Читать книгу De la caza. De la pesca. Lapidario órfico. - Anonimo - Страница 10

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LIBRO I

Proemio

Para ti 1 canto, afortunado, glorioso baluarte de la tierra, luz muy amada de los guerreros hijos de Eneas 2 , dulce vástago de Zeus ausonio 3 , Antonino, a quien dio a luz la poderosa Domna 4 para el poderoso Severo. Feliz [5] el marido que la desposó y feliz el hijo al que ella alumbró ― esposa del mejor de los hombres y madre de un noble hijo, Asiría Citerea 5 , luna no eclipsada― un hijo en nada inferior a la estirpe del Crónida 6 Zeus (sean indulgentes [10] conmigo el Titán Faetonte 7 y Febo 8 Apolo) a quien el padre, por obra de sus manos poderosas, dio en posesión toda la tierra firme y todo el húmedo mar 9 .

En verdad, para ti la tierra, dadora de todos los regalos, concibe y florece; para ti también el mar risueño alimenta sus espléndidas tribus; para ti fluyen todos los ríos desde el Océano; para ti nace con radiante sonrisa la gloriosa [15] Aurora.

Por todo ello deseo cantar los nobles artificios de la caza. Así me lo ordena Calíope 10 , así me lo ordena la misma Ártemis 11 . Yo he escuchado, como es conveniente, sí, yo he escuchado la voz celeste, y he respondido a la diosa que, la primera, me habló en estos términos: [20]

ÁRTEMIS .― Levanta, hollemos un áspero sendero 12 que jamás aún ha recorrido ningún otro mortal con su canto.

OPIANO .― Venerable diosa, séme propicia, y cualquier idea que discurra tu mente la manifestaremos con nuestra voz mortal.

ÁRT .― Yo no deseo 13 que cantes la fiesta trienal 14 de Baco, que anda errante por las montañas, ni sus coros [25] cerca de las aguas profundas del aonio Asopo 15 .

OP .― Dejaremos, según tus órdenes, los ritos nocturnos de Sabacio 16 ; con frecuencia he danzado alrededor de Dioniso, hijo de Tione 17 .

ÁRT .― No hables del linaje de los héroes ni de la marinera Argo 18 ; no cantes las batallas de los hombres, no me cantes al destructor 19 de los mortales.

[30] OP .― No mencionaré las guerras, ni las muy perversas hazañas de Ares; yo he meditado sobre los infortunios de los partos 20 y de Ctesifonte 21 .

ÁRT .― Guarda silencio acerca de funestas pasiones, y deja los cinturones 22 bordados del amor. Yo aborrezco aquello que los hombres llaman juguetes de la Hija del Mar 23 .

OP .― En efecto, nosotros hemos oído, bienaventurada señora, que tú no estás iniciada 24 en el matrimonio.

ÁRT .― Canta las batallas que libran las bestias salvajes [35] y los cazadores; canta las razas de perros y las variadas tribus de caballos, las sabias decisiones, las hazañas del hábil rastreo; dime los odios de las bestias salvajes, canta sus amistades y sus tálamos de amor sin lágrimas en los montes, y los nacimientos que entre las bestias tienen lugar [40] en parto sin partera.

Tales fueron los consejos de la hija del poderoso Zeus. Yo escuché, yo canto: ¡Ojalá que mi canto sea certero! 25 pero, tú 26 que gobiernas desde el Oriente hasta el Océano 27 con alegría serena bajo tus inmortales cejas, otorga [45] tu diestra favorable y próspera para la tierra, para las ciudades y para los cantos de la feliz caza.

Triple división de la caza de animales salvajes

Tres clases 28 de caza ha otorgado la divinidad a los hombres: la del aire, la de la tierra y la del delicioso mar. Pero desigual es la contienda; porque ¿cómo pueden ser actos idénticos sacar al palpitante pez de las profundidades, [50] y perseguir a las aladas aves del aire, o luchar en las colinas con mortíferas fieras?

Verdaderamente, ni para el pescador de caña ni para e¡ que captura pájaros con liga, la caza está desprovista de esfuerzo, pero su fatigosa tarea únicamente va acompañada [55] de deleite, no de matanza, y están libres del derramamiento de sangre.

El pescador de caña se sienta en las rocas cerca del mar y con sus curvadas cañas y mortíferos anzuelos, tranquilamente, se apodera del pez de reflejos variados; y se alegra cuando, traspasándolo con las puntas de bronce, [60] lleva a través del aire al palpitante danzarín marino que salta alto sobre las profundidades.

Y el trabajo del que captura pájaros es apacible, pues para su caza no lleva espada, ni hoz, ni lanzas de bronce, sólo le acompaña el halcón 29 en su camino hacia los bosques, [65] y largas cuerdas 30 , y la amarilla liga 31 pegajosa, y las cañas 32 que pisan un aéreo sendero.

¿Quién osaría cantar estas faenas como de peso igual? ¿Quién pondría al águila frente al león rey? ¿Quién compararía [70] a la murena con el veneno de los leopardos, o a los chacales con los halcones, o a los rinocerontes con los erizos, o a la gaviota con las cabras salvajes, o a todos los monstruos marinos con el elefante?

Los cazadores matan lobos, los pescadores matan atunes, los cazadores con redes se apoderan de los carneros; los cazadores de aves con cañas se apoderan de las palomas, los cazadores con sabuesos capturan al oso, y los pescadores de caña a la herrera 33 , los cazadores a caballo [75] capturan al tigre y los pescadores con los arpones capturan al salmonete, los rastreadores al jabalí, los cazadores de aves con liga capturan a los ruiseñores.

Pero, tú, Nereo 34 , y dioses del mar 35 , y el coro de Dríades 36 que se deleitan con los pájaros, otorgadme vuestra gracia. Porque ahora amados temas de canción me reclaman a uno y a otro lado y volviendo atrás 37 , torno [80] a cantar a los dioses de la caza.

Cualidades físicas del cazador

Primero, dadme ágiles jóvenes, que no sean muy gordos. Pues el cazador debe montar el noble ca bailo entre los riscos, debe brincar zanjas, y, con frecuencia, en los bosques, debe perseguir a las bestias salvajes con veloces [85] pies y ligeros miembros. Por tanto, que no sean gordos quienes vengan a la guerra de la caza, ni excesivamente flacos. También, a veces, el impetuoso cazador debe pelear con guerreras fieras salvajes; por eso yo desearía que [90] tuviese un cuerpo templado de tal suerte, que fuera al mismo tiempo veloz para correr y fuerte para luchar.

Equipo del cazador

En la mano derecha debe blan dir dos largas jabalinas 38 , y llevar un curvo cuchillo 39 en medio de su cintura, con doble objetivo, ocasionar amarga muerte a las fieras salvajes y proporcionarse a sí mismo defensa de hombres [95] malvados. Con su mano izquierda el cazador a pie debe guiar a sus sabuesos y el que caza a caballo debe guiar la brida que conduce a su corcel.

Que lleve una ligera túnica 40 ceñida, por encima de la rodilla, sujeta con cruzadas correas. A cada lado de su [100] cuello, retirado de las manos, deje el manto 41 flotar por detrás sobre sus fuertes hombros, para realizar su tarea sin estorbo. Con desnudos pies debe caminar quien observa las confusas huellas de las bestias salvajes, no sea que el ruido de sus sandalias resonando bajo sus vigorosos [105] pies, aleje el sueño de los ojos de las bestias salvajes. Es preferible que no lleve un manto largo, puesto que, muchas veces, un capote que se agita por el soplo del ruidoso viento alarma a las bestias salvajes y se precipitan a la fuga.

Así atavían los cazadores su ágil cuerpo, pues a esos ama la Arquera, hijo de Leto.

La caza en las distintas estaciones

Ya a una hora 42 , ya a otra persigan [100] a las fieras; al amanecer, y cuando el día languidece, y al mediodía, y alguna vez por la tarde. A veces, incluso en la oscuridad de no la noche ellos matan fieras salvajes bajo los rayos de la luna.

La luz toda se despliega propicia, serena, para que el [115] cazador corra el día entero en la frondosa primavera 43 y en el otoño 44 , cuando caen las hojas. Porque extraordinariamente templadas son las horas para las correrías de caballos, hombres, y perros feroces en la primavera de oro que pone en fuga a las frías nubes, cuando el mar [120] es navegable para los marinos que extienden las blancas jarcias de sus barcos de alas de lino, y cuando la tierra se regocija con los cultivadores de plantas, cuando ella también desata los lazos de capullos y flores; o de nuevo, muy entrado el otoño, cuando el año está de vuelta, cuando [125] la casa del rústico vendimiador prospera, cuando el fruto de Atenea 45 llena el reluciente balde, y los racimos de las cepas alegremente desbordan el lagar 46 . Cuando las mieles de lirio colman los panales de las abejas.

Pero en el rigor del invierno los cazadores deben cazar [130] en el medio del día, cuando en los bosques un pastor se refugia dentro de una cueva y reuniendo palos secos los amontona en una llama que se apaga pronto, y reclinado cerca del fuego hace su comida.

En el verano el cazador debe evitar el fiero asalto del [135] ardiente sol. Yo le exhorto a venir a su faena al rayar el alba, cuando a la primera luz de la mañana los agricultores con la bien labrada esteva guían el arado cortador de tierra detrás de los bueyes sometidos al yugo. O, al contrario, por la tarde, cuando el sol tuerce sus riendas 47 hauocia [140] el Oeste, y los pastores guían a sus manadas mientras vuelven de nuevo a sus apriscos, pesadas de pecho e hinchadas las ubres; y saltando con ímpetu de sus cobertizos de piedra todos brincan alrededor de sus amadas madres, los terneros de ojos brillantes en torno a las vacas de [145] grandes ojos, los corderos alrededor de las baladoras ovejas provistas de cuernos, los cabritos en torno de las baladoras cabras, y alrededor de las yeguas los rápidos potros.

Las armas del cazador

Y éstas son las armas de la gloriosa caza que los valientes cazadores deberían llevar a las colinas y bosques, y éstos sus utensilios que exhalan fuerte olor de la sangre de las bestias: redes de bolsa 48 , bien trenzados juncos, redes [150] largas barrederas 49 que pueden contener toda clase de caza, redes grandes, estacas ahorquilladas 50 penosos dogales de nudo corredizo 51 , arpón provisto de tres puntas, venablos de ancha cabeza 52 , varas para rematar a las liebres 53 , rápido arco alado, espadas 54 , hachas, tridente 55 matador de liebres, curvos ganchos y ganchos cerrados [155] de plomo 56 , cuerdas de retorcido esparto 57 y las bien tejidas trampas de pie 58 , lazos, estacas para redes y la red barredera de muchas mallas 59 .

Caballos

Que lleven a la caza orgullosos caballos sementales. No sólo porque las yeguas son inferiores en velocidad [160] para hacer una larga carre ra en los bosques, sino también, porque se debe evitar la amorosa pasión de los caballos de raudos pies, y apartar a las yeguas, no sea que en sus [165] ansias amorosas relinchen y, al oírlas, los ciervos, las rápidas gacelas 60 y las tímidas liebres 61 se lancen inconteniblemente a la fuga que hiela el corazón.

Variadas son las tribus de caballos como las incontables razas humanas, las diversas tribus de mortales que se alimentan de trigo; no obstante, yo voy a exponer cuáles son los mejores entre ellos, cuáles son los más destacados en las tribus de caballos; éstos son: los toscanos 62 , sicilíanos 63 , [170] cretenses, mázices 64 , aqueos, capadocios 65 , moros 66 , escitas 67 , magnesios 68 , epeyos 69 , jonios, armenios 70 , libios 71 , tracios 72 , erembos 73 .

Hombres de probada experiencia en carreras de caballos, y capataces de rebaños, dicen que el mejor caballo de todos es aquel cuyo cuerpo entero está adornado con [175] estas características: 74 cabeza pequeña que se eleva sobre el cuello, siendo el caballo de aspecto corpulento y de miembros redondeados; alta la testera, curvada hacia el cuello la mandíbula inferior, las cejas anchas y brillantes; [180] desde las sienes sus cabellos debe ondear en apretados bucles alrededor de la frente; los ojos claros, chispeantes, bajo el sobrecejo; las narices deben ser anchas, la boca suficiente, las orejas pequeñas.

El cuello del caballo de abundante melena debe curvarse [185] como la arqueada cresta de un empenachado casco; el pecho debe ser amplio, el cuerpo largo, la espalda ancha, con un doble espinazo que corre entre gordos lomos. Detrás debe derramarse una abundante cola de largo pelo; los muslos prietos, musculosos; en la parte inferior las [190] torneadas tibias deben ser rectas, largas y muy delgadas, y los miembros no deben ser carnosos, iguales a los de los cornudos ciervos de pies rápidos como el torbellino; la cuartilla 75 sesgada; la redondeada pezuña debe correr alta sobre el suelo, de apretada fibra, cornuda, fuerte.

Un caballo de esta naturaleza llevaría yo a la fiera lucha [195] contra las bestias salvajes, brioso, auxiliar en el combate, valiente, vigoroso.

Así son los caballos toscanos, los armenios, los aqueos, y los famosos caballos capadocios que pacen frente al Tauro 76 .

Yo he visto una maravilla entre los caballos capadocios de raudos pies: mientras tienen dientes de leche en su boca [200] y dura su lactancia, son débiles, pero a medida que crecen van adquiriendo mayor velocidad.

Esos son los caballos que deberías aprestar para la valerosa guerra y contra las feroces fieras; porque ellos son muy animosos para enfrentarse a las armas y romper la apretada falange, y luchar contra las belicosas bestias salvajes. [205]

¡Con qué atención escucha el caballo de guerra en la batalla la nota marcial 77 de las largas trompetas, provocadora del tumulto! ¡Cómo posa su mirada sin pestañear 78 sobre el apretado escuadrón de los esforzados hoplitas y sobre el rutilante bronce y las relampagueantes [210] espadas!

Pues él ha aprendido asimismo cuándo es necesario permanecer quieto y cuándo debe arremeter, y ha aprendido a reconocer la señal de los aguerridos capitanes.

Muchas veces también sosegadamente él acercó hasta las torres al batallón de hombres 79 cubierto de escudos en lo alto, cuando los hombres sobre sus cabezas apoyan [215] escudo sobre escudo de través, cuando están ansiosos de saquear la ciudad del enemigo, y construyen una planicie elevada de siete bueyes, bien labrada, compacta, y de muchas puntas; en frente la luz del sol despide destellos del bronce y por detrás un gran espacio del cielo brilla con [220] rayos refractados.

Pues la hábil naturaleza ha dotado a los caballos, más que a otras criaturas mortales, de mente y corazón sutiles. Siempre conocen a su amado auriga, y relinchan cuando ven a su espléndido conductor, y derraman muchas lágrimas 80 [225] por su compañero caído en el combate.

Una vez, en medio de la batalla, un caballo rompió la barrera del silencio, sobrepasando la norma de la naturaleza, y tomó voz humana y lengua 81 semejante a la de los hombres; Bucéfalo 82 , el caballo del rey guerrero de [230] Macedonia, luchó contra hombres armados; hubo un caballo que corrió con veloces pies sobre las espigas 83 , otro corrió sobre el mar y no mojó la cuartilla; un caballo llevó sobre las nubes al matador de la Quimera 84 , y el relincho de un potro por medio de los engaños de su auriga [235] hizo a uno rey 85 de los persas asiáticos.

Extraordinariamente honran los caballos a la Naturaleza; y nunca se ha oído de ellos que hayan complacido ilícita pasión, sino que permanecen limpios de infamia y aman con casto amor.

Yo he oído que, hace mucho tiempo, un príncipe de extensas posesiones tenía en sus campos un hermoso rebaño [240] de caballos, pero una enfermedad de caballos los aniquiló a todos completamente, excepto a dos, una yegua y un potro 86 todavía a los pechos de su madre; pero después cuando éste creció, el perverso hombre trató de aparear [245] al hijo con su madre. Y cuando se dio cuenta de que rechazaban el amor, y de que la boda estaba vedada para ambos, inmediatamente con pérfido designio ideó un sutil ardid, esperando recuperar su raza de caballos.

Lo primero de todo, astutamente, cubrió a ambos con [250] pieles ajenas; después ungió sus cuerpos totalmente con dulce y fragante óleo; pues esperaba borrar de este modo el olor guía del amor. Y esta malvada acción les pasó desapercibida ¡oh bienaventurados dioses! Y se llevó a cabo una extraña y exacrable unión, abominable para los [255] caballos, como aquel terrible matrimonio que se realizó hace mucho tiempo entre los hombres, la boda cadmea del errante Edipo 87 .

Pero, cuando ellos quedaron desnudos y advirtieron su culpa, afligidos y con ojos recelosos se miraron el uno al otro: la infortunada madre a su hijo sin honor de hijo, [260] y él, a su vez, víctima de vil boda de sacrílego lecho, a su pobre madre, desposeída de los nobles atributos de maternidad 88 ; brincaron alto, resoplando terriblemente, rompieron sus ligaduras y se fueron relinchando fuerte, como si ellos llamaran a los bienaventurados dioses por testigos [265] de su vil situación, y maldiciendo a quien maquinó su funesta boda; al fin, gimiendo y precipitándose salvajemente, ellos estrellaron sus cabezas contra las rocas, rompieron sus huesos, y apagaron la antorcha de su vida, asesinándose a sí mismos, reclinando sus cabezas uno en el otro. [270] Así canta la fama la historia de los antiguos caballos.

Ahora bien, de todas las razas de caballos que nutre la infinita tierra, los más rápidos son los sicilianos, que moran en el Lilibeo 89 y en donde la colina de tres picos que cubre a Encelado 90 , cuando vomita el rayo con los [275] fuegos que alcanzan el cielo, descarga la eterna hoguera del Etna de Sicilia.

Más veloces que los sicilianos son los caballos armenios, y los partos 91 de flotante melena, junto a las aguas del Éufrates.

Pero, en verdad, aventajan a los caballos partos los caballos íberos 92 que galopan sobre las llanuras con pies más veloces. Con ellos quizá sólo pudieran competir las [280] águilas 93 que vuelan sobre las cañadas del aire, o el halcón batiendo sus largas alas, o el delfín que se desliza sobre las encanecidas olas. Tan veloces son los caballos íberos de pies raudos como el viento. Pero son pequeños [285] y débiles de espíritu, y de corazón endeble, y en unos pocos estadios 94 disminuyen su velocidad; aunque están revestidos de bella apariencia y espléndido cuerpo, su pezuña no es fuerte, y están criados para terreno blando y amplio.

Las razas de caballos tordos de los moros aventajan mucho a todas las demás por sus dilatadas carreras y laboriosos [290] trabajos.

Para efectuar una larga carrera les siguen en importancia los libios, que moran en la pedregosa Cirene. Ambos son de tipo semejante, con la única salvedad de que los [295] fuertes caballos libios son más grandes de aspecto, pero de cuerpo alargado, y en sus flancos tienen más ancha costilla que los otros, por tanto son más corpulentos a la vista, mejores para arremeter, y valientes para soportar el fiero ardor del sol y el acuciante asalto de la sed del mediodía.

[300] Los caballos toscanos y las inmensas razas cretenses, al mismo tiempo son ligeros en la carrera y de cuerpo alargado.

Los sicilianos son más veloces que los caballos moros, pero con más ligereza que los sicilianos corren los partos de grisáceos ojos y eminentemente bellos; y son los únicos que resisten el alto rugido del león.

[305] Porque, verdaderamente, muchas razas de caballos son apropiadas para luchar contra diferentes razas de fieras salvajes, como lo indica el color de sus ojos.

Contra los ciervos de moteados pies deberías aparejar caballos de ojos oscuros; de ojos azules contra los osos, rojizos contra los leopardos, fieros y centelleantes contra [310] los jabalíes, de brillantes ojos grises 95 contra los leones de grises ojos.

El que sobresale más por su belleza entre todos los caballos es el niseo 96 , al cual conducen opulentos reyes, hermoso de aspecto, brioso para cabalgar, obediente a la [315] brida, pequeño de cabeza, pero de abundante melena, orgulloso de sus crines color de miel a ambos lados de su cuello.

Además podrías contemplar otra espléndida raza manchada de varios colores y brillante, a los que los hombres llaman orynges 97 , ya porque ellos crecen en las herbosas colinas, o porque están muy ansiosos de aparearse con las hembras.

Hay dos especies de orynges, de muy relevante belleza. [320] Una de ellas está marcada en el cuello y ancha espalda peluda con una serie de largas rayas, como los veloces tigres, los hijos del rápido Céfiro 98 . La otra está marcada toda alrededor con densas manchas de hermosas ruedas [325] como las de los leopardos. Los potrillos de esta especie son tatuados por diestros hombres que marcan su larga cabellera con candente bronce.

Hace mucho tiempo, los mortales inventaron otros sabios artificios para marcar al potro, mientras está en el vientre 99 de su madre. ¡Oh qué corazón, qué mente, poseen [330] los mortales! Ellos obran según su voluntad; y hacen caballos de variados colores, mientras están todavía envueltos en los lechosos lomos de sus madres.

Cuando el deseo de apareamiento acucia a la yegua, y espera la aproximación del caballo espléndido y brioso, [335] entonces los hombres, astutamente adornan al bello marido. Marcan completamente todo su cuerpo con manchas de colores variados, y lo conducen a su lecho, orgulloso de su belleza.

Del mismo modo que un joven, adornado por las mujeres que atavían a los novios con blancos vestidos y purpúreas flores y perfumado con aromas de Palestina 100 , [340] entra en la cámara nupcial entonando la canción de boda; así retienen largo tiempo ante su esposa al caballo presuroso que relincha su canción de boda, al espléndido marido que arroja espuma por su boca deseando ardientemente [345] su unión; y más tarde, por fin, le permiten ir a satisfacer su deseo.

Y la yegua concibe y alumbra un potro de muchos matices, tras haber recibido en su vientre la fértil simiente de su esposo, pero en sus ojos su forma policromada.

[350] Tales artificios idean asimismo, con astutas tramas, aquellos que realizan su tarea con las cañas, los cazadores de pájaros, cuando adornan a los pichones en el vientre de las palomas.

Pues cuando los veloces palomos van a aparearse y unen sus bocas 101 con sus esposas de grave susurro, entonces el reproductor de aves domesticadas inventa un espléndido [355] artificio: cerca de las hembras pone muchos bordados vestidos purpúreos, y ellas, al contemplarlos con ojos sesgados, deleitan su corazón, y dan a luz hijos cubiertos de púrpura.

Incluso los laconios urden un sutil artificio para sus esposas cuando ellas están preñadas; en su proximidad [360] ponen dibujos de bellas formas que han pintado en tablas, figuras de jóvenes que hace tiempo brillaban entre los mortales: Nireo 102 , Narciso 103 y Jacinto 104 de fuerte lanza, y Cástor 105 con su bello casco, y Pólux que mató a Ámico 106 , y los jóvenes mancebos que son admirados entre los bienaventurados dioses: Febo 107 coronado de laurel, [365] y Dioniso 108 de guirnalda de yedra. Y las mujeres se deleitan contemplando sus encantadoras formas, y, cautivadas por su belleza, dan a luz hermosos hijos.

Tantas cosas se cuentan de los caballos, pero ahora desciende, alma mía, a la canción de los perros. [370]

Perros

Estos son los más excelentes entre los perros y los que más interesan a los cazadores: los peonios 109 , ausonios 110 , carios 111 , tracios, íberos 112 , arcadlos 113 , argivos 114 , lacedemonios, tegeos, sármatas 115 , celtas 116 , cretenses 117 , magnesios 118 , amorgos y aquellos que en las arenosas riberas [375] de Egipto 119 pastorean los rebaños de bueyes, los locrios 120 y los molosos 121 de ojos brillantes.

Y si tu quisieras mezclar dos razas, ante todo dispón el apareamientos de perros en primavera 122 , porque en esa estación son más proclives las bestias al amor: los perros y las mortíferas serpientes, las aves del aire y las criaturas [380] del mar.

En la primavera la serpiente emponzoñada con rabioso veneno acude a la playa, a la cópula con su novia marina 123 ; en la primavera la entera profundidad del mar resuena de amor, y en la bonanza espumean los peces apareándose.

En la primavera los palomos persiguen a las palomas, [385] los caballos asaltan a las yeguas que pastan, y los toros anhelan a las terneras campestres.

Y los carneros de retorcidos cuernos en la primavera cubren a las ovejas, y los fieros jabalíes salvajes se aparean con las puercas, y los machos cabríos montan a las [390] peludas cabras. Y también en la primavera los mortales son más proclives al amor. Pues en la primavera el amor pesa sobre todos.

En el apareamiento de las tribus de perros, ten cuidado de que las razas sean adecuadas unas a otras y muy semejantes. Aparea arcadios con eleos, cretenses con peonios, [395] carios con tracios, razas toscanas con laconias; deberías poner a un esposo sármata para una novia íbera. Así tú harías las mezclas debidamente.

Pero lo más importante de todo es que las razas deben permanecer puras, y a esas los cazadores las consideran las mejores.

Las razas de perros son innumerables, pero sus formas [400] y prototipos serían aproximadamente éstos: el cuerpo debe ser largo 124 , fuerte y suficiente, la cabeza ligera 125 y con [405] buenos ojos; éstos de oscuro brillo 126 ; la boca debe ser amplia, de dientes aguzados; orejas pequeñas 127 con finas membranas deben coronar su cabeza; el cuello largo 128 , y en la parte inferior el pecho fuerte 129 y ancho; las patas delanteras 130 debe ser más cortas que las traseras; las tibias rectas, delgadas y largas, los omóplatos 131 amplios; [410] las hileras de las costillas 132 inclinadas oblicuamente, las caderas 133 de carnes apretadas, no gordas, y detrás la cola de larga sombra debe ser tiesa y saliente 134 .

Tales son los perros que deberían adiestrarse para las largas carreras de las gacelas, de los ciervos, y de la liebre veloz como el huracán.

[415] Hay otras especies impetuosas y de valerosa fuerza, que atacan incluso a toros barbados y acometen con violencia a los fieros jabalíes y los matan, y no tiemblan ni siquiera ante sus soberanos los leones; fornidas razas semejantes a las montañas de altas crestas. Son razas de [420] rostro achatado que tienen terribles cejas curvadas sobre sus fieros ojos de grises 135 destellos; su piel es peluda, su cuerpo fuerte, anchas sus espaldas. No son veloces, pero poseen dentro un gran vigor y fuerza natural indescriptible e intrépido coraje.

Por consiguiente, dispon para la caza a tales razas de [425] perros guerreros, que ponen en fuga a toda clase de bestias salvajes.

En cuanto a sus colores, los blancos y negros no son aconsejables en absoluto 136 , porque no son capaces de soportar fácilmente la fuerza del sol, ni la fuerza de la estación del invierno cargado de nieve. Entre todos los perros, [430] los mejores son aquellos cuyo color es como el de las voraces bestias salvajes, lobos matadores de ovejas, tigres rápidos como el viento, zorras y veloces leopardos, o aquellos que tienen el color 137 semejante al trigo de Deméter. [435] Porque esos son muy rápidos y fuertes.

Ahora bien, si tú te ocupas de la sabia crianza 138 de los perros, nunca pongas a los cachorros para amamantarse en los jóvenes pechos de cabras u ovejas, ni de las perras domésticas, porque ellos serán perezosos, endebles y pesados, sino en el pecho de ciervas o de leona domesticada, [440] o de gacelas, o de loba que anda errante por la noche, porque así los harás más fuertes y ágiles, muy semejantes a las nodrizas que los nutren con su leche.

Pon a los cachorrillos nombres 139 cortos y rápidos de [445] pronunciar, para que atiendan una orden pronta; desde su más tierna edad deja que se familiaricen con los fuertes caballos de caza, y que estén relacionados y sean amistosos con todos los hombres, únicamente hostiles contra las bestias salvajes. Y que no sean proclives a ladrar, porque [450] el silencio es regla para los cazadores, pero sobre todo para los rastreadores.

Hay dos clases de rastreo de las oscuras huellas; el de los hombres y el de los perros: los hombres de mente sagaz conjeturan y marcan el rastro por los ojos; los perros rastrean todas las huellas por las narices.

[455] Ciertamente, el invierno 140 es para los hombres una favorable estación, y rastrean la presa con ojos infatigables, puesto que cada huella escrita en la nieve se puede ver, y la forma de los pies queda impresa en el barro.

Para los perros es hostil la primavera 141 y grato el [460] otoño; porque en la primavera la tierra herbosa está fragante y cubierta de plantas y flores, y en derredor, por todas partes, las praderas de hermosas diademas sin cultivo se tiñen de púrpura, y los campos cultivados destruyen todo el olor que sirve de embajador a los perros de rastreo [465] de aguzado olfato. Pero en el otoño 142 , exuberante de fruta y dulce de uvas, la hierba, las plantas y las flores envejecen, y el olor de las bestias salvajes permanece intacto para los sabuesos.

Hay una valiente raza de perros rastreadores, pequeña [470] en verdad, pero digna de ser tema de un gran canto; los que crían las tribus salvajes de los tatuados britanos 143 y reciben el nombre de agaseos. Su tamaño es semejante al de los débiles y glotones domésticos perros de mesa 144 ; redondeado, flaco, peludo, de mirada opaca, tiene sus pies [475] provistos de atroces uñas y su boca afilada con apretados colmillos venenosos. En especial por sus narices el más destacado es el perro agaseo 145 y el mejor de todos para rastrear, pues que es muy sagaz para encontrar el rastro de los que andan por la tierra, pero muy hábil también [480] para advertir el olor del aire.

Cuando algún cazador desea probar a sus perros, lleva en sus manos desde las altas puertas una liebre muerta o viva, y anda adelante un desviado sendero, primero siguiendo un camino recto, después oblicuo, a izquierda y [485] derecha, dando rodeos en un tortuoso camino, pero, cuando ha llegado muy lejos de la ciudad y de las puertas, entonces cava una trinchera y entierra a la liebre.

A su regreso a la ciudad, en seguida lleva cerca del [490] sendero al astuto perro; éste inmediatamente se excita y resopla por el olor de la liebre, y busca la huella sobre el suelo; más, por mucho que se afana no es capaz de encontrarla y anda errante con gran angustia.

Como cuando una muchacha en el décimo mes lunar, agobiada por los dolores del parto de su primer hijo, [495] desata sus trenzas y suelta las vestiduras de sus pechos, y la pobre muchacha, sin túnica y sin velo, da vueltas por todos los aposentos; y, angustiada, ya se dirige al vestíbulo, ya corre a su lecho, y otras veces se arroja én el [500] polvo, y llora frotando sus rosadas mejillas; del mismo modo el perro, angustiado por la tristeza que devora el corazón, corre en varias direcciones y busca sucesivamente [505] cada piedra, cada montículo y sendero y árboles y viñas de jardín, vallados y eras. Y cuando por fin, encuentra el volátil rastro, se alegra y ladra contento y, al igual que las ternerillas brincan alrededor de las vacas de rebosantes [510] ubres, así el perro se regocija extraordinariamente, y da vueltas con impaciencia hollando lugares intrincados; y tú no podrías desviarlo, aunque lo llevaras muy lejos, sino que corre derecho con firmeza, prendido tenazmente del dulce olor, hasta que pone fin a su tarea y llega a su meta. Pero si tú le has adiestrado contra las liebres de [515] difícil captura, se acerca furtivamente, y planta huella sobre huella, escondiéndose acurrucado bajo las viñas o rastrojos, como el astuto depredador de cabritos, que, espiando de cerca atentamente al pastor que dormita, le roba sigilosamente. Pero cuando se acerca a la madriguera [520] de la liebre, veloz salta, como una flecha del arco, o como la silbadora 146 serpiente, a la que algún segador o labrador ha molestado cuando yacía quieta delante de su venenoso escondrijo.

Así el perro, alborozado, brinca rápido; y, si da alcance a su presa, fácilmente la somete con sus aguzadas garras, [525] y, sujetando con la boca su preciosa carga, sale al encuentro de su amo; la transporta rápidamente y la acerca fatigado y agobiado por el peso.

Al igual que el carro trae desde los campos de mies los frutos de la cosecha, y cargado de trigo se dirige hacia el patio, y los campesinos, al verlo, corren en tropel [530] y salen a su encuentro de frente; uno empuja las ruedas, otro la caja del carro, otro el eje, para ayudar a los bueyes; y, cuando entran en el patio, desatan el yugo, y los sudorosos bueyes toman resuello de su trabajo, y se regocija extraordinariamente el corazón del fatigado carretero; así el perro llega trayendo su carga en la boca, y el rápido [535] cazador sale a su encuentro gozosamente, y levantando a ambos de la madre tierra los pone en su seno, a la liebre y al mismo perro matador de fieras.


1 El poema está dedicado al emperador M. Aurelio Severo Antonino Augusto (Caracalla) hijo de Septimio Severo y Julia Domna. Reinó desde el 211 al 217 d. C. El sobrenombre Caracalla parece que se debe a una capa con capuchón que usaban los galos y que Basiano (su verdadero nombre) puso de moda en Roma.

2 Se refiere a los romanos como descendientes de Eneas. Según Virgilio, el troyano Eneas sale de su patria incendiada, y tras numerosas aventuras llega a las riberas de Italia, de donde procedía su antepasado Dárdano. VIRGILIO , Eneida VIII 648; LUCRECIO , I 1.

3 Ausonio es sinónimo de itálico. Los ausones eran un pueblo de origen oseo, de gran importancia en la protohistoria de Italia. Aquí el adjetivo está aplicado a Zeus = Divus, título que llevaban los emperadores romanos. En este caso se refiere a L. Septimio Severo Pertinax Augusto, emperador desde 193 a 211 d. C., padre de Caracalla, que procedía de África y murió en York.

4 Julia Domna, de Emesa, en Siria, segunda esposa de Severo; se suicidó en el año 217 d. C. Hija de Heliogábalo, sacerdote del Sol; contrajo matrimonio con Severo cuando éste era legado en la Galia lionesa. Mujer inteligente y de fuerte coraje, alentó a su esposo a aceptar el imperio y ella misma le acompañaba en sus expediciones militares. Él la hizo tomar el título de Domna. Se rodeaba de hombres de letras.

5 La asiria o siria Astarté, llamada también Astaroth o Ashtoreth, forma una tríada junto con los dioses Baal y Melkarth. De carácter lunar y al mismo tiempo fecundante y generador, diosa virginal y divinidad del amor, se asimila a Ártemis, Diana, Hera, Juno y Afrodita. Representada con cuernos simbolizaba la luna creciente. PLUTARCO , Obras Morales 357 B; LUCIANO , Sobre la diosa siria.

6 Zeus, hijo de Cronos.

7 Hijo del Sol y de la oceánida Clímene, o de la Aurora y Céfalo según otra versión. Para probar su origen pide a su padre que le deje conducir su cuadriga. Asustado en las alturas por las figuras monstruosas del Zodíaco, se sale de su ruta y está a punto de abrasar el cielo y la tierra. Zeus le fulminó con su rayo. Cf. OVIDIO , Metamorfosis II 19380. Los poetas usan a veces este nombre y el de Titán para el Sol. VIRGILIO , Eneida V 105, IV 119. Este pasaje es semejante al De la Pesca V 339. Aquí el poeta cree que se ha excedido en el elogio y por ello pide que le disculpen.

8 Epíteto de Apolo hijo de Zeus y de Leto, hermano gemelo de Ártemis, nieto de los titanes Ceo y Febe. Apolo era el dios profeta, músico, dios de las plagas, que aleja la enfermedad, pero también puede provocarla; a veces se le identifica con el Sol.

9 Semejante a LICOFRÓN , 1229 y LUCANO , I 83. Se refiere al extenso imperio que abarcaba las tres partes del mundo conocido: Italia, Hispania, Galia, Britania, Iliria, Dacia, Armenia, Arabia, Mesopotamia, Norte de África, Egipto…

10 Una de las Musas. Presidía la poesía épica.

11 Máxima divinidad de la caza y diosa lunar, tiene evidentes conexiones con la minoica diosa del árbol, señora de las montañas y de las fieras.

12 Semejante a LUCRECIO , I 920: Avia Pieridum peragro loca nullus ante trita solo, y NEMESIANO , Cinegética 8: «y lo guía por parajes extraviados jamás hollados por ruedas». Cf. VIRGILIO , Geórgicas III 221; HORACIO , Carmen Saeculare III 1, 2.

13 La preterición de temas mitológicos se observa también en NEME SIANO , Cinegética 15 y ss.

14 Ceremonia báquica. Se celebraba, al parecer, en años alternos. Citada en OVIDIO , Remedios contra el Amor 593, Metamorfosis VI 587; VIRGILIO , Eneida IV 302; EURÍPIDES , Bacantes 133; Himnos órficos: XLV, A Dioniso Basa reo, y LII, A Baco trienal.

15 En Beoda (Aonia) al NE. del Peloponeso. El nombre de este río significa «fangoso». Su hija Egina fue raptada por Zeus a quien persiguió. En castigo Zeus lo fulminó con su rayo, de ahí que sus aguas arrastren carbones.

16 Hijo de Zeus y Perséfone; antigua divinidad traco-frigia de carácter orgiástico que posteriormente se asimiló a Dioniso.

17 Se refiere a Sémele, hija de Cadmo y Harmonía, madre de Dioniso; cuando éste la rescató del Hades le dio el nombre divino de Tione. PINDARO , Pílicas III 39.

18 Nave en la que embarcaron Jasón y los Argonautas rumbo a la Cólquida para apoderarse del Vellocino de Oro. El nombre Argo significa «brillante» y «rápida». Construida por Argo con madera del Pelión, excepto la proa que hizo Palas Atenea dotándola de un don oracular.

19 Ares es el dios de la guerra, hijo de Zeus y de Hera. A veces se le identifica por metonimia con el combate mismo.

20 Severo ocupó Mesopotamia septentrional hasta el Tigris, pero tuvo que interrumpir la guerra porque Albino se había proclamado Augusto. Después de la muerte de Albino reanudó la campaña, ocupó Seleucia y Ctesifonte (198 d. C.) y estableció una paz por la cual los partos cedían a los romanos Mesopotamia.

21 Situada en la margen izquierda del Tigris; era la sede de los reyes partos en el siglo II d. C. HERODIANO , III 9; POLIBIO , V 45, 4; ES TRABÓN , XVI 1, 16.

22 Se refiere al ceñidor mágico de Afrodita que hacía que todos se enamorasen de la portadora. HOMERO , I líada XIV 214.

23 Afrodita, según HOMERO , es hija de Zeus y Dione, pero en la Teogonía de HESÍODO Afrodita surge de la espuma cuando Cronos, incitado por su madre Gea, castra a su padre y arroja al mar los órganos sexuales cortados.

24 Ártemis es representada como una joven cazadora y numerosas leyendas están relacionadas con su virginidad.

25 La metáfora del canto como flecha está en PÍNDARO , Olímpicas II 98, XIII 94; Nemeas VI, 27; IX 25.

26 El poeta invoca de nuevo al Emperador.

27 Es decir: Occidente.

28 La división también aparece en PLATÓN , Sofista 219 E. Coincide con la división popular que fue recogida por los autores de la Antigüedad. En la Antología Griega VI (11-16 y 179-187) se conservan unos epigramas en los cuales tres hermanos, Damis (cazador), Pigris (pajarero) y Chtes (pescador) ofrecen sus instrumentos.

29 Genérico: Falco rusticolus, Falco peregrinas, etc. La mención pone de manifiesto que conocían el arte de la cetrería.

30 También se mencionan en ARISTÓFANES , Aves 194 y 565 y ss. entre los utensilios del pajarero.

31 Elaborada con baya de muérdago o de corteza de acebo. Antología Griega VI 152.

32 Se unían varias cañas impregnadas en liga para cubrir un espacio.

33 Es el pagellus mormyrus.

34 Hijo de Ponto y Gea; es el viejo del mar, una de las divinidades de las fuerzas elementales del mundo, más antiguo que Posidón y benévolo para los marinos.

35 En griego Anfiírítes, que usa OPIANO haciendo una metonimia. Anfitrite era una nereida esposa de Posidón y hermana de Tetis. Se había escondido junto a Océano o Atlante para evitar el matrimonio, pero la encontró un delfín al que Posidón convirtió después en constelación.

36 Ninfas de los árboles. Propiamente eran ninfas de las encinas, pero por extensión se relacionan con todos los árboles.

37 Cf. II 158. EMPÉDOCLES , Fragmenta 35; LUCRECIO , I 418.

38 Usaban dos lanzas como se ve en HOMERO , Ilíada III 18; X 76; XII 298; VIRGILIO , Eneida I 313; XII 165, etc.

39 Ensis falcata, «cuchillo curvo», JENOFONTE , De la Caza 29; GRATIO , Cinegética 343. Rozón para cortar la maleza.

40 Es el quitón. OVIDIO , Amores III 2-31, Ars Amandi III 143; JU VENAL , VI 446. Ártemis es citada como quitona y ese es también el nombre de un demo del Ática.

41 Es la clámide, manto corto prendido en el hombro mediante un broche.

42 Acerca de las horas apropiadas para cazar en cada una de las estaciones, cf. JENOFONTE , De la Caza 4, 11.

43 JENOFONTE , De la Caza 5, 5 considera que es la estación apropiada para las correrías de los perros.

44 En griego tropaí no parece que está en el sentido estricto del solsticio, sino en el del equinocio.

45 Es el olivo. Era el regalo que Atenea había hecho al Ática para merecer que su pueblo la reconociese como soberana. Posidón le disputaba este honor y cada uno de ellos trató de ofrecer el mejor don para acrecentar sus méritos. Posidón de un golpe de tridente hizo surgir un lago salado en la Acrópolis de Atenas. Atenea hizo que brotase allí un olivo. Los dioses como árbitros dieron preferencia al olivo y confirieron a Atena la soberanía del Ática.

46 Bótrys h ē meríd ō n thltbón epit nia chaírei es un pasaje difícil que ha recibido diversos tratamientos por parte de los traductores. Hemos seguido la versión de D. PEIFER (1555): Cum premit arda nimis sibi torcularia botrus gaudens.

47 Se refiere al carro del sol tirado por cuatro caballos: Flegonte, Aetón, Pirois, Éoo. Cf. OVIDIO , Metamorfosis XI 257; HORACIO , Carmen Saeculare I 28, 21.

48 árkys en griego, se corresponde con la romana cassis. Era una red de bolsa en forma de embudo, semejante a las redecillas del cabello; en los bordes llevaba unas cuerdas que cerraban la boca hexagonal.

49 díktya en griego, era la panagria, red mayor que se empleaba en lugares llanos a nivel del suelo.

50 En griego schalís, en latín varae. JENOFONTE , De la Caza 2, 7 y ss.; LUCANO , IV 439.

51 Para sujetar la presa. GRATIO , Cinegética 90: «Se suele aconsejar hacerlos más bien con nervios de ciervo».

52 parece del mismo tipo expresado en VIRGILIO , Eneida IV 131 lato venabula ferro.

53 El vocablo griego harpálagon aparece solamente en este texto, pero probablemente es el lag ō bólon = palo para matar liebres. TEÓCRITO , IV 49, VII 128; JENOFONTE , De la Caza 6, 11: «un bastón en la mano sirve para asestar el golpe mortal a la liebre cogida en la red».

54 PÓLUX V 19 las menciona con armas de caza.

55 En latín tridens o fascina, usado principalmente para pescar.

56 En griego ancylídas (que solamente se mencionan aquí) y cor nas. Es difícil averiguar el verdadero significado. Parecen anillas, abiertas unas, otras cerradas.

57 Stipa tenacissima y especies semejantes que crecen en España y África. Uno de los lugares donde más abundaba esta gramínea era el campo alicantino, probándolo el hecho de que cuando los romanos ganaron Akra Leuka a los cartagineses, entre el botín hallado tras los muros había gran cantidad de esparto que, según LIVIO , los púnicos tenían destinado a usos náuticos. PLINIO , XIX 26 y ss.; JENOFONTE , De la caza 9, 13; ELIANO , Historia de los animales XII 43.

58 Es la podágra o podoslrabé, cepo o traba para que se enganchen las patas de los animales. Igual que la pedica dentata de los romanos. Consiste en un aro de madera que sostiene un armazón, en el cual hay colocados clavos de madera y hierro alternativamente; dentro del marco hay una soga, y atado a ella por una cuerda hay una traba. Se coloca todo ello en el suelo camuflado bajo hierbas. Cuando salta la trampa, al pisarla la fiera, la soga se enreda en sus pies, la traba estorba sus movimientos y, en todo caso, por el rastro que deja en el suelo, indica el camino de la huida. JENOFONTE , De la caza 9, 11 y ss.; GRATIO , Cinegética 92. PLUTARCO dice que la inventó Aristeo.

59 La sagena era una red grande de muchas mallas que se corresponde con la verricula de los romanos. Más usual entre los pescadores.

60 En griego dorcalís, gacella dorcas. Probablemente antilope dorcas.

61 HORACIO , Epodos II 35: pavidumque leporem .

62 Negros cabellos característicos.

63 PÍNDARO , Olímpicas III 2-4 menciona los caballos de la ciudad siciliana de Agrigento.

64 Mázices o mazaces. Al parecer se refiere a los caballos de un pueblo del N. de África, vecino de Mauritania, según los testimonios de Nemesiano, Suetonio, Claudio y otros autores. Mazaca era también un antiguo nombre de Cesárea en Capadocia (Asia Menor).

65 NEMESIANO , Cinegética 241: «Que ejemplares de buena raza reproduzcan las características de los capadocios».

66 NEMESIANO , Cinegética 259: «ten además el solípedo que envía la tierra mauritana»; ESTRABÓN XVII 3, 7; PAUSANIAS VIII 43, 3.

67 ESTRABÓN , VII 4, 8 refiere que era costumbre castrarlos para domarlos.

68 No se sabe con certeza si se refiere a Magnesia de Tesalia o de Lidia.

69 Según ESTRABÓN , VIII 3, 8, se refiere a los caballos de Elide. Los primeros pobladores de Elide fueron los epeyos cuyo nombre procede de su rey Epeos.

70 «Los caballos de la casa de Togarmah» en EZEQUIEL XXVIII, son los de Armenia o país vecino. ESTRABÓN , XI 13, 9.

71 Eran especialmente famosos los caballos de Cirene. ESTRABÓN , XVII 3, 20; PINDARO , Ístmicas I, IV.

72 Escoliasta de TEÓCRITO , XIV: «caballos tracios y mujeres lacedemonias». HOMERO , I líada X 545 y ss.; VIRGILIO , Eneida V 565 y ss.

73 HOMERO , Odisea IV 84; ESTRABÓN , I 2, 34. ARISTARCO los identificaba con los árabes.

74 JENOFONTE , De la equitación 1 y ss.; PÓLUX I 189 y ss.; VIRGILIO , Geórgicas 72 y ss.; COLUMELA , VI 29; NEMESIANO , Cinegética 245 y ss.

75 La porción de la pata encima de la pezuña.

76 Monte de Asia Menor.

77 Como en Job XXIX 19 y ss.

78 El uso de cardamý por scardamýssó está atestiguado en Hesiquio. En este pasaje acardamýtoisin, «sin pestañear».

79 Al parecer se refiere a la testudo , formación de asalto en la que los soldados se cubrían la cabeza con sus propios escudos a modo de caparazón.

80 VIRGILIO , Eneida XI 89.

81 En HOMERO , Ilíada XIX 404, Janto, el caballo de Aquiles, profetiza su muerte: «sí, una vez más te salvaremos aún, impetuoso Aquiles, pero está cercano el día fatal…».

82 Significa «cabeza de buey». Es el nombre del famoso caballo de Alejandro Magno, al que logró domar cuando era todavía niño, y tuvo después como caballo de batalla. Cuando murió le tributó grandes honores. Este caballo era oriundo de Tesalia, donde parece que había una raza equina de este nombre. ELIANO , Historia de los animales VI 44; DIODORO , XVII 76 y 95; PLINIO , Historia Natural VIII 154; ARRIANO , Anábasis V 14, 4, y V 19, 4.

83 En HOMERO , Ilíada XX 226 se cuenta que, con las yeguas de Erictonio, Bóreas engendró, en figura de caballo, doce potros tan ligeros, que cuando corrían sobre un campo de trigo no doblaban las espigas, y cuando lo hacían por la superficie del mar no la rozaban.

84 Se refiere al caballo Pegaso. La Quimera era un animal monstruoso con cabeza de león, cuerpo de cabra y parte trasera de serpiente (HOMERO , Ilíada VI 179; LUCRECIO , V 905) matada por Belerofonte (OVIDIO , Tristes II 397) con la ayuda de su alado caballo Pegaso (PÍN DARO , Olímpicas XIII 84, Ístmicas VI 44).

85 En HERÓDOTO , III 84 se cuenta que Darío, hijo de Histaspes, llegó a ser rey de Persia por la astucia de su palafrenero Ébares. Había seis candidatos al trono y estos decidieron que fuera rey aquel cuyo caballo relinchara primero al salir el sol. Ébares discurrió el ardid de conducir al caballo la noche antes al sitio donde iba a encontrarse con su yegua preferida. A la mañana siguiente, al pasar por el lugar donde había estado la yegua el caballo relinchó.

86 Historia narrada con algunas variantes por diversos autores: ARISTÓTELES , Historia de los Animales 631a 1-7; ELIANO , Historia de los Animales IV 7; ANTÍGONO , Conjunto de historias maravillosas 54; VARRÓN , Sobre la agricultura 7, 9; PLINIO , Historia Natural VIII 156.

87 Rey de Tebas que mató a su padre Layo y se desposó con su madre Yocasta ignorando su culpa.

88 También en SÓFOCLES , Electro 1154: m ter am tor.

89 Monte al SO. de Sicilia.

90 Gigante de cien brazos. Luchó contra Atenea quien consiguió vencerlo aplastándolo bajo su carro o arrojando sobre su cuerpo la mole de la isla de Sicilia. Allí, enterrado bajo el Etna, vomita fuego por su boca: APOLODORO , Biblioteca I 6, 2; CALÍMACO , Fragmenta 117; LUCA NO , VI 293; VIRGILIO , Eneida III 578. En El Cíclope de EURÍPIDES es Dioniso quien vence a Encélado con la ayuda de Sileno. A juzgar por la etimología se le asociaba como a Posidón e incluso al propio Dioniso con sacudidas o temblores de tierra. A. MELERO , «La muerte de Encélado», Est. Clás . 87 (1984), 159-166, viene a decir que Encélados significaría algo así como el que lleva en su interior célados «ruido» «susurro» «alboroto» o «entonación de un canto», y que célados es un equivalente poético de bromos y también es el término religioso específico para designar el ruido dionisiaco. De modo que el término significará «el que lleva o posee en su interior el sonido de Dioniso».

91 La mayor riqueza de los partos la constituía la ganadería, especialmente el ganado caballar. ESTRABÓN , XI 13, 7; GRATIO , Cinegética 508.

92 Cf. MARCIAL , XIV 199. En la Geografía de ESTRABÓN , III 4, 15, se dice que Hispania alimenta cabras y caballos salvajes que son semejantes a los de los partos: «por velocidad y destreza en correr superiores a todos los demás», y NEMESIANO : «Un vasto país se extiende tras las escarpadas crestas de Calpe, muy fecundo en buenos cornípedos; pues son capaces de lanzarse a largas galopadas por los prados…». Pero GRA TIO : «No me atrevería a intentar el combate con un hispano de guía…».

93 Como prototipo de rapidez el águila: PÍNDARO , Píticas II 50, V 112; Nemeas III 80; HOMERO , Ilíada XXI 252; el delfín: PÍNDARO , Píticas II 51, Nemeas VI 72; el halcón: HOMERO , Ilíada XV 237, Odisea XIII 86.

94 Cf. n. 92.

95 En griego quizá glaucós y charopós (usado aquí) sean dos matices del mismo color, el primero azul grisáceo, el segundo gris azulado.

96 Famosa raza de caballos de la llanura Nisea en Media. HERÓDOTO , III 106, VII 40; ESTRABÓN , XI 13, 7; ARRIANO , Anábasis VII 13.

97 Parece que OPIANO designa con este nombre dos especies de caballos. La primera con rayas en el cuello y en el lomo, como el tigre; la segunda, manchada como el leopardo. Considera a la primera como una raza natural y a la segunda como producto artificial. La primera puede ser la cebra. El poeta ha hecho un juego etimológico entre oúresin , «en los pastos», y oroúein , «aparearse».

98 El Céfiro o Favonio es el viento del Oeste; sopla suavemente dando vida a árboles y frutos.

99 En Génesis XXX 37 y ss. «Cogió Jacob varas verdes… y haciendo en ellas unos cortes las descortezaba dejando lo blanco de las varas al descubierto… y las que se apareaban a la vista de las varas parían crías rayadas y manchadas». En HELIODORO , Etiópicas IV 8 se menciona algo semejante: Persina, esposa de Hidaspes, rey de los etíopes, dio a luz a una niña blanca, por lo cual su marido la acusó de adulterio. Persina cayó en la cuenta de que, en el momento de la concepción, había puesto la mirada en la imagen de una Andrómeda desnuda que estaba pintada en la cámara nupcial.

100 No es rica Palestina en plantas aromáticas, pero las especias y perfumes del lejano Oriente venían a Europa por la ruta de Siria. Los perfumes procedían principalmente de Arabia según testimonio de TEOFRASTO y PLINIO EL VIEJO .

101 ARISTÓTELES , Historia de los Animales 560b 26.

102 Pretendiente de Helena, de gran belleza, hijo de Cáropo y de la ninfa Aglaya. Figura en el Catálogo de las naves de Ilíada II 671. En el curso de la lucha entre Aquiles y Telefo, en Misia, Nireo mató a la mujer de Telefo. EURÍPIDES , Ifigenia en Áulide 204.

103 Bello joven, hijo de Cefiso, o de Tespias, según otra leyenda, que, enamorado de sí mismo al verse reflejado en el agua, murió y fue transformado en la flor que lleva su nombre. Hay diversas variantes de la leyenda.

104 Bello joven espartano muerto casualmente por el disco que lanzó Apolo. De su sangre brotó la flor del jacinto.

105 Cf. De la Caza II n. 6.

106 Gigante hijo de Posidón y la ninfa Melia. Rey de los Bébrices, de carácter salvaje, que mataba boxeando a los extranjeros que llegaban a su país, Bitinia. Fue vencido por Pólux cuando los Argonautas arribaron a aquella tierra. Argonáuticas órficas 660.

107 Cf. n. 8.

108 Hijo de Zeus y Sámele, parece que en su origen era un dios de la vegetación. Le estaban consagrados la yedra y el mirto.

109 Cf. PÓLUX V 46 y s.

110 Cf. n. 3. GRATIO , Cinegética 172, «El umbro lo mismo que rastrea a sus enemigos huye de ellos si le hacen frente».

111 .Cf. PÓLUX V 37.

112 Parece que se refiere a los nacidos en la Iberia asiática, la actual Georgia, cerca del Cáucaso. ESTRABÓN , II 5, 12; NEMESIANO , Cinegética 127.

113 Cf. OVIDIO , Metamorfosis III 210.

114 Argólides en PÓLUX .

115 Saurómatas o sármatas. Al S. de Rusia. HERÓDOTO IV 110 y ss.

116 GRATIO , Cinegética 156; PLINIO , Historia Natural VIII 148.

117 JENOFONTE , De la Caza X 1; ELIANO , Historia de Ios Animales III 2; GRATIO , Cinegética 212; OVIDIO , Metamorfosis III 208.

118 De la Magnesia caria. ELIANO , Varia Historia XIV 46.

119 Aquí se refiere al Nilo. Perros egipcios: ARISTÓTELES , Historia de los Animales 606a 23; ELIANO , Historia de los Animales VI 53, VII 19; PLINIO , Historia Natural VIII 148.

120 JENOFONTE , De la Caza 10, 1; PÓLUX V 37.

121 De Molosia, región del Epiro. De ellos proceden los dogos actuales. ELIANO , Historia de los Animales III 2, XI 20; VIRGILIO , Geórgicas III 404; HORACIO , Épodos VI 5; GRATIO , Cinegética 181 y ss.; NEMESIANO , Cinegética 107.

122 Cf. JENOFONTE , De la Caza 7, 1 y ss.; GRATIO , Cinegética 263 y ss.: «cubrir a las perras en el invierno a fin de que las crías nazcan en primavera». ARRIANO , Cinegética 27 y ss.; VARRÓN , II 9, 11.

123 La murena. Cf. De la Pesca I 559 y n.

124 ARRIANO , Cinegética 4, 2 y s. coincide en la apreciación.

125 JENOFONTE , De la Caza 4, 1; PÓLUX V 57.

126 JENOFONTE , De la Caza l . c.; NEMESIANO , Cinegética 269.

127 JENOFONTE , l. c. Pero ARRIANO , Cinegética 5, 7 «las orejas sean grandes y blandas»; igualmente VARRÓN , II 9, 4.

128 JENOFONTE , l . c.

129 JENOFONTE , l . c.: «pecho ancho, no sin carne».

130 JENOFONTE , l . c.: «pequeñas, rectas, redondeadas».

131 JENOFONTE , l . c.; NEMESIANO , Cinegética 274.

132 JENOFONTE , l . c .

133 JENOFONTE , l . c .: «caderas carnosas».

134 JENOFONTE , l . c.: «colas largas, rectas, flexibles».

135 Cf. n. 95.

136 Coincide con JENOFONTE , De la Caza 4, 7. Pero ARRIANO , Cinegética 6 no considera importante el color para que sean buenos cazadores.

137 También HOMERO , I lítada V 500. El nombre de la diosa es una frecuente metominia por el mismo grano de trigo, y así aparece en otros muchos autores.

138 JENOFONTE , De la Caza 7, 3, aconseja que los cachorros sean alimentados por sus madres.

139 JENOFONTE , De la Caza 7, 5, aconseja también la brevedad en los nombres de los perros y da cuarenta y siete de dos sílabas: Psych , Thymos, Pórpax…

140 JENOFONTE , De la Caza 8 da instrucciones para cazar liebres en invierno.

141 Coincide con JENOFONTE , De la Caza 5, 5.

142 Coincide con JENOFONTE , De la Caza 5, 5.

143 Se refiere a la costumbre de tatuarse. HERODIANO , III 14; CÉSAR , Guerra de las Galias V 14: «Todos los britanos se tiñen con vitriolo».

144 Alusión en HOMERO , Odisea XVII 309.

145 ESTRABÓN , IV 4, 6: «perros hábiles para las cacerías»; NEMESIA NO , Cinegética 224 y s.

146 Epíteto onomatopéyico. En griego, adjetivo relacionado con syriz ō , «silbar». ē

De la caza. De la pesca. Lapidario órfico.

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