se hubo expresado Arjuna, dirigiéndose a Krishna añadió: «No quiero pelear», y guardó silencio.

10 Entonces Krishna, sonriente, así le habló al príncipe que tan desalentado y pesaroso se mostraba entre ambos ejércitos.

Krishna:

11 Te lamentas por lo que no debieras lamentarte, aunque tus palabras son sensatas. El sabio 2 no se angustia por los vivos ni por los muertos, 3 pues vida y muerte se desvanecen.

12 Ni yo 4 ni tú, ni estos caudillos, 5 en tiempo alguno hemos dejado de existir, ni dejaremos de ser en adelante.

13 Así como el Espíritu que mora en el cuerpo pasa en él la infancia, la juventud y la vejez, así también pasa más tarde a otro cuerpo: el sabio no abriga de esto la menor duda.

14 Del mundo de los sentidos procede el calor y el frío, el placer y el dolor: son efímeros y transitorios; van y vienen. Sobreponte a ellos con valentía.

15 El hombre a quien ni el dolor ni el placer conturban, y permanece inalterable en toda circunstancia, es merecedor de la inmortalidad.

16 Lo ilusorio nunca es; lo real nunca puede dejar de ser, verdad percibida por quienes han penetrado la esencia de las cosas.

17 Indestructible es Aquel 6 que desplegó el Universo y cuya esencia todo lo penetra. ¿Quién puede aniquilar a este imperecedero Ser?

18 Estos cuerpos que aquí ves, frágiles y sujetos a la disolución, no son otra cosa que simples envolturas del Espíritu eterno, indestructible e inconmensurable. Por lo tanto, decídete a combatir, ilustre sucesor de Bharata. 7

19 Están en un error quienes opinan que el Espíritu mata o se le puede matar, pues ni mata ni puede ser matado.

20 Nunca ha tenido nacimiento, ni tampoco está sujeto a la muerte; no habiendo sido, jamás dejará de ser. Eterno, no-nato, imperecedero, sin principio ni fin, no se aniquila ni experimenta quebranto alguno cuando se destruye su envoltura mortal.

21 Sabiendo, pues, que el Espíritu del hombre es indestructible y perpetuo, y que no está sujeto al nacimiento ni a la muerte ¿cómo creer que puede aniquilar o ser aniquilado?

22 De la propia manera que el hombre desecha sus viejas vestiduras para ponerse otras nuevas, así también el Espíritu después de abandonar su gastado cuerpo mortal, toma posesión de otros nuevos.

23 Arma ninguna puede herirle, ni fuego quemarle, ni agua humedecerle, ni viento orearle.

24 Porque es invulnerable, incombustible, impermeable e insensible al aire. Es eterno, omnipresente, inmutable, permanente, siempre uno.

25 Sabiendo, Arjuna, que Él es invisible para el ojo mortal y que se halla más allá del pensamiento y de todo cambio, cesa de dar rienda suelta a tu dolor.

26 Pero, aun cuando le creyeras de continuo nacido y de continuo muerto, tampoco así, oh guerrero de potente brazo, debieras afligirte.

27 Porque de igual manera que todo cuanto ha nacido debe morir, así también todo lo que ha muerto debe infaliblemente renacer. No te apesadumbres, pues, por lo inevitable.

28 Los seres únicamente se conocen en su estado intermedio: son inescrutables en su origen, antes de nacer, y en su condición final, después de morir. ¿Por qué entristecerte?

29 Unos consideran al Espíritu como una maravilla, 8 otros hablan de Él como un portento, y otros oyen hablar de Él como un prodigio, pero nadie después de oír, es capaz de comprender.

30 Siendo el Espíritu sempiterno e indestructible, no puede recibir el menor daño. Así, no te aflijas por ninguna criatura viviente.

31 Por otra parte, no eches en olvido tus obligaciones como guerrero, y no vaciles; para un Chatria 9 no hay deber más sagrado que el pelear por una causa justa.

32 ¡Felices y afortunados quienes militan en ese glorioso combate que les abre de par en par las puertas del cielo! 10

33 Pero, si olvidando las obligaciones de tu casta, te resistes a tomar parte en él, faltarás a tu deber, mancillarás tu honor y sobre ti pesará vergonzoso delito.

34 La gente pregonará tu perpetua deshonra, y para todo hombre bien nacido, la deshonra es peor que la propia muerte.

35 Los jefes creerán que rehúyes al combate por cobardía, y te verás menospreciado por aquellos mismos que más te ensalzaban.

36 Tus enemigos te recriminarán en tales términos, que la lengua se resiste a expresarlos, y harán escarnio de tu valor y de tus proezas. ¿Puede haber mayor ultraje?

37 Si sucumbes en la lid, abriránse para ti las puertas del cielo; si triunfas, el señorío sobre la tierra será el galardón de tu victoria. Yérguete, pues, hijo de Kunti, y decídete a luchar.

38 Acepta por igual el placer y el dolor, la ganancia y la pérdida, el triunfo y la derrota, y apréstate a la batalla. Así no caerás en pecado.

39 Acabo de exponerte la filosofía Sankhya, el conocimiento que conduce a la visión de lo Eterno. Escucha ahora las enseñanzas referentes al Yoga 11 o filosofía de la acción. Si llegas a entenderla, te librarás de las cadenas de todo obrar.

40 No hay esfuerzo estéril ni de consecuencias perjudiciales para quien huella este camino; hasta un leve progreso salva al hombre del nacimiento y de la muerte.

41 Uno es el objetivo del hombre que lo ha emprendido: alcanzarlo. Pero dispersos y mudables son los pensamientos de los irresolutos.

42 Los inconstantes de escaso discernimiento, mucho hablan y se regocijan con la letra de los Vedas diciendo: «Nada hay sino esto». 12

43 Con egoísta deseo tienen el cielo por meta, y se representan el futuro nacimiento como recompensa de sus acciones. Así practican numerosas y diversas ceremonias para gozar de riqueza y poderío.

44 Quien vive apegado a lo transitorio, sigue los floridos discursos y prefiere el goce de la mansión celeste a la eterna absorción en la divinidad. 13

45 La enseñanza de los Vedas concierne a las tres cualidades o gunas. 14 Trasciéndelas, Arjuna, así como supera los pares de opuestos, 15 y permanece firme en la Verdad eterna. Por encima de todo anhelo mundano, concéntrate en la plenitud de tu Yo.

46 Tan provechosos son los Vedas para el brahmán iluminado, como el agua de un estanque lleno hasta los bordes.

47 Haz que el móvil de tus actos sea el acto mismo y no sus ventajas; no te incite a la acción el aliciente del fruto, pero no permitas que tu vida se disipe en la inacción.

48 Firme y constante en el Yoga, 16 cumple tus deberes renunciando a todos los apegos y por igual sereno en el éxito que en el fracaso. Esta imperturbabilidad, este equilibrio se llama también Yoga. 17

49 Toda acción es muy inferior al yoga del discernimiento: refúgiate en él. ¡Dignos de lástima son quienes obran en pos de la recompensa!

50 Aquel que consigue identificarse con el Yoga, 18 se abstrae de las buenas y malas acciones. 19 Aplícate, pues, al Yoga, que es sabiduría en acción.

51 El hombre verdaderamente sabio renuncia al fruto de sus actos y, libre de las ataduras del renacimiento, se encamina a la región bienaventurada. 20

52 Cuando, gracias al discernimiento, hayas trascendido esta maraña de ilusiones, sentirás indiferencia por todas las doctrinas que te han sido reveladas, así como por las que se te revelaren.

53 Y cuando deje de fluctuar tu mente entre las contradicciones de todas ellas, y descanse inmutable en la divina contemplación, alcanzarás la unión espiritual.

Arjuna:

54 ¿Qué es lo que distingue, oh Krishna, al hombre absorto en Brahman? ¿Se mueve y actúa como los demás hombres?

Krishna:

55 Cuando un hombre controla todos los deseos de su corazón y halla dentro de sí mismo y por sí mismo 21 el contento y la felicidad, se dice que está firme en el supremo conocimiento.

56 Aquel cuyo corazón está libre de ansiedad en el dolor, permanece indiferente ante el placer, 22 está exento de aflicciones, 23 temor y cólera es calificado de sabio, firme en el supremo conocimiento.

57 Aquel que en ninguna circunstancia de su vida se inmuta, ni se siente afectado por los azares de la suerte; el que con ánimo sereno e imperturbable no se aflige en la adversidad, ni se regocija cuando la fortuna le sonríe, descansa en el supremo conocimiento.

58 Cuando aparta sus sentidos de los objetos de sensación, como tortuga que encoge sus miembros en la concha, firme se halla en el supremo conocimiento.

59 Los objetos de sensación, aunque no el gusto por ellos, abandonan al abstinente morador del cuerpo que de ellos no gusta, y aun el mismo gusto se desvanece al que persevera en la visión del Ser supremo.

60 Sin embargo, los sentidos fogosos e indómitos arrastran impetuosamente el corazón del sabio que contra ellos forcejea para alcanzar la perfección.

61 Sólo después de haber logrado la propia armonía puede tener el hombre su espíritu fijo en Mí, pues únicamente aquel que ha subyugado sus sentidos puede hallar, en verdad, la suprema sabiduría.

62 El hombre que se complace en los objetos de los sentidos, suscita en sí una inclinación hacia ellos; del apego surge el deseo; del deseo el apetito desenfrenado;

63 del apetito desenfrenado dimana la turbación mental y de ella la pérdida de la memoria; de la pérdida de la memoria, la falta de discernimiento y por la falta de discernimiento se pierde el hombre.

64 Pero el que, dueño de sí mismo, se mueve entre los objetos de sensación, con los sentidos libres de gusto y repugnancia, sojuzgados por el Yo, logra la serenidad.

65 Una vez alcanzada se extingue toda pena y cuando el corazón permanece tranquilo, la mente alcanza asimismo la paz.

66 No hay conocimiento cuando falta la armonía; sin armonía no puede haber contemplación, sin ésta no puede haber paz, ¿y cómo puede ser feliz quien carece de paz?

67 Aquel que abandona su mente al ímpetu de los turbulentos sentidos, pronto ve extraviada su razón como barquilla arrastrada por las olas de un mar embravecido.

68 Por consiguiente, aquel cuyos sentidos están por completo desapegados de los objetos de sensación, aquél, en verdad, descansa en el sereno conocimiento de sí mismo.

69 Lo que es noche para las multitudes, es día para el hombre disciplinado; cuando en vigilia están los demás seres, es noche 24 para el sabio vidente.

70 Únicamente logrará la paz aquél en cuyo corazón van a extinguirse todos los deseos, como mueren las aguas torrenciales en el impasible océano, siempre lleno, pero sin desbordarse jamás.

71 Quien extirpa todo deseo y vive libre de egoísmo, aflicción y vanidad, obtiene la suprema paz.

72 Esto es lo eterno, oh Arjuna; aquel que lo logra nunca más se halla expuesto a turbaciones ni engaños, y al llegar la hora de su muerte física queda absorbido en la divinidad.

Bhagavad Gita

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