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ОглавлениеIntroducción
∼ Antes de sumergirse en la lectura de estas precoces memorias sexuales, conviene recordar los avatares de su escritura y publicación, que pueden resultar esclarecedores para el lector.
El texto que presentamos bajo el título de Lolita secreta fue publicado por primera vez en Francia, en 1926, como Confession Sexuelle d’un Russe du Sud. Se trata de las memorias —que hoy consideraríamos sui generis por su sesgo moralista— de un ciudadano ucraniano, nacido en Kiev en torno a 1870 y poseedor de una extraordinaria educación; de ahí que fueran escritas en un elegante francés, sazonado con términos en latín y griego, entre otros idiomas, en la línea de la mejor literatura pornográfica. Se trata de una obra que el autor anónimo, identificado en la edición estadounidense como Víctor X, envía al entonces famoso sexólogo británico Havelock Ellis y que este incluirá en su monumental obra Etudes de Psychologie Sexuelle (París, 1926). Escritas entre 1908 y 1912, las memorias se presentan como una confesión sobre una desviación sexual y su objeto es confirmar las tesis del doctor Havelock Ellis, tal y como se encuentran «diseminadas en sus libros».
Havelock Ellis* fue un pionero en la medicalización de la vida sexual. Suyo es el mérito de haber escrito a cuatro manos el primer texto sobre la homosexualidad sin los prejuicios morales vigentes en la época y de haber legado para el imaginario psicoanalítico conceptos de enorme capital simbólico como narcisismo y autoerotismo. También acuñó el término eonismo inspirándose en la célebre vida del Chevalier d’Eon para referirse a lo que hoy denominaríamos transgénero.
Havelock Ellis quiso que el testimonio de Víctor X figurara en su obra Eonism and Other Supplementary Studies (1928), pero su editor estadounidense se opuso argumentando, en una carta fechada el 13 de agosto de 1927, que «todos los detalles que el ruso da no pueden traducirse al inglés. En Rusia dicen cualquier cosa, escriben cualquier cosa y hacen cualquier cosa que les apetece; pero aquí no podemos hacerlo».** Así las cosas, el texto quedó enterrado como inocuo apéndice al volumen vi de la ya citada Etudes de Psychologie Sexuelle.
Seis años antes de la composición de Lolita, Edmund Wilson envió a Vladimir Nabokov el volumen vi de Havelock Ellis llamándole la atención sobre el apéndice en cuestión que consideraba «una obra maestra rusa sobre el sexo». La respuesta de Nabokov fue la siguiente:
Disfruté enormemente con la vida amorosa del ruso. Es increíblemente divertida. ¡Qué enorme suerte tuvo, siendo chico, al dar con chicas de reacciones tan inusualmente rápidas y generosas!***
El paralelismo entre las confesiones de Víctor X y Humbert Humbert resulta evidente. Ambos, aunque por razones distintas, se confiesan ante el lector; ambos experimentan el contraste entre «su tierra natal (Rusia y Francia) y el intento de recrear una experiencia perdida en el exilio (Italia y América)»**** mediante las relaciones con menores de edad. Y ambos, cada uno a su manera, sufrirán las consecuencias de su empeño. En las confesiones de Víctor ya encontramos la erudición —a menudo, como en el caso de su preferencia por los pubis lampiños, rayana en la apología— que contrasta con el objeto de la historia; erudición que, en el relato de Nabokov, se repliega sobre sí misma de forma magistral para convertirse en una parodia del «cientifismo» que el autor de Lolita tanto detestaba, en particular, la superchería del psicoanálisis y sus epígonos.***** También existe una cierta simetría en la capacidad de observación de los dos protagonistas desde el momento en que ambos optan por frecuentar los ambientes populares para obtener sus jóvenes presas y, en su frío análisis, en las conclusiones negativas que ambos extraen del comportamiento de las clases bajas. En el caso de Lolita, la mítica «clase media estadounidense» a la que, al parecer, pertenece toda la población en el imaginarrio cultural de ese país; en el caso de Víctor X, tanto la fauna que encuentra en su descenso a las cocinas rusas como las nínfulas que precipitan su «caída» en la Babilonia napolitana. No obstante, el paralelismo se rompe, sin duda, en el propósito último de ambos textos: si la confesión de Víctor X (si hemos de creer al autor y obviar sus observaciones sobre el anormal tamaño de su miembro, sus exitosas estrategias de seducción y el nutrido catálogo de sus conquistas...) pretende aportar su grano de arena a la prometedora investigación sobre las parafilias de los europeos del siglo xx, el relato de Humbert Humbert (y, de nuevo, al ser un texto de Nabokov, cualquier valoración debe tomarse cum granu salis...) se articula como una confesión burlesca que deconstruye la novela romántica clásica que nos advierte sobre los efectos de un amor debilitador.****** Sea como fuere, estos serían los pretendidos móviles de dos discursos que siempre vadean la sospecha. Quizás el testimonio de Víctor X, al tratarse de un discurso anónimo articulado por un hombre de clasa alta inteligente, resulta mucho más problemático.
Con todo, los textos vuelven a darse la mano cuando reparamos en que ambos gravitan en torno al placer de la pederastia entendida como un deseo imposible de recuperar el goce de la infancia. Imposible porque, tal y como afirma Lolita de forma inapelable: «The past is the past»; y es esta una constatación que ambos protagonistas acabarán entendiendo de forma dramática. En definitiva, son todas estas simetrías las que aconsejan titular estas «confesiones» laicas siguiendo la iniciativa de la edición estadounidense.
Para la presente edición se han tenido en cuenta las ediciones francesa, Confession Sexuelle d’un Russe du Sud (Mercure de France, 1926), que reeditó Éditions Allia en 1994, así como la estadounidense, Secret Lolita, The Confessions of Victor X (The Wellspring Company, 2010), editada y traducida por Donald Rayfield directamente del apéndice de la obra de Havelock Ellis.
* La biografía de Havelock Ellis se puede consultar en la wikipedia tanto en español como en inglés. Resulta llamativo que este sufriera impotencia hasta los sesenta años, momento en que experimentó una erección al ver a una mujer orinar, parafilia que denominó ondinisno aunque, hoy en día, se conoce como urolagnia. Una de sus variantes más populares en la actualidad es la denominada «lluvia de oro».
** Walter Kendrick, «Two Sad Russians», London Review of Books, vol. 7, nº 15, 1985.
*** Neil Cornwell, «The Lolita Phenomenon», Vladimir Nabokov (Plymouth: Northcote House, Writers and Their Work series, 1999).
**** Ibid.
***** Vladimir Nabokov, The Annotated Lolita, edición a cargo de Alfred Appel, JR., McGraw-Hill Inc., 1970, pp. xix-xx.
****** Vladimir Nabokov, op. cit., p. liii.