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AGRADECIMIENTOS


Este libro es el resultado de mi magíster en Historia llevado a cabo en la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Antes de empezar con la escritura de tuve un momento de incertidumbre asociado a las expectativas, las dudas, los atrasos y la presión. Mi madre me aconsejó que dejara todos esos pensamientos de lado y me concentrara en contarles lo que aprendí en mi investigación. Me inspiró para que, a través de mi escritura, transmitiera que antes de esta investigación era una persona y después de hacerla soy otra. Me pidió que disfrutara contando esta historia, explicando qué es lo que vi en la fuente y qué es lo que finalmente me hizo sentido. Y este fue un momento clave dónde logré comprender hasta qué nivel la historia no solo es un oficio, sino que también una forma de vida. El siguiente libro narra un fenómeno específico, con una pregunta y las respuestas encontradas. Pero no es solo eso. Es el resultado de una experiencia de investigación, que, durante varios años, fue una parte fundamental de mi vida. Este tipo de proyectos se va entretejiendo con la vida cotidiana y hoy puedo decir que investigar y escribir historia es realmente una experiencia de vida.

Por eso mismo, le quiero dedicar esta tesis a las personas que estuvieron conmigo en este proceso entrelazado. En primer lugar, quiero agradecer a mi tutor Joaquín Fermandois. El profesor me dio desde el inicio un voto de confianza incluso en minutos cuando dudaba de mí misma. Sus consejos, apoyo, lectura y comentarios me acompañarán toda una vida y nunca dejaré de agradecer su empuje que, finalmente, determinó la escritura este libro. Esta investigación tuvo el apoyo del proyecto Fondecyt Regular Nº 160098 “Las relaciones de Chile con los países sudamericanos, 1964-1980” a cargo de Joaquín Fermandois y el historiador Sebastián Hurtado. Este proyecto me invitó a pensar en Chile dentro de la región y a buscar la influencia que tuvieron los países vecinos en la visión norteamericana. Sebastián también aportó mucho, guiándome en momentos de crisis y respondiendo preguntas importantes.

En el Instituto conocí personas que fueron claves en el proceso. Agradezco la oportunidad de encontrarme con Marisol Vidal quien, desde el inicio, me impulsó a atreverme. Gracias por las risas, la comprensión en momentos duros y en darme la confianza para entender que teníamos mucho en común. Agradezco también a Mileny Contreras, quien, desde el primer día de la licenciatura, fue un pilar fundamental de mi experiencia formativa. También conocí a Macarena Ponce de León, quién no solo me enseñó mucho sobre las formas de hacer historia, sino que también me entregó una linda amistad y risas. A ella le debo mis primeras experiencias como historiadora, las cuales me confirmaron que este era el camino que quería seguir. Alfredo Riquelme fue una de las primeras personas en presentarme la belleza del estudio de la Guerra Fría. A él le quiero agradecer sus comentarios, entusiasmo y tener siempre la puerta abierta para responder mis preguntas. Agradezco también a Manuel Gárate, quien me enseñó la importancia de hacer de la historia una literatura contemporánea. A él le debo la comprensión de lo fundamental de la narración. Le agradezco a Véronica Undurraga por ver en la tesis un libro, motivarme a atreverme a publicarlo y ser un ejemplo del poder femenino en la academia. También quiero agradecer a todos los profesores del Instituto, los cuales, de distintas formas, han influido en mi camino por la historia. En esas aulas entendí que la disciplina es más que un oficio, es una pasión.

El Instituto de Historia y el Programa de Magíster me proveyeron de instancias fundamentales para permitirme construir esta historia. Los seminarios de investigación, los cursos, talleres y congresos me brindaron un espacio para compartir, pero también para escuchar y comprender la importancia de la comunidad académica en este trabajo aparentemente solitario.

Cada uno de los integrantes de mi familia tiene un espacio en esta tesis. Mi papá ha sido mi bastón, mi mamá mi consejera, Martín mi riguroso y celebrador lector y Elisa mis pies en la tierra. El amor y el apoyo de mi familia fueron mi motor durante todo este proceso. También agradezco a Sebastián Arellano, mi pareja, quien se llevó la parte más dura de la contención emocional. Cumplió su rol siempre con una sonrisa y oídos para escuchar. Gracias por hacerme las preguntas claves y por mostrarme que a veces lo evidente guarda la clave. En el magíster gané la amistad de José Araneda, a quién le debo tanto. Sin sus consejos, apoyo, compañía y lectura, no lo podría haber hecho. Agradezco a mi gran amiga Antonia Salvestrini, por la cotidiana, contenedora y bella compañía. También a Sebastián Santander, por estar disponible para la lectura y sus consejos. Agradezco a todos mis compañeros de magíster, con quienes compartimos este duro camino, logrando vivirlo con risas. También a Rodrigo Mayorga, quien, en una servilleta de un café, me explicó como se iniciaba una tesis.

Agradezco a todas las personas que están en mi vida. Con las que he compartido mi historia y con quienes la seguimos construyendo. Gracias por tener la paciencia para esperarme y por siempre creer en mí. Les dedico a todos ellos estas páginas que, según mi amigo José, son tan intensas como yo. Cada uno de ustedes tiene un espacio en esta historia, en la cual dejo una parte de mí.

Miradas desclasificadas

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